El carácter lumpenizado de la sociedad oficial del Perú se refleja directamente en la conducta delincuencial de las autoridades que gobiernan este país. Una vez es Alejandro Toledo el que llena las primeras planas de los medios de comunicación con sus actos fuera de la ley. Otra vez será Elianne Karp, la «primera dama» y […]
El carácter lumpenizado de la sociedad oficial del Perú se refleja directamente en la conducta delincuencial de las autoridades que gobiernan este país. Una vez es Alejandro Toledo el que llena las primeras planas de los medios de comunicación con sus actos fuera de la ley. Otra vez será Elianne Karp, la «primera dama» y esposa del presidente que escandalizará la opinión pública con sus actividades reñidas con la justicia y los buenos modales. Otra vez serán los hermanos, hermanas, sobrinos, sobrinas y toda la parentela del mandatario peruano que en fila india serán denunciados por conducta ilegal en los asuntos de la administración. Así sin limites en la ética o cualquier otra regla de civilidad, aparecerán parlamentarios, periodistas, empresarios, militares, jueces y hasta curas en el largo listado de corrupción, inmoralidad y manejo mafioso en la administración pública.
Ahora le toca el turno al parlamento, ese antro útil solamente para encubrir los robos y crímenes que se cometen desde el Estado. El conjunto de parlamentarios peruanos (del APRA, de Perú Posible, del Partido Popular Cristiano, de los retazos de Izquierda Unida, etc.), mediocres y sin ninguna historia política que valga la pena mencionar, provienen de un medio político lumpenizado donde rige la ley de los bajos fondos y donde no existe ninguna norma del supuesto «Estado de Derecho». Graciosamente, estos parlamentarios se hacen llamar «padres de la patria» y «legisladores» al buen estilo romano.
«Los hombres somos como burros ¿Por qué no pueden perdonarme?».
El más reciente hecho delincuencial lo acaba de cometer Leoncio Torres Ccalla, parlamentario y «padre de la patria» de las filas del partido Perú Posible que capitanea Alejandro Toledo. Este «legislador» a la peruana acaba de violar a una niña de 16 años. La joven mujer proviene de la provincia Ayaviri (Puno) y fue tentada por la oferta que le hizo el parlamentario para venir a Lima a trabajar en el Congreso. Ramón Mamani, padre de la niña informó que su hija había venido a Lima en setiembre del 2004 para trabajar en el despacho del «legislador» Leoncio Torres, quien personalmente había viajado a Puno para ofrecerle el puesto laboral.
Lo más grave de este hecho vergonzoso y humillante para una joven mujer peruana, es la complicidad del resto de los parlamentarios con el «legislador» violador. En efecto, el padre de la víctima ha contado a las autoridades judiciales que el pasado 5 de noviembre cuando se enteró del grave delito cometido contra su hija fue al parlamento para denunciar a Leoncio Torres. Ahí en el mismo vientre del antro los demás congresistas ni siquiera quisieron escucharle y apenas lo veían le daban la espalda. Incluso hubo algunos parlamentarios, que le aconsejaron que se olvidara de la denuncia en tanto ello «podía tomarse como una campaña política contraria al gobierno» y peor aún «se podría tomar como una acción psicosocial del terrorismo que aún sobrevive agazapado en el país», le dijeron en tono serio. En efecto, como dan cuenta los medios peruanos, el congresista violador, pretendió «desvirtuar la denuncia aduciendo una venganza política por parte de sus adversarios». Cuenta Ramón Mamani que lo primero que hizo al enterarse «fue buscar el apoyo de los congresistas, pero nadie me hizo caso y decidí ir a otro lugar». (Caretas, 9 de diciembre 2004). Así es la regla interna en este parlamento donde sus miembros se rigen por las leyes, no de la nación, sino del hampa, donde el criminal cubre al criminal y el ladrón encubre al ladrón, y donde la «deslealtad» se paga con la vida.
Pero ahí no termina el manto encubridor de los «pedros navajas» del Congreso peruano. Cuando, ya el escándalo se había hecho público y el mismo poder judicial había tomado el caso, el Congreso en su «honorable investidura» creyó conveniente sancionar «ejemplarmente» al «padre de la patria» violador. ¿Saben cuál fue la sanción?. El majestuoso parlamento, por mayoría de votos acordó «suspender en su cargo de parlamentario por 120 días al mencionado violador». ¡Que perdida para la nación!. ¡Cuatro meses sin la presencia parlamentaria de este honorable y digno «padre de la patria!. ¡Es increíble!. En cualquier país medianamente civilizado y donde se tome en cuenta la seguridad de la población, principalmente la del menor edad, este individuo estaría ya en prisión y alejado para siempre de cualquier cargo político. Pero como se trata de Perú, los delincuentes, los criminales, los coimeros y toda sarta de malandrines se cobijan en el parlamento y en otras instituciones oficiales de l Estado.
Torres Ccalla, trató de defenderse de la benigna pena del Congreso recurriendo a una «idea filosófica», que bien valdría la pena ponerle monumento en recuerdo de la podredumbre y la calidad moral de los actuales «padres de la patria» del Perú. «Soy hombre, dijo el violador, «y a veces el hombre actúa como burro», sentenció el gran filósofo peruano y «padre de la patria». Sólo en los medios políticos peruanos se puede pensar que los burros, tan útiles en el trabajo de carga, son violadores o algo parecidos. Damos por descontado, que si la asociación «Los Amigos del Burro», se enteran de las palabras insultantes de este congresista peruano en contra del pobre cuadrúpedo se podrían sumar al juicio contra el cínico congresista y violador. Para rematar su discurso burriquil, Torres Ccalla, ofreció para reparar e
l grave daño causado a la joven Mamani, «abrir una cuenta bancaria para la víctima». Este ofrecimiento fue rechazado inmediatamente por el padre y los abogados del la niña, que al mismo tiempo señalaron que el personaje en mención tendrá que ser castigado con una pena de 8 o 15 años de cárcel. Actualmente el caso se encuentra en la 28 Fiscalía Penal de Lima, y se espera que las autoridades, aunque sea por primera vez, actúen al margen de la corrupción y del poder político.
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