La escritora estadounidense Paula Broadwell intentó defender la decisión del general David Petraeus, con quien mantuvo una relación extramatrimonial, de destruir aldeas enteras en Afganistán en 2010. Esas acciones no solo violaban leyes de guerra internacionales, sino también anteriores disposiciones establecidas por el propio Petraeus. Pero los intentos de Broadwell de defender la imagen del […]
La escritora estadounidense Paula Broadwell intentó defender la decisión del general David Petraeus, con quien mantuvo una relación extramatrimonial, de destruir aldeas enteras en Afganistán en 2010.
Esas acciones no solo violaban leyes de guerra internacionales, sino también anteriores disposiciones establecidas por el propio Petraeus.
Pero los intentos de Broadwell de defender la imagen del general, cuya carrera llegó a su fin días atrás luego de la divulgación del affaire, tuvieron el efecto opuesto.
Petraeus entonces estaba al mando de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) en Afganistán. En septiembre de 2011 asumió como director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), cargo al que renunció el 9 de este mes debido al escándalo por su relación con Broadwell.
Como comandante de la ISAF, Petraeus autorizó que se procediera a la destrucción de aldeas en tres distritos de la sudoriental provincia afgana de Kandahar si sus habitantes no revelaban a las fuerzas estadounidenses dónde estaban ocultas una serie de bombas caseras.
Fue justamente Broadwell quien informó por primera vez en Internet que de la aldea de Tarok Kolache, en el valle de Arghandab, de Kandahar, había sido arrasada en octubre de 2010.
Las dramáticas fotografías de la localidad antes y después de ser destruida, que ella obtuvo directamente de fuentes castrenses, fueron publicadas con su artículo en el blog militar Best Defense el 13 de enero de 2011.
Las fotos y el artículo generaron una dura crítica del bloguero Joshua Foust, especializado en Afganistán.
Pero Tarok Kolache fue solo una de las muchas aldeas tomadas como objetivo en la ofensiva estadounidense en tres distritos de Kandahar en octubre de 2010.
Los comandantes estadounidenses en esos distritos habían recibido la orden de expulsar al movimiento islamista Talibán de la zona, pero los explosivos caseros en los poblados causaban numerosas bajas en sus fuerzas.
Como comandante de la Fuerza de Tareas Combinada I-320, el teniente coronel David Flyn era responsable de varias aldeas en el valle de Arghandab, incluyendo a Tarok Kolache.
A comienzos de febrero de 2011, Flynn reveló a Spencer Ackerman, del blog Danger Room, que una vez que recibió la suficiente información de inteligencia sobre los explosivos ubicados en Tarok Kolache, adoptó un plan para destruir la aldea.
El plan establecía en primer término el uso de proyectiles especiales para limpiar campos minados, que destruyen todo lo que se encuentre en un área de 90 metros cuadrados. El segundo paso era lanzar un bombardeo aéreo sobre el poblado.
Las fuerzas estadounidenses completaron la destrucción el 6 de octubre de 2010, lanzando 25 bombas de más de 900 kilos cada una en lo que quedaba de la aldea, según contó Flynn.
En una entrevista para el periódico británico Daily Mail casi tres semanas después de que Tarok Kolache fuera arrasada, Flynn reveló que también le había advertido a los residentes de Khosrow Sofla que si no le informaban la ubicación de los explosivos caseros dentro de unos días, su aldea correría la misma suerte.
Flynn luego confirmó esta información a Ackerman.
La táctica aparentemente tuvo éxito. La periodista Carlotta Gall informó en el diario estadounidense The New York Times el 11 de marzo de 2011 que, luego de ver lo que había ocurrido en Tarok Kolache, los residentes de Khosrow Sofla contrataron a un excombatiente islámico para que desactivara los explosivos que había en su aldea.
En su biografía de Petraeus, Broadwell cita lo que respondió Flynn cuando el jefe de la aldea de Khosrow Sofla le informó que las bombas caseras habían sido desactivadas: «No habrá topadoras ni castigo masivo. Ya fueron castigados por el Talibán».
Esto confirma que, deliberadamente, la destrucción de Tarok Kolache fue un castigo colectivo a los residentes, y a su vez fue utilizada para intimidar a los habitantes de Khosrow Sofla, ambas prácticas estrictamente prohibidas por el Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra, de 1949.
El artículo 33 señala: «Están prohibidos los castigos colectivos, así como toda medida de intimidación o de terrorismo».
La destrucción de la aldea también contravino un principio central de la guía de contrainsurgencia, adoptada por el general Stanley A. McChrystal cuando se convirtió en principal jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, en 2009.
«Destruir un hogar o una propiedad socava el sustento de una familia entera, y eso crea más insurgentes», indicaban las directrices de McChrystal.
Como si fuera poco, el propio Petraeus confirmó ese principio en su propia guía, de agosto de 2010, en la que alertaba que matar civiles o dañar sus propiedades «crearía más enemigos».
Pero Petraeus estaba bajo presión del gobierno de Barack Obama para presentar evidencia tangible de que había suficientes «progresos» en Afganistán como para justificar un repliegue de tropas. Necesitaba eliminar la presencia talibán de esos poblados.
Petraeus claramente aprobó la destrucción de aldeas. Flynn le dijo a Ackerman que había transmitido su plan a toda la cadena de mando, incluyendo a la oficina central de la ISAF.
Carlotta Gall informó el 11 de marzo de 2011 que las pautas «revisadas» por Petraeus permitían la destrucción total de una aldea, según le confió un funcionario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
La destrucción de Tarok Kolache no generó ninguna reacción significativa en Estados Unidos, pero sí creó fuertes fricciones entre los afganos y las fuerzas al mando de Petraeus.
El primer artículo de Broadwell para Best Defense fue publicado el 13 de enero de 2011.
En él presentaba a Flynn bajo la fuerte presión de tener que elegir entre «trágicas pérdidas» y «las horribles amputaciones diarias» provocadas por las bombas caseras.
Broadwell argumentó que las fuerzas «no podían darse el lujo de perder impulso», y aseguró que muchos aldeanos ya habían abandonado sus hogares debido a una campaña de intimidación del Talibán.
Luego de que el bloguero Joshua Foust criticara duramente la falta de preocupación de Broadwell por el hecho de que una aldea fuera arrasada, ella escribió en su cuenta de la red social Facebook: «Definitivamente tengo compasión por los aldeanos que fueron desplazados, aun cuando ellos tomaron la decisión de ‘vender’ la aldea al Talibán».
Pero los argumentos de Broadwell eran falsos. Exresidentes dijeron en febrero a Shah Noori, corresponsal de IPS, que comenzaron a abandonar paulatinamente sus hogares recién en agosto de 2010, cuando el Talibán se preparaba para un asalto estadounidense y colocaba nuevos explosivos caseros.
También dijeron que los talibanes permitían a los residentes regresar frecuentemente para verificar cómo estaban sus casas, así como arreglar sus jardines y huertos.
Broadwell repitió la afirmación de la ISAF de que todas las edificaciones de la aldea tenían trampas explosivas, pero los residentes insistieron en que solo unas pocas contenían bombas.
Finalmente, Broadwell aseguró que los aldeanos que habían perdido sus hogares y jardines le dijeron a Petraeus y a otros visitantes que «Flynn era su héroe y que querían que se instalara en la aldea con ellos».
Luego reconoció que los afganos estaban «molestos por haber perdido sus chozas de barro», pero añadió: «Es por eso que la reconstrucción es tan importante aquí».
Gareth Porter es historiador y periodista de investigación especializado en seguridad nacional de Estados Unidos. Recibió el Premio Gellhorn al periodismo en 2011 por sus artículos sobre la guerra en Afganistán.