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Reunión de Montebello

Nueva amenaza imperial

Fuentes: Granma

Durante los pasados días 20 y 21 de agosto tuvo lugar una Cumbre del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el poblado turístico de Montebello, en la ciudad canadiense de Ottawa. Los mandatarios de Estados Unidos, Canadá y México se reunieron en el Hotel Fairmont Le Chateau, convertido en un búnker […]

Durante los pasados días 20 y 21 de agosto tuvo lugar una Cumbre del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el poblado turístico de Montebello, en la ciudad canadiense de Ottawa. Los mandatarios de Estados Unidos, Canadá y México se reunieron en el Hotel Fairmont Le Chateau, convertido en un búnker para impedir el acceso de los múltiples grupos opositores que protestaban por la reunión.

Convocada, según lo declarado, para continuar avanzando en las relaciones comerciales entre los tres países representados, las discusiones se efectuaron con total hermetismo. No obstante, algunas filtraciones dan pie para analizar el verdadero contenido del cónclave.

El asunto de mayor trascendencia es el avance hacia lo que se ha dado en llamar la «Integración Profunda» del TLCAN. Se trata de que el convenio deje de ser solamente sobre las relaciones comerciales de bienes, servicios e inversiones, convirtiéndose en una reglamentación económica y política entre las tres naciones.

Ya se menciona que entre los tres países se establecerá una Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Bajo este título se esconde el propósito de constituir una Unión de América del Norte (UAN) al estilo de la Unión Europea (UE), en este caso integrando a Canadá, Estados Unidos y México. No es de extrañar este objetivo. Una vez derrotado el ALCA y habiendo surgido dificultades para concluir los Tratados Bilaterales de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y algunos países de la región, parece ser que la nueva estrategia de la administración estadounidense para tratar de dominar a Latinoamérica consiste en hacerse fuerte en lo que ya ha conseguido con el TLCAN y avanzar más allá de las meras relaciones económicas y comerciales de este acuerdo.

El ASPAN fue abordado por primera vez en la Cumbre del TLCAN de Waco, Texas, en el año 2005, iniciándose la armonización de más de 100 regulaciones, políticas y leyes existentes en los tres países miembros en un proceso que debe conducir a la constitución de la ya mencionada UAN.

De alaska hasta el sur

Afincado en esta nueva entidad institucional -que abarcaría desde Alaska hasta la frontera de México con Guatemala y Belice-, la administración estadounidense procuraría desplegar su dominio hegemónico hacia el sur del continente. A la UAN le seguiría, territorialmente, el Plan Puebla Panamá, extendido por toda Centroamérica, y el Plan Colombia, sobre la base ya establecida en este país y que se proyecta por toda la cordillera andina hasta Chile, con la anuencia del actual gobierno de Perú, el rechazo de Venezuela y la resistencia de Ecuador.

Se está tratando de conformar así un eje de dominio imperialista a lo largo de toda la costa del Pacífico que baña el continente. De esta forma, el gobierno norteamericano pretende enfrentarse, con esa fuerza más, al resto de los países sudamericanos y caribeños.

Dentro de las concepciones de la ASPAN, en la Cumbre de Montebello se trató un tema de la mayor importancia: la cooperación militar entre los tres países. Bajo el pretexto de la lucha conjunta contra el narcotráfico y la violencia del crimen organizado que ha levantado cabeza en México, afectando su frontera con el vecino del Norte, en Montebello se acordó un programa que conduce a la entrega de armamento estadounidense a México con sus correspondientes líneas de abastecimiento de municiones y piezas de repuesto, al fortalecimiento de los sistemas de telecomunicaciones, el intercambio de información militar y de seguridad, la capacitación de las fuerzas armadas mexicanas en la nueva técnica y en las concepciones estratégicas y táctico- operativas que fundamentan el programa.

El presidente W. Bush se apresuró a declarar que el plan no incluye el ingreso de tropas de Estados Unidos al territorio mexicano. Aunque Bush no lo dijo, podría colegirse que ello es así «por ahora», ya que una vez aplicado este plan y de surgir complejidades en la lucha contra la narcoviolencia, se crearían condiciones para que militares estadounidenses violen la soberanía del territorio mexicano. A ello contribuiría que ya los servicios de inteligencia norteamericanos hablan de una presencia de extremistas del Medio Oriente en los acontecimientos de su frontera sur.

El Plan México ya está en marcha con un financiamiento de 40 millones de dólares anuales, que será ampliado a 1 200 millones como resultado de las decisiones de Montebello.

El paquete de medidas acordado por los tres mandatarios debe ser aprobado por los parlamentos respectivos. Bush subrayó que urgirá al Congreso de Estados Unidos para que lo apoye.

Los sueños hegemónicos que Estados Unidos ha continuado tejiendo en Montebello no le serán de fácil realización. A ellos se oponen, con efectividad creciente, la resistencia de los pueblos al sur del Río Bravo.

Uno de los factores que pueden impedir los objetivos imperiales planteados en la Cumbre de Montebello, es el fortalecimiento institucional de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), hoy integrada por Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, y que muestra creciente acercamiento a otros países latinoamericanos y caribeños. La creación de una Confederación de Estados del ALBA constituiría un paso hacia la integración política y estatal de esta entidad subregional, la que pudiera potenciarse con sus vinculaciones a la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), al Parlamento Latinoamericano (PARLATINO) y al Parlamento del MERCOSUR, entre otros esquemas integradores de los países de la región. La movilización de las fuerzas políticas y sociales antimperialistas de los pueblos latinoamericanos y caribeños levantará un valladar inexpugnable para impedir la anexión de Nuestra América al poderoso vecino del norte, frustrando así las pretensiones hegemónicas manifestadas en Montebello.