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Texto escrito el 14 de noviembre por la sobrina de Benazi Bhutto

Las falsas promesas de la Tía Benazir

Fuentes: Los Angeles Times

Los pakistaníes vivimos en tiempos de incertidumbre.  Se ha impuesto un gobierno de emergencia por decimatercera vez en nuestros 60 años de historia.  Miles de abogados han sido arrestados, algunos acusados de sedición y traición; el presidente de la corte ha sido depuesto; y una draconiana ley de medios — que ha cerrado todos los […]

Los pakistaníes vivimos en tiempos de incertidumbre.  Se ha impuesto un gobierno de emergencia por decimatercera vez en nuestros 60 años de historia.  Miles de abogados han sido arrestados, algunos acusados de sedición y traición; el presidente de la corte ha sido depuesto; y una draconiana ley de medios — que ha cerrado todos los canales privados de noticias — ha sido redactada.

Tal vez la parte más bizarra de este circo ha sido el secuestro de la causa democrática por mi tía, la dos veces desacreditada ex-primera ministra Benazir Bhutto.  Mientras discutía un acuerdo para compartir el poder con el Gen. Pervez Musharraf el mes pasado, ella repetía insistentemente que sin ella la democracia pakistaní sería una causa perdida.  Ahora que la situación ha cambiado, dice que quiere que Musharraf se vaya y que le gustaría llegar a un acuerdo con sus oponentes — pero que aun así, según ella, sigue siendo la salvadora de la democracia.

La realidad, sin embargo, es que no existe nadie mejor ubicado para beneficiarse del gobierno de emergencia que ella.  Junto a los líderes de los prominentes partidos islámicos, ella ha estado acaparando las violentas retribuciones del decreto de emergencia.  Ciertamente, ella ahora aparece cumpliendo siete días de arresto domiciliario, ¿pero qué significa eso realmente?  Mientras ella supuestamente estaba bajo arresto domiciliario en su residencia de Islamabad la semana pasada, se le permitió a 50 de sus partidarios reunirse con ella cómodamente.  Ella se dirigió a los medios dos veces desde su jardín, protegida por la policía por órdenes del estado, y no fue reprendida por llevar a cabo una rueda de prensa.  (Por contraste, la sola sugerencia de llevar a cabo una rueda de prensa ha llevado a cientos de otros activistas políticos bajo arresto verdadero, en cárceles verdaderas.)

La postura política de la Señora Bhutto es una mera pantomima.  Sus negociaciones con los militares y su impropia voluntad hasta hace pocos días para formar parte del régimen de Musharraf ha señalado de una vez por todas a las crecientes legiones de fundamentalistas a lo largo del sureste de Asia que la democracia es sólo un disfraz de la dictadura.

Se presume ampliamente que la Señora Bhutto perdió sus dos gobiernos debido a una masiva corrupción.  Ella y su esposo, un hombre que llegó a ser conocido en Pakistán como «el Señor 10%», han sido acusados de robar más de 1 billón de dólares del tesoro pakistaní.  Ella está apelando una condena por lavado de dinero por tribunales suizos que involucran cerca de 11 millones de dólares.  (Esta condena fue anulada por los tribunales suizos a raíz de la muerte de Bhutto, aun cuando su esposo sigue vivo.  Nota del Traductor.)  Casos de corrupción en Inglaterra y España siguen su curso.

Es particularmente desagradable por parte de la Señora Bhutto solicitarle a Musharraf eludir a los tribunales y desestimar los muchos casos de corrupción que todavía enfrenta en Pakistán.  Él estuvo de acuerdo, creando la odiosamente llamada Ordenanza de Reconciliación Nacional, con el fin de cumplirlo.  Su colaboración con él fue tan obvia que la gente en las calles ahora llaman a su partido, el Partido del Pueblo de Pakistán, el Partido del Pueblo de Pervez.  Puede ser que ahora ella quiera distanciarse, pero ya es demasiado tarde.

¿Por qué la Señora Bhutto y su partidarios exigen que las demandas de corrupción sean desestimadas, pero no exigen que los casos de activistas encarcelados durante el brutal régimen del dictador Zia ul-Haq (de 1977 a 1988) sean anulados?  ¿Qué pasa con la santidad de la ley?  Cuando su hermano Mir Murtaza Bhutto –mi padre– regresó a Pakistán en 1993, él enfrentó 99 denuncias en su contra que habían sido incoadas por el régimen militar de Zia.  Todos los casos conllevaban la pena de muerte.  Aun cuando su hermana despachaba como primera ministra él no le solicitó que desestimara las denuncias.  Él regresó, fue arrestado en el aeropuerto y pasó los años restantes de su vida limpiando su nombre legalmente, y confiando en los tribunales de Pakistán.

Las repetidas promesas de la Señora Bhutto para acabar con el fundamentalismo y el terrorismo en Pakistán son difíciles de creer ya que, después de todo, el gobierno talibán que mandó en Afganistán fue reconocido por Pakistán bajo su último gobierno –convirtiendo a Pakistán en uno de sólo tres gobiernos en el mundo que lo hicieron.

Y yo sospecho de su discurso de asegurar la paz.  Mi padre fue miembro del parlamento y un vocero crítico de las políticas de su hermana.  Él fue asesinado frente a nuestra casa en 1996 en un asesinato policial cuidadosamente planificado mientra ella era primera ministra.  Hubo de 70 a 100 policías en la escena, todas el alumbrado público fue apagado y las calles fueron acordonadas.  Seis hombres fueron asesinados junto a mi padre.  Se les disparó a mansalva, sufrieron múltiples heridas de bala y dejaron que se desangraran en la calle.

Mi padre fue el hermano menor de Benazir.  Hasta este día su papel en su asesinato nunca ha sido aclarado adecuadamente, aunque el tribunal convocado tras su muerte bajo el liderazgo de tres respetados jueces concluyó que el mismo no pudo haber acontecido sin la aprobación de una «muy alta»  autoridad política.

Tengo razones personales para temer el peligro que trae la presencia en Pakistán de la Señora Bhutto, pero no estoy sola.  Los islamistas están esperando en la puerta.  Ellos han estado esperando la confirmación que las reformas por las que ha estado luchando el pueblo pakistaní hayan sido una farsa, apoyados por la Casa Blanca.  Desde que Musharraf tomó el poder en 1999, ha existido un fervoroso movimiento de base popular en pro de la reforma democrática.  Lo último que necesitamos es atarnos a una agenda neoconservadora a través de un títere «demorácito» como la Señora Bhutto.

Apoyando a la Señora Bhutto, quien habla de democracia mientras pide que un dictador militar la lleve al poder, lo único que se logrará es la muerte del naciente movimiento democrático secular en mi país.  La democracia será deslegitimada para siempre, y nuestro progreso en el establecimiento de verdaderas reformas quedará anulado.  Los pakistaníes estamos claros en esto.

Fátima Bhutto es una poeta y escritora pakistani.  Es hija de Mir Murtaza Bhutto, quien fue asesinado en 1996 en Karachi cuando su hermana, Benazir, era primera ministra. Este artículo fue publicado en el diario «Los Angeles Times» el 14 de noviembre de 2007. Traducido por Jesús Nery Barrios

http://www.latimes.com/news/opinion/la-oe-bhutto14nov14,0,2482408.story?coll=la-opinion-center