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Los crímenes que Blair sigue sin reconocer

Fuentes: Ecologistas en Acción

Ante las últimas declaraciones del ex-primer ministro británico sobre su responsabilidad en la guerra de Irak, Ecologistas en Acción opina que no son para nada una disculpa de lo que supuso su decisión pero que SÍ añaden más razón a las hipotiposis que manejábamos entonces y ahora: que el argumento de la posesión de armas […]

Ante las últimas declaraciones del ex-primer ministro británico sobre su responsabilidad en la guerra de Irak, Ecologistas en Acción opina que no son para nada una disculpa de lo que supuso su decisión pero que SÍ añaden más razón a las hipotiposis que manejábamos entonces y ahora: que el argumento de la posesión de armas de destrucción masiva era una simple escusa, y que la principal razón era el control petrolífero. Lo que le quedaría ahora a Tony Blair (así como a los otros dirigentes que ordenaron la guerra: Bush, Aznar) es el aceptar esa verdadera razón del porqué de la invasión.

Como ya han apuntado muchos periodistas, las palabras de Blair no deben entenderse como disculpas por la invasión, los muertos que ha supuesto tanto de lado iraquí (extensible a los demás conflictos relacionados), ni de lado occidental incluidos los británicos. Sus palabras aluden a la relación entre la guerra de Iraq y la eclosión del ISIS, del Estado Islámico y a la responsabilidad de Occidente al iniciar la guerra así como en la previsión errónea de lo que «creíamos que sucedería una vez se retirara el Régimen», lo que es poco. Pero en sus palabras mantiene que la guerra y el derrocamiento de Sadam estaban justificados pues de lo contrario, Irak se hubiera convertido en otra Siria (que nos explique cual es la diferencia entre cada una de ellas y si no son ambas producto de las políticas desestabilizantes y de control de las potencias occidentales en la zona).

Ecologistas en Acción, como ya lo hizo en su momento, recuerda el efecto drástico que estas políticas de control de petróleo han tenido en la zona. Los muertos en los primeros cuatro años de conflicto (2003-2014) se estiman en 224.000 (www.iraqbodycount.org), de ellos 165,769 civiles (2003-2007) aunque también hay quien opina que alcanzaron los 600.000 (o incluso más del millón). Porque los muertos y el desastre no se limita a los años de la guerra si no que se han sucedido desde entonces por el conflicto mal gestionado y sobre todo porque supuso una invasión externa con un control extranjero impuesto (gobierno-títere) para asegurar el control sobre el petróleo al que la población (como es natural) se opone. Sólo el pasado 2014 fueron 17.049, doblando números del anterior año.

Porque además de lo que ha supuesto de muertos, de destrucción, de dolor, supone una injerencia política total así como el expolio de un recurso tan ambicionado como el petróleo.

En el 2009 el petróleo iraquí fue dividido entre las potencias occidentales. De esa forma 5 de los 6 mayores yacimientos conteniendo varios millones de barriles diarios de petróleo fueron a manos de empresas europeas, rusas y asiáticas. Pero las empresas estadounidenses (Halliburton, Baker Hughes, Weatherford International y Schlumberger) se llevaron contratos millonarios de perforación. Una forma de pretender que el objetivo de los Estados Unidos para impulsar la invasión no era el controlar el petróleo. La misma Repsol opera en Iraq en los bloques de Binari Serwan-1 (Qala Dze) y Zewe (Piramagrun block) sumando una superficie de 1.027 km2. Este mayo Repsol se hizo con Talisman que opera en Iraq.

Este control de petróleo no dista mucho del que Sadam efectuó en Kuwait en 1991 (sin entrar en las razones de éste) y que sirvió de escusa a las fuerzas occidentales para lanzar una gran ofensiva (operación Tormenta en el Desierto), de incalculables efectos, y ante-sala de la guerra del 2003 (sobre todo porque fue mal gestionada).

De hecho, al referirnos a daños ambientales, aquella 1ª guerra supuso daños irreparables sobre todo por los derrames e incendios de cientos de pozos de petróleo que convirtieron a la zona en una catástrofe ambiental de consecuencias mundiales sobre todo por su efecto en el efecto invernadero. El humo se elevaba de una a cuatro kilómetros de altura llegando a bloquear el brillo del sol en Kuwait e incluso en los Emiratos Árabes Unidos, Iraq e Irán. La lluvia negra afectó también a países como Turquía, Siria y Afganistán. Como consecuencia de los derrames se creó una nueva capa de grava con petróleo conocida como «alquitranato», que impidió el desarrollo vegetal y el surgimiento de plantas en la superficie. De la misma forma se contaminaron los acuíferos, afectando a toda la cadena trófica incluidos humanos, así como humedales indispensables para muchas especies de aves migratorias. También se derramó petróleo en el mar, un estimado de entre cuatro y once millones de barriles, que contaminó las costas de Kuwait y Saudí Arabia (1287,48 kms) en lo que se comparó con 20 veces el derrame del Exxon Valdez en Alaska. La zona más afectada fue el mar de Omán, afectando entre otros a cinco especies de tortuga de las siete mundiales y de las que cuatro se incluyen como en peligro de extinción. La fauna se vio también seriamente afectada (mortandad de 230.000 aves acuáticas, 100 mamíferos, etc). Según un informe del diario Elaph la Guerra del Golfo sería una de las razón para el cambio climático en los países del Golfo. Después de la primera guerra del Golfo la absorción de contaminantes del aire aumentó en un 705% en Bagdad: más de 887% de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

El uso de proyectiles de uranio empobrecido por el ejército de los Estados Unidos contaminó la zona con radiactividad. Se calcula que utilizaron unas 970 bombas y misiles de este tipos, armadas con los excedentes radiactivos de la industria nuclear. Como efecto, se experimentó un aumento de leucemia del 600 % (desde 1990) en humanos, lo que en Iraq se denomina la «muerte blanca». Obviamente, el impacto ambiental es similar.

Por todo ello, pese a que Blair acepte algo de todo lo que supuso (y está suponiendo) aquel drama, siempre se quedará lejos. Si sus palabras son tomadas en serio, significa que toda la argumentación utilizada para justificar semejante atrocidad se cae por su peso y que en realidad es culpable de más de lo que él acepta. Siguiendo procedimientos usados para enjuiciar crímenes cometidos por otros dirigentes, sus palabras deberían servir para también sentar precedente y justicia para tantos muertos, pueblos y Naturaleza afectada por sus decisiones, y recibir el mismo trato dispensado a otros.

Mientras, sin embargo, Tony Blair continúa un pingüe negocio similar al que su compañero de fechorías Aznar disfruta, beneficiándose de su influencia y de las puertas giratorias. Su fortuna supera los 83,5 millones de euros, provenientes sobre todo de contratos de asesoría y charlas por todo el mundo, así como la propiedad de 10 casas (de lujo, claro). Por ejemplo: Blair fue pagado por aconsejar al gobierno de Colombia en cómo gastar los 2 billones de dólares que se proveen ingresará por su actividad minera. Sin duda, este estatus y fortuna son resultado de sus previas decisiones, así como a pertenecer dentro de la élite internacional responsable por estos desastres y que le hace inmune a la justicia.

Notas:

www.bbc.com/mundo/noticias/2015/10/151025_irak_invasion_blair_disculpas_entrevista_cnn_wbm

www.iraqbodycount.org

www.counterpunch.org/2007/10/25/iraq-s-environmental-crisis/

Fuente: www.ecologistasenaccion.org/article.php3?id_article=2914