Antes de hacer un receso en sus sesiones a fines de diciembre, la Asamblea General de la ONU subrayó el papel clave que debía tener la energía en la agenda económica internacional a partir de 2015. Ese órgano de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) declaró como «Década de energía sostenible para todos» al […]
Antes de hacer un receso en sus sesiones a fines de diciembre, la Asamblea General de la ONU subrayó el papel clave que debía tener la energía en la agenda económica internacional a partir de 2015.
Ese órgano de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) declaró como «Década de energía sostenible para todos» al periodo entre 2014 y 2024.
La declaración, adoptada en forma unánime por los 193 estados miembros, fue acompañada de crudas estadísticas: más de 1.300 millones de personas en todo el mundo aún no tienen electricidad, y más de 2.600 millones dependen de biomasa para cocinar y calentarse.
La Asamblea General también expresó su preocupación por el hecho de que, «aun habiendo servicios de energía disponibles, millones de pobres no pueden pagarlos».
Antes incluso de que la resolución fuera adoptada, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, había alertado: «No puede haber desarrollo sostenible sin energía sostenible».
Hay un creciente reconocimiento entre los líderes mundiales de que el acceso a la energía es crucial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio (ODM), incluyendo una drástica reducción de la extrema pobreza y el hambre para 2015 respecto de los niveles de 1990.
Este será uno de los temas centrales de la III Cumbre Mundial sobre la Energía del Futuro, que se realizará la próxima semana en Abu Dhabi.
Allí se analizará la importancia de todas las formas de energía, como la bioenergía, la geotérmica, la hidráulica y oceánica, la solar y la eólica.
La cumbre es parte de la Semana de la Sostenibilidad de Abu Dhabi, entre el 13 y el 17 de este mes, que a su vez se desarrolla en forma paralela a la Cumbre Internacional del Agua.
Uchita de Zoysa, del Centro para el Ambiente y el Desarrollo, dijo a IPS que la energía en la época moderna era vital para el bienestar y la prosperidad, y ya no debía ser considerada un lujo.
«La energía necesariamente debe ser considerada un derecho humano», indicó.
También sostuvo que las negociaciones internacionales sobre cambio climático debían incluir un debate sobre el consumo y la producción sostenible, así como sobre el acceso igualitario a la energía, afirmó.
«Ninguna negociación puede tener éxito marginando a una parte de la humanidad de su derecho al bienestar y a la prosperidad. Cada comunidad y cada individuo deben tener iguales oportunidades de progresar en la vida», afirmó De Zoysa, también presidente de la asociación internacional Global Sustainability Solutions.
Por su parte, Kaisa Kosonen, consejera en políticas climáticas de Greenpeace International, dijo a IPS que más de 84 por ciento de las personas sin acceso a energía viven en áreas rurales.
Por tanto, las soluciones dependen principalmente de la descentralización y del uso de fuentes como la eólica, la solar y el biogás, que también son beneficiosas desde el punto de vista económico, afirmó.
Según la Agencia Internacional de las Energías Renovables, las fuentes alternativas suponen la solución más económica para la extensión de los servicios eléctricos.
Además, apuntó Kosonen, su aprovechamiento protege a los consumidores de los aumentos de los precios asociados con el mercado de los combustibles fósiles.
Explicó que el papel de la ONU es mantener su atención en las necesidades generales de los pobres, y no en los intereses de las grandes industrias.
Esto significa, por ejemplo, que no debe medir el éxito solo por el hecho de que haya energía «disponible» o por los kilovatios producidos por hora, afirmó.
«La energía también debe ser asequible, y alcanzar a las personas que la necesitan», indicó. Su argumento es que las soluciones energéticas deben estar al servicio de las sociedades locales y de las metas ambientales, y nunca agravar la escasez de agua, los niveles de contaminación y otros problemas.
Los costos ocultos de esos y otros impactos deben ser considerados cuando se trazan planes y se toman decisiones, añadió.
De Zoysa dijo que la «energía para todos» debe ser una ineludible meta de desarrollo sostenible para la agenda internacional a partir de 2015, cuando venzan los ODM.
La historia demuestra que la energía en base a carbono constituye un gran obstáculo para el desarrollo sostenible y supone una gran amenaza a la existencia de la humanidad a través del cambio climático, señaló.
Por tanto, la responsabilidad de los líderes, tanto locales como internacionales, es proveer energía sostenible para todos, añadió.
Pero esto podrá ser una meta realista «solamente si se reforman radicalmente nuestros patrones de producción y de consumo», advirtió.
Consultada sobre el papel de la ONU, la experta sostuvo que el foro mundial debía asegurar que las soluciones promovidas estén en línea con otras metas de desarrollo.
La energía necesita soluciones evaluadas como un todo, en vez de concentrarse solo en la electricidad, agregó.
«Y la ONU debe seguir desempeñando un rol importante conectando a diferentes acciones, alineando los esfuerzos de las instituciones existentes con metas comunes, ayudando a movilizar recursos financieros y transferencias de tecnología, y asegurando la responsabilidad y la transparencia», sostuvo.