Mongolia, que compra a Rusia 90 por ciento del combustible y es particularmente vulnerable a las subas de precios, busca explotar sus depósitos de petróleo de esquisto, que se estiman en por lo menos 800.000 millones de toneladas. El país firmó un acuerdo a cinco años con la empresa estadounidense Genie Energy para explorar el […]
Mongolia, que compra a Rusia 90 por ciento del combustible y es particularmente vulnerable a las subas de precios, busca explotar sus depósitos de petróleo de esquisto, que se estiman en por lo menos 800.000 millones de toneladas.
El país firmó un acuerdo a cinco años con la empresa estadounidense Genie Energy para explorar el crudo «in situ».
El petróleo de esquisto, o querógeno, está solidificado y atrapado en las rocas. Para extraerlo se emplean procesos como la pirólisis (descomposición química a través del calor y en ausencia de oxígeno), la hidrogenación o la disolución térmica, a diferencia del gas de esquisto, que se extrae mediante fractura hidráulica («fracking»).
Aunque Estados Unidos tiene algunas de las mayores reservas de petróleo de esquisto del mundo, estas todavía no son comercializables, explicó Jason Bane, director de comunicaciones de Western Resources Advocates, una organización ambiental con sede en el central estado estadounidense de Colorado.
«En Estonia queman petróleo de esquisto para obtener energía como usted quemaría carbón, lo que no es demasiado complicado. Pero extraer el querógeno (material fosilizado en la roca que desprende bitumen al calentarse) es una idea totalmente distinta. Se han producido pequeñas cantidades de combustible en distintos lugares, pero trasladar eso a un proceso comercial por ahora es teórico», dijo a IPS.
«Si fuera posible, la producción de petróleo de esquisto sería increíblemente dañina para el ambiente, por la contaminación aérea y el uso intensivo de agua», agregó.
Según expertos, Mongolia es especialmente vulnerable al cambio climático. Este país de Asia central sin salida al mar ya padece escasez de agua en el desierto de Gobi, lo que reduce el cauce de ríos y lagos, y también desertificación propiamente dicha.
«La mayoría de los intentos de obtener combustible líquido de este recurso fracasaron desde el punto de vista financiero. Tiene menor densidad energética que el carbón y peores impactos ambientales. Esto será un desastre para Mongolia», dijo Richard Heinberg, del Post Carbon Institute, en diálogo con IPS.
Sin embargo, Jeremy Boak, director del Centro para la Tecnología y la Investigación del Petróleo de Esquisto de la Escuela de Minería de Colorado, cree que el procedimiento se está desarrollando rápidamente y es prometedor en materia comercial.
«Quienes se oponen están citando datos de hace décadas», señaló a IPS.
Las organizaciones ambientalistas suelen referirse a un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos «que simplemente evaluó todos los datos históricos y concluyó que en promedio se usarían cinco barriles de agua por cada barril de petróleo producido, y que se podría llegar hasta 12».
Boak sostiene que, si bien es experimental, la tecnología ha sido probada.
«Shell tiene experiencia en Colorado. Ahora se usa alrededor de un barril de agua por cada barril producido» de petróleo, señaló.
Esa experimentación fue conducida por el experto en energía no convencional Harold Vinegar, científico de Genie Energy, quien antes trabajó para Shell.
Vinegar hizo pruebas piloto con la tecnología usada en la extracción del petróleo de esquisto, pero se retiró cuando Shell interrumpió la investigación. Luego se unió a Genie.
«Uno no puede equiparar los potenciales impactos ambientales con cierta catástrofe ambiental, como tienden a hacer algunas organizaciones», dijo Boak.
El geocientífico David Hughes, del Post Carbon Institute, está al tanto del trabajo de Vinegar en Shell.
«El calentamiento subterráneo para extraer el petróleo dura hasta tres o cuatro años», dijo a IPS.
«El muro de congelamiento (desarrollado cuando Vinegar trabajaba para Shell) es para impedir que el agua subterránea interfiera con el proceso de calentamiento. Shell clausuró el proceso, pero declaró que ese muro era un éxito. Tendrán que hacerse muchas pruebas piloto; estamos hablando de años y años», añadió.
Tal vez porque el proceso todavía está en fase de pruebas, falta transparencia. Sujgerel Dugersuren, directora de Oyu Tolgoi Watch, una organización ambientalista de Mongolia, no supo sobre el acuerdo con Genie hasta que Macdonald Stainsby, activista canadiense contra las arenas alquitranadas y el petróleo de esquisto, la contactó poco después del anuncio.
Sujgerel fijó una reunión para que organizaciones ambientalistas mongolas empezaran a monitorear estas iniciativas. «Solo vino una persona, con la que hablé personalmente», dijo a IPS.
«Pero eso de todos modos fue útil, porque ella representa a los profesionales que hacen las evaluaciones de impacto ambiental. Tengo muchas esperanzas de que difunda la noticia entre las empresas de evaluación», señaló.
Sujgerel y Stainsby también se enteraron de que otra empresa, MAK, de Mongolia, trabaja en proyectos de querógeno cerca del desierto de Gobi.
«Ni yo ni Sujgerel pudimos determinar dónde se ubicará la planta de Genie; esto no se ha hecho público. El gobierno no mencionó ninguno de los dos sitios (el de MAK y el de Genie), ni dio sus coordenadas», dijo Stainsby a IPS.
Solo supieron que Genie estaba realizando exploraciones en la provincia de Tov, cerca de Ulaanbaatar, cuando el parlamento divulgó la información a fines de la primavera boreal.
Apenas un medio extranjero informó que Genie poseía licencias en la provincia de Tov, cerca del río Tuul.
Comunidades de pastores aguas abajo del Tuul, cerca de su desembocadura en el río Orjón, hablaron a IPS sobre la presencia de Genie.
«Cuatro o cinco familias nuevas llegaron aquí porque tuvieron que mudarse del lugar donde están las obras de Genie», dijo Dashdavaa, una pastora de unos 60 años. «Ahora no hay suficientes pasturas ni agua para todas estas familias».
Su vecina Tsetseghkorol, una mujer que vivió 40 años junto al río, dijo no saber mucho sobre el proyecto de Genie, apenas que están buscando petróleo y que posiblemente quieran construir una planta.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Verde no respondió a ninguno de los varios pedidos de información que le realizó IPS.
Mongolia es parte de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, que publica información sobre licencias, impuestos y regalías que esos sectores pagan a los gobiernos. IPS contactó a un portavoz que dijo no tener aún información sobre el acuerdo Mongolia-Genie.
IPS también se comunicó varias veces con la sede central de Genie en Estados Unidos, por teléfono y por correo electrónico, pero no recibió ninguna respuesta oficial.
Mongolia está ávida de inversiones. Aunque es una de las economías de más rápido crecimiento en el mundo, este año las inversiones extranjeras directas bajaron 42 por ciento en relación al año pasado.
El ministro de Minería, D. Ganjuyag, ve el petróleo de esquisto como una nueva y positiva oportunidad de inversión.
«El gobierno de Mongolia siempre intentó lograr el equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación del ambiente y la cultura, de los cuales está justificadamente orgulloso», dijo Rebecca Watters, directora del Mongolian Wolverine Project, que estudia el impacto del cambio climático en el hábitat de las especies amenazadas.
«Se requiere mucho más tiempo para pensar en los impactos climáticos que en un proyecto extractivo de 50 años», dijo a IPS. «Pero espero que de todos modos consideren estos asuntos», agregó.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2013/10/mongolia-se-lanza-a-riesgoso-negocio-petrolero/