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La obra negativa del colonialismo francés en Kanaky: un intento de genocidio por sustitución

Fuentes: Investig’Action

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

La fecha del referéndum de autodeterminación de Kanaky (1) se ha fijado finalmente para el 4 de noviembre de 2018. Este referéndum, que se obtuvo gracias a los Acuerdos de Numea de 1998, ha conocido muchas peripecias: conflicto sobre la composición del censo electoral  con la exclusión de 25.000 electores canacos, conflicto sobre la formulación de la pregunta que se plantea con el intento de imponer implícitamente la eliminación de la perspectiva de una independencia total (2), nombramiento de Manuel Valls presidente de una «Misión de información sobre Nueva Caledonia» y declaraciones públicas antiindependentistas de este, etc. La historia larga y reciente del archipiélago pone de relieve su importancia económica y estratégica para el colonialismo francés, que hará todo lo posible para mantener su dominio sobre esta colonia de poblamiento en la que trató de llevar a cabo un genocidio por substitución. Así, Roch Wamytan, presidente del grupo UC-FLNKS et Nationalistes [Unión Caledoniana-Frente de Liberación Canaco y Socialista y Nacionalistas] en el Congreso de Nueva Caledonia, afirmó en mayo de 2015 resumiendo la actitud del Estado francés ante el Comité de Descolonización de la ONU: «Bajo la apariencia de democracia podemos descubrir unas maniobras de un Estado que trata de asegurar su dominio mientras ofrece una buena imagen ante la comunidad internacional» (3).

La larga historia de una colonia de poblamiento

«El abajo firmante, Auguste Febvrier-Despointes, contraalmirante, comandante en jefe de las Fuerzas Navales francesas en el mar Pacífico, actuando a las órdenes de mi Gobierno, declaro tomar posesión de la isla de Nueva Caledonia y de sus dependencias en nombre de Su Majestad Napoleón III, Emperador de los franceses. En consecuencia, se iza el pabellón francés en dicha isla de Nueva Caledonia que a partir del día de hoy, 24 de septiembre de 1853, se convierte, lo mismo que sus dependencias, en colonia francesa» (4).

Con estas palabras la Francia napoleónica se anexiona «la isla y sus dependencias» antes de hacer lo mismo y con palabras similares con la isla de los Pinos unos días después, el 29 de septiembre. Desde un principio la anexión adopta una dimensión estratégica para el colonialismo francés que reanuda Napoleón III desde su llegada al poder. Se trata de desarrollar la presencia militar francesa en el Pacífico frente una Inglaterra casi hegemónica en la zona.

Contrariamente a lo que se suele afirmar frecuentemente, la causa real de la colonización del archipiélago no es solo la necesidad de una nueva «colonia penitenciaria» para alejar de Francia a los condenados a trabajos forzados y a los oponentes políticos, sino la rivalidad entre las dos principales potencias industriales por el dominio del mundo. La investigadora en ciencias políticas especialista en el Pacífico Nathalie Mrgudovic resume de la siguiente manera lo que ella denomina «los primeros fundamentos de la presencia francesa en la zona»:

«Se inscribían entonces directamente en un clima de rivalidad con Gran Bretaña. En efecto, para Francia se trataba de afirmar su potencia, esencialmente por medio de la expansión colonial. Así, la toma de posesión de las islas Marquesas y la instauración de un protectorado en Tahití en 1842 constituyeron las primeras etapas de una política de presencia que Francia siguió en Nueva Caledonia y en Wallis y Fortuna para acabar en 1906 en las Nuevas Hébridas con el establecimiento de un Condominio franco-británico» (5).

El modelo elegido desde un principio es el de una colonización de poblamiento basada en la desaparición progresiva de los indígenas y su sustitución por población europea. En muchos discursos y proyectos de la época «Nueva Caledonia» está destinada a convertirse en la «Australia de Francia», con la misma suerte para los canacos que la que se impuso a los aborígenes.

Esto es, por ejemplo, lo que propone en 1855 el «proyecto de colonización» del veterano capitán Maximilien de Las Cazas:

«Hay que abrir de par en par las puertas a la inmigración extendiendo el rumor de que la colonia rebosa de oro. De este modo drenaremos hacia nuestra joven posesión oceánica una parte de la corriente de hombres que tantas riquezas ha vertido en los territorios ingleses de ultramar. ¿Algunos de ellos corren peligro de que los devoren? ¡Menudo problema, no se coloniza con niños del coro!» (6).

La apertura en 1864 del establecimiento penitenciario en el que se hacían trabajos forzados se inscribe en esta voluntad de poblar con europeos la nueva colonia. En efecto, la lejanía de la nueva colonia limita mucho en aquel momento un poblamiento colonial voluntario. La colonia penitenciaria se dota de una «vocación humanitaria» en la que los deportados deben encontrar una forma de redención por medio del trabajo (7).

El poblamiento colonial por medio de voluntarios o por medio de expresidarios a gran escala supone lógicamente una política de expropiación de las tierras de los indígenas, a los que simplemente se expulsará y después encerrará en reservas cerradas y someterá al régimen de excepción del «Código del Indígena», que permanecerá en vigor hasta 1946:

«Este régimen les prohíbe abandonar el territorio de las reservas, les priva de la ciudadanía francesa y de todos los derechos cívicos, y los excluye del derecho común. Los canacos solo pueden salir de las reservas para pagar el impuesto de capitación y del trabajo obligatorio a beneficio de los colonos y del territorio (orden del 6 de mayo de 1871 y del 6 de marzo de 1876). El Servicio de Asuntos Indígenas, creado más para controlar y amenazar a los canacos que para actuar a su favor, es el encargado de aplicar esta reglamentación. Además, los gendarmes son quienes representan a Asuntos Indígenas en el seno de las tribus» (8).

El coste humano es, por supuesto, enorme. Aunque faltan datos para tener una visión precisa de la hecatombe, esta es, sin embargo, indiscutible. «La isla principal de Nueva Caledonia contaba al menos con 100.000 habitantes en 1800; un siglo después solo se censa a una tercera parte», señala una publicación de la UNESCO (9).

«Entre 1880 y 1920 se pasa de 40.000 a 27.000 indígenas» (10), completa el investigador en ciencias políticas Eric Soriano. Habrá que esperar a la década de 1930 para que se empiece a producir una recuperación demográfica canaca: «La población melanesia siguió disminuyendo. El censo de 1901 solo incluía a 28.8000 melanesios, nivel que se conservará hasta 1936, antes de que la población empiece a aumentar de manera apreciable» (11).

Aunque los inmigrados voluntarios y los liberados del presidio aumentan cuantitativamente entre la población de la colonia, este aumento es insuficiente para que los canacos sean minoría. «A pesar de las políticas de fomento de la inmigración, en 1901 había solamente 14.200 europeos por 27.100 melanesios» (12), resume el geógrafo Gilles Pestaña. El fomento de la inmigración ampliará su esfera llamando no solo a los franceses sino también a otros europeos, asiáticos y polinesios. La explotación del níquel a partir de finales del siglo XIX aumenta aún más este proceso:

«Para asegurar la explotación de las minas los propietarios necesitan una mano de obra que no existe en Nueva Caledonia. Los colonos franceses son demasiado raros, o demasiado caros, para una actividad que requiere muchos brazos. Por lo que se refiere a los canacos, deploran esta explotación del subsuelo, una de las residencias de sus ancestros, y todavía están poco interesados por el pago en efectivo, así que hay que buscar fuera del país. Durante un siglo miles de obreros venidos de Asia, Europa y Polinesia trabajan en las minas. […] La industria minera es en gran medida responsable de la rica diversidad étnica de la población caledonia debido a los importantes movimientos migratorios que engendró» (13).

«Plantar blancos»

Por supuesto, el pueblo canaco no permanece pasivo ante esta opresión y esta violencia colonial. La resistencia fue multiforme y fue desde el rechazo del trabajo asalariado en las minas de níquel a la preservación de la identidad y las lenguas canacas, pasando por el rechazo del cristianismo, por recurrentes revueltas localizadas y por dos grandes insurrecciones en 1878 y en 1917. Entre la «toma de posesión» francesa de 1853 y la gran insurrección 1878 se producen 25 levantamientos armados contra el colonizador. Por supuesto, la cuestión de la expoliación de la tierra es el origen de estas revueltas: « En Nueva Caledonia la tierra se convierte rápidamente en un reto fundamental […] El mes de abril siguiente (1856) el Gobierno francés instituye el régimen de las concesiones que reserva a los canacos una décima parte de las tierras […] Desde entonces y hasta 1 917 la cuestión de tierra suscita tensiones y revueltas regulares de las poblaciones canacas » (14), resume la historiadora Sarah Mohamed-Gaillard.

La continuidad de la resistencia canaca a la colonización y la multiplicidad de sus formas reflejan la búsqueda de una oposición eficaz a un enemigo que dispone de medios técnicos militares que no se pueden comparar a las armas de los guerreros canacos. Como en muchas otras colonias, esta larga búsqueda acaba desencadenando un proceso de construcción nacional. Debido a su magnitud las revueltas de 1878 y de 1917 son indicadores de esta construcción nacional suscitada por los límites de las revueltas limitadas al clan. Al analizar la gran insurrección de 1878 la economista e historiadora Roselène Dousset-Leenhardt constata que «dentro de un vasto perímetro múltiples tribus habían entrado simultáneamente en acción, lo que implicaba llevar a cabo un plan decidido de antemano» (15). Con toda justicia esta historiadora caracteriza estos hechos de signos de una «conciencia colectiva» que lleva a los canacos desde la queja de una tribu ante las autoridades coloniales hasta la insurrección general pasando por la revuelta localizada. Para 1878 la revuelta dura más de diez meses y causa 200 víctimas entre los colonos y 1.200 entre los canacos.

La represión de la insurrección de 1878 es despiadada y tiene las mismas constantes de «pacificación» que en otras muchas colonias: cosechas y pueblos quemados, ejecución de prisioneros, deportación de los jefes y después de tribus, etc. El dirigente de la insurrección, el jefe Ataï, es decapitado y su cabeza se envía al Museo de Etnografía de París en 1879. Una famosa prima militar basta para resumir la violencia de la represión: «En 1878 se daba una prima por cada par de orejas de un supuesto rebelde muerto. Como los soldados traían orejas de mujeres y de niños, se decretó que había que presentar las cabezas y se hizo un registro de estos cuerpos del delito» (16), recuerda el etnólogo Jean Guiart.

La represión va a acompañada de una nueva desposesión de tierras que el oficial francés Henri Laurent Rivière, uno de los responsables de la represión de la insurrección, resume de la siguiente manera: «El gobernador quería que los canacos a los que se les perdonaba la vida abandonaran el distrito y fueran transportados o bien a la isla de los Pinos o bien a las islas Belep, en el norte. Esto no solo suprimía a los indígenas sino que nos daba una cantidad considerable de tierras fértiles» (17). El total más de 1.500 canacos fueron deportados, algunos de ellos a la lejana isla de Tahití (18).

En 1917 estalla una nueva insurrección de gran magnitud dirigida por los jefes Noel y Bouarate en el norte de [la isla de] Grande Terre y se extiende rápidamente al conjunto de la colonia. Aunque uno de los desencadenantes es el rechazo del alistamiento forzoso en el ejército francés, sin duda la causa es la situación colonial en general y la expoliación de las tierras en particular. Una vez más la respuesta es la represión ciega con las misma primas por asesinato que en 1878, aunque esta vez se aumenta el montante: «En 1917, en la última rebelión, la prima era de ¡20 francos por prisionero y 25 francos por un melanesio muerto!» (19).

Tanto en 1878 como en 1917 el balance que hace el Estado colonial francés sigue siendo el mismo: fomentar una nueva inmigración para hacer que los canacos sean minoritarios en Kanaky. Las independencias de los países del Magreb suponen una oportunidad para instalar a muchos «pied-noirs«*. Aunque 2.600 los que tienen descendencia «tratando de imponer ciertas ideas», un proyecto gubernamental «que prevé en 1963 llevar 10.000 pied-noirs fue rechazado por la Asamblea Territorial» (20).

Esta constante de la política francesa se reafirmará regularmente hasta hoy en día. Se trata de «plantar blancos», por retomar a expresión del alcalde colonialista de Numea Roger Laroque en 1970. Dos años después le corresponde al primer ministro Pierre Mesmer resumir de este modo la estrategia colonial francesa:

«Nueva Caledonia, una colona de poblamiento aunque consagrada a la mezcolanza multirracial, es probablemente el último territorio tropical no independiente del mundo al que un país desarrollado puede hacer emigrar a sus ciudadanos […]. Solo una reivindicación nacionalista de las poblaciones autóctonas puede amenazar la presencia francesa […], la inmigración masiva de ciudadanos franceses metropolitanos u originarios de los Departamentos de Ultramar [DOM, en sus siglas en francés] debería permitir evitar este peligro […]. A largo plazo la reivindicación nacionalista autóctona solo se evitará si las comunidades no originarias del Pacífico representan una masa demográfica minoritaria. Es evidente que no se obtendrá ningún efecto demográfico a largo plazo sin la inmigración sistemática de mujeres y niños […]. La administración puede ocuparse de ello sin que haya necesidad de textos […]. El éxito de esta empresa indispensable para el mantenimiento de posiciones francesas al este de Suez depende de nuestra capacidad de tener éxito, al fin, después de tantos fracasos en nuestra historia, con una operación de poblamiento en ultramar » (21).

Los canacos, que en 1956 representaban el 51.1 % de la población, descienden al 46 % en 1969 y al 42.4 % en 1983, antes de aumentar al 44 % en 1996. (22)

El movimiento se acelera aún más después con la instalación de «14 000 «métros [metropolitanos]» entre 2000 y 2004″ (23).

Un estudio del INSEE [siglas en francés de Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos] resume de la siguiente manera la situación para el periodo comprendido entre 2004 y 2009: «Así, entre 2004 y 2009 se instalaron en Nueva Caledonia 18.500 personas nacidas fuera de ahí. La mayoría son originarias de la metrópoli (75,5 %), pero también del extranjero (17,3 %), de Wallis y Futuna (4,9 %) o de la Polinesia francesa (2,3 %)» (24).

El último censo con fecha de 2014 visibiliza los resultados de estas décadas de colonización de poblamiento, esto es, el hecho de que las personas canacas sean minoría: un 39 % de la población declara ser canaca, un 27 % europea, un 8 % de Wallis y Futuna, un 6 % de otras comunidades (Tahití, Indonesia, Vietnam), etc. (25)

La segunda herencia de estas décadas de colonización de poblamiento es que la composición de la población es muy diferente de una isla a otra. Según las cifras del censo de 2014, el 94 % de la población de las islas Loyauté es canaca, el 70 % de la de la provincia Norte y solo el 26 % de la provincia Sur (26). Estas diferencias de poblamiento dejan abierta la hipótesis de un proceso «a la Mayotte»** para mantenerse a toda costa en la zona.

«Bloque de níquel» y «maritimización»

Era necesario recordar todas estas cifras para destacar la magnitud de los intereses en juego. En efecto, la determinación de mantener Kanaky francés corresponde a unos retos económicos y geoestratégicos importantes. En el plano económico la importancia de los recursos de níquel se puede describir de este modo en 2013: «Nueva Caledonia rebosa de recursos de níquel […]: un 10 % de la superficie del territorio los contiene, esto es, el 20 % de las reservas mundiales demostradas, incluso el 40 % de las reservas estimadas por los más optimistas. Por lo tanto, la isla es «un bloque de níquel»: 7.5 millones de toneladas de mineral bruto extraídas cada año y 45.000 toneladas de ferroníquel transformadas (el 9 % de la producción del planeta, es decir, el quinto puesto mundial» (27).

Con una superficie de 18.500 km², Nueva Caledonia puede reclamar una «Zona Económica Exclusiva» de 1.740.000 kilómetros cuadrados de espacio marítimo. Tiene unos importantes recursos halieúticos, tanto costeros como de altura. En primer lugar están los recursos de la pesca y en particular del atún, de la holoturia (cohombro de mar) y de gambas. El sector de la pesca, que es esencialmente familiar y artesanal, ofrece unas perspectivas de crecimiento enormes en lo que concierne al aumento de la demanda mundial de pescado. Con el fin de poner de relieve el potencial de crecimiento del sector un documento del Institut d’Emission d’Outre-Mer (IEOM) compara la parte de la pesca en las exportaciones (1.5 %) con la de otros países de la zona: «En comparación, los productos del mar (entre ellos la perlicultura) representan en 2014 un 80 % de las exportaciones polinesias (esto es, más de 10.000 millones de francos CFP), un 12 % de las exportaciones de Fidji y un 13 % de las exportaciones de las islas Salomón» (28).

Los recursos mineros y en hidrocarburos del subsuelo marino de Kanaky también están repletos de promesas, que el estudio antes citado resume de este modo:

«El subsuelo marino de Nueva Caledonia presentaría, además, como los de Wallis o Papuasia Nueva Guinea, un conjunto de zonas propicias a la presencia de metales raros, de cobalto y de manganeso, presentes en la forma de nódulos polimetálicos, de incrustaciones o de depósitos sulfurados hidrotermales. Según los geólogos marinos de la DIMENC  [siglas en francés de Dirección de Industria, Minas y Energía de Nueva Caledonia] , varios elementos dejan suponer, además, una posible presencia de hidrocarburos en el subsuelo marino caledoniano. No obstante, el conocimiento del subsuelo marino sigue siendo muy incompleto y actualmente estos temas no van mas allá del estadio de investigación científica. Los raros elementos disponibles ofrecen la siguiente información: [la isla de] Grande Terre y su prolongación submarina pertenecen al continente de emergido de Zealandia y por ello compartirían varias características con el subsuelo neozelandés donde en la década de 1960 se descubrieron gas y petróleo» (29).

Además de los retos económicos vinculados al níquel y a los recursos del mar, también hay que tener en cuenta la cuestión estratégica. En efecto, la zona Asia-Pacífico es el lugar en el que compiten todas las grandes potencias y en particular China y Estados Unidos. En consecuencia, las potencias occidentales (Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia) apoyan a Francia en su voluntad de seguir siendo una «nación del Pacífico», a pesar de profundos desacuerdos en el pasado, como los del Rainbow Warrior y de las pruebas nucleares francesas. Un estudio del IRIS resume las razones de este apoyo occidental: «Francia tiene un papel esencial que desempeñar frente a esta ofensiva diplomática y económica china en la zona oceánica. Refuerza la presencia estadounidense y apoya los intereses australianos y neozelandeses, que convergen con los suyos» (30).

El senador Jeanny Lorgeoux, coautor de un informe titulado «La maritimisation: la France face à une nouvelle géopolitique des océans» [La maritimización: Francia ante una nueva geopolítica de los océanos] menciona los factores siguientes para destacar la importancia «tanto estratégica como económica y política» del Pacífico para Francia: «Un aumento sin precedentes de la cantidad de portacontenedores», «el agotamiento de los recursos terrestres» y de «las reservas de hidrocarburos y de minerales de los subsuelos marinos», antes de sacar la siguiente conclusión: «Los océanos se convierten en objeto de codicia, lo que convierte el dominio de los mares en un elemento esencial de la competición internacional. Mañana una parte de crecimiento mundial vendrá del mar. Este cambio de la tierra hacia el mar implica unas consecuencias estratégicas fundamentales» (31).

«Top 84″

En el marco de estos complejos retos que implican una relación de fuerzas desfavorable para los militantes de la independencia es donde se abrió la última secuencia de la lucha por la independencia durante la década de 1970. Esta nueva secuencia se produce tras una larga fase de repliegue sobre la resistencia cultural. Desde 1969 aparecen los «Foulards rouges» [Fulares rojos], una organización juvenil que reivindica la independencia.

En 1971 le corresponde hacer lo mismo al «Groupe de 1878», en referencia a la gran revuelta anticolonial del siglo anterior. Estas dos organizaciones se fusionan en 1975 para crear el primer partido explícitamente independentista, el PALIKA (Parti de libération kanak [Partido de Liberación Canaco]). En 1974 se funda la Union Progressiste Multiraciale (UPM) [Unión Progresista Multirracial] que también reivindica la independencia (en 1977 se convierte en la Union Progressiste de Mélanésie [Unión Progresista de Melanesia]). En 1977 le corresponde a la Union Calédonienne [Unión Caledoniana] (un partido fundado en 1956) adoptar la reivindicación de independencia. Ese mismo año unos militantes de la Union Multiraciale crean el Front Uni de Libération Kanak [Frente Unido de Liberación Canaco] (FULK), también independentista.

En 1979 el Parti Socialiste Calédonien [Partido Socialista Caledoniano] (PSC) abandona su reivindicación de autonomía para reivindicar la independencia. Ese mismo año todos los partidos se unen en un Front Indépendantiste [Frente Independentista] (FI) y después, en 1984, en el FLNKS (Front de Libération Kanak et Socialiste [Frente de Liberación Canaco y Socialista]). El sindicato independentista USTKE (Union Syndicale des Travailleurs Kanak et des Exploités [Unión Sindical de los Trabajadores Canacos y Explotados]), fundado en 1981, se une desde su creación al FLNKS.

Era necesario recordar esta diversidad de fuerzas políticas independentistas y su momento de aparición o de adopción de la reivindicación de independencia para destacar la importancia de la década de 1970 en el proceso de afirmación política nacional canaca. El contexto de la década es el de un boom del níquel que aumenta aún más la polarización social y simultáneamente racial con «unos europeos consagrados a un exceso de producción y de consumo» en un extremo y en el otro «esas tribus […] la mayoría de las cuales no dispone todavía ni de agua corriente ni de electricidad» (32).

Todos los indicadores sociales, desde la tasa de escolarización hasta la propiedad de la tierra, pasando por el nivel de recursos o la tasa de paro, ponen de relieve esta polarización basada en el color. Basta con un ejemplo significativo que tomamos de muy oficial «Centre National pour l’Aménagement des Structures des Exploitations Agricoles (CNASEA [Centro Nacional para Ordenación de las Estructuras de las Explotaciones Agrícolas]): el de la tierra. En un informe oficial fechado en 1983 este organismo ofrece las siguientes cifras: » – 165.000 hectáreas para los 30 000 miembros de las tribus […]; – 350.000 hectáreas para 2.035 explotadores europeos» (33).

Como hemos mencionado antes, este periodo es también el de un fomento masivo de la inmigración europea. El contexto es también el de la represión de los movimientos de afirmación política pacífica. Así, el 24 de septiembre de 1974 se organiza una manifestación contra la conmemoración de la conquista el 24 de septiembre de 1853. Los jóvenes manifestantes canacos del «Groupe de 1878», organizador de la manifestación, son «detenidos y encarcelados. Al salir de la cárcel es cuando estos jóvenes empiezan a hablar de independencia» (34).

Lejos de parar el proceso de toma de conciencia independentista la represión no hace más que reforzarla. Por fin el contexto es el del acceso a la independencia de muchas colonias del Pacífico: las Samoa occidentales en 1962, Nauru en 1968, Tonga y las Fidji en 1970, Papuasia Nueva Guinea en 1975, Tuvalu y las Islas Salomón en 1978, Kiribati en 1979, Vanuatu en 1980.

Consciente del desarrollo de los movimientos independentistas, el Gobierno de Giscard d’Estaing emprende varias reformas con la esperanza de contrarrestarlos. En 1976 el Estatuto Stirn aumenta la autonomía del territorio y en 1979 el Gobierno francés anuncia un «plan de desarrollo económico y social a largo plazo para Nueva Caledonia», uno de cuyos objetivos es abordar la cuestión de la tierra.

Los independentistas canacos reunidos en el seno del Front Indépendantiste rechazan estas maniobras enviando una misión al Comité de Descolonización de la ONU. Reciben el apoyo del Movimiento de Países No Alineados y de los Estados de la zona opuestos a las pruebas nucleares francesas en el Pacífico. El Front Indépendantiste decide también reunirse con el PCF y el PS, lo que lleva a dos declaraciones que reconocen el derecho a la autodeterminación de Nueva Caledonia. Por supuesto, una vez en el poder en 1981 el Partido Socialista y Mitterrand olvidarán estas hermosas declaraciones.

Pero el aumento de la reivindicación independentista inquieta a los colonos que adoptan una estrategia de la tensión. El asesinato del líder independentista de la Union Calédonienne Pierre Declercq en septiembre de 1981 abre una secuencia en la que las manifestaciones antiindependentistas y las acciones independentistas (bloqueo de carreteras, sentadas, etc.) se responden en medio de la indiferencia del Gobierno francés, que deja de hablar de referéndum de autodeterminación. En su lugar Mitterrand propone un enésimo estatuto (el Estatuto Lemoine) que debe ser aprobado por medio de las elecciones territoriales de noviembre de 1984.

El Front Indépendantiste, que se transforma en FLNKS en septiembre de 1984, adopta «Top 84» como su objetivo, es decir, una independencia desde el año 1984, y como medio para lograrlo el boicot activo de las elecciones en las que se supone se va a adoptar el Estatuto Lemoine. En efecto, la abstención canaca (49.87 % en el conjunto del territorio y 79 % en las comunidades que tienen una mayoría canaca) es masiva y va acompañada de múltiples acciones de protesta: el líder independentista Eloi Machoro rompe con un hacha una urna electoral en el ayuntamiento de Canala, una decena de barricadas bloquean las principales carreteras, etc.

El boicot activo es un éxito innegable. Se demuestra la legitimidad popular independentista. La represión colonial va a castigar con la detención de muchos militantes y líderes canacos. A pesar de estos encarcelamientos la campaña «Top 84» continúa más allá de estas elecciones «sin canacos». Una nueva reivindicación, la de la liberación de los presos políticos, se añade a las demás en la acciones de movilización: ocupación de los ayuntamientos de Hienghène, Lifou, Ponérihouen y Poya el 20 de noviembre de 1984, ocupación de la gendarmería de Thio y después de Ouvéa ese mismo día, secuestro del subprefecto de la isla Loyauté al día siguiente y durante 8 días, cortes de carretera y ocupación de la ciudad de Thio por parte de militantes del FLNKS del 30 de noviembre al 12 de diciembre (35), el 1 de diciembre el FLNKS establece el Gobierno de Kanaky en presencia de la prensa internacional y se iza la bandera, etc.

Se abre la caza del canaco

A la represión gubernamental se añade la violencia de los colonos que organizan expediciones mortíferas. En efecto, desde principios de 1984 aparecen en las paredes de Numea pintadas con un mensaje carente de ambigüedad: «Colono, toma tu fusil», «caldoches***, a las armas» (36). Los hechos se suceden rápidamente y desembocan en la masacre del 5 de diciembre de 1984 en Hienghène donde pierden la vida diez canacos, incluidos dos hermanos de Jean-Marie Tjibaou. Los siete colonos responsables de la masacre serán absueltos unos meses después, en septiembre de 1986, por un jurado en el que no se incluye ningún canaco. Jean-Marie Tjibaou comenta así el veredicto: «Se abre la caza del canaco» (37).

Era necesario recordar estos hechos para destacar que la radicalidad y la violencia canaca contra los colonos o las fuerzas del orden en ese periodo no es sino el resultado de la violencia colonial estructural. No es sino la consecuencia de un sistema violento que no escucha las reivindicaciones legítimas que se expresan pacíficamente. Por consiguiente, a partir de finales de 1984 se perpetúa una situación de confrontaciones y de enfrentamientos regulares entre fuerzas del orden y colonos por una parte y canacos por otra.

Algunas personas, tanto entre los colonos como en el Estado, proponen la eliminación física de los líderes como medio de neutralizar el movimiento independentista que se ha vuelto inevitable. El 12 de enero de 1985 por la mañana el muy popular Eloi Machoro es «neutralizado» por el GIGN [siglas en francés de Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional]. Oficialmente el líder canaco y otro militante independentista, Marcel Nonnaro, mueren durante el ataque a una granja que supuestamente habían ocupado militarmente.

La versión del FLNKS es muy diferente: «Las informaciones de las que disponemos en Numea corroboran la tesis del asesinato. Para el FLNKS los camaradas Machoro y Nonnaro no fueron víctimas de un «exceso» policial, sino de un asesinato premeditado de las fuerzas del orden en estrecha connivencia con un comando de colonos de extrema derecha. Contrariamente a lo que se ha dicho, los militantes del FLNKS encabezados por Eloi Machoro no habían cercado en modo alguno la granja de un colono» (38). Casi dos años después, el 2 de diciembre de 1986, un exgendarme que había estado presente en aquellos hechos declarará ante el tribunal de Aisne que «los gendarmes tenían la orden de ejecutar a ambos hombres» (39).

Por primera vez desde la guerra de Argelia se decretan el estado de emergencia y el toque de queda. Los colonos se envalentonan y multiplican las agresiones racistas contra los militantes independentistas. El diario Libération del 8 de mayo de 1985 utiliza el siguiente titular para relatar una manifestación caldoche contra los independentistas: «Los caldoches acosan a los canacos» (40),

La vuelta de la derecha al poder en 1986 supone la vuelta a las concesiones que el Estado francés se ha visto obligado a hacer frente a la movilización canaca. El Estatuto Pons I de julio de 1986 y el Estatuto Pons II de enero de 1988 estipulan la modesta redistribución de la tierra, prevén una autonomía local aunque hacen desaparecer toda perspectiva de independencia, mantienen las regiones pero con unas competencias muy mermadas. Se prevé, además, un referéndum de autodeterminación para septiembre de 1987 en el que la única condición para votar es contar con un periodo de residencia de tres años.

Lógicamente, el FLNKS llama a boicotear el referéndum y se prevén elecciones sobre el Estatuto Pons para el 24 de abril de 1988. Los Estatutos Pons se consideran una provocación y una negación del pueblo canaco. Una gran revuelta está a punto de estallar una vez más. La única respuesta francesa será preparar el enfrentamiento militar: «El Gobierno inundó Nueva Caledonia de soldados, de gendarmes, de unidades de élite, más de 8.000 hombres, esto es, más de uno por cada siete melanesios» (41).

Durante los años comprendidos entre 1985 y1988, años de tensiones permanentes, el FLNKS obtiene importantes éxitos diplomáticos. Además del apoyo del Movimiento de los Países No Alineados, el FLNKS consigue en 1986 que la Asamblea General de la ONU apruebe una resolución que considera que Nueva Caledonia es «un territorio no autónomo en el sentido de la Carta». La misma resolución 41/41 A afirma el «derecho inalienable del pueblo de Nueva Caledonia a la autodeterminación y a la independencia» (42).

Recordemos que Kanaky había sido inscrito en 1946 en la lista de países que había que descolonizar y en 1947 había sido retirado a petición de Francia, la cual pretendía que «la asimilación jurídica de las poblaciones de Nueva Caledonia, Oceanía y Saint-Pierre-et-Miquelon […] ya no justifica el calificativo de «no autónomo» atribuido a estos territorios ya que sus habitantes gozan de derechos comparables a los de los ciudadanos de la metrópoli» (43) .

«Una Argelia en miniatura»

Las personas independentistas, a las que el Gobierno francés niega aunque reconoce la ONU, solo pueden reaccionar eficazmente llevando a cabo acciones simbólicas contundentes dada la relación de fuerzas militares. Como en todas las guerras de liberación nacional el combate también se lleva a cabo en el ámbito internacional. La ocupación de la cueva de Ouvéa en abril de 1988 corresponde a este tipo de acción aunque la reacción del ejército francés lo haya transformado en una matanza colonial. Gilles Perrault recuerda en su prefacio al informe de investigación sobre la matanza de Ouvéa elaborado por cinco ONG (La Cimade, Ligue des Droits de l’Homme, Comité de réflexion sur l’avenir de la Nouvelle-Calédonie, Mouvement contre le racisme et pour l’amitié entre les peuples (MRAP) y Département évangélique français d’action apostolique):

«El ataque de la gendarmería de Fayaoué no estaba programado para matar. Un desliz circunstancial lo hizo bascular hacia el drama. Sin disminuir en absoluto la responsabilidad de los agresores, se impone la evidencia de que una gestión inteligente de esta espantosa peripecia habría permitido restablecer el orden y rescatar a los rehenes sin dificultad. En vez de ello, un puñado de políticos y de militares eligieron convertir Ouvéa en una Argelia de antaño en miniatura. Redadas, saqueos, interrogatorios «reforzados«, ejecuciones sumarias****, oponentes heridos masacrados después de capturarlos: a la panoplia no le falta nada» (44).

El ataque de la gendarmería el 22 de abril de 1988 se inscribe dentro del llamamiento del FLNKS a multiplicar las acciones de protesta en el marco de la campaña de boicot a las elecciones. El ataque acaba con la muerte por balas de cuatro gendarmes en las siguientes circunstancias: «La Comisión observa sin hacer, sin embargo, ningún juicio de valor, que el primer disparo, que hizo bascular la situación, fue disparado por un oficial recién llegado a la isla y que la primera sangre derramada fue canaca» (45).

Estos son los hechos que el Gobierno no podía ignorar, lo que no impide al primer ministro Jacques Chirac mentir intencionadamente al afirmar que los gendarmes habían muerto por arma blanca para justificar una represión de gran magnitud. «Estoy consternado por esta salvajada, por la barbarie de estos hombres (si se les puede calificar de tales), sin duda bajo la influencia del alcohol y las drogas…», declara en [el programa de radio] Grand Jury RTL-Le Monde del 22 de abril (46).

Dieciséis de los gendarmes tomados como rehenes y sus secuestradores se refugian en la cueva de Ouvéa. Lo que ocurre después es conocido: envío de un contingente de 270 hombres desde el 22 de abril, torturas para saber dónde se esconden los secuestradores y sus rehenes, amenazas de [el ministro francés de los Departamentos de Ultramar] Bernard Pons de disolver el FLNKS tras exigirlo el Frente Nacional, elección de un asalto violento cuando se descubre el escondite en vez de negociar tal como había propuesto el FLNKS desde el 23 de abril, rechazo de todas las propuestas de mediación, etc.

La Operación Victor se salda con la muerte de 19 militantes canacos y de dos militares franceses.

Varios testimonios acusan a los militares franceses de no haber socorrido a los canacos heridos e incluso de haber llevado a cabo una ejecución sumaria. Después de negarlo con indignación, los hechos son tan evidentes que el ministro de Defensa Jean-Pierre Chevènement se ve obligado a reconocer la existencia de «actos individuales contrarios al deber del ejército, pero que no podrían mancillar su honor». Acto seguido el ministro de Justicia Pierre Arpaillange confía a la Fiscalía de Numea la apertura de una investigación judicial contra X por «homicidio voluntario» y «denegación de auxilio a personas en peligro» (47),

La «victoria militar» del colonialismo francés en Ouvéa oculta una derrota política. El FLNKS muestra más que nunca su reivindicación independentista reivindicando el aspecto «insurreccional» de la campaña de boicot de 1988 que desembocó en el drama. Desde el 30 de agosto el diario del FLNKS, Bwenando, destaca así las diferencias entre las movilizaciones de 1984 y las de 1988: «[La campaña de 1988] fue inmediatamente insurreccional al adoptar desde un principio las formas de lucha armada con la participación de guerrillas espontáneas y de guerrillas organizadas» (48).

La aspiración de independencia es más mayoritaria que nunca entre la población canaca, que cada vez presiona más por la unidad del movimiento independentista. Los muertos de Ouvéa se convierten en un llamamiento a la unidad necesaria dado el desequilibrio de fuerzas entre una potencia imperialista y un pueblo pequeño. Jean-Marie Tjibaou resume así esta determinación el día de los funerales de los militantes canacos muertos en Ouvéa, el 8 de mayo de 1988: «La masacre de Ouvéa va a fortalecer la determinación del pueblo canaco. La reivindicación de independencia de los canacos irá más allá del 8 de mayo. El señor Pons es uno de los sepultureros del pueblo canaco. Espero que las sombras de los muertos de Ouvéa le acompañen todos los días hasta su muerte. Estará maldito. Le deseo el infierno» (49).

Por último, en el plano internacional Francia es objeto de muchas críticas, empezando por algunos países de la zona. Los primeros ministros de Papuasia Nueva Guinea y de las Samoa occidentales exigen una investigación internacional independiente, el de las islas Fidji denuncia la «diplomacia del cañonero» francesa. La ONU, por su parte, lleva a cabo una investigación internacional.

Los Acuerdos de Matignon: integrar para neutralizar

Las semanas posteriores a la matanza colonial de Ouvéa ponen en evidencia el mantenimiento de la movilización canaca. Se reinician los bloqueos de carreteras y a la entrada de las ciudades. El ejército es omnipresente en el marco de lo que se denomina la «nomadización», es decir, la vigilancia militar de las tribus. El historiador Jean Chesneaux lo explica al hablar la magnitud de esta política de vigilancia militar de las tribus: «Los años de la «nomadización» en la tradición de la guerra de Argelia, impuesta a las tribus por unas fuerzas del orden cuyos efectivos desmesurados (al menos 8.000 hombres) respecto a la población melanesia equivalían a siete millones de alemanes en la Francia ocupada entre 1942 y 1944″ (50). El 23 de mayo los boinas rojas [paracaidistas] invaden el territorio de la tribu Paola en Pwèi. La operación se salda con la muerte del joven canaco Albert Poatyé (51).

La situación se bloquea y abundan los enfrentamientos reiterados. El Estado francés se ve obligado a hacer concesiones con la esperanza de ganar tiempo a fin de contrarrestar una aspiración independentista que ya no se puede ignorar. Las organizaciones caldoches opuestas a la independencia también tratan de ganar tiempo para favorecer la aparición de fuerzas canacas opuestas a la independencia. El FLNKS, por su parte, acepta las negociaciones de Matignon que propone el Estado francés al tiempo que mantiene el rumbo en la perspectiva de la independencia nacional. Estos son los factores que explican el compromiso de Matignon.

Los Acuerdos de Matignon firmados el 26 de junio de 1988 entre los independentistas del FLNKS, los antiindependantistas del RPCR (Rassemblement Pour la Calédonie dans la République [Agrupación por Caledonia dentro de la República]) y el Estado francés constituyen un compromiso. Los acuerdos supuestamente activan una transición para crear las condiciones para un referéndum de autodeterminación antes de la fecha límite de 1998. Reconocen de hecho al FLNKS como interlocutor y representante de los canacos, y constituyen tres provincias, dos de las cuales serán dirigidas por independentistas tras las elecciones de junio de 1989.

Las negociaciones siempre suponen una prueba para la unidad de los movimientos de liberación nacional. La evaluación de la relación de fuerzas y, en consecuencia, de las «concesiones» necesarias conlleva potenciales divisiones en el seno de las fuerzas independentistas. Jean-Marie Tjibaou explicó de la siguiente manera a la delegación política del FLNKS las circunstancias y razones de su firma de los Acuerdos de Matignon: «Hemos tenido demasiado muertos, hay que volver a la calma, no tenemos otra solución» (52).

Se expresan muchos desacuerdos. Muchos militantes y varias organizaciones del FLNKS consideran que los acuerdos son demasiado vagos, no aportan nada preciso en lo concerniente a las reivindicaciones inmediatas canacas, no abordan el futuro de los presos políticos y retrasan demasiado la fecha de la independencia. Serán necesarias tres convenciones nacionales para establecer una postura común.

La Convención de Ouvéa del 24 de julio de 1988 exige la reapertura de las negociaciones para, por una parte, exigir precisiones y, por otra, reafirmar el objetivo de la independencia nacional. Estas negociaciones llevan a los «Acuerdos de Oudinot» firmados el 20 de agosto de 1988 y que precisan la composición del censo electoral y las competencias de las nuevas provincias, reconocen la legitimidad de las reivindicaciones territoriales canacas, plantean un reequilibrio objetivo entre los canacos y el resto de la población en el marco de un plan de desarrollo económico de diez años, y adoptan el principio de una amnistía para las «infracciones cometidas con ocasión de los mismos acontecimientos, con excepción de las más graves» (53).

El FLNKS ratifica definitivamente los acuerdos en una convención celebrada el 11 de septiembre de 1988 pero a costa de la salida de uno de sus componentes, el Front Uni de Libération Kanak (FULK [Frente Unido de Liberación Canaca]) que denuncia los acuerdos y sigue reivindicando la independencia inmediata. Este contexto de debate agitado y de rumores sobre «los entresijos de los acuerdos» es lo que explica el asesinato de dos de los principales líderes independentistas, Jean-Marie Tjibaou y Yeiwéné Yeiwéné, el 5 de mayo de 1989 por un líder independentista de Ouvéa, Djubelli Wea, que consideraba los acuerdos una traición a la lucha independentista. Con el paso del tiempo los Acuerdos de Matignon son objeto de críticas cada vez mayores. Así, el congreso del FLNKS de 1990 destaca que «los Acuerdos de Matignon no son un fin en sí mismos y no darán la independencia canaca y socialista», y la convención nacional de 1991 los califica de «acuerdos mínimos, de etapa y de apuesta lanzada al Gobierno francés» (54).

La lógica implícita y los objetivos del Estado francés aparecen a lo largo de esta década: ganar tiempo para hacer que la reivindicación de autodeterminación de los canacos cambie de la exigencia de una independencia nacional a la del respeto de los «derechos de los pueblos autóctonos», dividir al movimiento independentista y modificar las exigencias de la ONU. «Después de 1988 se constata una división de los independentistas canacos acerca de la elección de las estrategias. Internamente, poco después de los Acuerdos de Matignon algunos militantes del FLNKS adoptaron un cambio hacia el uso y la preeminencia más concreta de los derechos de los pueblos autóctonos» (55), destaca la antropóloga Stéphanie Graff.

Al mismo tiempo el Estado francés trata de saldar deudas con el Estados de la zona para que dejen de apoya la independencia canaca en la ONU: excusas oficiales a Nueva Zelanda y pago de una indemnización de siete millones de dólares por la destrucción del Rainbow Warrior, un barco de la ONG Greenpeace en el puerto neozolandés de Auckland en 1896; y cese de las pruebas nucleares en Mururoa y Fangataufa en 1996. Paralelamente se fomenta la participación de asociaciones canacas en las reuniones de la ONU concernientes a los «derechos de los pueblos autóctonos». El vocabulario de las resoluciones de la ONU no tarda en transformarse: «De la autodeterminación y la independencia de un pueblo se pasa a la autodeterminación de un territorio» (56).

Cuando en 1998 llega el plazo límite de diez años previsto por los Acuerdos de Matignon es el momento de hacer balance. En muchos aspectos la estrategia de división francesa parece ser un éxito. La presencia de canacos en las nuevas instituciones tiende a hacer desaparecer el objetivo de la independencia. «Algunos de nuestros responsables políticos […] se detuvieron en sus pequeños intereses personales y en la comodidad de sus puestos decididos en el Congreso» (57), resume Paul Néaoutyine, presidente del FLNKS de 1990 a 1996.

En julio de 1989 el sindicato independentista USTKE abandona el FLNKS debido a esta «deriva política». Cada una de las elecciones a partir de la de 1989 se traduce en una división electoral de los independentistas. La lógica de «integrar para neutralizar» parece en vías de tener éxito, lo que suscita cólera y exasperación en las personas militantes independentistas de base. En el plano económico la política del «reequilibrio» tarda en ofrecer efectos palpables. Así, en diciembre 2015 los sindicalistas de USTKE siguen denunciando «el fracaso del reequilibrio» en su XV congreso.

Lo que es más grave, las condiciones del referéndum previstas por los Acuerdos de Matignon entierran la perspectiva de la independencia. La política colonial de poblamiento ha convertido a las personas canacas en minoría. El conflicto sobre la composición del censo electoral continúa su larga historia.

En el lado antiindependentista el temor a que se vuelvan a iniciar las acciones violentas lleva a rechazar desde 1991 lo que su líder Jacques Lafleur denomina un «referéndum hoja de guillotina», es decir, un referéndum cuyo «resultado hostil a la independencia se podía prever, a presar de la restricción del censo electoral» (58).

Doble interpretación de los Acuerdos de Numea

Esta particular relación de fuerzas hecha de decepción en su base, de institucionalización, de éxito de la colonización de poblamiento y de la imposibilidad de una solución militar es lo que explica el nuevo compromiso que constituyen los Acuerdos de Nuema de mayo de 1998. Por parte del Estado francés y de los antiindependentistas se trata, una vez más, de ganar tiempo para continuar el proyecto de enterrar la reivindicación independentista a beneficio del reconocimiento de los derechos de los pueblos autóctonos.

Por parte de los independentistas se trata de hacer reconocer la existencia del pueblo canaco, de plantear explícitamente el principio de una restricción del censo electoral a favor de las personas canacas y de recordar la perspectiva de un referéndum que plantee explícitamente la cuestión de la independencia nacional. Al resumir las diferencias entre los Acuerdos de Matignon y los de Ouvéa, uno de los altos funcionarios artífice de los primeros, Alain Christnacht, explica:

«De ser marginado, diferente e inferior el canaco pasa a ser aquel que está en el centro de la nueva sociedad.

Rechazado antes por quienes llegaban, ahora es él quien acoge a quienes llegan. […] La novación fundamental está en el reconocimiento del pueblo canaco, reconocimiento del que el Preámbulo afirma además que es una condición previa para la refundación del contrato social entre todas las comunidades que viven en Nueva Caledonia» (59).

Por lo demás, los Acuerdos de Numea reafirman el objetivo de reequilibrio por medio de la restitución de tierras a los canacos, refuerzan la transferencia de competencias a instancias caledonianas y prevén la búsqueda común de signos identitarios del país («nombre, bandera, himno, divisa, diseño de los billetes de banco»). De hecho estos acuerdos se pueden interpretar tanto como reflejo de una lógica de descentralización como una fase preparatoria para un verdadero referéndum de autodeterminación.

Esta doble interpretación concierne también a la restricción del censo electoral que cada uno de los signatarios interpreta a su manera: «Los juristas proponen dos lecturas: unos hacen una lectura que cierra el censo electoral en 1998; otros sugieren una lectura resbaladiza de este mismo censo electoral. Cuando el asunto se remitió al Consejo Constitucional, este se pronunció a favor de esta última; una persona instalada en el territorio en 1999 entraría en el censo electoral caledoniano en 2009. Esta decisión no dejó de provocar las protestas del FLNKS que la consideraba un ataque a su esperanza de que los canacos fueran mayoritarios en el censo electoral» (60).

Por consiguiente, veinte años después de los Acuerdos de Numea y a unos meses del referéndum el Rassemblement des Indépendantistes et Nationalistes (RIN [Agrupación de Independentistas y Nacionalistas]), que reúne a tres formaciones independentistas (Union Calédonienne, Dynamik Unitaire Sud y Union syndicale des Travailleurs exploités), puede hacer un balance negativo el 27 de marzo de 2018:

«No se han podido establecer dispositivos debido a las oposiciones sistemáticas de uno de los socios históricos del ADN (Acuerdo de Numea), a saber, la derecha colonial, y a unas interpretaciones jurídicas muy menudo contradictorias, que dejan así márgenes de maniobra al Estado francés para reforzar su tutela;[…] no se ha alcanzado el objetivo del reequilibrio, sobre todo respecto al pueblo canaco, en múltiples dominios (empleo público y privado, formación…). En el plano del desarrollo económico Nueva Caledonia se ha contentado con seguir y perpetuar un modelo colonial basado en la dependencia de Francia que ha reforzado las desigualdades sociales más sangrantes para el conjunto de los ciudadanos caledonianos. En el plano de la identidad canaca es evidente que las pocas medidas tomadas no han permitido un reconocimiento mejor aunque indispensable puesto que es una condición previa para la construcción de Kanaky. La fuerte inmigración deseada por el Estado francés ha convertido en minoritario al pueblo canaco y las diversas modificaciones de la ley orgánica no han hecho más que empeorar esta situación. Así, los censos electorales para las elecciones provinciales y referendarias hacen que los escrutinios no sean sinceros. En conclusión, a la vista de su análisis, el RIN afirma que el balance político del Acuerdo de Nuema es un fracaso» (61).

A medida que se acerca la fecha límite del referéndum se han multiplicado, como es lógico, los conflictos sobre la composición del censo electoral. Así, la comisión política y ciudadana del FLNKS denuncia en 2016 la no inscripción de 25.000 canacos en el censo electoral. Después de varias manifestaciones públicas de organizaciones independentistas, el 3 de noviembre de 2017 se anuncia un acuerdo entre los signatarios de los Acuerdos de Nuema sobre la composición del censo electoral para el referéndum.

El acuerdo integra a 7.000 personas de estatuto civil consuetudinario (de los canacos) y otras 4.000 de derecho común. A pesar de este acuerdo ya se han dejado oír voces independentistas para denunciar un referéndum que no tiene en cuenta las consecuencias de una política de poblamiento voluntarista desde hace muchas décadas. Así, Louis Kotra Uregei, presidente del Parti travailliste, declara el 8 de abril de 2018 :

«Esto debería ser un referéndum de autodeterminación y a partir del momento en que se habla de autodeterminación se menciona el derecho del colonizado a la autodeterminación, [] va a haber una consulta llamada referéndum. Pero para nosotros a partir del momento en que hay una negación del pueblo canaco no es un referéndum de autodeterminación. […] Afirmo que habrá una victoria de los procolonialistas [] debido al fraude electoral y debido al hecho de que no todos los canacos estarán inscritos para este referéndum. Por eso nosotros no calificamos esto de referéndum de autodeterminación, es una consulta, puede que del pueblo caledoniano, no sé cómo lo van a llamar. Pero lo cierto es que para nosotros ya no es un referéndum de autodeterminación» (62).

∞ ∞ ∞

Estas son las condiciones de preparación del referéndum del próximo mes de noviembre. Después de una colonización de poblamiento llevada a cabo de forma voluntarista desde hace décadas, después de treinta años de acuerdos que revelan la lógica del Estado francés destinada a ganar tiempo para imponer el abandono de la lógica de la independencia a beneficio de una lógica de reconocimiento de los «derechos de los pueblos autóctonos», después del intento de eliminar a 25.000 electores canacos d el censo electoral, etc., el referéndum se llevará a cabo en unas condiciones particularmente desfavorables para el pueblo canaco.

Los intereses económicos y geoestratégicos franceses son tales que el Estado francés hará cuanto sea posible para mantener su dominación de Kanaky. Esta situación se explica por la relación de fuerzas particularmente desigual entre una potencia imperialista y un pueblo pequeño .

En esta relación de fuerzas la debilidad del anticolonialismo en Francia juega en contra de los canacos. Con fraude o no, el fracaso del «Sí» a la independencia que prepara el Estado francés solo puede suscitar la cólera de una juventud canaca que espera desde hace tres décadas esta fecha de la independencia. Entonces será demasiado simple deplorar el recurso a actos violentos como último medio de dignidad y de rechazo del estatuto de dominado.

Notas:

(1) Utilizamos el término «Kanaky», que es el término elegido por todas las organizaciones independentistas desde 1977.

(2) La pregunta que se adoptó definitivamente tras unas negociaciones difíciles es: «¿Quiere usted que Nueva Caledonia acceda a la soberanía plena y sea independiente?».

(3) Intervención de Roch Wamytam, presidente del grupoe UC-FLNKS et Nationalistes en el Congreso de Nueva Caledonia, durante el seminario caribeño regional del Comité Especial de Descolonización de la ONU en Managua, en mayo de 2015, http://www.un.org/en/decolonization/pdf/DP.7%20(R.%20Wamytan).pdf, consultado el 6 de abril de 2018 a las 11 h 42.

(4) Yve Person, La Nouvelle-Calédonie et l’Europe. De la découverte, 1774, à la fondation de Nouméa, 1854, Nouvelles Editions Latines, París, 1953, p. 212.

(5) Nathalie Mrgudovic, La France dans le Pacifique sud : les enjeux de la puissance, L’Harmattan, París, 2008, p. 31.

(6) Citado en Jacqueline Sénés, La vie quotidienne en Nouvelle-Calédonie de 1850 à nos jours, Journal de la Société des Océanistes, n° 36, septiembre de 1972, p. 199.

(7) Claire Laux, Le Pacifique aux XXVIIIe et XIXe siècle, une confrontation franco-britannique. Enjeu colonial et rivalité géopolitique (1763-1914), Karthala, París, 2011, p. 153

(8) Isabelle Leblic, Les Kanak face au développement. La voie étroite, Grenoble, Presses universitaires de Grenoble, 1993, p. 27.

(9) Ali Moussa Iye y Khadija Touré (coord.), Histoire de l’humanité, volume 6, éditions de l’UNESCO, París, 2008, p. 1388.

(10) Eric Soriano, la fin des indigènes en Nouvelle-Calédonie : le colonial à l’épreuve du politique 1946-1976, Karthala, París, 2013, p. 20.

(11) Jean-Louis Rallu, La population de la Nouvelle-Calédonie, Revue Population, año 1985, n° 4-5, p. 725.

(12) Gilles Pestaña, Du spectre du dépeuplement à celui de l’indépendance. Enjeux et représentations des dynamiques démographiques des espaces ruraux de Nouvelle-Calédonie, Espace, populations et sociétés, 2015/3 – 2016/1.

(13) Anne Pitoiset, Le nickel en Nouvelle-Calédonie, Maison de la Nouvelle-Calédonie, París, 2016, pp. 8 y 11.

(14) Sarah Mohamed-Gaillard, Histoire de l’Océanie : de la fin du XVIIIe siècle à nos jours, Armand Colin, París, 2015.

(15) Roselène DoussetLeenhardt, Terre natale, terre d’exil, Maisonneuve et Larose, París , 1976, p. 124.

(16) Jean Guiart, Bantoustans en Nouvelle-Calédonie, Droit et Liberté, n° 371, julio-agosto 1978, p. 14.

(17) Henri Laurent Rivière, Souvenirs de la Nouvelle-Calédonie : l’insurrection canaque, Editions du Pacifique, París, 1881, p. 259.

(18) Eddy Wadrawane, Frédéric Angleviel, La Nouvelle-Calédonie : les Kanaks et l’histoire, volumen 2, Les Indes savantes, París, 2008, p. 169.

(19) Jean Guiart, Bantoustans en Nouvelle-Calédonie, op. cit., p. 14.

* «Pieds-noirs » (literalmente «pies negros» en francés) es el término con el que se denominaba a los ciudadanos de origen europeo, sobre todo francés, que residían en Argelia antes de la independencia en 1962. (N. de la t).

(20) Catherine C Laurent, Les Calédoniens. Lignes de vie d’un peuple, Atelier Henry Dougier, París, 2017.

(21) Pierre Messmer, Lettre au secrétaire d’Etat aux DOM-TOM, in Claude Gabriel, Claude Jacquin, Vincent Kermel, Nouvelle Calédonie, la révolte kanake, La Brèche, París, 1985, p. 51.

(22) Jean-Loup Vivier, Calédonie, l’heure des choix, L’Harmattan, París, 2009, p. 22.

(23) Xavier Ternisien, Les » métros » débarquent sur le Caillou, Le Monde, 19 de abril de 2008, http://www.lemonde.fr/societe/article/2008/04/19/les-metros-debarquent-a-noumea_1035978_3224.html, consultado el 13 de abril de 2018 a las 10 h 12.

(24) Pascal Rivoilan y David Broustet, Recensement de la population en Nouvelle-Calédonie en 2009, https://www.insee.fr/fr/statistiques/1281138, consultado el 13 de abril de 2018 a las 10 h 30.

(25) Pascal Rivoilan y David Broustet, Recensement de la population en Nouvelle-Calédonie en 2014, https://www.insee.fr/fr/statistiques/1560282, consult ado el 13 de abril de 2018 a las 10 h 45.

(26) Ibid.

** Véase el artículo de Said Bouamama, «La obra negativa del colonialismo francés en Mayotte: un islote de pobreza en un océano de miseria», http://rebelion.org/noticia.php?id=239916 (N. de la t.).

(27) Vincent Adoumié (dir.), Les régions françaises, Hachette, París, 2013, p. 232.

(28) L‘économie bleue en Nouvelle-Calédonie. Un levier de croissance à actionner, IEOM, Note expresse, n° 185, marzo de 2016, p. 2.

(29) Ibid, p. 7.

(30) Bastien Vendendyck, Les enjeux du processus d’indépendance en Nouvelle-Calédonie, Asia-Focus, IRIS, enero de 2017, p. 6.

(31) Jeanny Lorgeoux, Introduction de la table-ronde intitulé n° 1 : Grands enjeux politiques et stratégiques de la présence française dans le Pacifique, Actes du colloques » La France dans le Pacifique : quelle vision pour le XXIe siècle «, 17 de enero de 2013, http://www.senat.fr/rap/r12-293/r12-293_mono.html#toc4, consultado el 13 de abril de 2018 a las 18 h30.

(32) Jacqueline Sénès, La vie quotidienne en Nouvelle-Calédonie de 1850 à nos jours, Hachette, París, 1985, p. 333.

(33) Citado en Marc Coulon, L’irruption kanak. De calédonie à kanaky, Messidor/Editions sociales, París, 1985, p. 94.

(34) Stéphanie Graff, Visibilité du destin commun et invisibilité de l’histoire : discours, célébrations et construction de la citoyenneté en Nouvelle-Calédonie, Revue Anthrovision, n° 4/1, 2016, p. 5.

(35) Jean-Marie Girault y Jean-Pierre Tizon, Rapport sur les évènements intervenus depuis le 12 juillet 1983 en Nouvelle-Calédonie et dépendances, Sénat, rapport n° 155, séance du 3 décembre 1984, pp. 26-28, https://www.senat.fr/rap/r84-155/r84-1551.pdf, consultado el 14 de abril de 2018 a las 12 h 15.

*** El término «caldoche» designa a la población blanca, fundamentalmente de origen europeo. Aunque en su origen tenía una connotación peyorativa, a semejanza del término canaco está siendo objeto de una recuperación identitaria. El término «caldoche» está formado por la palabra «Caledonia» y el sufijo peyorativo en francés «-oche». El término «canaco», por su parte, proviene de la palabra polinesia «kanaka», «hombre». (N. de la t.)

(36) Citado en Marc Coulon, L’irruption kanak. De calédonie à kanaky, op. cit., p. 159.

(37) Alain Rollat, Tjibaou le Kanak, La manufacture, Lyons, 1989, p. 246.

(38) Daniel Dommel, La crise calédonienne : rémission et guérison, L’Harmattan, París, 1993, p. 202.

(39) Antoine Sanguinetti (dir.), Enquête sur Ouvéa. Rapport et témoignages sur les évènements d’avril-mai 1988, Etudes et Documentations Internationales (EDI), París, 1989, pp. 13-14.

(40) Florise Marco, Les Caldoches traquent les Kanaks, Libération, 9 de mayo de 1985.

(41) Michael Clifford Spencer, Alan Ward y John Connell, Nouvelle-Calédonie: essais sur le nationalisme et la dépendance, L’Harmattan, París, 1989, p. 35.

(42) Resolución 41/41 A de la Asamblea General de la ONU, 2 de diciembre de 1986, consultada el 14 de abril de 2018 a las 17 h 00.

(43) Citado en Stéphanie Graff, Quand combat et revendication kanak ou politique de l’État français manient indépendance, décolonisation, autodétermination et autochtonie en Nouvelle-Calédonie, Journal de la Société des Océanistes, n° 134, 2012, p. 66.

**** El término empleado es » corvée de bois «, una expresión que utilizaban los soldados franceses   durante la guerra de Argelia para designar eufemísticamente la liquidación física de los prisioneros, en genera l civiles, a los que mataba n en un supuesto intento de evasión tras enviarles «a buscar madera» , que es el significado literal de la expresión  corvée de bois . (N. de la t.)

(44) Gilles Perrault, prólogo, en Antoine Sanguinetti (dir.), Enquête sur Ouvéa. Rapport et témoignages sur les évènements d’avril-mai 1988, op. cit., p. 8.

(45) Antoine Sanguinetti (dir.), Enquête sur Ouvéa. Rapport et témoignages sur les évènements d’avril-mai 1988, op. cit., pp. 20-21.

(46) Jean-Pierre Bedéï, L’info-pouvoir : manipulation de l’opinion sous la Ve république, Acte Sud, París, 2008, p. 178.

(47) Fred Reno, l’Outre-Mer 1988. Contrastes et changement, Annuaires des collectivités locales, Année 1989, n° 9, p. 107.

(48) L‘affaire d’Ouvéa, diario Bwenando, n° 109-110, 30 de agosto de 1988, p. 4.

(49) Citado en Jean Vermeil, Les bruits du silence : l’autre histoire de France, 2002, éditions du Félin, París, p. 293.

(50) Michael Clifford Spencer, Alan Ward y John Connell, Nouvelle-Calédonie: essais sur le nationalisme et la dépendance, op. cit., p. 5.

 (51) Pauul Néaoutyine, ‎Jean-François Corral, ‎André Némia, L’indépendance au présent. Identité kanak et destin commun, Syllepse, París, 2006, p. 49.

(52) Ibid, p. 51.

(53) Accords de Matignon-Oudinot. Texte intégral des accords intervenus le 26 juin 1988 et le 20 août 1988 sur la Nouvelle-Calédonie, p. 19, http://www.mncparis.fr/uploads/accords-de-matignon_1.pdf, consultado el 16 de abril de 2018 a las 8 h 00.

(54) Myriam Dornoy-Vurobaravu, Objectifs et interprétations de la politique française dans le Pacifique Sud , Institute of Pacific Studies and USP Complex, Vanuatu, 1994, p.70.

(55) Stéphanie Graff, Quand combat et revendication kanak ou politique de l’État français manient indépendance, décolonisation, autodétermination et autochtonie en Nouvelle-Calédonie, op. cit., p. 75.

(56) Ibid.

(57) Paul Néaoutyine, ‎Jean-François Corral, ‎André Némia, L’indépendance au présent. Identité kanak et destin commun, op. cit., p. 58.

(58) Alain Christnacht, «La reconnaissance du peuple kanak par le droit français», en Stéphane Pessina Dassonville (dir.), Le statut des peuples autochtones: à la croisée des savoirs, Karthala, París, 2012, p. 101.

(59) Ibid, p. 104.

(60) Sarah Mohamed-Gaillard, L’archipel de la puissance?: la politique de la France dans le Pacifique Sud de 1946 à 1998, Peter Lang éditions, Bruselas, 2010, p. 157.

(61) «Le Bilan politique de l’accord de Nouméa», http://partitravaillistekanaky.blogspot.fr/2018/03/le-bilan-politique-de-laccord-de-noumea.html, consultado el 16 abril de 2018 àa las 14 h 47.

(62) Louis Kotra Uregei, declaraciones a Nouvelle-Calédonie 1ere, 8 de abril de 2018, https://caledosphere.com/2018/04/10/gomes-tacle-lku-le-referendum-nest-pas-reserve-au-peuple-kanak/, consultado el 16 de abril de 2018 a las 15 h 45.

Fuente: http://www.investigaction.net/fr/loeuvre-negative-du-colonialisme-francais-en-kanaky-une-tentative-de-genocide-par-substitution/

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