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La «violetera» dominicana

Fuentes: Rebelión

Como ave precursora de primavera, que diría Sara Montiel, anda una violetera dominicana de apellido Yangüela, a la que ni los años ni las neuronas han respetado tanto como a la cupletista española, publicando en algunos medios de comunicación sus trinos precursores, que tampoco son trinos ni lo son de primavera, en la esperanza de […]

La

Como ave precursora de primavera, que diría Sara Montiel, anda una violetera dominicana de apellido Yangüela, a la que ni los años ni las neuronas han respetado tanto como a la cupletista española, publicando en algunos medios de comunicación sus trinos precursores, que tampoco son trinos ni lo son de primavera, en la esperanza de que algún señorito le compre un ramillete de graznidos «pa lucirlo en el ojal». Cada quien que escoja el ojal de su gusto.

De momento, y en este detalle sí cabe reconocer la rentabilidad de los criterios de Violeta Yangüela, que así se llama la cupletista dominicana, sus reclamos son muy bien acogidos en las embajadas de Estados Unidos, Israel y España, así como en algunas fundaciones para análisis y estudios estratégicos, a las que surte de ramos, ramilletes y demás arreglos florales en los que la violetera Yangüela es toda una artista y una de las mejor remuneradas.

Siempre muy bien informada y conocedora de las esquinas por las que se mueven los señoritos que compran ramitos, ahora se hace eco de una llamada Conferencia de Praga de Democracia y Seguridad organizada por tres impresentables, entre los cuales, José María Aznar es el delincuente más conocido, con el propósito de «dar voz a los disidentes a los que los gobiernos totalitarios no les permite expresar sus opiniones».

Canta la tonadillera Yangüela, una hermosa copla de la autoría de un tal Natan Sharansky, en la que reitera con insistencia un quejumbroso verso adolorido por la ausencia en el mundo de «claridad moral». La que aporta, sin duda, el autor de la letra, Aznar y la tonadillera.

«Un mundo sin claridad moral es un mundo en el cual los dictadores hablan de derechos humanos mientras asesinan a millones. Es un mundo que percibe que la única democracia en el Medio Oriente es la gran violadora de los derechos humanos».

Y es que el mundo, desgraciadamente, tal parece que se ha dejado seducir por los grandes medios de comunicación, todos afines, obviamente, a esos dictadores que asesinan disidentes o pretenden la condena de Israel por violar los derechos humanos. Los grandes emporios de la comunicación son hoy propiedad de esas asesinas dictaduras, de esos estados terroristas. Los grandes canales de televisión, emisoras de radio, periódicos, han quedado en manos de quienes necesitan arrebatarle al mundo la «claridad moral».

Suerte que no todo está perdido y que al margen de la labor que desarrollan Aznar y algunas otras rapaces precursoras de inviernos, violeteras como la descrita, en épica batalla, se afanan por restituirle al mundo esa «claridad moral» que está perdiendo, deshojando violetas imperiales por las esquinas de los escaparates aunque nadie le compre ese ramito…bueno, la embajada.

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