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Rusia: ¿Es eso posible?

Medvedev, como tercer gran reformador en nuestro país, tras Pedro I y los bolcheviques

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

El presidente Medvedev ha publicado en el medio digital «Gazeta.ru» un extenso artículo bajo el llamativo titular «Rusia, ¡adelante!». Aunque el titular recuerda demasiado el nombre del movimiento de uno de los héroes del crac del 98, del ya fallecido ministro de finanzas B. Fiodorov, «Adelante Rusia», el contenido merece que le prestemos toda nuestra atención.

Seduce el hecho de que Medvedev sea sincero, ajeno al optimismo formal, y que no oculte ninguno de los males. Después de rendir tributo a su predecesor en la presidencia,por haber conseguido, en las condiciones de un «semiestado semiparalizado», mantener unido al país y detener las tendencias centrífugas (pese a no mencionar ni una vez ni a Putin, ni su «plan») el actual presidente constata que «no hemos hecho, de lejos, todo lo necesario en los años anteriores. Y muchas veces no hemos hecho lo correcto». Conseguir el liderazgo, basándose en la coyuntura del petróleo y el gas, es imposible. Esa es la cruda conclusión del hasta no hace mucho presidente del consejo de directores de «Gazprom».

-¿Debemos seguir en adelante –pregunta a los lectores– cargando en nuestro camino hacia el futuro, con la primitiva economía de las materias primas, la corrupción crónica, y la enquistada costumbre de confiar en que el estado resuelva los problemas, el extranjero, o cualquier «doctrina todopoderosa», confiando en quien sea, menos en nosotros mismos?

A todos aquellos que piensan que no debe ser así, Medvedev les invita a mandar sus valoraciones, quejas y propuestas al correo electrónico [email protected], las cuales serán tenidas en cuenta en la elaboración de los planes prácticos de desarrollo de nuestro estado y en el discurso sobre el estado de la nación ante la Duma y el senado.

La postura del presidente destaca por su amplitud de miras, su profunda concepción histórica en el análisis de los problemas actuales del estado ruso. Es pues cosa de las «reminiscencias» del pasado.

El que Rusia sea hoy un país económicamente atrasado, que ocupe los últimos puestos en las indicadores de desarrollo internacionales, a todos los niveles, es debido a su retraso «secular». El que la corrupción devore y esquilme Rusia es también un fenómeno «secular», algo que se da desde el principio de los tiempos. Y finalmente, el que estén tan extendidos en la sociedad los sentimientos paternalistas, la pasividad y el parasitismo, tampoco es algo de ahora, son fenómenos comunes a Rusia desde hace más de cien años.

El lector se debe preguntar ¿cómo es posible entonces que un país tan sin remedio haya conseguido sobrevivir hasta ahora? Y no sólo sobrevivir, sino como reconoce el autor, encabezar en dos ocasiones las grandes coaliciones que detuvieron a Napoleón y acabaron con los fascistas.

Eso, como se da a entender en el artículo, se debe a que en Rusia periódicamente han llegado al poder grandes reformadores y modernizadores, que han hecho que Rusia se rebele. Medvedev no menciona la vocación de los Varegos¹ ni al imperio tártaro mongol. Pero sin embargo, dice que en la historia del país ha habido dos grandes modernizaciones. La de Pedro (imperial) y la soviética. En otro apartado vuelve a repetir, que los elementos de un sistema innovador, se crearon no sin éxito, por Pedro I el Grande, los últimos zares y los bolcheviques. Medveded no considera pues a Putin ni Yeltsin grandes reformadores, modernizadores, ni siquiera «últimos zares». «Ellos sólo mantuvieron los sistemas sociales, que no hacen sino reproducir el modelo actual, sin desarrollarlo. No modifican el modo de vida establecido. Conservan las costumbres perniciosas».

Se adivina pues el papel, que a Medvedev le gustaría jugar en la historia de Rusia, el de tercer -tras Pedro I y los bolcheviques- reformador y modernizador del país, para cambiar el modo de vida y terminar con las nocivas costumbres. Aspira ni más ni menos que a encabezar la transición del país «al siguiente y más elevado escalón de la civilización». Solo que si las dos etapas anteriores de modernización y sus impresionantes indicadores «tuvieron como precio la ruina, humillación y exterminio de millones de nuestros conciudadanos», Medvedev está decidido a emprender la tercera modernización por métodos no violentos: «sin coacción, mediante la persuasión. No neutralizando, sino estimulando el potencial creador de cada individuo»…

Los detalles técnicos de la futura modernización, no despiertan por así decir, especial interés. No van más allá de una selección casual de llamamientos a la innovación en el terreno energético, nuclear, informativo, comunicacional, y médico. También se menciona a la defensa, la agricultura, la demografía, y la guerra contra el terrorismo en el Cáucaso. Mucho más interés avivan las supuestas condiciones sociopolíticas del descubrimiento del potencial creador de cada individuo.

De la esfera social «semisoviética» habría que liberarse decididamente, para transitar hacia un «sistema complejo, balanceado, de estímulos económicos y garantías sociales, jurídicas, éticas y normas de conducta, de cuya productividad dependerán en gran medida la calidad del trabajo y el nivel de preparación de cada uno de nosotros». Si alguien ha entendido algo, por favor que me lo explique. No deja de ser significativo, que a la hora de abordar el acuciante problema de la protección social, especialmente en estos tiempos de crisis, nuestro presidente lo haga expresándose en jerigonza, con un galimatías.

En el terreno político, nos prometen que los líderes en la lucha política serán los partidos políticos, que se irán relevando en el poder periódicamente. Escribe Medvedev, que los partidos políticos han recibido posibilidades y garantías complementarias, mientras que cierta persona, ampliamente conocida en los círculos más próximos, como el «portavoz de Surkov²», al mismo tiempo especifica en un conocido diario que: «En lo que atañe a la oposición anti sistema, a todos esos radicales de todo tipo, ya sean liberal-occidentalistas, nacional-extremistas, «neo bolcheviques» y demás «disconformes», la nueva normativa anunciada por el Kremlin no les afecta, ni les va a afectar. El nivel de libertad se amplía dentro el sistema, pero no fuera del mismo». Más adelante Medvedev afirma que «la libertad es mejor que la no libertad», al tiempo que el tribunal de la ciudad de Gelendzhik declara extremista el lema «La libertad no se da, se coge», basándose en la conclusión de los «expertos», en la que se dice que el mencionado lema «sirve a los intereses de los que quisieran quebrantar el actual sistema sociopolítico de Rusia». ¿No está declarando extremista al propio presidente dicho tribunal?

¿Cómo pretende entonces Medvedev enfrentar ese tipo de manifestaciones, si no cree en el manido «consenso» del jinete y el caballo? Sigue escribiendo que gracias a las nuevas tecnologías de la información, la sociedad se está volviendo abierta y transparente como nunca, «incluso, aunque esto no guste a la clase dirigente». La constatación de la presencia en la sociedad de una clase dirigente es un gran paso adelante en el desarrollo del pensamiento político oficial, que hasta ahora se contentaba con divagaciones sobre el acuerdo social. Pero Medvedev va más allá, señalando a aquellos representantes de la clase dirigente, que van a intentar entorpecer «nuestro trabajo». Son «los grupos de influyentes altos funcionarios corruptos y los «emprendedores» que nada emprenden». Están bien instalados. Lo tienen todo. Todo les parece bien. Están dispuestos a seguir hasta final del siglo, exprimiendo los restos de la industria soviética y dilapidando las riquezas naturales que nos pertenecen a todos».

Una definición muy elocuente, aunque al autor del artículo se le olvide decir, que estos influyentes grupos, además de exprimir y dilapidar, se aprestan a hacer algo más: designar y eliminar presidentes, por no hablar de diputados o ministros, según su conveniencia. Esta es su principal prerrogativa de la que se desprende todo lo demás. Evidentemente, al tomar conciencia de esto, de un modo u otro, el presidente se está dirigiendo al pueblo, a por ayuda, a través del más libre medio de comunicación: internet. Pero si en su reserva ideológica no tiene nada más aparte del ya mencionado «consenso», no puede esperar ayuda de ninguna parte. Personalmente opino que en realidad Medvedev no espera ningún tipo de ayuda. Todo esto no deja de ser un entretenimiento en internet.

Notas de la traducción

Varegos: Pueblos originarios de la región báltica, que estuvieron presentes como mercenarios o comerciantes en la formación del primer estado ruso (s IX-XII). Las crónicas antiguas rusas relacionan con los Varegos la creación del estado «Rus».

Vladislav Surkov. Primer vicedirector de la Administración del presidente. Principal ideólogo del Kremlin.

Texto original en ruso: http://www.sovross.ru/modules.php?name=News&file=article&sid=56099

Título original: «Entretenimientos en internet»