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Sales y soles

La revuelta de los zeptohumanos

Fuentes: Gara

El tamaño importa. Y mucho. Recuerdo una pancarta de la fabulosa manifestación del movimiento de resistencia global que inundó Sevilla en 2002: «Menos cumbres, más legumbres». Lo primero, lo básico, comida para todos. De tan obvio, hasta da vergüenza repetirlo, aunque todavía hay quien sigue sin entenderlo. Además, ¿y por qué no?, todo en su […]

El tamaño importa. Y mucho. Recuerdo una pancarta de la fabulosa manifestación del movimiento de resistencia global que inundó Sevilla en 2002: «Menos cumbres, más legumbres». Lo primero, lo básico, comida para todos. De tan obvio, hasta da vergüenza repetirlo, aunque todavía hay quien sigue sin entenderlo. Además, ¿y por qué no?, todo en su justa medida y todos a tamaño natural, más chiquitos, sencillos, como diminutos granos.

El tamaño importa. Hoy más que nunca. A estas horas, los líderes del G20, los más grandes, refundan el canibalismo. «Comer o ser comido, no hay otra», mienten desde allá arriba. «Comerse los unos a los otros, es decir, por supuesto, nosotros a los otros». Arriba, lo de siempre. Crecer. Aunque sea matando y hasta morir de éxito. En «El tiempo de los usureros», imprescindible libro, el poeta soriano Fermín Herrero toma otra dirección. «Escucha. No te muevas. Hazte más débil porque no todo está perdido, queda gente entera, en medio del estrépito queda gente. No se lo digas a nadie. Escucha. No te muevas. Evita los cócteles donde hay que saber estar. Tienes que subsistir, quedan muchos. Hazte aún menos, achícate, no se lo digas a nadie, incúbalo, fecunda nuestro santo y seña». El sentido común: menos es más.

El tamaño importa. Aplasta. Avasalla. Apostemos por lo mínimo. Un grupo de científicos catalanes acaba de alcanzar un nuevo récord mundial en la medición de cantidades minúsculas de masa: 1,4 zeptogramos. Dividimos un gramo en mil trillones de partes y cada uno de esos «trocitos» es un zeptogramo. Nada y todo. Una utopía. El mundo, seis mil quinientos millones de zeptohumanos.