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Más de 200.000 niños desplazados en tres estados desde el golpe de Estado en Myanmar

Fuentes: RFA
Traducido para Rebelión por Cristina Alonso

En su huida, los menores corren el riesgo de ser utilizados como escudos humanos, obligados a realizar trabajos forzados y a ser víctimas del tráfico sexual.

Más de 200.000 niños han sido desplazados por los combates en los estados Kayin, Kayah y Rakhine, devastados por la guerra, desde que el ejército tomó el control del país en el golpe de estado de febrero de 2021, según datos recopilados por grupos de derechos humanos, las ONG y las fuerzas en contra de la junta militar.

Más allá del trauma psicológico que experimentan, los menores son vulnerables a los ataques aéreos del ejército y corren el riesgo de ser capturados por las tropas de la junta, que los presiona para que realicen trabajos forzados, los utiliza como escudos humanos y los vende como esclavos sexuales a las redes de tráfico de personas, según el grupo de derechos humanos Karen (KHRG, por sus siglas en inglés) en un informe publicado el martes.

Las mujeres embarazadas y los bebés también están atrapados en el conflicto. «Las mujeres embarazadas que huyen de la guerra no tienen más remedio que dar a luz en cuevas en la selva, a la intemperie sin protección contra los elementos, o en las orillas de los ríos», informó Saw Nanda Soo, portavoz del grupo.

«Como están huyendo, carecen por completo de atención sanitaria y de suministros como pañales, leche de fórmula para bebés y medicinas», añadió.

En total, informa el grupo, los combates entre las fuerzas militares y los diversos grupos rebeldes han provocado más de 350.000 personas desplazadas internas, de los cuales más de la mitad son menores de 18 años. De esos menores, más de la mitad son niñas.

La gran mayoría de infancia desplazada, unos 175.000 menores, han huido de sus hogares en el estado Kayin, fronterizo con Tailandia en el sureste de Myanmar, según el informe del KHRG. Los grupos de ayuda informaron que un total de 50.000 han sido desplazados en Kayah, justo al norte del estado Kayin, y en Rakhine, en el oeste, cerca de Bangladesh.

No se han facilitado cifras precisas sobre el número de menores desplazados desde el golpe de en la región de Sagaing, en el noroeste del país, donde se han producido algunos de los peores combates entre el ejército y los grupos de la resistencia. Naciones Unidas anunció recientemente que, en los últimos 20 meses, al menos 500.000 personas han huido del conflicto en Sagaing.

Huyendo y aprendiendo’

Un miembro del Sindicato de Profesorado de Educación Básica del estado Kayah comentó a RFA que más de 30.000 menores se han visto desplazados en la región desde la toma del poder por parte de los militares, y que se ven obligados a estudiar en campamentos improvisados o mientras se refugian en la selva.

«Los proyectiles de artillería nos golpean todos los días y nunca se sabe cuándo llegarán los siguientes «, dijo el sindicalista.

«Se negó a nuestros hijos la educación [adecuada] durante todo un año debido al COVID-19 [cierre de escuelas] y luego otro año debido al golpe [inseguridad]. No se puede dejar de aprender, así que debemos enseñarles durante la huida».

El miembro del sindicato informó que están en constante movimiento, y que cuando llegan a algún lugar considerado temporalmente seguro, retoman la enseñanza. «Estamos atrapados en un ciclo de correr y aprender».

En el estado occidental Rakhine, el grupo rebelde Ejército de Arakan registra cifras similares. Sólo en los últimos dos meses, al menos 20.000 menores se han convertido en personas desplazadas desde que se reanudaron los combates con los militares tras una pausa de dos años. Eso se suma a los 82.000 niños que ya habían sido expulsados de sus hogares.

El grupo rebelde informó que las personas desplazadas internas de Rakhine están alojadas en más de 150 campamentos diferentes, donde unos 10.000 menores intentan continuar sus estudios a pesar de la violencia regional.

La mayor pérdida en la educación de nuestros hijos’

Zaw Zaw Tun, voluntario humanitario en Rakhine, comentó que los soldados del ejército disparan con artillería en dirección a sus aldeas y luego entran en ellas, arrestando a sus residentes. «Más que de un combate específico, muchos de nosotros estamos huyendo constantemente debido a la inseguridad regional», dijo el voluntario.

«La mayor pérdida es la educación de nuestros hijos. Mientras tanto, los alimentos escasean y nos enfrentamos a problemas de salud, como la gripe estacional, ahora que se acerca el invierno».

Los grupos de apoyo regionales afirman que, desde el golpe, cada vez es más difícil recopilar estadísticas precisas sobre el número de personas desplazadas en todo el país por los combates, ya que la junta bloquea de forma activa la asistencia de los grupos humanitarios internacionales.

La junta aún no ha respondido a los informes sobre la magnitud en menores desplazados y sobre los riesgos que estos enfrentan en su huida.

El 10 de octubre, Kyaw Moe Tun, representante permanente de Myanmar ante las Naciones Unidas, declaró ante la Asamblea General de la ONU que, desde el golpe de estado, la junta ha dado muerte al menos a 2.338 civiles, incluyendo 91 menores de 14 años y 209 de entre 15 y 18 años.

Afirmó que los menores de Myanmar se han visto especialmente afectados por el conflicto bajo el régimen militar y se ven regularmente privados de sus derechos.

Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para las Personas Refugiadas (ACNUR), hay 89 millones de personas refugiadas en todo el mundo, de las cuales 36 millones son menores. En Myanmar, informa ACNUR, al menos 1,3 millones de niños han sido desplazados desde el golpe, frente a los cerca de 300.000 anteriores.

Mientras tanto, en la región central de Bago, 2.000 personas han huido del conflicto entre el ejército y la Unión Nacional Karen (KNU, por sus siglas en inglés) desde este mes de febrero.

La salud física y mental de las personas desplazadas se deteriora rápidamente, según Saw Maung Maung, voluntario en Taungoo, y añade que los grupos de ayuda se enfrentan a la escasez de donaciones. «A los donantes se les está acabando la paciencia», comentó.

«Hay escasez de alimentos y otras necesidades para las personas refugiadas. Estamos en una situación difícil y hemos tenido que buscar formas de conectar con otras organizaciones para satisfacer nuestras necesidades a largo plazo», dijo.

Saw Htoo Htoo, un niño de 9 años desplazado en Taungoo, dijo que se vio obligado a huir de su aldea en Kyaukkyi y refugiarse en la selva durante una semana después de que «los aviones de combate rugieran sobre nosotros, disparándonos repetidamente».

«Estaba descalzo desde el principio… bajo la lluvia, casi me comieron vivo los mosquitos… los soldados siempre nos perseguían mientras huíamos y temblábamos constantemente de miedo», comentó. «Tuvimos que correr para salvar nuestras vidas, pero al menos ahora estamos más seguros en Taungoo y podemos incluso disfrutar jugando entre nosotros».

Fuente original en inglés: https://www.rfa.org/english/news/myanmar/children-10132022210818.html