Según el profesor de Estudios sobre Migraciones de la Universidad de Amsterdam, Hein de Haas, «las empresas de armas y tecnología han cosechado las principales ganancias inesperadas de la delirante ‘lucha contra la migración clandestina’ de Europa». En otros términos, algunas de las compañías beneficiarias de los contratos de seguridad en las fronteras europeas están […]
Según el profesor de Estudios sobre Migraciones de la Universidad de Amsterdam, Hein de Haas, «las empresas de armas y tecnología han cosechado las principales ganancias inesperadas de la delirante ‘lucha contra la migración clandestina’ de Europa». En otros términos, algunas de las compañías beneficiarias de los contratos de seguridad en las fronteras europeas están entre las mayores vendedoras de armas a Oriente Medio y el Norte de África, origen de buena parte de los refugiados. Las empresas que están creando la crisis, después se benefician de ella con el apoyo de los estados europeos, que les adjudican licencias para exportar armas y además los contratos para reforzar la seguridad en las fronteras. Es la tesis básica del informe «Guerras de frontera», realizado por Mark Akkerman y publicado por el Transnational Institute, la campaña contra el comercio de armas de los Países Bajos «Stop Wapenhandel» y el Centre Delàs d’Estudis per la Pau.
A finales de 2015 ACNUR (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados) calculaba en más de 60 millones las personas desplazadas en el mundo. A Europa, pese al eco mediático de la llamada «crisis de los refugiados», sólo llegaron cerca de un millón de inmigrantes en 2015. ¿Qué responsabilidad corresponde a las potencias europeas y a las transnacionales? El informe «Guerras de frontera. Los fabricantes y vendedores de armas que se benefician de la tragedia de los refugiados en Europa» recuerda que entre 2005 y 2014 los estados de la UE otorgaron licencias de exportación de armas a Oriente de Medio y el Norte de África por un valor superior a 82.000 millones de euros. Además, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos se sitúan en el segundo y tercer lugar en la ratio de receptores de armamento europeo. En 2015 BAE Systems, la mayor compañía de armas del viejo continente, cosechó el 21,8% de sus ingresos a partir de las ventas a Arabia Saudí. El negocio incluía la venta de aviones Typhoo (empleados en la guerra de Yemen), aviones de entrenamiento Hawk y la mejora de los vehículos blindados de rastreo. Los tres gigantes con los que la británica BAE Systems comparte liderazgo, Airbus (transeuropea), Finmeccanica (Italia) y Thales (Francia) poseen oficinas en Oriente Medio, donde sellan lucrativos negocios. En 2015 Airbus vendió dos aviones de reabastecimiento de combustible en vuelo a Qatar, cuatro patrullas C295W y aviones de transporte a Arabia Saudí y 24 helicópteros militares a Kuwait. En cuanto a Finmeccanica, podría citarse el contrato para la modernización de seis barcos de la fuerza naval de Bahrein o la venta del radar Kronos a Qatar. Algunos de los principales contratos militares -por valor superior a 100 millones de euros- de Thales se produjeron en Oriente Medio. En la trama desempeña un papel protagónico Frontex, agencia de la UE para la protección de las fronteras exteriores. El presupuesto de la agencia entre 2005 y 2016 aumentó en un 3.688%. También Eurosur, un «sistema de sistemas» de vigilancia de fronteras impulsado a finales de 2013 tras años de preparativos. Hace posible un intercambio de información e imágenes en tiempo real entre los estados mediante una red de Centros de Coordinación Nacional. Además, la Comisión Europea pondera el valor de Eurosur, al calificarlo como «un proceso que nunca de detendrá». Al requerir de continuo mejoras, se les garantiza a las empresas militares y de seguridad una «demanda permanente de nuevos equipos mejorados», explica el informe «Guerras de frontera». Eurosur es el «producto favorito» de las políticas fronterizas de la UE. Los controles no se limitan a vallas y alambradas. Los investigadores Ben Hayes, Steve Wright y April Humble agregan mecanismos como los muros de hormigón, paredes virtuales, torres de vigilancia y de francotirador, cámaras, radares terrestres y vigilancia infrarroja de telecomunicaciones inalámbricas, sondas de dióxido de carbono, tecnología de la información, sistemas de identificación y bases de datos de inmigración. A estos procedimientos de control fronterizo se agregan los vehículos aéreos no tripulados (drones). Otra vía empleada es la cruda exportación de armamento. En 2015 el gobierno de Holanda le otorgó una licencia de exportación a Thales (Nederland) por valor de 34 millones de euros, para la venta de sistemas de radar a Egipto a pesar de los informes sobre las violaciones de los derechos humanos en este país. Además, los dispositivos se utilizaron en corbetas importadas de Francia. Entre otras razones, el ejecutivo holandés valoró la importancia de los bajeles egipcios en el control de la inmigración «clandestina» a Europa.
Hace años que los investigadores apuntan la conexión entre las factorías bélicas y las políticas de seguridad de la Unión Europea. «La industria de armas está plenamente arraigada en el círculo de toma de decisiones en Bruselas», afirmaba Frank Slijper, de «Stop Wapenhandel», en 2004. En términos igual de rotundos, Lemberg Pedersen, del Centro de Estudios Migratorios Avanzados de la Universidad de Copenhague, escribía en 2013: «Las empresas privadas se autodesignan como expertas en seguridad fronteriza y utilizan esta posición para enmarcar la inmigración a Europa como una fuente de amenazas para la seguridad». El corolario parece previsible: «Cada vez se necesitan más productos avanzados de esas mismas compañías». Ante tal escenario, no resulta extraño el hervidero de grupos de presión, que el informe «Guerras de frontera» llama «organizaciones de cabildeo». Los grupos más influyentes son la Organización Europea para la Seguridad (EOS), la Asociación Europea de Industrias Aeroespaciales y de Defensa (ASD), cuyo presidente es el director ejecutivo de Finmeccanica, Mauro Moretti; y el centro de estudios Friends of Europe. Personas como Santiago Roura ha compatibilizado altos cargos en Indra y en EOS. Algunos de los objetivos de esta entidad, con diferentes variaciones, han sido finalmente recogidos por la UE en los últimos años. Entre 2012 y 2016 Airbus ha invertido al menos 7,5 millones de euros en acciones de lobby; Finmeccanica y Thales, más de un millón de euros; Indra, casi 1,5 millones de euros y Safran una cifra superior a los dos millones de euros. ADS ha gastado en «cabildeo» sobre 3,5 millones de euros y EOS al menos 1,2 millones.
El informe del Transnational Institute, Stop Wapenhandel y el Centre Delàs califica como «estrechas» las relaciones entre Frontex y la industria militar y de seguridad, lo que no significa que la interdependencia sea absoluta. De hecho, la agencia «es bastante estricta en adherirse a procedimientos y plazos». En 2014 y 2015 se produjeron como mínimo siete reuniones coordinadas entre Frontex y el sector, en las que regularmente participaron Airbus, Finmeccanica, Indra, Safran y Thales. En 2016 Frontex ha programado hasta cuatro talleres para la industria y el mundo académico. Conferencias, ferias y mesas redondas son asimismo lugares de encuentro. En marzo de 2016 se celebró en Gran Bretaña el evento anual «Security and Policing», al que asistieron como expositores Airbus, BAE Systems y Finmeccanica. El pasado mayo se organizó en Ankara la cuarta edición de la Cumbre sobre Gestión y Tecnología Fronteriza, que tuvo entre sus patrocinadores a Airbus. Entre otros objetivos, figuraba «formar redes con los principales vendedores de seguridad en las fronteras».
Más allá de ferias y talleres, las empresas participan en la «externalización» de las fronteras de la UE en terceros países, realizadas mediante acuerdos bilaterales, multilaterales o los llamados programas de cooperación. La Comisión Europea financia estas iniciativas sobre todo en África del Norte y Europa Oriental. Un ejemplo canónico es la financiación, repartida entre la UE y el Gobierno de Italia, para el «pacto de seguridad transfronteriza» entre Libia y Finmeccanica. En 2009 Selex Sistemi Integrati (subsidiaria de Finmeccanica) hizo público un contrato por valor de 300 millones de euros con Libia para un «Sistema de Control y Seguridad Fronteriza» de grandes dimensiones. Otro de los fines de la política exterior de la UE es atajar la «ruta del Este» emprendida por personas refugiadas, lo que explica los 30 millones de euros recibidos por Ucrania, según el informe «Guerras de Frontera». El grupo británico Arup, de ingeniería y tecnología, y la compañía Eurasylum, asimismo de Gran Bretaña, obtuvieron 2,9 millones de euros para establecer centros de «custodia» y «detención temporal» en Ucrania, así como para prestar apoyo técnico. Otro capítulo significativo del negocio son los proyectos de investigación y desarrollo financiados por la Unión Europea (316 millones de euros para 56 proyectos desde el año 2002), en los que también participan Finmeccanica, Indra, Safran o Thales además de agencias de investigación semipúblicas.
«La investigación se ha convertido en la piedra angular del complejo militar de seguridad industrial», resume el documento. Tan es así que las expectativas no se colman fácilmente. En febrero de 2016, el llamado «Grupo de Personalidades» iniciado por la Comisión Europea y en el que más de la mitad de los representantes proviene de empresas militares, recomendó el diseño del Programa europeo de Investigación en Defensa «como parte del próximo marco financiero plurianual (2021-2027), con un presupuesto de al menos 3,5 millones de euros y un Consejo Asesor dominado por la industria», subraya el informe. Se considera que éste debería desempeñar «un papel activo en la definición de un modelo europeo con capacidades militares a largo plazo». Por último, el documento del Transnational Institute, Stop Wapenhandel y el Centre Delàs llama la atención sobre las empresas israelís, las únicas no europeas que tienen acceso a recursos para la investigación. La razón es un acuerdo suscrito en 1996 entre la UE e Israel, país que ha intervenido en el refuerzo de las fronteras de Bulgaria y Hungría, además de ameritar experiencia en el muro de separación en Cisjordania y la frontera de Gaza con Egipto. De hecho, la compañía israelí BTec Electronic Security Systems resultó seleccionada en abril de 2014 por Frontex para participar en un taller sobre «Sensores y plataformas en vigilancia de fronteras».
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