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Líbano en la encrucijada

Fuentes: Rebelión

El final de la I Guerra Mundial se remata con el reparto, entre otros, de las posesiones del imperio turco. Líbano pasa a manos y tutela de Francia quien la recoloniza a su modo. Como la situación internacional de la posguerra no da sosiego al modelo y control colonial, Francia «otorga» la independencia al Líbano […]

El final de la I Guerra Mundial se remata con el reparto, entre otros, de las posesiones del imperio turco. Líbano pasa a manos y tutela de Francia quien la recoloniza a su modo. Como la situación internacional de la posguerra no da sosiego al modelo y control colonial, Francia «otorga» la independencia al Líbano en unas condiciones envenenadas estableciendo que el Presidente de la República y la jefatura del Ejército ha de ser para un cristiano (maronitas, así llamados los cristianos de la zona por tener como patrón a San Marón y, cuyo Primado, es Cardenal de Roma con derecho a elegir y ser elegido Papa) El Primer Ministro del Gobierno y jefe de la Policía ha de ser sunnita. El Presidente del Parlamento chiíta. Para los cristianos ortodoxos griegos la vice Presidencia del Parlamento y del Consejo de Ministros. Los drusos (mulsumanes) han sido marginados de los cargos importantes. Todo este tinglado fracciona abismalmente la sociedad libanesa en confesiones religiosas y propicia que dentro de cada confesionalidad prime más el sectarismo -corrupción- que el desarrollo democrático y que la independencia se convierta solo en un título y no en una realidad. A todo este embrollo hay que añadir la fragmentación étnica que también incide sobre la confesional, propiciando una gran inestabilidad social y política.

Así en 1975 estalla la guerra civil, como no podía ser de otra manera. En 1978 Israel invade el Sur de Líbano, entra en Beirut en 1982 y masacra a los refugiados palestinos de Sabra y Chatila, todo ello de la mano de la Falange Libanesa cristiana y aliada de la invasión israelí cuya colaboración fue negociada con el entonces Ministro de Defensa Ariel Sharon.
En este contexto nace Hizbolá quién ha de poner entre las cuerdas al poderío militar israelí expulsándolo -literalmente- del Líbano en el 2000, lo que constituye la primera derrota de Israel y se desenmascara la connivencia y dejación de Naciones Unidas. Hizbolá cuenta con diputados en el parlamento libanés, controla el Sur de Líbano y sobre todo ha tenido la generosidad de perdonar las actuaciones de las Falanges cristianas libanesas aliadas de la ocupación israelí. Finalizada la expulsión israelí, Hizbolá se limitó a desarmar a las Falanges cristianas sin tomar ninguna represalia. Esto les ha valido el respeto y la adhesión del Sur libanés, su campo de actuación y dominio y donde ondea su bandera amarilla.

Así las cosas y, después de una relativa calma, dentro de lo que cabe dada la situación de la zona, el asesinato de cualquier dirigente va en perjuicio de Líbano (o Siria) y favorece a israelíes y a estadounidenses quienes inmediatamente después del asesinato del ex Primer Ministro Rafiq Hariri -sunní por designación colonial francesa – los interesados en la desestabilización e intervención en la zona, acusan, precisamente, a quiénes más perjudica tal asesinato. Pocas semanas antes Estados Unidos e Israel propiciaron la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de NNUU para expulsar del territorio libanés, al margen de la opinión del gobierno libanés y sirio, a los 14.000 soldados sirios acantonados en el valle de la Bekaa desde los años setenta.
Hariri llevaba varias semanas reuniéndose con Hassan Nasrallah, máximo dirigente de Hizbolá, para que Europa la excluyera de la lista de grupos terroristas.

Israel ya fracasó en la ocupación del Líbano Sur mediterráneo, abrupto y difícil de controlar. En cambio la Bekaa es un gran y hermosos valle, fértil, de cien kilómetros de largo por 10 a 30 de ancho, protegido lateralmente por cordilleras de dos a tres mil metros de altitud, fácil de invadir y de mantener para las posibilidades militares e intereses israelíes, cuyas fronteras chicle no parecen tener límite. Juntos Siria y Líbano, son poca cosa, pero separados menos. El valle sin las tropas sirias queda gratuitamente a merced de la invasión israelí y además, en este valle de la Bekaa no está Hizbolá.