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Las manifestaciones en Rusia y en Estonia

Memoria borrada

Fuentes: Megachip / E Polis

Traducido por Gorka Larrabeiti

Se suele decir «dos pesos, dos medidas». Apenas acabábamos de indignarnos porque Vladimir Putin mandara ocho mil policías antidisturbios a disolver la manifestación de Garry Kasparov en San Petersburgo, y hete aquí que nuestra indignación se placa de golpe cuando el gobierno de Estonia manda mil policías bien armados a dispersar a los rusos que custodiaban el monumento a los caídos durante la liberación de Tallin de la invasión nazi.

Putin, en el caso específico, no mató a nadie; en cambio, en Tallin hay dos muertos y trescientos detenidos (fuente BBC). Pero nadie resopla. Y digo nadie: ni en Occidente ni en los Estados Unidos. La prensa calla y nuestras televisiones ignoran Tallin, mientras nos habían hecho las delicias con las cargas de los «Omon» rusos contra manifestantes pacíficos. Ahora se da el caso de que Estonia está en Europa, mientras que Rusia se encuentra en algún otro lugar.¿Nuestros principios europeos acaso no eran universales? La portavoz de la Comisión Europea se limitó a decir que el asunto «no era de competencia europea». Pero en la Comisión Europea, es decir, en el gobierno de Europa, un comisario originario de Tallin, el señor Siim Kallas,figura entre los promotores de la idea de desmantelar el monumento a los caídos rusos (y estonios) contra el nazismo. Y yo quisiera preguntar a la Comisión Europea si es cierto o no que entre los valores sobre los que se funda Europa está el antifascismo. A mí me parecía que sí, pero tal vez me he equivocado, pues me consta que en un país europeo -Estonia precisamente- se desmantela un monumento antifascista (vale que sea en honor de los rusos, pero ¿acaso los rusos no contribuyeron de modo decisivo a la derrota de los nazis?), mientras se acaban de erigir al menos sendos monumentos a tres ciudadanos estonios que se alistaron como voluntarios en la 20ª división de las SS, que combatía en Estonia contra la coalición de las potencias democráticas y la URSS.

Así pues, que vivan los nazis estonios. ¿Y Europa no tiene nada que decir?

Curioso silencio ante una provocación, fría y evidente, del gobierno estonio contra los rusos que viven en Estonia, que son unas 280.000 personas de una población total de 1.300.000. ¿No será que así lo quería la mayoría de los estonios? Pues no ya que, según los sondeos, los ciudadanos favorables al traslado del monumento eran sólo el 37% de los ciudadanos de Estonia.

Se sorprenderá sólo quien no sepa que la mayor parte de los rusos que viven en Estonia no son ciudadanos estonios, sino que son apátridas, apolitas. O lo que es lo mismo, son europeos, pero no ciudadanos de Estonia. Una vergüenza que Bruselas sigue tolerando. Y ahora vamos y llegamos a la apología del nazismo. ¡Viva la Europa democrática!

Fuente: http://www.megachip.info/modules.php?name=Sections&op=viewarticle&artid=3938

Gorka Larrabeiti es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente con fines no comerciales a condición de mencionar a sus autores y la fuente