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En el 60 Aniversario de la derrota del fascismo

Paisaje antes y después de la batalla

Fuentes: Rebelión

Bajo el código secreto Overlod tropas británicas, canadienses y norteamericanas desembarcaron el 6 de junio de 1944 en las costas francesas para crear el II Frente contra la ocupación hitleriana. El desembarco de Normandía se convirtió, desde entonces, en el símbolo occidental de la derrota del nazi-fascismo. Sin restarle importancia a la acción debe advertirse […]

Bajo el código secreto Overlod tropas británicas, canadienses y norteamericanas desembarcaron el 6 de junio de 1944 en las costas francesas para crear el II Frente contra la ocupación hitleriana. El desembarco de Normandía se convirtió, desde entonces, en el símbolo occidental de la derrota del nazi-fascismo. Sin restarle importancia a la acción debe advertirse que fue muy tardía y tan sobredimensionada que durante muchos años los estadounidenses -y uno que otro ingenuo- creyeron que ellos solos habían ganado la II Guerra Mundial. En otras partes se afirmaba, que fueron las dos bombas atómicas lanzadas sobre Japón las que decidieron la contienda.

Tales presunciones justificaban que Estados Unidos emergiera del terrible episodio como el héroe con sobrados derechos para establecer sus determinaciones sobre los demás. Europa, humana, material y psicológicamente quebrantada, tuvo que pagar por los yerros de sus imprevisiones prebélicas y someterse al nuevo poder mundial que les quitó potestades políticas y financieras.

Las metrópolis se quedaron sin sus habituales prerrogativas, aunque supieron dejar en las antiguas colonias, establecimientos económicos que les garantizaran suministros ventajosos y ganancias preferenciales, aparte de ciertos influjos hasta el presente. Pero no han podido reconquistar las ansiadas credenciales de una autonomía política plena, pues EE.UU., el vencedor, frena cualquier intento europeo de liberarse del tutelaje que padece desde hace seis décadas, haciendo prevalecer una superioridad militar que hoy es muchísimo mayor que sen los años 40. La identidad ideológica a los dos lados del Atlántico, por supuesto, influye también en esa subordinación que, a pesar de ello, el Viejo Continente preferiría no padecer.

CAUSAS Y EFECTOS

Se tiene como inicio de la guerra al primer día de septiembre con la invasión de Polonia, pero para esa fecha los nazis ya habían ocupado Austria (marzo, 1938) y Checoslovaquia (un año después) en tanto que Italia tenia en sus manos Etiopía, Eritrea y una parte de Somalia desde 1935 y comenzaron la ocupación de Albania cuando Hitler se hacía de Bohemia y Moravia en mayo del 39 (4 meses antes de agredir territorio polaco) y desde 1931 Japón había usurpado la Manchuria China, con lo cual tuvieron en jaque desde entonces al Ejército Rojo dada la extensa frontera entre las dos naciones y las discrepancias permanentes en ella.

De otra parte, las tropas de Franco entraron en Madrid dando mal fin a la guerra civil que contó también con la participación de los fascistas italianos (Ej: batallas de Málaga y Santander) y de los nazis alemanes (el salvaje bombardeo de Guernica, localidad vasca destruida por la Legión Cóndor el 26 de abril de 1937).

Nunca podremos saber si los republicanos españoles hubieran ganado el pulso a sus adversarios sin la amplia asistencia ajena que recibieron los ultraconservadores y bien poco probable es que tampoco se sepa si la sangrienta epopeya que abarcó a todo el Viejo Continente, parte de África y de Asia, se habría evitado si los gobernantes del período hubieran pensando con horizonte ancho y voluntad sana. Me refiero a la negativa de Gran Bretaña, Francia, Checoslovaquia y Polonia a hacer pactos con la Unión Soviética, de una parte y de otra, el aislacionismo estadounidense que les tuvo al margen de la tragedia hasta tanto les acomodó.

A lo largo de un lustro Moscú hizo un serio esfuerzo para articular una política de seguridad colectiva a partir de la Sociedad de Naciones y realizó insistentes gestiones con el fin de lograr disposiciones conjuntas que atajaran las sucesivas agresiones de los países. Winston Churchil, al contrario, pretendía que la política expansionista y anticomunista del III Reich fuera contra la URSS, porque le mortificaba su sistema y adicionalmente debido a una especie de represalia o continuidad de la guerra de Crimea, (1853-56) cuando la Rusia zarista frenó el expansionismo británico hacia la Transcaucasia y otras regiones petroleras.

En distintos momentos hubo conciliábulos entre las naciones occidentales y los hitlerianos con el propósito de que la extraordinaria maquinaria bélica creada por Hitler sirviera para eliminar al adversario de doctrina distinta. Cuando en el verano de 1938 los alemanes exigieron la región de los Sudetes checoslovacos, desde el Kremlin se ofreció ayuda a Praga e instaron a Gran Bretaña y Francia para, de conjunto, frenar los intentos del régimen nazi. Los gobiernos de esas dos naciones prefirieron entregarle la pieza checa a Hitler en el supuesto de que con ese bocado no exigiría otros. El 29 de septiembre de 1938, Italia, Francia y Gran Bretaña firmaron el Pacto de Munich para legitimar la usurpación de ese territorio, en ejercicio de una errónea política de apaciguamiento que desde entonces figura en la historia como emblema del riesgo y la nulidad que genera transigir ante ciertas ambiciones para preservar las propias..

Aquel desliz recuerda los del siglo recién iniciado, cuando también con pretextos artificiales, y al margen de la ONU se cometieron barbaridades como los bombardeos contra Yugoslavia o se le dio curso a guerras de pillaje ( Afganistán, su gas. Irak, el petróleo) por parte de un gobierno tan imbricado con su dispositivo empresarial que es difícil establecer dónde comienza o concluye cada uno. Trabajan a favor de firmas parasitarias que hacen de la muerte un negocio. Son funcionarios que emplean los recursos oficiales para beneficio propio o de pocos. Tienen en el fascismo un antecedente , un modus operandi ya experimentado que les facilita la ocupación de territorios ajenos con pretextos falsificados hasta la indecencia. No otra cosa hace el gabinete Bush.

Esta mezcla de intereses tiene chocantes analogías. Según cuentan los propios historiadores germanos, en 1945 la fortuna de la industria alemana era 17 veces mayor que la registrada en 1939. Semejante resultado dentro de condiciones tan anormales solo fue posible porque los grandes capitales se vieron beneficiados por el régimen nazi con los encargos del avituallamiento previo y posterior a la contienda y porque les ahorraron el monto de los salarios con el uso de 12 millones de trabajadores forzados judíos, polacos, ucranianos y rusos, entre otros. Ganancias netas. Costos de producción abaratados. Ventas al por mayor y sin regateo.

En la práctica Hitler creó un Estado Corporativo o Empresarial, dada la fusión entre los linajudos empresarios y un gobierno que les mimó para lograr sus propios objetivos. Son leves las diferencias entre ese proceder y el actual impulsado por los neoconservadores norteamericanos, quienes ni siquiera tienen los subterfugios alemanes, quienes perdieron la guerra del 14 y se quedaron ansiosos por reponerse y tomar desquite .

Mientras los empresarios germanos lograban riquezas centuplicadas, al otro lado del Atlántico ocurría algo parecido entre sus iguales estadounidenses. Aunque el crack del 29 llevó a una depresión global, Estados Unidos, el epicentro de ese desastre expandido a todo el orbe, producía más de la mitad de todos los bienes y servicios del planeta al término de la II G.M. De modo que en el tiempo que duró la matanza se convirtió en una potencia mundial. Fue fácil. El territorio norteamericano no sufrió daño alguno por el conflicto. Europa se vio precisada a comprarle todo tipo de artículos puesto que sus propias industrias estaban destruidas o pasaban a manos invasoras.

Recuérdese que EE.UU. se había declarado neutral y solo avanzado 1941 fue que el Congreso aprueba «vender, prestar o arrendar suministros militares a cualquier país cuya defensa fuera vital para la seguridad de Estados Unidos». Hasta entonces la posición del gobierno fue aislacionista y restrictiva, incluso negándose a suministrar armamento a Gran Bretaña o a cualquiera de los países afectados. El ataque nipón a Pearl Harbor en diciembre de ese mismo año fue empleado como pretexto para un conveniente ingreso a la contienda cuando los sucesos les garantizaban más ventajas que perjuicios.

DEMORANDO EL FIN

La declaración de guerra a Alemania y su posición indemne cuanto Europa sufría serias afectaciones, le daba ventajas a Washington y le permite hacerse de un sitio preponderante en la política mundial con el cual no contaba antes. Su ingreso al grupo aliado con pertrechos y tropas, hizo que su criterio fuera concluyente en la decisión sobre la fecha de apertura del II Frente.

Coincidían con Churchill, quien estuvo jugando todo el tiempo con dos bazas con respecto a la URSS, (primero procurando que el poderío alemán la aniquilara, luego en busca de que si emergía de la contienda fuera lo suficientemente lastimada como para que no poder convertirse en paradigma imitable) En octubre de 1942, (cuenta el historiador ruso Valentín Falin) cuando todavía no había comenzado nuestra contraofensiva del 19 de noviembre en Stalingrado, Churchill dijo: «Tenemos que parar a esos bárbaros en el Este, lo más lejos posible». Por entonces Gran Bretaña y EE.UU. estaban enlazados a Moscú en lo que se supone era una alianza antifascista .

«Si nuestros aliados hubieran cumplido con honestidad su deber, si se hubieran atenido a los compromisos asumidos ante la Unión Soviética en 1941, 1942 y en la primera mitad de 1943, la guerra habría terminado ese año» No lo hicieron y la prolongación casi 24 meses por encima provocó entre 10 ó 12 millones de víctimas, tanto del bando soviético, como del resto, sobre todo en las zonas de la Europa ocupada.

Se conservan varios memorándums de Eisenhower dando cuenta del esfuerzo hecho por militares estadounidenses honestos, que intentaron persuadir a Roosevelt sobre la conveniencia de abrir antes ese frente con el cual se acortaría la contienda, pero los conservadores de aquella época se opusieron. No querían involucrarse para seguir ganando sin pérdidas. Los ultras de hoy ordenan guerras preventivas para hacerse de fuentes energéticas y acuíferas, con muy parecido sentido comercial y similares afanes de superioridad.

En 1943 al término de la exitosa batalla de Kursk, Washington y Londres examinaron la posibilidad de usar la coalición antihitleriana para formar un eje con los generales nazis y redirigir, fortificada, la guerra contra la Unión Soviética. Hay pruebas sobre la perversa conducta británico-estadounidense, que revelan, cuando menos, el oportunismo rampante que padecieron y les aflige, pues, según parece, es una enfermedad crónica de la cual no están interesados en sanar los supuestos salvadores de entonces y los hipotéticos cruzados de la democracia en la actualidad.

Los jerarcas del Pentágono o el gabinete mismo actuaron todo el tiempo con escasa generosidad y a veces con total cinismo. Cuando las tropas estadounidenses se acercaban a París estaba en su apogeo la sublevación civil auspiciada por los comunistas franceses. Los libertadores yanquis simplemente esperaron ¿a qué los alemanes liquidaran a los miembros de la resistencia? Si hubieran acudido en su ayuda quizás la cifra de gente inmolada (entre 3 y 5 mil personas) sería inferior, pero aplazaron su triunfal entrada en la Ciudad Luz, hasta que los rebeldes lograron ganar la partida a los alemanes.

Hechos de esta naturaleza, entre diferentes experiencias negativas que vivió durante el tiempo en que encabezara el movimiento de resistencia galo, hicieron que Charles de Gaulle desconfiara de los dirigentes norteamericanos e intentara que Francia se mantuviera lo más independiente posible (sobre todo en lo militar) cuando concluye la contienda. De Gaulle no era un hombre de izquierdas, pero supo cuán mezquinos podían ser estos ocaasionales socios.

En lo que respecta a la URSS ni siquiera les daban datos de inteligencia para evitar bajas a un ejército teóricamente aliado que logra en agosto de 1942, dar el viraje sustancial a la guerra en Stalingrado, cuando el VI Ejército alemán, con 200 mil efectivos, capitaneado por el general Friedrich von Paulus, tuvo que rendirse. La fecha para abrir el II Frente tuvo que ver con esa histórica batalla pues tanto norteamericanos como británicos se dijeron que las pérdidas humanas y materiales soviéticas eran enormes a pesar del éxito alcanzado.

Entrando justo en ese momento en operaciones, podrían hacerse cargo de liberar lo mismo a la parte occidental que a los países del centro y del este de Europa. No querían que Moscú se les adelantara, aunque fuera preciso robarse méritos ajenos o falsificar la realidad. Desde luego, sufrieron inesperados chascos. Uno de ellos, el desenlace triunfal para Moscú que tuvo la Batalla de Kursk y la propia toma de Berlín.

SECRETOS DEVELADOS

Las zancadillas se mantuvieron durante el resto de la contienda y después, en los pactos rotos y hasta en Nuremberg, a la hora de juzgar a los asesinos de 55 millones de seres humanos, casi la mitad ciudadanos de la Unión Soviética, escenario, en definitiva, de la mayor parte de tan larga contienda. Aún cuando las más relevantes relaciones entre los nazis y la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, antecesora de la CIA) se mantienen en secreto al cabo de 60 años, hay documentos desclasificados con pruebas sobre esos vínculos, demostrativos de que no se limitaron a encuentros fortuitos con altas personalidades del III Reich en procura de acuerdos para capitular a espaldas de Hitler. Hubo otros hechos muy sórdidos.

Poco antes de que los soviéticos llegaran a la famosa y secreta región de Peenemünde, los norteamericanos sacaron de allí 400 toneladas de cohetes y material técnico diverso. De igual forma trasladaron a 118 científicos alemanes con sus familias hacia Estados Unidos con el mayor sigilo. Overcast fue el título dado a esta furtiva operación realizada para reclutar científicos nazis especializados en investigación nuclear y procesamiento del uranio, aeronáutica, guerra biológica y química. El clásico robo de cerebros llevado al colmo de la falta de escrúpulos.

Resultado: 642 científicos y especialistas muy relacionados con el régimen nazi fueron llevados hacia empresas norteamericanas o involucrados en proyectos oficiales, como la confección de la bomba atómica, con la cual consolidaron el poder económico que ya poseían y les permite timonear a su gusto los derroteros mundiales mediante el chantaje nuclear.

Por la Ruta de las Ratas, y con ayuda gubernamental norteamericana, altos oficiales, jefes de campos de concentración y gran cantidad de morralla fascista fue conducida también hacia Latinoamérica, donde después asesoraron a los regímenes militares del cono sur junto con los expertos estadounidenses que enseñaron el uso de la picana eléctrica y otros métodos de tortura, hicieron desaparecer virtualmente a una generación completa

¿FUERA DE PELIGRO?

La amenaza no ha desaparecido. Existe en estado casi puro en el Partido Nacional Democrático de Alemania (NPD), cuyos dirigentes se presentan como herederos legítimos de Hitler. Ese es uno de los 169 grupos ultraderechistas con potestad para participar en las elecciones u obtener escaño parlamentario. Practican la xenofobia violenta y prueban fuerzas con diferentes actos para deformar la rememoración de lo provocado por la nazi-fascismo. El gobierno alemán intenta desactivar las bases legales que permiten asiento a ulceraciones políticas irreversibles de este tipo, pero con poco éxito.

Si el apartheid fue una expresión de sobrevivencia permitida del ideario fascista, en no menor linaje clasifican los grupos supremacistas estadounidenses y arcaicos y perturbadores conceptos raciales de los cuales son disimulados portadores quienes en la cúpula misma del poder propician el pensamiento único y recursos de anexión encubierta, como el ALCA.

Los crímenes cometidos por las dictaduras que actuaron hasta la primera mitad de los 80, con tutela e incluso subvencionadas por Washington, siguen sin castigo.

De entonces a la fecha no han cesado de presentarse, con diferentes nombres, grupúsculos extremistas de gran influencia sobre jóvenes y marginados por la pobreza que son un perfecto caldo de cultivo para el resentimiento que conduce a violar cualquier barreras ética.

La displicencia o los excesos de eso que llaman democracia pero que la deforman, producen resultados alarmantes. Lo prueba la insensibilidad mostrada por el hijo menor del heredero de la corona británica, quien asistió a una fiesta de disfraces con un uniforme del Afrika Korps y un brazalete con la cruz gamada.. Otros linajudos de su medio concurrieron con trajes de las tropas de asalto nazi.

También en los países del Este los neofascistas tienen rostro: Los ultras de Autodefensa de la República de Polonia y la Liga de las Familias Polacas. Algo difícil de creer: existen entidades extremistas de parecido corte en el espacio postsoviético.

Exponentes permitidos son Haider en Austria o Jean-Marie Le Pen, en Francia, líderes respectivos de la ultraderecha que han accedido a cargos o estuvieron a punto del máximo encumbramiento, por eso que llamo excesos que deforman la democracia.. En línea se incluye al asesinado holandés Pyn Fortuyin, quien, como otros ultraconservadores actuales empleara los males del capitalismo moderno para fomentar rencores irrazonables y extremismos que parecían olvidados.

Desde sus orígenes, el fascismo fue una ideología formada de fragmentos filosóficos reaccionarios generadores de racismo y de un odio disparatado hacia segmentos humanos que consideran inferiores. Desde negros o judíos hasta, árabes, indígenas, homosexuales o minusválidos.

Si detrás de esa «ideología» antes hubo el deseo de controlar el mundo, ahora se empeñan en hacerlo pero acaparando sus mejores recursos y para lograrlo tienen a las trasnacionales como ayudante y un enemigo sin rostro, pero muy conveniente: el terrorismo. La supuesta lucha para combatirlo.

PARA FINALIZAR:

El segundo gran conflicto mundial comprometió a 1 700 millones de personas de 61 países y provocó cambios territoriales. Polonia fue reconformada siguiendo las orillas del Oder-Neisse; de modo que Alemania se queda sin la Prusia Oriental. Italia perdió su imperio colonial y Japón sus conquistas, en tanto China pudo recuperar buena parte de las zonas que le usurparon. La península coreana fue dividida y su segmento sur pasa a tutela de EE.UU., país que, además, se hizo de otros sitios estratégicos en el Pacífico.

Los cambios de los años 90,-que triste saberlo- crearon mayor fragilidad y divisiones . Yugoslavia, un solo país que con fuerzas populares se liberó de italianos y alemanes, es un espacio formado ahora por cinco repúblicas. Una, Bosnia-Herzegovina, se mantiene ocupada por tropas extranjeras y allí existe un extraño gobierno que funciona como tres países separados. Serbia tiene casi perdida la provincia de Kosovo, asunto decidido por los bombardeos en 1999, tal como los de la OTAN sobre Bosnia cambiaron el curso del enfrentamiento civil.

La URSS, que tan decisivo papel jugara entre el 39 y el 45, logró reconstruirse y avanzar de manera increíble en la postguerra pero sufrió una implosión que la transformó en 15 naciones, algunas más que dispuestas a cumplir el sueño británico- estadounidense contra el otrora coloso.

El Viejo Continente pudiera convertirse en un saludable contrapeso del hegemonismo norteamericano y auspiciar la muy necesaria multilateralidad de la que se carece. Pero no lo quiere o no sabe hacerlo.