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Los ‘hijos de la tierra’ de Afganistán se alzan

Fuentes: Asia Times

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Los resilientes talibanes han demostrado que son inquebrantables en todo Afganistán durante los últimos meses, haciendo que las probabilidades de una victoria de la coalición contra la marea popular de la insurgencia en el mayoritario cinturón pastún sean cada vez menores.

La alternativa, sin embargo, de negociar con dirigentes radicales talibanes no es aceptable para la dirigencia política occidental.

Este impasse conviene perfectamente a Pakistán ya que da a Islamabad la oportunidad de intervenir una vez más para tomar un papel dirigente en la conformación del curso de los eventos en su país vecino.

En el Cuartel General de Pakistán en Rawalpindi están entusiasmados con los arrolladores éxitos militares de los talibanes que han reducido al gobierno respaldado por EE.UU. del presidente Hamid Karzai al nivel de un testaferro que decora el palacio presidencial de Kabul; él y sus funcionarios ni siquiera se atreven a atravesar la calle para tomar el té de la tarde en el Hotel Serena.

Junio (con 28 muertos en combate de EE.UU.) fue el mes más letal para las tropas de la coalición desde que invadieron Afganistán en octubre de 2001 y las fatalidades han aumentado continuamente desde 2004, cuando fueron muertos 58 soldados. El total se más que duplicó a 130 en 2005, 191 en 2006 y 232 en 2007. Cientoveintisiete han muerto hasta ahora en este año.

Los planificadores paquistaníes consideran ahora que su objetivo es aislar a los radicales dentro del talibán y cultivar a los «muchachos talibanes,» tribales, rústicos, incluso simplistas – tal como lo hicieron a mediados de los años noventa cuando se aproximaba la toma de control del país por los talibanes en 1996. Imaginan que esta nueva dirigencia talibán «aceptable,» de inspiración tribal, desplazará al radicalismo talibán y de al-Qaeda.

Este proceso ya ha comenzado en las áreas tribales de Pakistán.

Un destacado líder talibán paquistaní, Haji Nazeer de Waziristán del Sur, quien dirige la mayor red talibán paquistaní contra las tropas de la coalición en Afganistán, convocó recientemente a una gran reunión en la que se resolvió volver a expulsar a los uzbecos radicales de Waziristán del Sur. Eso ya sucedió una vez antes, a comienzos del año pasado.

Nazeer tomará, en particular, medidas contra el mayor patrocinador de los uzbecos, el radical talibán paquistaní Baitullah Mehsud, si trata de intervenir. Nazeer muestra abiertamente su lealtad hacia las fuerzas de seguridad paquistaníes y se ha dirigido a otros poderosos dirigentes talibanes paquistaníes, incluyendo a Moulvi Faqir de Agencia Bajaur, Shah Khalid de Agencia Mohmand y Haji Namdar en Agencia Khyber. Nazeer también anunció el nombramiento del poderoso comandante de Waziristán del Norte, Hafiz Gul Bahadur, como jefe de los talibanes paquistaníes para todo Pakistán.

El grueso de los talibanes paquistaníes ha sido siempre favorable a Pakistán y opuesto a fuerzas radicales como Baitullah Mehsud y sus aliados extranjeros, pero es la primera vez que han establecido una organización formal y nombrado a un amir (jefe) como desafío directo a los radicales.

En el centro de sus creencias se encuentra un énfasis en los valores tribales tradicionales y la continuación de la agenda tribal de apoyar a la resistencia afgana contra las tropas occidentales, más que alguna agenda global como ser ataques contra Europa o EE.UU.

Poco después del anuncio del amir, dos destacados comandantes talibanes afganos de Afganistán oriental dieron su apoyo a la nueva red talibán paquistaní. Son: Moulvi Abdul Kabeer, ex gobernador talibán en la provincia de Nangarhar antes de la invasión de EE.UU. en 2001, y el comandante Sadr-uddin. Hasta la fecha, el comandante afgano más importante en la región oriental, Maulana Jalaluddin Haqqani, se ha mantenido neutral, tal vez debido a sus estrechos vínculos con Pakistán y también con el campo radical.

Anteriormente, Hezb-e-Islami de Gulbuddin Hekmatyar, otro comandante pro-paquistaní en Afganistán, reivindicó varias operaciones exitosas en las provincias nororientales Kapisa y Wardak, sólo a algunas veintenas de kilómetros de Kabul. Es otro acontecimiento significativo ya que estimula a ese segmento de la insurgencia que es más local que global.

Es la nueva situación que emerge en Afganistán oriental. Si estos grupos, con apoyo de Pakistán, pueden unirse a los clanes Kandahari de los talibanes del Sudoeste, que ya forman una resistencia tribal no-radical, daría a Islamabad la oportunidad de hacer una propuesta a Washington.

Es decir, que debiera reiniciarse el proceso de jirgas (consejos tribales), esta vez sólo con los talibanes hijos-de-la-tierra, para conseguir que depongan sus armas y negocien un nuevo papel político ante las elecciones presidenciales afganas del próximo año.

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Syed Saleem Shahzad es Jefe del Buró en Pakistán de Asia Times Online. Para contactos, escriba a [email protected]

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http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/JG12Df01.html