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Las elecciones de Taiwan dejan resultados agridulces para todos

Fuentes: Rebelión

Ningún partido político, ni tampoco los actores extranjeros, han logrado sus objetivos en estas elecciones taiwanesas, sin embargo “a mal tiempo buena cara”, y todos buscan aspectos positivos en esta contienda.

La campaña electoral ha contado con tres protagonistas, el Partido Democrático Progresista (PPD), el Kuomitang (KMT) y el Partido Popular de Taiwán (TPP), y de manera simplista, desde Occidente se ha querido centrar la pugna en torno a las supuestas relaciones que cada uno de ellos mantendría de cara a la República Popular China. Así, nos han presentado al PPD como pro-independentista y suspicaz ante la amenaza china a medio plazo; el KMT sería partidario de un acercamiento a China, sobre todo en clave económica; y el TPP representaría una posición relativamente cercana al continente, y sería el partido antisistema con fuerte arraigo entre la juventud. Sin embargo, la realidad es bastante más compleja.

Si bien la política hacia la RPC siempre es un tema importante en las campañas presidenciales de Taiwán, existen otras cuestiones que para buena parte de los protagonistas locales son más importantes. Como apunta un periodista taiwanés, “las preocupaciones internas y China siempre están entrelazadas de manera complicada”.

De ahí, que las cuestiones económicas, en particular aquellas estrechamente asociadas a la vida cotidiana de las personas, han sido los ejes de la campaña. En ese sentido, las preocupaciones sociales y las decepciones populares han ido de la mano. Los tres candidatos han expresado una posición similar de mantener relaciones pacíficas y estables a través del Estrecho (mantener la paz y el status quo) independientemente de su diferente retórica de campaña. Comparativamente, las cuestiones internas en el ámbito de las reformas socioeconómicas han desempeñado un papel más importante que en elecciones anteriores.

Las crisis económicas globales, la inflación y factores geopolíticos han proporcionado un año difícil para Taiwán en 2023, con un crecimiento del PIB bastante por debajo de lo esperado. La sociedad taiwanesa afronta serios problemas socioeconómicos, y la gente está frustrada por cuestiones como los bajos salarios (particularmente para los jóvenes y los trabajadores), los altos costos de vida (los precios de la vivienda), instalaciones públicas insuficientes (el transporte y la educación) y un sistema de atención social inadecuado y atención insuficiente a los niños en edad preescolar y a los ancianos. Sin olvidar temas como la tasa de natalidad en descenso, el reto dela crisis energética o la restauración parcial del servicio militar que propone el PPD.

Los tres partidos principales parece que han ganado y perdido a la vez tras las elecciones parlamentarias y legislativas. Ninguno de ellos ha obtenido lo que quería, pero todos buscan interpretar positivamente los resultados para sus propios intereses. Y sobre todo, vista la alta participación, cercana al 72%, muchos opinan que los votantes de Taiwán han reprendido a todas las formaciones políticas, tanto a las grandes como a los partidos más pequeños.

El PPD ha ganado la presidencia para Lai Ching-te, además sacando una importante distancia a su inmediato seguidor. Sin embargo, ahí se acaban las buenas noticias para el otrora partido mayoritario. La tendencia a la baja, ya se manifestó en las recientes elecciones locales, y ahora, se ha repetido. Además, ha perdido la mayoría que tenía en el parlamento (Yuan Legislativo), pasando a ser la segunda formación del mismo. 

Esto nos ofrece a un futuro presidente que estará atado “con una mano a la espalda”. Y que tendrá que analizar los resultados y apoyos con detenimiento, ya que como señalan algunas fuentes locales, Lai ha obtenido un 40% de apoyo, lo que muestra que casi un 60% ha votado por una alternativa a su presidencia. Si bien la división de la oposición le ha facilitado la victoria, Lai se puede encontrar con un parlamento y la calle en contra

Por su parte, la apuesta con el alcalde de Nuevo Taipei, Hou Yu-ih, no le dado sus frutos al KMT, ya que ha quedado segundo en la carrera presidencial, y no ha podido cerrar un acuerdo con el tercer partido, el PPD, que les podría haber dado la presidencia. Este resultado ha abierto las luchas internas dentro del mismo, con algunos sectores reclamando la dimisión de su presidente, Eric Chu. 

Las buenas noticias para el KMT, llegan de sus resultados en la cita parlamentaria. Se ha situado como primera fuerza, y cuenta además con el apoyo de los dos escaños independientes, desbancando al PPD. No tiene una tarea fácil ante sí, ya que deberá atraer o llegar a un acuerdo con los ocho escaños del TPP, y vistas las dificultades previas a la cita electoral para conformar una alianza no será tarea fácil. Aunque su apuesta seguirá siendo por la estrategia de las tres D: disuasión, diálogo y desescalada.

La apuesta y el futuro de una tercera vía. Al TPP de Ko Wen-Je, tampoco le fue tan bien como esperaba, a pesar de unos buenos resultados en las presidenciales (26%) su apuesta era vencer, y ha quedado tercero., y no ha logrado los diez escaños que auguraba. No obstante, a la vista de la composición del Yuan Legislativo, los ocho asientos del TPP pueden ser claves para conformar mayorías con los dos partidos mayoritarios y sobre todo le confiere un alto poder de negociación.

El TPP tendrá otros retos ante sí si quiere consolidarse como tercera vía política. Si logra mantener la cohesión, manteniendo equilibradas las diferencias entre las facciones del partido, y rompe esa imagen de partido “unipersonal”, al tiempo que desarrolla una estructura local y movilizadora, podría ser esa alternativa al actual estatus quo político que domina la política taiwanesa desde hace tantos años.

Finalmente, cabe destacar también el rotundo fracaso de los partidos más pequeños. Algunos con representación en el parlamento saliente, y ninguno ha logrado rebasar el mínimo exigido del 5%.

Los dos gigantes mundiales también siguen de cerca el desarrollo de los acontecimientos. El papel de China seguirá el mismo guión que hasta la fecha, la política del “palo y la zanahoria”. Una combinación de presión diplomática (esta semana Nauru ha cortado los lazos con Taiwán y ha reanudado las relaciones con la RPCh), campañas de propaganda (buscando ampliar las divisiones internas de Taiwán), coerción económica (a día de hoy la relación comercial es muy importante) o ejercicios militares (como los que se acaban de poner en marcha estos días).

Estos días, un medio cercano al Comité Central del Partido Comunista ha publicado la estrategia del presidente Xi Jinping en relación a Taiwán, “desarrollar y fortalecer las fuerzas patrióticas de reunificación de Taiwán, oponerse a las actividades separatistas de la isla, y promover su completa reunificación con la patria”.

Por su parte, EEUU seguirá con la política iniciada hace unos años, proporcionando armas y apoyos económicos a la isla, pero, de momento, sin romper con la llamada “ambigüedad estratégica” pero intentando frenar la influencia china. Y es evidente, que los viajes de altos representantes estadounidenses a Taiwán no ayudan en ese sentido.

Washington espera que la relación bilateral con Taipei se mantenga e incluso que se puedan estrechar nuevos vínculos, además, un tercer frente militar (tras Ucrania y Palestina) sería muy costoso económicamente y políticamente para la actual administración demócrata. Por ello, tal vez EEUU prefiera apoyar el actual estatus quo (desde hace más de 50 años no apoya oficialmente la independencia de la isla) y fortalecer los lazos señalados.

La tensión sobre el estrecho se mantendrá. Los riesgos de un accidente, malas interpretaciones o mayores provocaciones, podrían desembocar en consecuencias potencialmente catastróficas para la región e incluso a escala mundial. Las relaciones entre Washington y Beijing, al igual que en otras partes del mundo, tienen un importante peso en el desarrollo, mantenimiento o cambio del estatus quo actual de Taiwán.

Tras esta cita electoral, y a la vista de los primeros movimientos que puedan darse tanto desde dentro como desde fuera de Taiwán, la continuidad parece ser la consigna. De momento se ha mantenido el estatus quo, pero las grietas en las columnas del teatro político y social taiwanés se están agrandando. Deberemos estar atentos por tanto a tres factores: las relaciones con Beijing, la situación de EEUU (las visitas de la administración de Biden como los resultados de noviembre) y la posible construcción de alianzas taiwanesas.

Y ello nos dará los tres indicadores claves para Taiwán en los próximos meses o años: las relaciones a través del Estrecho, con la posibilidad de un enfrentamiento bélico planeando sobre el mismo; las perspectivas económicas; y la estabilidad o no del engranaje político- institucional de la isla.

Finalmente, Taiwán tiene ante sí otro reto, la potencia mundial que es a día de hoy en la fabricación de microchips y productos relacionados con la electrónica y las comunicaciones, debe buscar una diversificación de su economía. Y tendrá que equilibrar su gasto, dotando de mayor peso a los servicios sociales que al hasta ahora disparado gasto militar.

Txente Rekondo. Analista internacional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.