Palestina En Gaza la sangre de los niños corría simplemente, como sangre de niños. Miles y miles de personas hemos reaccionado frente al horror gritando indignados y unánimes: no es una guerra, es un genocidio. Mientras, en la hipócrita versión mediática del juicio de Salomón, los niños palestinos que apedrean tanques de la más alta […]
Palestina
En Gaza la sangre de los niños corría simplemente, como sangre de niños. Miles y miles de personas hemos reaccionado frente al horror gritando indignados y unánimes: no es una guerra, es un genocidio.
Mientras, en la hipócrita versión mediática del juicio de Salomón, los niños palestinos que apedrean tanques de la más alta tecnología, aparecen caricaturizados para imagen pública occidental como los hijos de hombres y mujeres que, habiendo nacido de progenitores terroristas árabes militantes de Hamás, deben ser portadores de algún ‘gen’ que les empuja al ejercicio de esa brutal violencia.
La amenaza que supone para el Estado de Israel la presencia de «organismos patógenos» susceptibles de extender a nivel mundial la epidemia de la lucha por la dignidad hasta sus últimas consecuencias, obliga al abandono de la tradición judeocristiana del juicio justo, sustituido por las bombas de fragmentación, el fósforo blanco, asesinatos selectivos, muros, check points, hostigamientos, detenciones arbitrarias, destrucción de casas, hospitales, escuelas, cultura, universidades.
Esa es la lección aprendida y enseñada por el sionismo en y tras la II Guerra Mundial: justificar la práctica de la eugenesia sobre aquellos pueblos incapaces de renunciar a su memoria histórica, como el pueblo palestino, el español, sudafricano, los mayas guatemaltecos, timoreses… o saharauis.
Bruselas
Sami Naïr, hace poco en la prensa, alertaba sobre la tímida condena de la Unión Europea frente a un episodio más del genocidio que sobre tierra Palestina practica el Estado de Israel y sobre la inacción cómplice de la comunidad internacional. ¡Qué lacerante el puñal de silencio clavado en el corazón de Sabra y Shatila y Jenin! En Gaza, cárcel al aire libre, los verdugos se autoproclaman víctimas de guerra mientras torturan a la población indefensa.
El periodismo de guerra diseñó la etiqueta «conflicto palestino-israelí» para vendernos el robo sangriento de tierras como si de una marca publicitaria se tratara. Y les reporta buenos resultados, entre otros, enseñarnos a olvidar pronto a los muertos.
En el post-estado del bienestar está pasado de moda ocultar hechos o datos. La dominación ideológica se ejerce ahora mediante el acto público de renombrar lo que nos pasa con el bombardeo incesante de eslóganes.
Acostumbrados a pensar en términos de marca, consumimos danones, disciplina fiscal, cocacolas, acuerdos de paz, matutanos, convenios bilaterales y malboros, etiquetas todas que contienen el valor añadido de la violencia sistémica. Las marcas se agregan al lenguaje cotidiano como los transgénicos, esterilizan los contenidos y neutralizan el debete.
Naïr señala que tras la guerra del Golfo (1990-91), capítulo anterior de la subsiguiente promovida por los retratados en las Azores, los acuerdos multilaterales abiertos en la Conferencia de Madrid sobre Palestina (1992), trajeron consigo que la cuestión palestino-israelí dejara de ser competencia de la ONU.
Los gobiernos Usamericanos presionaron para que el conflicto entrara en la vía de resolución mediante «acuerdos bilaterales». Y la Unión Europea transigió en lo que Israel y Estados Unidos pretendían: subordinar los «acuerdos de paz a cambio de territorios» a la seguridad de Israel, que ni define sus fronteras ni ceja en su diseño colonizador de las tierras palestinas. Extender la represión total sobre el territorio sólo era ya una cuestión de tiempo sujeta a los vaivenes electoralistas.
Naïr aboga por resituar el conflicto en el contexto del Derecho Internacional volviendo a la legitimidad de la ONU. Es decir, Conferencia del Consejo de Seguridad, Cascos Azules en el territorio y plazos de negociación para la seguridad mutua. Y en consonancia, la Unión Europea debería suspender los acuerdos económicos si no se respeta la legalidad internacional.
Pero resulta que esta Institución, de muy dudoso carácter democrático, representa a la Europa de los mercaderes y del libre comercio en tiempos de crisis. La imposición de la austeridad, la disciplina y la responsabilidad fiscal para que los recursos públicos se usen prioritariamente para pagar las ganancias que deja de percibir el sistema financiero, tiene un nombre: robo con violencia a los ciudadanos de la Unión.
Recordemos de paso que con la Directiva de Retorno para Inmigrantes Indocumentados, recientemente aprobada en Europa, la restricción y vulneración de derechos civiles y políticos ya es también moneda común, mientras que los derechos sociales y económicos cotizan en bolsa.
La Unión Europea se ha transformado en un organismo transgénico y parasitario que sólo puede producir parásitos, en palabras llanas, ladrones. ¿Podrá este ladrón convencer a su vecino, ladrón también, además de asesino, que deje de robar o matar?
Marruecos
Como los poderosos de la U.E. no están dispuestos a que el movimiento por la supervivencia de la ‘nueva plebe’ del siglo XXI estalle en sus propias fronteras y les ensucie el jardín de su edén, ni tampoco hacerse corresponsables del daño colateral de la industria postcolonial del hambre, han optado por solucionar este problema doméstico recurriendo, para algunos casos, a la teoría del choque de civilizaciones.
En este gueto en el que vivimos los ciudadanos con papeles del espacio Schengen, vienen fabricándose falsas y peligrosas imágenes de nosotros mismos sobre la base de un enemigo interno, los inmigrantes. Y de otro externo, los árabes.
Las marcas publicitarias «sin papeles» y «árabes» rezuman el lenguaje del racismo y la xenofobia, del estigma, la separación y el enfrentamiento social y cultural. Estas marcas se usan con mucha profusión y sutil sinonimia en el juego de malabares político. Así, cuando nos hablan de África, dan por sentado que los países que la componen, muchos, son estados fallidos, incapaces de controlar a su población.
Por eso hay que crear estados de opinión favorables hacia aquellos países africanos dispuestos a limpiar las cloacas de Europa. Por eso Marruecos es el paradigma a imitar y el Estado a cuidar y proteger: su gobierno de sumisos poceros está dispuesto a sumir en la más venerable mierda a los súbditos de Mohamed VI.
El acuerdo hispano-marroquí sobre el control de las pateras dicen que funciona. Qué más da que los subsaharianos sean abandonados a su suerte en medio del desierto, o tiroteados en la parte marroquí de las vallas fronterizas por la policía. Ya habrá ocasión de educarles en los derechos humanos mediante acuerdos económicos, que dan mucho juego mediático a la hora de hablar sobre modernidad y multiculturalismo a un lado y otro del estrecho de Gibraltar.
Porque los mercaderes europeos, por tradición histórica, continúan interesados en seguir extrayendo los bienes naturales africanos a precio de la actual «crisis». La monarquía alauita, al igual que los artificiales estados petroleros del Golfo en otro contexto, son un par de goznes sobre los que se articula aún la dependencia poscolonial de occidente. Marruecos ha optado por un camino de subordinación a los dictados del poder del capital transnacional que tarde o temprano les pasará la factura.
No obstante, para el caso del Sahara Occidental y Palestina, con procesos históricos y socio-políticos independientes y no asimilables, hay que recordar y seguir aprendiendo que son aun cuestiones estrictamente coloniales sin resolver y de inaplazable solución.
El Sahara Occidental
Como entre ladrones impunes anda el juego democrático, el robo del Sahara tiene la peculiaridad de venir publicitado mediante el uso del lenguaje de la razón cínica. Todos y cada uno de los términos reseñados por Sami Naïr para el caso de Palestina, son aún mucho más evidentes y claros para su aplicación en el caso del Sahara Occidental. Conscientes de ello, nuestros gobernantes nacionales y comunitarios están tensando hasta un límite insoportable la frágil cuerda sobre la que se sostiene la existencia del pueblo saharaui.
La firma del acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos es un robo impune en tanto no se produzca la descolonización del Sahara occidental. Es por eso que el pueblo saharaui, a través del Parlamento de la RASD, ha tomado la decisión de defender sus intereses nacionales en litigio decretando una Zona Económica Exclusiva en aguas del Sahara occidental.
Pero lo más cínico y políticamente inmoral es la actuación del Gobierno español, primer concausante de la situación de refugio, exilio y ocupación en la que viven los saharauis. Ochenta y un países reconocen a la RASD, desde Afganistán, a Venezuela, pasando por Guatemala. ¿Hasta cuándo vamos a seguir castigando al pueblo saharaui al ostracismo y el ninguneo?
De todos es sabido que en el desierto más inhóspito de África, la hamada, el pueblo saharaui ha sabido con inteligencia, perseverancia, resistencia e imaginación, construir la República Árabe Saharaui Democrática y transformar la ayuda humanitaria en hospitales, escuelas, cultura viva… En los campamentos de refugiados día a día crece la esperanza y la paciencia sin agua que calme la sed de justicia, pero también hierve la sangre de indignación y sentimiento de abandono frente a un futuro cuyo horizonte de vida es un adobe fabricado con arena prestada. La RASD es un Estado despojado de su tierra. Y la desea y ama, como saben amar los hijos de la nube, en cualquier momento y lugar.
Aunque la comunidad internacional mire para otro lado, conocemos de la represión, asesinatos, presos políticos y desaparecidos saharauis en los territorios ocupados. Las denuncias sobre el sistemático incumplimiento de los derechos humanos por parte de las autoridades marroquíes son diarias, como diarias las banderas de la RASD que ondean en el Aaiún, Dajla, Smara, Tan-Tan, Marrakech, Casablanca, Rabat, … y hasta en las pateras que llegan a Canarias.
Hoy mismo, 26 de enero, una delegación de la U.E. visitará Marruecos. De los cuatro días de estancia, sólo uno estará en El Aaiún. Programa de trabajo de corte institucional, calculado y medido. El tiempo es poder y dinero. Marruecos marca la pauta a seguir. Resultará difícil que esta delegación renuncie al marketing programado para llegar a la verdad de lo que allí ocurre.
El discurso de los derechos humanos voceado por quienes los violan suele encubrirse de palabras de adulación y disimulo. Para quienes ven en los derechos humanos fuentes de negocios suprimirán de sus informes palabras nada positivas, como paliza, tortura, violación, fósforo blanco, asesinatos, muros, hostigamientos, detenciones arbitrarias. Son dos caras de una misma moneda. Ambas partes, Marruecos y la Unión Europea se hermanan para el buen uso de la razón cínica.
Como viene siendo norma, dejarán en manos de sus respectivos thinks- tanks el diseño de fórmulas políticas en el marco de un posible «acuerdo bilateral sahraui-marroquí» sobre la «autonomía del Sahara occidental», por supuesto y con todo el descaro, fuera del marco de la legalidad internacional.
La razón de la justicia histórica de los pueblos que combaten por la paz ha sido asimilada a una razón de carácter terrorista que, según ellos, circula entre los habitantes de ciertos campamentos de refugiados.
Como ocurrió en Jenin. Erigido en 1953 sobre una colina rocosa al oeste de la ciudad del mismo nombre, albergó aproximadamente cuatro mil palestinos refugiados en esa ciudad, después de salir de Haifa y de las aldeas cercanas, así como de las llanuras de Marg Ibn Amer y otros poblados del llamado Triángulo. Jenín era ejemplo de heroica y prolongada resistencia, pesadilla del ejército sionista. La masacre de 2002, todavía impune, se justificó con el argumento de asegurar unilateralmente su «seguridad nacional».
Como pretenden que creamos ocurre en los campamentos de refugiados saharauis. Presión mediática para obligarles a tener que justificar su lucha. Como si no tuvieran otra cosa que hacer. Burda estratagema urdida por el país que más tiene que callar respecto al terrorismo de Estado que practica en el Sahara occidental. Mientras, la U.E., la O.N.U. y el Consejo de Seguridad discursean sobre la paz en el idioma político del chantaje y la extorsión, diseñan nuevas marcas publicitarias para los nuevos y viejos conflictos y consumen a boca llena nuestra paciencia, que ni es santa ni infinita.
Beatriz Martínez Ramírez. Club de Amigos de la UNESCO de Madrid
Fuentes usadas:
César Benjamin, Livre comércio: coisas e rótulos. Folha de S. Paulo, 23/08/2009.
URL http://www.cebes.org.br/anexos/Sobre_coisas_e_rotulos.pdf
César Benjamin, Lula e o livre comércio. (Ou a unidade dos indiscerníveis)
URL http://www.nodo50.org/cubasigloXXI/taller/benjamin_300606.htm
Ignacio Cembrero, El Polisario lanza una ofensiva contra el acuerdo de pesca entre la UE y Marruecos. El País, edición digital, 23/01/2009 URL
Pablo Neruda, Versos de España en el corazón: himno a las glorias del Pueblo en las Guerras.
Sami Naïr, La UE, Israel y el derecho. El País, edición impresa. Internacional. 25/01/2009 En El País digital, URL http://www.elpais.com/articulo/internacional/UE/Israel/derecho/elpepiint/20090124elpepiint_12/Tes