Traducido para Reelión por Germán Leyens
El último espectáculo disfuncional de una superpotencia, conocido como el cese de actividades del Gobierno de EE.UU., obligó al presidente Barack Obama a cancelar todo un viaje a Asia. Primero la Casa Blanca anunció que Obama excluiría a Malasia y las Filipinas, supuestas estrellas del «giro hacia Asia». Luego se confirmó finalmente que también estaba cancelando la cumbre de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Bali el martes y la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) del Este de Asia del próximo jueves en Brunei.
Eso permite que el presidente chino Xi Jingping disfrute, sin rival, del brillo del centro del escenario. Como si fuera necesaria alguna ayuda adicional de parte de EE.UU., y como si a Xi no le fuera bastante bien.
El jueves, Xi se convirtió en el primer dirigente extranjero en dirigirse al parlamento indonesio en Yakarta. Subrayó que Pekín desea aumentar por todos los medios posibles el comercio con ASEAN a un colosal billón de dólares hasta 2020 y establecer un banco regional de infraestructura.
Su mensaje, en pocas palabras: China y «ciertos países del Sudeste Asiático» deben resolver «pacíficamente» sus litigios de soberanía territorial y marítima, como que discutiremos la complicada situación del Mar del Sur de China (no hizo una referencia directa al tema en su discurso) pero no debemos permitir que eso interfiera en la realización de negocios serios en comercio e inversión. ¿Quién es ASEAN para negarse?
Y entonces, después de eclipsar a Obama en Indonesia (se podrían escribir libros voluminosos sobre ese tema) y de firmar los necesarios tratos por más de 30.000 millones de dólares (en su mayor parte en la minería), Xi partió a Malasia.
Hay que comparar el triunfo indonesio de Xi -completo con su glamorosa esposa Peng Liyuan vistiendo batik- con una reciente visita del primer ministro japonés Shinzo Abe quien, para todos los efectos prácticos, quería convencer a los indonesios esencialmente de cercar a China. Cuidadosamente corteses como de costumbre, los indonesios hicieron poco caso a Abe. China es el mayor socio comercial de Indonesia después de Japón y probablemente sobrepasará pronto a Tokio.
Pekín ya ha aceptado discutir un Código de Conducta legalmente vinculante en el Mar del Sur de China con ASEAN. Un grupo de trabajo se reunió el pasado mes en Suzhou. Cuatro de los diez miembros de ASEAN (pero no Indonesia) están involucrados en la disputa del Mar del Sur de China que, de modo bastante predecible, tiene que ver con riqueza inexplorada en gas y petróleo. Las Filipinas seguirán acusando a Pekín, como lo hicieron el mes pasado, de violar el Código de Conducta, informal por el momento. Indonesia se ha ofrecido como mediador. No será fácil, pero el hecho es que China y ASEAN ya están hablando.
Girando sobre sí mismo
Es un pequeño problema cuando uno anuncia -con gran fanfarria, y precisamente en el Pentágono- un «giro hacia Asia» para realzar el papel de «Asia Pacífico para la prosperidad y seguridad de EE.UU.» y ni siquiera uno puede girar uno mismo hacia Asia por unos pocos días para pregonarlo personalmente. De hecho, no hay ningún giro para comenzar, por lo menos por ahora. El Gobierno de Obama ha estado concentrado no solo en dos expedientes inmensamente complejos -Siria e Irán- sino que además trata de contener la demencia del primer ministro Benjamin Netanyahu en Israel y a una crecientemente aprensiva y paranoica Casa de Saud.
¿Entonces, qué se habría propuesto Obama en Asia? Bueno, en las Filipinas hubiera tratado de llegar a un acuerdo de «mayor flexibilidad» para el uso de bases militares por el Pentágono. Decir que es «controvertido» es un inmenso eufemismo.
Y en Malasia, Obama habría presionado con más energía por el ya infame Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), esencialmente un chanchullo corporativo que es un excelente trato para las multinacionales estadounidenses pero no exactamente para los intereses asiáticos. El TPP es la respuesta estadounidense al fomento por China de sus ya masivos vínculos empresariales en toda Asia.
El ex primer ministro malasio Mahathir Mohammad ha visto el TPP por lo que es y no está convencido en absoluto de que el TPP dará a Malasia un acceso más fácil al mercado en EE.UU.
Por lo tanto a Xi le quedó la tarea de lograr otro triunfo en el Sudeste Asiático. Pekín puede ofrecer a Kuala Lumpur una riqueza en inversiones sin una molesta interferencia al estilo del TPP sobre cómo maneja el país sus empresas de propiedad estatal o cómo otorga contratos gubernamentales. Y por encima de esto, Xi hizo un intento personal de tratar de colocar de su parte a Malasia en negociaciones sobre el Código de Conducta para el Mar del Sur de China.
Xi, por supuesto, será la estrella de la cumbre de APEC en Bali. Entonces el primer ministro Li Keqiang dirigirá el equipo chino a la Cumbre del Este de Asia en Brunei y ampliará su viaje de negocios a Tailandia y Vietnam.
Ahora, comparemos esta ofensiva china, avasalladora como un Lamborghini Aventador acelerando, con la percepción no declarada pero palpable, en todo el Sudeste Asiático, del chirriante Chevrolet que representa el «giro» estadounidense. Se puede apostar a que gran parte de los think tanks de EE.UU. vuelvan a criticar la pérdida de la fiabilidad estadounidense o, mejor todavía, su «credibilidad», incluso mientras defienden el futuro del giro, justificándolo no solo como una decisión estratégica estadounidense, sino en nombre de los intereses del Sudeste Asiático.
No tiene sentido. El principal porrista del giro de EE.UU. es Japón, y Japón está considerado en diferentes tonos grises en todo el Sudeste Asiático un títere estadounidense. Lo que es seguro es que ausencia de Obama no solo refuerza la percepción predominante de que la actual política exterior de EE.UU. se encuentra en un lío total. Y que mientras EE.UU. se paraliza, China hace negocios.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto [email protected]
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/China/CHIN-02-041013.html
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