1. Acerca de México, lo único que realmente me preocupa del gobierno de Trump y me hace condenarlo, es el problema de la migración que golpea a los trabajadores; lo del muro es incierto y acerca del TLC siempre he sido su enemigo porque sólo ha estado al servicio de los más poderosos empresarios y […]
1. Acerca de México, lo único que realmente me preocupa del gobierno de Trump y me hace condenarlo, es el problema de la migración que golpea a los trabajadores; lo del muro es incierto y acerca del TLC siempre he sido su enemigo porque sólo ha estado al servicio de los más poderosos empresarios y políticos mexicanos. Lo trascendente es sin duda la política internacional de Trump. ¿Si todos los presidentes yanquis -desde que se convirtieron en los amos del mundo hace un siglo- han sido guerreristas, invasores, saqueadores y asesinos, qué puede esperarse de Trump? Pues lo que sucedió ayer en Alemania, en la reunión de ministros de economía de los 20 países más poderosos, es interesante y pueden dar algunos vuelcos políticos jamás imaginados.
2. Se publica: «En el mayor enfrentamiento hasta la fecha entre el nuevo gobierno de EEUU y la comunidad internacional, los jefes de Finanzas del grupo de las mayores 20 economías mundiales (G-20) dieron marcha atrás a su compromiso de rechazar el proteccionismo y mantener un sistema comercial global abierto e inclusivo; tampoco se hizo mención a la lucha contra el cambio climático, una clara derrota para el anfitrión de la cita, Alemania, que luchó por mantener los compromisos tradicionales. Franceses, chinos, argentinos, brasileños, mexicanos y sobre todo el anfitrión del encuentro, Alemania, se esforzaron durante dos días en encontrar un consenso sobre la defensa del libre comercio y de la cooperación internacional».
3. Desde el gobierno del yanqui Reagan y de la inglesa Thatcher se impuso en el mundo lo que llamaron la «globalización» y la gran apertura imperialista de los mercados. Nos opusimos porque significaba (y así pasó) el triunfo de los países capitalistas/imperialistas más grandes. No nos equivocamos porque hoy el mundo sigue dominado por los EEUU encabezando a Gran Bretaña, Alemania, Israel, Japón, Francia y, cualquier política que se aplique los seguirá beneficiando porque ellos son los que controlan las armas nucleares, los aviones y barcos de guerra. Me pregunto: ¿Qué posibilidades tienen China, Rusia, la India, Brasil, Sudáfrica, (lo que hasta hace poco representaba el BRICS) para ser una oposición real?
4. La bronca entre libre comercio y proteccionismo comercial, fácil de entender hace algunas décadas, hoy resulta complicado sobre todo a raíz de la posición del presidente yanqui que se supone debe ser su principal defensor porque los EEUU -con su potencial en todos los campos- es quien derrota y somete a todos los demás países. Por ello hay que reflexionar acerca de la estrategia actual yanqui. ¿Se habrá extendido tanto la dominación yanqui en el mundo que ahora Trump trata de concentrarla para que su dominio sea más concreto y real? ¿Busca acaso saber quiénes son sus verdaderos amigos y quiénes sus competidores para someterlos? ¿Cuál será el papel de Alemania como principal fuerza de Europa y que políticas de alianza pueden aparecer entre «los grandes»?
5. Lo que por ningún segundo debe pensarse es que los yanquis están de retirada. Nada de eso. El triunfo apabullante de Trump entre las 20 economías más poderosas significa que los yanquis siguen imponiendo sus políticas y que los demás países quieren asegurarse ante esta otra posición política. En este tipo de reuniones mundiales se definen los rumbos, las presiones, las guerras. Lo que sucede en México es para Trump un pequeño problema doméstico de su «patio trasero». Su bronca principal es con Asia y con Europa, o sea el continente euroasiático real que se transformó en dos. Lo que realmente interesa es lo que sucede en estas reuniones, los acuerdos y las prácticas que se imponen al mundo; de ello dependen también las luchas sociales y las revoluciones.
6. Los simples mortales no sabemos de esos arreglos internacionales que determinan la política mundial. Realizamos en nuestros países marchas de presión y de protesta, pero luego van nuestros gobiernos a entregar el cuerpo a los países imperialistas que dominan el mundo. Por ello nuestras luchas más que nacionales, mucho más que limitadas a nuestras fronteras y en defensa chovinista de «nuestra patria», tienen que ser batallas mundiales de los trabajadores contra sus explotadores. Interesa México, Venezuela, Bolivia, pero interesa mucho más destruir esos imperios que como en yanqui, intervienen con sus armas en todos lados para acabar con las rebeldías y las luchas contra el poder.
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