El 18 abril de 1977, cuando Jimmy Carter ocupaba el cargo de presidente de los Estados Unidos, se expresa en forma elocuente, por radio y televisión, sobre la realidad de una futura crisis energética que interpreta como desafío inevitable y serio para su país. El discurso de Carter se nos presenta hoy en total contradicción […]
El 18 abril de 1977, cuando Jimmy Carter ocupaba el cargo de presidente de los Estados Unidos, se expresa en forma elocuente, por radio y televisión, sobre la realidad de una futura crisis energética que interpreta como desafío inevitable y serio para su país. El discurso de Carter se nos presenta hoy en total contradicción con los discursos posteriores de los presidentes de su país respecto de la situación energética de los Estados Unidos y del mundo. Han pasado 41 años y entendemos no solo la irresponsabilidad y la irracionalidad sino además la ignorancia con que han actuado sus sucesores, comprometidos a doctrinas neoliberales, guerreristas, criminales con los seres humanos, los seres vivos y la naturaleza, con la opresión y el despotismo, pero en esencia subordinados a la oligarquía dominante y ciega de visión de futuro común.
Carter expresa en su discurso su preocupación y propone al Congreso de los Estados Unidos la aplicación de medidas focalizadas en la conservación y el gasto mesurado de energía. Sus palabras revelan el futuro incierto de las reservas de hidrocarburos y enfocan a la observación de señales del agotamiento de energía, principalmente del petróleo, que favorecen no el aumento de consumo de gasolina, diésel, gas natural y derivados, sino la necesidad de su conservación. Eventualmente Estados Unidos fabrica vehículos más eficientes en cuanto a consumo de combustibles, establece una reserva mínima de seis meses de abastecimiento y otras medidas similares. Lo más importante del plan de Carter al respecto de su política energética fue la necesidad de crear conciencia al respecto de la realidad de que los hidrocarburos son recursos finitos sin los cuales los Estados Unidos serían vulnerables respecto de la sustentación de su modo de vida y su papel dominante en el mundo.
A 41 años de su discurso tenemos una realidad mundial diferente, en tiempos de Carter la población mundial era de 4.200 millones de habitantes, hoy es de más de 7.600 millones; solamente en petróleo crudo se consumen 82 millones de barriles diarios (99,5 millones de barriles diarios si incluimos todos los hidrocarburos consumidos) mientras que en 1977 se consumían 60 millones de barriles diarios en el mundo. La cifra que consumimos hoy es una cifra descomunal siendo que hablamos de un recurso del que somos totalmente dependientes en nuestro diario vivir. Pero esta realidad de sobreconsumo de un recurso tan fundamental e irremplazable no se habla. Vivimos tiempos de total irreflexión no sólo en occidente sino creo que en el mundo entero. Por lo que a pocos parece llamar la atención que el gobierno de los Estados Unidos de esta Administración, la del presidente Donald Trump, declarara hace apenas unas semanas que la conservación de petróleo ya no es una prioridad económica para los Estados Unidos, amenazando así el trabajo de décadas de campañas gubernamentales de crear conciencia civil sobre la importancia de la conservación energética.
Ambos, el Departamento de Energía y la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos justificaron la medida de la nueva Administración diciendo que efectivamente se ha reducido la necesidad de importar petróleo, y citaron además que hace ya más de una década de la «revolución de la fracturación hidráulica,» medio para extraer petróleo y gas de esquisto bituminoso lo que ha abierto las reservas y dado más flexibilidad que en el pasado al uso de hidrocarburos domésticos sin tanta preocupación. Algunos críticos entienden que estas perspectivas aumentarán el consumo de petróleo en Estados Unidos en unos 500.000 barriles de petróleo diarios, que han de beneficiar directamente a la industria del rubro favoreciendo una mayor venta de combustibles.
La situación mundial actual respecto de los hidrocarburos, y de todos los otros recursos naturales, es de futuro agotamiento, pero en occidente la realidad ha sido borrada y se fabrican todo tipos de distorsiones a diario en los medios de comunicación y no sólo en Estados Unidos sino también en Canadá, Europa, Australia y la mayoría de los países de América Latina; los medios son monopólicos y totalitarios y transmiten un mensaje único o con variantes muy pequeñas, incluso irrelevantes, que sirven para reafirmar el mensaje oficial. La información especializada independiente y alternativa sobre esta realidad es pequeña pero no por eso está a salvo pues es frecuentemente atacada. La producción de petróleo crudo y gas natural ha aumentado en las últimas décadas, con grandes inversiones, altos costos y nuevas tecnologías para cubrir el aumento de la demanda, pero el cuadro productivo ya de países exportadores de hidrocarburos o de no productores es diverso y complejo.
En los Estados Unidos a partir del 2006 la producción de petróleo en general ha venido aumentando, desde 5,1 millones de barriles diarios (producidos ese año) a más de 9,5 millones de barriles diarios (producidos este año), pero no por eso ha dejado Estados Unidos de ser un importador neto de petróleo crudo por más de 8 millones de barriles diarios (3,3 millones de ellos importados desde Canadá, o el 42 por ciento del total de importación). Estados Unidos consume 19,5 millones de barriles diarios, lo que significa casi un quinto (o un 20 por ciento) de la producción mundial (99,5 millones de barriles diarios).
El aumento de la producción en Estados Unidos se debe a la explotación por fracturación hidráulica de las rocas de esquisto bituminoso, que se encuentran bajo el suelo y que para alcanzarlas requieren perforaciones de hasta 3000 metros de profundidad, además de seguir excavando en forma horizontal para inyectar ácidos, sales y una decena de productos químicos inyectados disueltos en grandes cantidades de agua. Esta solución química desintegra la mezcla de compuestos químicos orgánicos llamado querógeno o kerogeno que luego son extraídos hacia la superficie. Se trata de un proceso impactante para el terreno y sobre el medio ambiente, además de un alto costo económico por lo que las supuestas ganancias de las corporaciones involucradas en estas explotaciones son generalmente vagas e imprecisas, pues dependen mucho del crédito y de la especulación. La explotación de petróleo de esquisto bituminoso incluye a más de 40.000 pozos, localizados en varios estados del país, en algunos casos uno al lado del otro, algunos de muy corta vida pues explotan la misma reserva subterránea; que producen más de la mitad de la producción total (o sea unos 5 millones de barriles diarios), esta explotación de esquisto bituminoso se encuentra cerca del cénit de su potencial extractivo.
Estados Unidos tiene hoy el mismo miedo a la vulnerabilidad por falta de petróleo de 40 años atrás, sin duda es por esto que trata continuamente de confundir los índices de producción, dando cifras que incluyen el Gas Natural Licuado (GNL), incluso el gas condensado llamado gasolina natural, junto con el petróleo crudo. Agregan a estas cifras los biocombustibles, que no son ni hidrocarburos. Todo esto simplemente para que sus números se vean mejor, para impresionar. Estados Unidos tiene sin duda la mayor infraestructura del mundo con respecto a refinerías y otras plantas químicas, y esto le permite exportar combustibles y GNL (aunque también lo importa). Esto mejora su balanza de exportaciones. En realidad, Estados Unidos dependerá siempre del crudo importado pues su producción de petróleo crudo y gas natural convencional continúa declinando. Por ejemplo, en 1988 el estado de Alaska producía 2 millones de barriles de petróleo diarios; hoy produce apenas medio millón y la tendencia es declinable, lo que pone en peligro el funcionamiento mismo del oleoducto que se extiende de norte a sur del estado que en menos de una década quedará en desuso.
El otro gran productor de hidrocarburos en occidente es Canadá, que además abastece de crudo y gas natural a Estados Unidos, produce 3, 9 millones de barriles diarios – la mayor parte de arenas bituminosas de Alberta, que genera 2,8 millones de barriles diarios con una producción que va en aumento cada año al tiempo que el petróleo convencional tiende a decrecer. Estos millones de barriles de petróleo son exportados a Estados Unidos. Se trata principalmente del petróleo llamado Western Canada Select o WCS al que se le aplica un alto descuento, de más del 50 por ciento respecto del precio del petróleo llamado West Texas Intermediate (WTI) que es fijado por el mercado estadunidense. Esta depreciación del petróleo canadiense se debe a que requiere mejoramiento y procesamiento para que sirva como combustible. Canadá carece del número necesario de refinerías capaces de mejorar y procesar su petróleo; hoy hay menos refinerías que hace 50 años, según la industria no es rentable producir combustibles en Canadá o mejorar una mayor cantidad de petróleo de las arenas bituminosas, algo irónico que obliga a que Canadá siendo productor este forzado a importar 800.000 barriles diarios de petróleo en el este del país, petróleo que importa mayormente de Estados Unidos. No debemos olvidar que la política de hidrocarburos canadienses desde 1985 es controlada por corporaciones multinacionales estadunidenses en su mayoría, que han contribuido a destruir a través de gobiernos y políticos corruptos el Proyecto Nacional de Energía, que creara el gobierno de Pierre Trudeau en 1980 y existiera por solamente cinco años.
Europa sin Rusia carece continentalmente de recursos de hidrocarburos, con excepciones como las del Mar del Norte, que producía 6 millones de barriles diarios en 1999 pero que hoy no alcanza a la mitad de esa producción. Noruega sigue siendo el único exportador europeo neto, con una producción de 1,6 millones de barriles diarios de petróleo crudo y casi 2 millones si consideramos el GNL pero que está en declive productivo, con pronósticos de no más de medio millón de barriles para el año 2030. El Reino Unido que era un exportador hace 20 años tiene que importar hoy el 40 por ciento de lo que consume. Rumania, un productor de petróleo de cierta importancia en el pasado, tiene hoy su producción y sus reservas en completo declive. La situación europea respecto a la energía de hidrocarburos es de completa vulnerabilidad, con la excepción de Noruega toda Europa depende completamente de otros países, una realidad que los gobiernos europeos tratan de ocultar fingiendo que el petróleo no les concierne pero que evidentemente es un problema serio que ya les toca a la puerta.
América Latina es en parte el otro productor occidental, un continente neo-colonizado y sometido, que con excepciones como las de Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua que mantienen resistencia diaria frente a las agresiones descubiertas y encubiertas de países imperialistas y de los ataques de gobiernos vasallos latinoamericanos, unos y otros tratando de forzarlos al sometimiento mientras ellos resisten y luchan por su autodeterminación. Los países latinoamericanos productores de petróleo como Brasil, México y Colombia, son también exportadores pero carecen de seguridad en cuando a como disponer de sus recursos en un escenario de escasez o crítico y esto es debido principalmente a su dependencia y corrupción. En este grupo encontramos también a Argentina, cuya producción petrolera no alcanza a auto abastecerla, pero con reservas potenciales que la ponen en el cuarto lugar en cuanto a hidrocarburos de esquistos en los campos de Vaca Muerta. Los países latinoamericanos que carecen de recursos de hidrocarburos, Chile, Uruguay, Paraguay y los países Centroamericanos, han de enfrentar situaciones dramáticas no sólo por su insuficiencia de estos recursos sino también por lo que va a significarles el costo de importación en el futuro.
Los países que cuentan con reales reservas de hidrocarburos para exportar en el mundo son Rusia, Venezuela, Canadá, Iraq, Irán y los países del Golfo Pérsico. Hay muchos otros con producción en declive por agotamiento de sus reservas, por ejemplo, Noruega, Reino Unido, México, Angola, Indonesia, Australia, Argelia entre otros.
El futuro del petróleo, una preocupación hace 40 años, hoy debería preocuparnos también, pues se consume más combustible debido al aumento de población y también al gasto desproporcionado por lujo y actividades innecesarias. Sin embargo la realidad, y el futuro, del petróleo se discute poco y es continuamente minimizado y distorsionado por los medios de información especialmente en occidente donde se publican opiniones y reportes confusos, a veces totalmente falsos. Regularmente se confunde combustibles que son fuentes de energía con fuentes de energía que producen electricidad, como la eólica, o la hidroeléctrica, que no pueden ser usadas para el transporte. Pequeños descubrimientos de hidrocarburos son exagerados. Nunca se nos informa sobre los recursos que se agotan. Se sublimiza a los biocombustible, aunque es una producción pequeña y todavía no rentable, de transporte difícil. Se exagera la producción y el uso de autos eléctricos aunque han de pasar muchos años si esta industria sobrevive para alcanzar a ser el 1 por ciento de los vehículos que circulan en el mundo.
Los hidrocarburos que se producen, y los más de 2.000 barcos tanques que cada día mueven más de 60 millones de barriles diarios alrededor del mundo, y sin los que la vida no es factible, ni el transporte cotidiano en autos, barcos, aviones y trenes, involucran también otras áreas básicas como la producción de polímeros artificiales y de fertilizantes, la agricultura, la actividad minera y forestal, el uso doméstico, comercial e industrial, las obras públicas etc. Es urgente lograr un plan de compromiso sobre la regulación del consumo que involucre a todos los países del mundo, y en especial a los occidentales que son los mayores consumidores de hidrocarburos. Esto significa cambiar el modo de vida que tenemos, crear un diferente paradigma político y económico. De continuar con el consumo de hoy el tiempo de insuficiencia y de altos precios llegará inevitablemente sin que tengamos plan alguno, creando inmenso caos al tiempo que las corporaciones hagan prospecciones y perforan en busca de petróleo donde sea y como sea hasta extraer la última gota con consecuencias mucho más graves para el medio ambiente que los muchos daños que se hacen en el presente.
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