Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
¿Están las Naciones Unidas y sus agencias siendo parte del problema en vez de la solución en Myanmar? Esa es la razón por la que muchos birmanos se están preguntando cómo es posible que el Enviado Especial de Naciones Unidas, Ibrahim Bambari, parezca un perfecto inútil incapaz de persuadir a los generales gobernantes de que acuerden algo más que designar al Viceministro de Trabajo, el general de división Aung Kyi, para servir de enlace con la encarcelada líder pro-democracia Aung San Suu Kyi.
El gobierno de Myanmar ha rechazado insolentemente un llamamiento urgente a la moderación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y continúa arrestando a todos aquellos que participaron en las manifestaciones callejeras del pasado mes. Al mismo tiempo, se están produciendo críticas que empiezan también a cuestionar las actividades de varias de las agencias de Naciones Unidas en Myanmar.
El 4 de octubre, The Irrawaddy, una revista independiente y página de Internet dirigida por exiliados birmanos en Tailandia, publicó un comentario en la red muy crítico con el representante del director del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) residente en Yangon, Charles Petrie. Fue acusado de haber estado manteniendo entrevistas «sin sentido» con cadenas internacionales de TV durante las revueltas, lo que «indignó a la gente educada y políticamente activa» de Myanmar.
Este mismo año, antes de esos hechos, se destituyó a cuatro miembros del personal del PNUD en Yangon. Según el mismo Petrie, dos se habían «apropiado» del dinero depositado para «microproyectos en las aldeas», mientras que otro no había «informado sobre el mal uso de los fondos» y el cuarto fue destituido por «no cumplimiento», afirmó Petrie en respuesta a las preguntas a que le sometió Asia Times Online por e-mail.
Ahora, en octubre de 2007, la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Crimen (UNODC, en sus siglas en inglés) ha presentado un informe sobre el cultivo de adormidera en Myanmar que, según algunas críticas, contiene una serie de deficiencias y afirmaciones dudosas, que entran también en contradicción con varios informes recopilados por la Herald Agency for News, SHAN, dirigida por miembros de la etnia Shan (*) que viven en la frontera entre Tailandia y Myanmar.
Aunque el informe de la UNODC admite que el cultivo de adormidera se ha incrementado desde 2006, habla de progreso y, en palabras del representante de UNODC en Myanmar Sharif Bin Raza, de «logros impresionantes». SHAN acusa a los militares gobernantes de complicidad con el tráfico de drogas y con el «mundo del espectáculo» para apaciguar a la comunidad internacional y de que los proyectos de UNODC para empezar con plantaciones de té en zonas anteriormente utilizadas para cultivo de opio cerca de la frontera china «habían fracasado con grandes pérdidas».
Lo que se ha conseguido, y en esto tanto UNODC como SHAN parecen estar de acuerdo, es que el cultivo de adormidera en zonas situadas a lo largo de la frontera china, que están controladas por ejércitos locales -y hasta 1989 por unidades del ahora extinto Partido Comunista de Birmania (CPB en sus siglas en inglés)-, haya disminuido. En aquel año, las bases de las tribus de montaña del ejército del CPB se amotinaron contra el liderazgo birmano fundamentalmente maoísta del partido y les mandaron al exilio a China.
Posteriormente, el CPB se dividió, según las zonas étnicas, en cuatro ejércitos diferentes, de los cuales el United Wa State Army (UWSA, en sus siglas en inglés) es ahora el más poderoso. Los ex amotinados del CPB también firmaron acuerdos de alto el fuego con el gobierno de Yangon, por los que se les permite conservar sus armas y el control de sus respectivas áreas.
También se les permitió que comerciaran con todo lo que quisieran, lo que llevó a un dramático aumento de la producción de opio durante la década de 1990. En la zona controlada por el UWSA también se fabricaron derivados de la heroína, y el grupo empezó pronto a favorecer también la producción de mezanfetaminas. Según estadísticas oficiales del Departamento de Estado de Naciones Unidas, la cosecha de 1987 en Myanmar -antes del amotinamiento del CPB- produjo 836 toneladas de opio puro; en 1995 la producción había subido a 2.340 toneladas.
Entran las Naciones Unidas
Más o menos por esa época, las Naciones Unidas fueron invitadas para que empezasen a organizar la sustitución de cosechas y otros programas de desarrollo en la zona controlada por el antiguo CPB. Como consecuencia, y debido al fuerte apoyo del liderazgo del UWSA, se ha ido creando a lo largo de la frontera china una zona virtualmente libre de opio.
Pero, como dijo el director de SHAN, Khuensai Jaiyen, en una presentación en el Club de Corresponsales Extranjeros de Tailandia en Bangkok en septiembre de este año: «La guerra de Myanmar contra las drogas se ha centrado sólo en ciertas áreas ‘simbólicas’, sólo en el norte pero no en el sur ni en el centro del Estado Shan». El Estado Shan ha sido durante años la principal zona productora de opio de Myanmar y así sigue siendo en la actualidad.
Más aún, Khuensai manifestó: «los esfuerzos de erradicación del opio han tenido un ‘efecto impulsor’, extendiendo los cultivos del norte al sur y al centro. Hay también cultivos de opio al oeste del Estado Shan, donde jamás antes había crecido opio». También dijo que el ejército de Myanmar «está interesado en mantener la producción de opio» porque la cifra de batallones del gobierno en el Estado de Shan desde 1988 hasta el momento actual se ha incrementado de 33 a 141. «La política del gobierno de ‘autosuficiencia’ de los soldados ha profundizado la implicación del ejército en el comercio de drogas», dijo Khuensai.
El reciente informe de la UNODC no menciona la complicidad oficial en el comercio. De hecho, la única referencia en el informe a la recogida de «impuestos» sobre la producción de drogas en el Estado de Shan es una afirmación de que el Ejército del Sur del Estado de Shan (SSA-S en sus siglas en inglés), un ejército rebelde antigubernamental, ha animado a los campesinos locales «a cultivar opio en su zona, de forma que [ellos] puedan obtener impuestos». Cuando Asia Times Online contactó por e-mail con el investigador de la UNODC Xavier Bouan, en Yangon, éste admitió que todos los ejércitos de la zona, incluido el del gobierno, «están sacando impuestos de esta cosecha», de lo cual la UNODC no hace la menor mención en el informe actual.
SHAN ha publicado dos informes importantes sobre las drogas en Myanmar: «Show Business: Rangoon‘s War and the Drug Trade in Shan State«, en diciembre de 2003, y «Hand in Glove: The Burma Army and the Drug Trade in Shan State«, en agosto de 2005. Ambos informes dan nombres de oficiales que están directamente implicados en el tráfico de drogas, y tienen mapas mostrando cómo el cultivo de adormidera ha ido extendiéndose desde las áreas fronterizas con China hacia el interior del Estado Shan.
Los informes de SHAN también tratan con gran detalle el veloz ascenso de la producción de mezanfetaminas en el Estado Shan, sobre todo en las zonas controladas por el UWSA. Por el contrario, el informe de la UNODC no menciona siquiera la fabricación de esas drogas sintéticas, que parecen ser el medio con que los señores de la droga afiliados al UWSA han «sustituido» sus pérdidas de ingresos provenientes del comercio del opio y la heroína a lo largo de la frontera china.
Millones de píldoras, conocidas como yaa baa, o como se la llama en Tailandia «medicina de la locura», están este país, creando graves problemas sociales, especialmente en el norte, cerca de las zonas productoras en la frontera con Myanmar.
Débil investigación
La UNODC defiende su postura diciendo que su preocupación se centra sólo en el opio, no en las drogas sintéticas, pero esa parece ser una extraña estrategia para eliminar las drogas en Myanmar. Y al concentrarse en las «áreas del proyecto» a lo largo de la frontera china, la UNODC también parece estar olvidando la producción de opio en otras partes de Myanmar, que incluso ellos mismos admiten que está aumentando.
Según el informe de UNODC recientemente publicado, el cultivo de la adormidera del opio en Myanmar aumentó un 29% de 2006 a 2007, o lo que es lo mismo, de 315 a 460 toneladas. Pero es razonable creer que el aumento ha sido más dramático aún; el informe de la UNODC admite que a sus investigadores no se les permitió valorar la situación en la División Sagaing adyacente a la India, donde otras fuentes han informado de un aumento en la producción de opio.
Quizá más revelador aún de la interferencia del gobierno, es que el informe de la UNODC afirma que sus investigadores no encontraron adormidera en un viaje que realizaron en febrero de este año al «Estado Chin, en el norte», otra zona de Myanmar con frontera con la India. Sin embargo, informes de organizaciones con sede en la India, por ejemplo, el Mizzima News Group, con sede en Nueva Delhi, declaran que se está cultivando adormidera en otras zonas, a las cuales las autoridades no llevaron al equipo de la UNODC.
Igualmente extraño es el silencio de la UNODC sobre el UWSA, la autoridad que controla y gobierna la zona principal del proyecto de la agencia a lo largo de la frontera con China. En enero de 2005, los ocho principales dirigentes del UWSA, incluido su comandante Bao Yuxiang y sus dos hermanos, fueron juzgados en ausencia por un tribunal federal en EEUU acusados de tráfico de heroína y mezanfetamina. Otro dirigente importante de UWSA, Wei Xuegang, un chino de la etnia Han que es uno de los ocho citados, tenía designada ya por su cabeza una recompensa de dos millones de dólares USA después de haber sido condenado por tráfico de heroína hace diez años. Además, las autoridades estadounidenses creen que podrían desarrollar acusaciones contra otra docena, más o menos, de señores de la droga, que están operando bajo el paraguas del UWSA.
Desde que se emitió la acusación, ha muerto el hermano menor de Bao Bao Youhua, mientras que Wei se ha construido una mansión de lujo totalmente fortificada cerca de Panghsang, el cuartel del UWSA. El 4 de julio de 2006, Wei, dos veces fugitivo de la justicia, fue nombrado «ministro de hacienda» en el «gobierno» Wa, convirtiéndose así en el más poderoso de los dirigentes del UWSA.
El y sus camaradas han utilizado los millones que han ganado con el comercio de droga en construir inmuebles en China y Myanmar y, especialmente en Myanmar, en invertir en negocios perfectamente legales como fábricas de plásticos, empresas agro-industriales, fundición de minerales, comercio al por menor, exportación-importación e industria turística. Un funcionario internacional de la lucha contra la droga en Tailandia llamó al imperio comercial de Wei «una de las mayores operaciones de blanqueo de dinero actuales en el Sureste Asiático».
Por eso, después de todo, puede que las campañas de la UNODC contra las drogas formen parten del «mundo del espectáculo» en Yangon. El fondo del problema radica en conjunto en la falta de apertura, transparencia y responsabilidad en Myanmar. Sin un cambio fundamental en el rígido sistema dirigido por el ejército, y sin esfuerzos reales en la lucha contra las drogas, los derivados del opio, la heroína y las mezanfetaminas continuarán fluyendo a través de las fronteras de Myanmar. Mientras tanto, parece que las Naciones Unidas son parte del problema más que la solución.
N. de la T.:
(*) Los Shan, grupo étnico Tai que vive en el sureste asiático.
Bertil Lintner en un antiguo corresponsal del Far Eastern Economic Review. Actualmente es escritor de Asia-Pacific Media Services.
Enlace con texto original en inglés:
http://www.atimes.com/atimes/Southeast_Asia/IJ23Ae01.html