– La misma pobreza que hace 27 años
– Empleo femenino, retrocede 18 años
– Salidas posibles solo con nueva voluntad política
De continuar por el actual camino América Latina se aleja, cada día más, de los desafíos de las Naciones Unidas de erradicar la pobreza hasta 2030.
“No estamos en el camino de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 en América Latina y el Caribe”, declaró el 7 de marzo desde Costa Rica, Amina Mohammed, número dos de las Naciones Unidas (ONU).
La vicesecretaria de la ONU analizó la realidad continental en el marco de la 5ta reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible (https://foroalc2030.cepal.org/2022/es), que se realizó entre el 7 y el 9 de marzo en ese país centroamericano.
El Foro es el mecanismo regional establecido en 2017 – reunido por primera vez en México, ese mismo año — para darle seguimiento a la implementación de la Agenda 2030, brújula elaborada por las Naciones Unidas para orientar la erradicación de la pobreza en el mundo.
Cada vez más pobres
La evaluación relativamente pesimista de la ONU sobre América Latina no hace más que ratificar los signos preocupantes anticipados a fines de enero del año en curso. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 5.000.000 de latinoamericanos y caribeños cayeron en el estado de pobreza extrema en 2021, para llegar así a los 86 millones de seres humanos afectados.
En su informe anual, Panorama Social de América Latina 2021, (https://www.cepal.org/es/publicaciones/47718-panorama-social-america-latina-2021), este organismo regional sostiene que, pese a la recuperación económica de 2021, los niveles estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima de los índices registrados en 2019, reflejo de la continuidad de la crisis social.
La emergencia sanitaria permanece vigente, enfatiza el informe, y América Latina y el Caribe constituyen la región más vulnerable del mundo. Esta realidad pandémica, se manifiesta en una crisis social que elevó la tasa de pobreza extrema del 13,1% de la población latinoamericana en 2020, al 13,8% en 2021.
Fue en Argentina, Colombia y Perú donde se dieron mayores incrementos de pobreza, en el orden de los 7 puntos porcentuales. En Chile, Costa Rica, Ecuador y Paraguay creció de un 3% a un 5%. En Bolivia, México y la República Dominicana, menos de 2 puntos porcentuales. El informe de la CEPAL señala que Brasil fue el único país de la región con una disminución de la pobreza en 2020.
Casi tres décadas de retroceso
Según Panorama Social de América Latina 2021, en 2020 la región experimentó una regresión significativa en el combate contra la pobreza por sexto año consecutivo. Ésta se elevó a niveles similares a los registrados 27 años atrás, y la pobreza general se ubicó en un nivel similar al de finales de la década de 2000.
Entre 2019 y 2020 el Coeficiente de Gini –que se emplea a nivel internacional para medir comparativamente la distribución del ingreso– aumentó un 0,7%.
En 2020 también aumentó la proporción de mujeres sin ingresos propios y se mantuvieron las brechas significativas de pobreza en áreas rurales, pueblos indígenas y entre la niñez.
La recuperación económica de 2021, que en su momento causó cierta euforia en algunos países latinoamericanos, sin embargo, no fue suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la crisis sanitaria, estrechamente vinculados a la desigualdad de ingresos, la pobreza, la informalidad laboral, la vulnerabilidad en que vive la población y las disparidades significativas de género.
En femenino: víctimas y protagonistas
El 8 de marzo, un tema central de los debates del Foro de Costa Rica fue la denuncia de la “pandemia en la sombra” de la violencia contra las mujeres. La CEPAL estima que durante 2020 al menos 4.091 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 26 países y dos de cada tres mujeres sufrieron violencia a causa del género.
Por otra parte, la participación laboral de las mujeres de América Latina y el Caribe sufrió 18 años de retroceso. Para 2022 se visualiza que esta participación alcanzará solo un 51%, mientras que la de los hombres llegaría al 73,8%. En síntesis, una de cada dos mujeres no participará este año en el mercado laboral. En paralelo, las mujeres dedican actualmente tres veces más de tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados familiares no remunerados.
Amina Mohammed indicó en el cónclave de Costa Rica que a menos que se ponga a las mujeres y a las niñas en el centro de los esfuerzos sociales no se podrá alcanzar con éxito los actuales y apremiantes desafíos globales contra la emergencia climática, la violencia de género, las divisiones políticas y a favor de la recuperación sostenible de esta pandemia global.
Por su parte Alicia Bárcenas, secretaria general de la CEPAL, recordó que los nudos estructurales de la desigualdad de género siguen presentes en la distribución desigual del poder, los recursos, la riqueza, el acceso al empleo, así como en la persistencia del patriarcado y la cultura del privilegio. Este 8 de marzo dijo Bárcenas, “es un día para reconocer el valor y la contribución de las mujeres para un futuro sostenible. Pero hay que estar alertas para garantizar que ninguna mujer se quede atrás”. Según ella, la consigna sigue siendo ‘nada sobre nosotras sin nosotras’.
Solución política: un Estado
fortalecido y transparente
Precediendo a la reunión del Foro de Costa Rica, la CEPAL publicó
el quinto informe
sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe, voluminoso
documento de 186 páginas, con un balance preocupante. Dicho documento destaca
que un tercio de las metas definidas por los Objetivos de Desarrollo han retrocedido
en los últimos años (https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47745/S2100985_es.pdf?sequence=4&isAllowed=y).
Los Objetivos no se alcanzarán “con más de lo mismo” y es imprescindible
avanzar hacia un nuevo sistema económico y social inclusivo y sostenible,
destaca el informe. Y presenta cuatro propuestas: el fortalecimiento del
multilateralismo, en particular en materia de financiamiento para el desarrollo,
así como la mejora de la implementación de las políticas productivas, sociales
y ambientales de alcance nacional y regional. También, el aumento de la
resiliencia de las instituciones y la superación de conflictos a través de la implementación
de acuerdos y pactos sociales.
Mirando al futuro la CEPAL parte de una crítica histórica: la combinación de la
inflación y el reducido crecimiento de los años setenta puso fin al “pacto” social
(de inspiración keynesiana) incorporado al sistema monetario y cambiario de las
instituciones de Bretton Woods.
Y se interroga: ¿Está el mundo frente a un momento histórico en que podría emerger un nuevo modelo social?
Sin duda, la pandemia golpeó una economía mundial y regional que ya había perdido dinamismo, sobre todo después de la crisis financiera mundial de 2008. El patrón de crecimiento anterior reproducía asimetrías y desequilibrios con costos crecientes, que se hicieron más visibles con la crisis sanitaria. Ésta, en conjunto con las lecciones que dejó la crisis de 2008, puede haber creado una coyuntura crítica favorable a la adopción de reformas profundas.
Aunque la democracia se sigue percibiendo como la mejor forma posible de gobierno, afirma la CEPAL, su funcionamiento es juzgado muy negativamente por la ciudadanía. Esto genera una paradoja. Por un lado, la necesidad de bienes públicos (mundiales, regionales y nacionales) y, por el otro, las deficiencias de la institucionalidad en la región.
La debilidad del Estado de derecho, la administración de justicia, la rendición de cuentas, la insuficiencia de la transparencia y la ineficiencia o mala calidad de ciertos servicios públicos, entre otros aspectos, se traducen en niveles decrecientes de confianza institucional.
Y la CEPAL concluye que ya quedó atrás la idea de que el
mercado (con algunas correcciones puntuales de precios) podría resolver estos problemas
por sí solo. La política pública con el Estado como orientador estratégico está
en el centro mismo de la nueva visión. Es por ello que los Estados deben
fortalecer sus capacidades y reforzar la cooperación en el marco del sistema
internacional y regional. Al mismo tiempo, deben volverse más transparentes y estar
dispuestos a rendir cuentas a sus ciudadanos. Si no lo hacen no podrán diseñar
e implementar las políticas conducentes a un nuevo estilo de desarrollo.
De las cenizas de los ajustes neoliberales, de los traumas sociales pandémicos,
¿podrá realmente surgir un modelo-proyecto continental alternativo? América
Latina, en muletas, sigue apostando a una recuperación postraumática adecuada. La
terapia se llama voluntad política.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.