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Las cosas que pasan

Primeras impresiones sobre la muerte anunciada de Osama Bin Laden

Fuentes: Rebelión

La caza, captura, y eliminación de esta encarnación contemporánea del Mal, interviene al mismo tiempo que nos anuncian la canonización del Papa Juan Pablo II. Nunca, o muy raras veces, los símbolos que en ocasiones determinaron la marcha y evolución de la Historia, cobraron un sentido tan grande y tan fuerte como en esta ocasión. […]

La caza, captura, y eliminación de esta encarnación contemporánea del Mal, interviene al mismo tiempo que nos anuncian la canonización del Papa Juan Pablo II. Nunca, o muy raras veces, los símbolos que en ocasiones determinaron la marcha y evolución de la Historia, cobraron un sentido tan grande y tan fuerte como en esta ocasión. La doble victoria del Bien -eliminación de Bin Laden, santificación de un Papa excepcional- le devuelve al mundo la esperanza de que pueda salvarse y nosotros con él.

Triunfan en consecuencia los valores de la Cristiandad y de la Bolsa, amenazados por un Islam revanchista e inasimilable. Quizás alumbren un nuevo orden mundial surgido de los laboratorios de la CIA y del Pentágono y de las entrañas de un cristianismo del cual, al fin y al cabo, somos todos deudores.

. Un negro, Obama, símbolo de la opresión sufrida por los hombres de su mismo color, puso fin a la invulnerabilidad de Bin Laden y, con él, al peligro de destrucción con que nos amenazaba. Obama, nuevo San Jorge, nos convenció así de que el dragón del fundamentalismo islámico podía ser localizado y vencido. A diferencia de Bush, aparece ahora ante el mundo como un presidente bifronte: con una mano, acepta dialogar con sus aliados y alumbra al mundo con la luz de la civilización americana. Y, con la otra, proyecta sobre los pueblos irredentos la sombra del rico y variado arsenal de sus stocks de armamento.

. La muerte de Bin Laden, y las posibles represalias de Al Qaeda permitirán a nuestros gobernantes abrir de nuevo la espita del miedo y de la inseguridad. Intentarán convencernos de que la Historia progresa y camina sola y de que las ideas de cambio, de justicia y de igualitarismo, han de ser aparcadas ante la amenaza terrorista, siempre descabezada y siempre rediviva.

. Es de temer que la imagen de las masas árabes, ajenas al islamismo teocrático, luchando en la calle a pecho descubierto en favor de la democracia y de un pluralismo atento a las aspiraciones de sus pueblos, vayan desapareciendo de las pantallas de nuestros televisores. Serán reemplazadas paulatinamente por el discurso precedente: el que nos recuerda que nuestra democracia es un bien frágil, amenazado por los discípulos y secuaces del difunto Bin Laden, que es preciso defender con medidas de orden excepcionales.

. Las oficinas, laboratorios y cloacas en los que se inventa y se da vida a este tipo de monstruos, activados o eliminados según las necesidades del momento, son también los lugares en los que se programan las noticias que de forma más o menos traumática se inscribirán en la retina y la psiquis de millones de personas. Qué duda cabe de que la muerte de Bin Laden, -falsa o cierta, es lo de menos- habrá sido preparada durante largos meses, o largos años.

. Conclusión apresurada:

Obama será, casi seguramente, reelegido para un segundo mandato de presidente de los Estados Unidos. Y en el basurero de la Historia se le llegará a conocer como «EL HOMBRE QUE MATO A BIN LADEN».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.