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Entrevista a Joaquín Sánchez, cura sindicalista y activista contra los desahucios

«Otro mundo es necesario, mucha gente no puede esperar»

Fuentes: Rebelión

Acumula en el currículo siete acusaciones por ocupación de entidades bancarias -BBVA, Cajamar, Banco Popular y Bankia- en Murcia y el municipio murciano de Bullas. Joaquín Sánchez (Barcelona, 1962) pertenece a aquella vieja estirpe de curas obreros que no giran el rostro ante las injusticias. Lo acredita con la multiplicidad de militancias: en la Hermandad […]

Acumula en el currículo siete acusaciones por ocupación de entidades bancarias -BBVA, Cajamar, Banco Popular y Bankia- en Murcia y el municipio murciano de Bullas. Joaquín Sánchez (Barcelona, 1962) pertenece a aquella vieja estirpe de curas obreros que no giran el rostro ante las injusticias. Lo acredita con la multiplicidad de militancias: en la Hermandad Obrera de Acción Católica, la Plataforma de Afectados por las Hipotecas y en varios sindicatos. Antes, en el 15-M, las Marchas de la Dignidad y el Foro Social de Murcia. Es hijo de un guardia civil «bastante atípico para la época», afirma, «porque era buena persona». Se inspira para las luchas sociales en el Evangelio y en la «triada» que integran Jesús de Nazaret, Gandhi y Martin Luther King. El mal recuerdo que conserva de Wojtyla contrasta con su respeto hacia el papa Francisco, a quien considera un «antisistema» y saludó en el I Encuentro Mundial de Movimientos Populares, celebrado en Roma en 2014.

Joaquín Sánchez habla con los hechos. Fue condenado en septiembre de 2016, junto a un grupo de activistas, al pago de una multa de 270 euros (cada uno) por la ocupación de una sucursal de Cajamar, en el municipio de Bullas (Murcia). Dos meses después la Audiencia Provincial de Murcia archivó las diligencias abiertas contra el sacerdote, por participar en una concentración en el interior de una sucursal del BBVA en la pedanía de El Palmar. El objetivo era paralizar un desahucio. En otros casos Bankia y el BBVA han anunciado la retirada o dado marcha atrás en las denuncias por ocupación de sucursales o supuestas coacciones contra los activistas. Además de militante contra las desigualdades, Sánchez es capellán de la cárcel de Sangonera, en Murcia; del psiquiátrico del Instituto Murciano de Acción Social (IMAS), dos residencias de mayores y otros dos centros de discapacitados. A los quince años empezó a militar en el movimiento asociativo, y a los 17 fue detenido por primera vez.

-El periodista Horacio Verbitsky, del diario argentino Página 12, calificó al papa francisco de «populista conservador» e informó de las posibles complicidades del sumo pontífice en el secuestro de dos sacerdotes jesuitas, Francisco Jalics y Orlando Yorio, durante la dictadura de Videla. ¿Consideras a Francisco un papa «progresista»?

-Cuando Bergoglio fue elegido papa en marzo de 2013, inmediatamente comienzan las filtraciones a los medios. Se le descalifica como cardenal que supuestamente apoyó a la dictadura de Videla y copartícipe en el secuestro de dos sacerdotes jesuitas, cuando el actual papa era entonces el Superior provincial de esta orden en Argentina. Yo desconocía entonces su figura, y nos quedamos desconcertados. Pero al día siguiente se desmintieron las informaciones. Intelectuales de izquierda argentinos argumentaron que Jorge Mario Bergoglio se enfrentó a Videla a nivel personal, aunque no públicamente. E incluso los secuestrados negaron que el papa Francisco les hubiera denunciado entonces ante la junta militar. Al día siguiente el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, afirmó que todo era mentira, y lo mismo dijeron los movimientos populares argentinos. Ya nadie volvió a sostener las acusaciones iniciales. Por otro lado, también la extrema derecha política y religiosa -la Curia Romana- ha filtrado información falsa.

-En algunas entrevistas has criticado que con Wojtyla se represaliara a curas y teólogos progresistas, mientras se concedía lugares de preferencia a gentes del Opus Dei, Legionarios de Cristo o «neocatecumenales». ¿Tanto han cambiado las cosas con Bergoglio?

-Cuando entró en 2013, permanecí a la expectativa. Es más, entendía sus primeros gestos como de cara a la galería. Pero esos gestos -en materia de justicia social, libertad o la «reforma» del Vaticano- se fueron consolidando. Una de las cosas que me tranquilizó fue que el Opus Dei estuviera muy enojado con Francisco, lo que quiere decir que transita por el camino correcto. Hubo, de hecho, una acción importante: la reforma de las finanzas vaticanas. Afirmó que se estaba «blanqueando» dinero proveniente de las mafias del narcotráfico, la venta de armas y la prostitución. En consecuencia, dio instrucciones al Banco Vaticano para que se cerraran 5.000 cuentas. Y la mafia napolitana le condenó a muerte. Otro comportamiento que lo define consiste en quedarse en la Residencia de Santa Marta desde el primer día, donde viven muchos de los trabajadores del Vaticano. En el primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares, celebrado en octubre de 2014 en Roma, dijo que allí estaba más seguro que en ninguna otra parte. Por todo esto la Curia Romana va a por él.

-¿Existe alguna contestación interna en la iglesia católica a esta línea «progresista»?

-Actualmente hay un movimiento generado en la iglesia católica de cardenales que se enfrentan al papa. Por ejemplo, Rouco Varela o el cardenal Gerhard Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Tampoco el cardenal Cañizares, ni gran parte de la iglesia española, sintoniza con Bergoglio. Las razones son múltiples. Por ejemplo, Francisco considera que no hay que juzgar a los homosexuales, o se muestra favorable a que puedan comulgar las personas divorciadas y que hayan vuelto a casarse. Ciertamente no es partidario del aborto, pero sostiene que puede comprenderse en el caso de las mujeres con apuros económicos o víctimas de una violación. Además, se manifiesta muy crítico con la iglesia católica. En 2013 afirmó que no quería obispos «de aeropuerto», vividores, que buscaran el lujo y que sólo se dedicaran a los viajes oficiales; defendió, por el contrario, que los prelados olieran a oveja por estar en medio de la gente.

-¿Cuánto hay de pose y mercadotecnia política, y cuánto de ideología profunda en los planteamientos del Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano?

-Me parece importante que defendiera el derecho sagrado a las tres «T»: Techo, Trabajo y Tierra. En el Encuentro de Movimientos Populares de Roma, la gran mayoría de los presentes no eran católicos. Cuando el papa dijo que la tierra es un bien común, para quien la trabaja, y que ha de repartirse, un marxista guatemalteco de Vía Campesina, Walter, me dijo: «Joaquín, éste es más marxista que yo». ¡Di hoy en España que hay que repartir la tierra! En el III Encuentro, celebrado en noviembre de 2016 en Roma, afirmó que el capitalismo mata y que hay un «terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera». Es una persona que no tiene miedo a la muerte, si se trata de construir una sociedad mejor. Y también es muy coherente. Cuando hablas con los activistas de los movimientos populares argentinos te dicen que esto lo decía antes que fuera designado papa. «Recicladores» y «cartoneros» de Buenos Aires nos contaban que como religioso se presentaba a escuchar como uno más; asimismo hay curas que destacan la coherencia de sus discursos: siempre fue muy duro con los militares, los banqueros y los poderes fácticos.

-Destacas la importancia de los encuentros mundiales de movimientos populares…

-El papa ha cambiado los Encuentros para escuchar a la sociedad con empresarios, políticos -sobre todo de derechas- y alguna ONG, por otros con los movimientos populares. Y esto ha resultado demoledor en la Curia Romana. Hay muchos sacerdotes, obispos y seglares que están deseando que este papa «pase» ya, para volver a una iglesia triunfante y cómplice con los poderes económicos y políticos.

-A mediados de enero, mientras las élites se reunían en el Foro Mundial de Davos, un informe de Intermón Oxfam («Una economía para el 99%) señalaba que sólo ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial (3.600 millones de personas); en España tres personas acumulan el mismo patrimonio que el 30% más pobre de la población. ¿Éste es el sino de la economía mundial?

-Con el modelo de capitalismo neoliberal vigente, nos adentramos en la fractura entre el 1% que concentra la riqueza y el 99% restante de la población. La crisis económica -realmente una estafa financiera de los banqueros, con la complicidad de gobernantes y políticos- ha servido para agravar estas diferencias. Fueron los políticos quienes desregularon el sistema financiero. Como consecuencia de la «estafa», se han destruido los derechos laborales, sociales, culturales, educativos y sanitarios. Se trata del imperio del dinero, la dictadura de la codicia y de la avaricia.

-Por otra parte, ¿cómo es actualmente la relación con el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes?

-Nuestra relación es de indiferencia, «pasan» de mí y me dejan hacer, aunque se ha producido un pequeño cambio. La fotografía, que salió en todos los medios, en la que yo aparecía con la camiseta verde de «Stop Desahucios» junto al papa, no le gustó. Ocurrió en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares de 2014. Me llegó la información de que los banqueros se quejaron al obispo: «¿Cómo puede ser esta imagen?», vinieron a decir. Además alguien del BBVA en Murcia telefoneó al obispado cuando ocupamos una de las sucursales. Exigían que el cura Joaquín Sánchez desistiera de su actitud, pero la respuesta del secretario del Obispo fue que se trataba de una cuestión personal, y no de un posicionamiento de la iglesia.

-¿Qué tiene que decir la iglesia católica sobre el viaje el pasado 15 de enero del monarca Felipe VI a Arabia Saudí, en cuyo orden del día figuraba la venta de cinco corbetas al país del Golfo por valor de 2.000 millones de euros? Las naves podrían utilizarse en la guerra de Yemen, donde según Naciones Unidas han muerto 7.000 personas desde que en marzo de 2015 se iniciara el conflicto.

-Escribí un artículo en el diario La Opinión de Murcia donde afirmaba que me parece un viaje indignante e inmoral. Ademas, viaja acompañado de treinta empresas, las que han arruinado la economía española y generado la deuda. Y con el fin de establecer negocios con un país que ha creado al Estado Islámico, lo fomenta con armamento, dinero e infraestructuras de Internet. Un país, Arabia Saudí, donde se violan de manera flagrante los derechos humanos, se condena a muerte a las personas homosexuales y se corta las manos a los penados por robo; también se propinan latigazos a los obreros que no cumplen con los ritmos laborales. Es un país de un integrismo religioso brutal.

-¿Te consideras un sacerdote republicano?

-Sí, porque la monarquía se fundamenta en una tradición no democrática, sin ninguna representatividad y además no responde ante el pueblo. Me hubiera gustado que el rey Felipe VI viajara con sindicalistas y defendiera los derechos humanos. Me considero republicano, pero creo que a la III República habría que imprimirle un contenido social. Porque Estados Unidos, China, México, Nigeria o Serbia se declaran asimismo repúblicas…

-En el libro «Fidel Castro y la religión. Conversaciones con Frei Betto», afirmaba el Comandante: «Ese precepto de amor al prójimo del que habla la Iglesia, creo que se aplica y se instrumenta de manera muy concreta en la igualdad, en la fraternidad y en la solidaridad humana que plantea el socialismo, y en el espíritu internacionalista». ¿Qué opinas de Fidel Castro?

-Valoro mucho la figura de Fidel Castro, me parece muy interesante. Se trata de un dirigente, aunque con sus sombras, muy condicionado por los Estados Unidos. Le amenazaron con invasiones y han intentado asesinarlo centenares de veces. Un misionero latinoamericano decía en una charla que toda América Latina se encuentra bajo la influencia de Estados Unidos, sin libertad para crecer. Y es cierto. Aprovechan cualquier coyuntura para desestabilizar… Por otro lado, es cierto que en cuanto a justicia social existe una gran sintonía entre el cristianismo y el comunismo. Cuando estudiaba Teología, un profesor explicaba que era una pena que Marx no hubiera conocido la Teología de la Liberación. Considero que el análisis marxista es en gran parte válido para la interpretación de la realidad. Lo que más me interesa, es el peso de la infraestructura y la Economía, que condicionan fuertemente la ideología.

-Además del activismo, te dedicas a escribir novelas…

-En 2004 «La vida, un éxodo» y dos años después «Una carta de Dios». El último libro, «En la fragilidad de la vida», aborda la precariedad de la existencia humana. Actualmente preparo un libro de conversaciones con el teólogo y filósofo Bernardo Pérez Andreo, en el que vamos respondiendo a diferentes preguntas.

-¿En qué personajes de relieve histórico te inspiras para participar en las luchas sociales? ¿Qué «mensaje» resaltas de Jesús de Nazaret?

-Creo que la justicia y la ternura caminan juntas. Los verbos «amar» y «luchar», también. De lo contrario, no tenemos nada que hacer. Pongo siempre el ejemplo de Nelson Mandela, que tras 27 años en la cárcel y cuando todo el mundo le reclamaba venganza, entendió que el verdadero camino consiste en la reconciliación y la justicia social, porque quería a su pueblo. O Marcos Ana, el preso con más años en las cárceles franquistas, un gran luchador que no quiso con más de 80 años perder ni un ápice de su vida en la venganza. Recomendaría sus libros «Vale la pena luchar» y «Decidme como es un árbol». Para mí, la gran «trilogía» está formada por Gandhi, Martin Luther King y Jesús de Nazaret. Cuando Jesús sale a la vida pública, afirma que quiere ser una buena noticia para los pobres, lo que implica una ruptura con los ricos. Arremete contra los fariseos y los escribas que utilizaban la figura de Dios para explotar al pueblo y vivir de él. Además, se enfrenta abiertamente contra los poderes económicos, políticos y militares por la defensa del ser humano. ¿La parte que más me gusta del Evangelio? Las Bienaventuranzas, ya que implican un proyecto social muy hermoso y basado en los principios de paz, bondad, justicia y pobreza.

-Has visitado en los últimos años dos campos de refugiados en Grecia: el de Katsikas, en 2015; y el de Ritsona, en dos ocasiones durante 2016. ¿Qué destacarías de la experiencia?

-En los campos de refugiados griegos -que yo llamo de concentración, por sus condiciones inhumanas- compartí la vida con ellos, gente hospitalaria y acogedora que pone en común lo poco que tiene. Casi todos venían de la ciudad siria de Alepo; y también me encontré con refugiados iraquíes y palestinos, en este caso algunos huían de diferentes guerras. Me llamó la atención, sobre todo, la mirada perdida, triste y sin esperanza, también en los niños. Te contaban cómo en Alepo padres e hijos se abrazaban para morir juntos cuando caían las bombas. O padres que sacaban a sus hijos de los escombros y menores despanzurrados por los bombardeos, sin hospitales ni atención cercana para evitar el sufrimiento. Te explicaban además cómo operaban las mafias. Otra de las cosas que afirmaban es su dolor respecto a Europa, y mencionaban a «Germany», país al que pretendían llegar. En los campos de concentración malvivían con pésima comida, poca agua, escasa atención sanitaria y sin ningún tipo de información. Son campos que se han convertido en permanentes. Los refugiados han visto que los gobiernos no los quieren y, por ello, se da la circunstancia de que algunos quieren volver a Siria. Les duele mucho, además, que en ocasiones se les considere «terroristas».

-Pides trasladar un «mensaje» final, ¿de qué se trata?

-Ante la mentalidad de que nada se puede cambiar, tengo la experiencia compartida de que pueden pararse desahucios, ayudar a los refugiados y conseguir derechos para los trabajadores; pido que no nos convirtamos en cómplices de este mundo con la indiferencia, que sepamos unirnos sin pedir el carné ni el tipo de militancia. Para mostrar que somos compañeros de lucha y caminamos codo con codo, estoy afiliado a tres sindicatos: Comisiones Obreras, UGT y el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la Región de Murcia (STERM). Porque otro mundo es posible, además de necesario e imprescindible. Y hay gente que no puede esperar.

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