Traducido del inglés al castellano por Germán Leyens, miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft
Desde París.
«Me cuesta comprender no sólo por qué la administración Bush mantiene su política agresiva contra Irán, especialmente cuando su posición en Iraq se desmorona hacia un atroz fracaso, sino seguramente es aún más desconcertante por qué la Unión Europea se ha mostrado tan dispuesta a secundar a la administración Bush en lo que desde todo punto de vista es una causa muy dudosa.»
–David MacMichael, «An Unnecessary Crisis: The Iranian Nuclear Showdown», Counterpunch, 22 de marzo de 2006.
Es posible que estén preparando una guerra no provocada contra el pueblo iraní, y no importa qué opiniones podamos tener sobre el régimen iraní, los movimientos contra la guerra y antiimperialistas de Occidente tienen que reaccionar ante esta amenaza de agresión. La posibilidad misma de la reproducción o de la ampliación de la catástrofe en Iraq (aparte, también de cualesquiera opiniones que podamos tener sobre su oportunidad o sobre si la amenaza contra Irán no sea más que un bluff) debería alentar y renovar nuestra solidaridad con los pueblos de Medio Oriente que están bajo ataque por las presiones e invasiones con el cínico pretexto de la reestructuración «democrática» de la región. Parece cada vez más claro que a fin de hacerlo necesitamos una mejor comprensión de esas presiones, porque nada es más desalentador que creer que USA y otros imperialistas forman un bloque sólido y todopoderoso. En todo caso no debemos perder de vista que, incluso si la debilidad y la falta de estrategia de Occidente es cada vez más evidente, la amenaza de un ataque es real.
Es imposible saber qué ha estado ocurriendo exactamente tras las puertas cerradas de las numerosas salas de negociación durante toda la crisis nuclear iraní. Pero aunque haya cosas que no podemos desembrollar, existen ciertamente algunos elementos de la situación que pueden ser interpretados.
Para comenzar, es necesario reconocer brevemente que Irán no ha roto con sus obligaciones legales bajo el Tratado de No-Proliferación. No entraremos en detalles sobre el tema, por dos motivos: Primero, si uno sigue la secuencia de los eventos desde el comienzo de las inspecciones de la IAEA y las negociaciones con los europeos en 2003, pasando por la suspensión voluntaria de los iraníes de sus actividades de enriquecimiento bajo el «protocolo adicional», su rechazo final de la proposición europea en el verano de 2005 hasta la reanudación subsiguiente del enriquecimiento, es evidente que Irán participó de buena fe en esas inspecciones y negociaciones mientras seguía reivindicando su derecho a enriquecer con propósitos pacíficos. Como ese país admite, su único error fue que «ocultó» a Occidente su tecnología nuclear – una tecnología que fue originalmente suministrada y promovida por USA y Europa. El bien argumentado análisis de David MacMichael publicado en Counterpunch el 22 de marzo elimina las dudas al respecto. También es interesante leer el anuncio de una página publicado en el New York Times por el propio Irán el 18 de noviembre de 2005 en un esfuerzo por contrarrestar la masiva propaganda occidental, disponible en la red en:
http://www.antiwar.com/blog/more.php?id=2523_0_1_0_M.
En segundo lugar, sin embargo, y no menos importante, es que no debemos sobreestimar la legitimidad de los procedimientos de la IAEA, que son claramente utilizados arbitrariamente por los países occidentales para favorecer sus políticas imperialistas – o, por cierto, tener alguna ilusión sobre la legitimidad de un TNP que es aplicado de modo discriminado y de manera diferente, (o no aplicado en absoluto) a diferentes países, tales como Irán y Brasil, India, Pakistán e Israel. Como explicó un comentarista francés, de modo perfectamente insincero en Le Monde el 12 de enero de 2006: «Israel no ha firmado el TNP, de modo que su programa nuclear [militar] no viola el derecho internacional.» Si las reglas y acuerdos del «derecho internacional» son sólo voluntarios, no tienen que ser considerados como vinculantes, por cierto – para nadie. No es debilitar la idea del derecho internacional sino más bien exigir alternativas reales y legítimas (y no sólo «legales») que no sirvan los intereses imperialistas.
Recientemente se ha hablado mucho de la diferencia entre la posición de los países occidentales respecto a Irán y aquella de Rusia y China. Existe claramente una diferencia fundamental entre las intenciones imperialistas de los países occidentales y los intereses más amistosos de los orientales respecto a Irán. Esta escisión se hizo más evidente la semana pasada, cuando la «unidad» del Consejo de Seguridad (más Alemania), que el 30 de marzo habían terminado por juntarse para firmar un «ultimátum» no vinculante sin ninguna amenaza concreta, dio paso el 31 de marzo a declaraciones de Rusia y China que excluían toda resolución del problema mediante ataques o sanciones. Irán tiene más relaciones amistosas y vínculos económicos con Rusia y China, pero parece que hace bien al no confíar ciegamente en ellos. Rusia y China maniobran en el asunto iraní para acumular fuerza contra Occidente y también para insertarse mejor en la economía mundial (el acceso de Rusia a la OMC, recientemente rechazado por USA, es una de las bazas sobre la mesa,) Pero semejantes diferencias y tensiones entre este y oeste son anteriores a la actual crisis iraní y no pueden explicar la escalada internacional de la tensión por el «dossier iraní», y menos todavía pueden responder a la pregunta de por qué USA debe atacar a Irán precisamente ahora, un momento poco propicio para USA incluso si se considera la carrera por el petróleo. Para comprenderlo tenemos que considerar de cerca las tensiones (más o menos ocultas) entre USA y Europa y sus respectivas relaciones con Medio Oriente, ya que la presión se origina en el campo occidental.
Algunos funcionarios iraníes, así como numerosos observadores, han dicho que el reciente esfuerzo europeo por involucrar a Irán en negociaciones fue un «subcontrato» recibido de USA, el verdadero motor tras la agresión. Dicen – tal vez para simplificar excesivamente el argumento – que ya que USA ya no puede actuar unilateralmente, simplemente utilizó a sus lacayos en su lugar – a través de una ronda de diplomacia insincera a fin de preparar el terreno. Este argumento da demasiado poder a los usamericanos, cuya situación precaria y vacilante tanto económica como militar es más obvia en la actualidad para los gobiernos de otros países que para la izquierda progresista internacional. Porque, una vez más, ¿por qué iban Francia y Alemania, en un cambio radical de postura de su posición respecto a la guerra de Iraq, representar las posiciones de USA en Medio Oriente?
La respuesta es simple: no lo hicieron. El actual consenso «occidental» en el Consejo de Seguridad oculta importantes fisuras cuya existencia explica ampliamente la situación actual. Europa presentó el actual «problema» nuclear iraní, no USA, para imponer una razón para su propia presencia en la región. Esperaba someter a Irán por la vía diplomática, un arma que no es ilegal, y establecer una relación económica y política privilegiada entre la UE e Irán, excluyendo a USA. En ese sentido, David MacMichael está en la pista correcta cuando argumenta en su artículo de Counterpunch del 22 de marzo que tal vez los europeos «temen que si USA tiene éxito de alguna manera en su objetivo de convertir a Iraq en una cuasi-colonia de USA y luego logra someter a Irán, se vean excluidos de la escena medio-oriental.» Este análisis debe ser llevado más lejos para comprender la situación.
Ni los europeos, ni nadie, piensan realmente que USA vaya a tener éxito en la colonización de Iraq, Pero es casi seguro que en 2003 sí lo temían, y por lo tanto comenzaron un proceso de diplomacia y negociaciones a fin de asegurarse a Irán. Tuviera o no éxito USA en Iraq, los europeos necesitaban un punto de apoyo en la región para asegurar su futura presencia y para impedir una ulterior desestabilización usamericana, que habría afectado sus intereses. Hay que considerar el resultado para Europa si USA hubiera realizado su plan de coloniza realmente a Iraq. Europa habría sido exitosamente dividida entre una «nueva» Europa (aliada con USA) y la «antigua», destruyendo así efectivamente su capacidad de actuar de manera autónoma en la escena internacional. Habría sido sometida a los intereses y al ritmo de USA en la región – por cierto excluida de la escena, excepto donde USA permitiera su acceso. Pero el fracaso usamericano arrastra consigo a Europa, tanto por la asociación de Europa con USA como por la inestabilidad regional causada por el fracaso usamericano, dañando sus intereses y su acceso al petróleo. Por eso necesitaba en ambos casos un bastión amistoso en la región y un bloque de ruta contra otra conflagración usamericana, y por ello aprovechó la cuestión nuclear iraní para intentar la creación de su propia colonia medio-oriental. Hay que considerar las implicaciones para USA si Europa hubiera tenido éxito en acorralar diplomática y legalmente a Irán hacia una relación privilegiada en agosto pasado. Con la vecina «colonia» de Usamérica en llamas y su invasión deslegitimada, un Irán europeo habría consolidado el poder de Europa internamente y en la región, y probado su presencia necesaria como un actor internacional.
Por lo tanto, a nivel práctico, la apertura europea hacia los iraníes (y «apertura» es la palabra correcta) se ha desarrollado ante el fracaso de USA en el intento de apoderarse de Iraq y la situación usamericana de pre-crisis económica. A diferencia del imperialismo abiertamente agresivo de USA en Asia del sudoeste y central, los europeos han mantenido un imperialismo económico («suave») más lento hacia los países del este, comenzando con los de Europa oriental, extendiéndose hacia Ucrania y Medio Oriente. Europa necesita desesperadamente un acceso seguro a un suministro fiable, amistoso y a largo plazo de petróleo, y su centro motriz, Alemania, precisa de mercados, recursos y mano de obra barata para sustentar su expansión económica. Lo que es más importante: Europa necesita ahora una fortificación o cortafuego contra la «proliferación» del fiasco usamericano. Al encontrarse USA en una posición debilitada tanto económica como militar, la UE parece haber intentado aprovechar esa hegemonía tambaleante para iniciar un proceso para reivindicar Irán para sí. No deseaba ni «cambio de régimen», ni un ataque militar, ni sanciones económicas – lo último que quiere es más inestabilidad en Medio Oriente. Buscaba más bien un «socio», o un apacentadero, al que tuviera acceso prioritario.
Brevemente: un recuerdo del proceso de negociaciones que los europeos emprendieron con Irán. En el verano de 2003, después del comienzo de las inspecciones de la IAEA, los «E3» (Francia, Gran Bretaña y Alemania) iniciaron una serie de negociaciones con el país, en las que el acuerdo fue esencialmente que si Irán abandonaba los aspectos problemáticos de su programa nuclear, Europa iniciaría una relación política, económica y militar privilegiada con el país. Negociaciones iniciales en el otoño de 2003 llevaron a la firma voluntaria del «protocolo adicional» al TNP, que suspendió el enriquecimiento y permitió inspecciones repentinas. Fue el resultado de un acuerdo, que terminó por materializarse el 15 de noviembre de 2004, el Acuerdo de París, en el que se acordó continuar negociaciones hacia un tratado, a cambio de más inspecciones y de la suspensión de las actividades en las instalaciones nucleares. Después de que la esperada proposición concreta de cooperación no se materializó durante la primavera de 2004, y las elecciones llevaron a la elección de un nuevo presidente, Irán decidió aplicar presión el 1 de agosto de 2005, al anunciar la reanudación del enriquecimiento de uranio. La UE respondió amenazando con el Consejo de Seguridad, y pidiendo luego a Irán que esperara hasta que entregara su proposición. Entregó su proposición de cooperación el 5 de agosto de 2005, la que fue rechazada de inmediato por Irán porque estipulaba un cese permanente del enriquecimiento (uranio enriquecido sería suministrado por la UE u otros países) y no daba garantías concretas de las promesas hechas durante el proceso de negociación.
La oferta de los E3 del 5 de agosto de 2005, que Irán rechazó por «insultante,» incluía en forma de «incentivos»: el acceso a «tecnología medioambiental, tecnología de comunicaciones e información europeas, educación y capacitación vocacional, y refuerzo de la cooperación en áreas como el transporte aéreo, el transporte por ferrocarril, el transporte marítimo, la sismología, la infraestructura, la agricultura, la industria alimentaria, y el turismo» así como la «promoción del comercio y las inversiones» y el «apoyo al acceso de Irán a la Organización Mundial de Comercio, y apoyo técnico para que Irán hiciera los ajustes técnicos necesarios de su economía.» Lo que significa: un pasturaje privado para el control y la inversión. Y, una cláusula fue considerada como particularmente insultante y condescendiente por los iraníes: «Ellos [los europeos] estarían dispuestos a hacer una declaración política de que consideran a Irán como una fuente a largo plazo de petróleo y gas para la UE.» Un editorialista iraní se refirió a estos incentivos calificándolos de «concesiones económicas como ser la compra de petróleo» y de un insulto al desarrollo de Irán en pleno avance. Compárese esta lista de incentivos con los ofrecidos por USA durante el mismo período de negociaciones: apoyo a la adhesión de Irán a la OMC y algunos repuestos para aviones. «Incentivo» tan mezquinos tenía que ser recibidos, y es lo que se quería provocar, como insulto no sólo contra Irán, sino también para el proceso europeo de negociaciones, que USA quería, y terminó por, sabotear
Pero aunque parece que fue tentado por las «promesas», Irán está bien ubicado para ver las intenciones imperialistas subyacentes a las presiones diplomáticas. Los E3 pensaron aparentemente que podían utilizar el problema nuclear para forzar a Irán a concluir un acuerdo único que (aparte de referencias al respeto a la ONU y al derecho internacional) prácticamente ignoraba a USA. El silencio no es inocuo. Con la oferta, los europeos se basaron en su conocimiento de que una buena parte de su influencia sobre los iraníes resulta de que USA había estado amenazando con atacar a Irán, y que por ello podría ser obligado o presionado para concluir algún tipo de acuerdo con «Occidente». La elección de Europa podría por lo tanto ser el mal menor. El imperialismo oculto y cínico de Europa contrasta enormemente con su desconsiderado equivalente usamericano. Los E3, en su declaración del 12 de enero de 2006, dijeron de manera insincera: «Los europeos negociaron de buena fe. En agosto pasado, presentamos proposiciones de cooperación económica, política y militar con Europa que son las más favorables que Irán haya recibido desde la Revolución.» Sin embargo, Irán – aunque aparentemente se sintió tentado durante un tiempo – no fue engañado por la hipocresía de un acuerdo que significaba «únete a nosotros, o enfrentarás la artillería pesada». Es evidente que Irán se sentiría insultado por el uso de una manipulación coercitiva semejante hacia el fin de una relación privilegia de «cooperación amistosa».
Porque un acuerdo semejante sólo podría funcionar si Europa pudiera respaldar de modo verosímil sus promesas. Es lo que estaba realmente en juego en la oferta europea, no expresado por ninguno de los dos lados: si Irán aceptaba la «sociedad» europea, se convertiría en su protectorado. Esto explica las «promesas» a las que Irán se refería repetidamente durante el proceso de negociación y después, que sintió amargamente que no se materializaban en garantías concretas – no probablemente una referencia a incentivos económicos de cuya sinceridad y factibilidad Irán probablemente no dudó. El elemento crucial de «seguridad» en la oferta europea original debe haber tenido un profundo eco en Washington. ¿Por qué iba a necesitar Irán apoyo militar? El Washington Post del 6 de agosto de 2005 señala abiertamente lo que las partes negociantes no podían decir:»Irán había esperado, sobre la base de las primeras informaciones de Europa, que las proposiciones incluirían garantías de seguridad que protegerían a Irán, que ahora tiene tropas usamericanas en sus fronteras iraquí y afgana, ante cualquier futuro plan militar de USA. Pero los europeos sólo ofrecieron garantías propias limitadas y no incluían garantías de Usamérica.» Según la prensa iraní del 26 de julio de 2005, antes de la entrega de la proposición, un funcionario iraní «advirtió que la proposición de Europa no debería contener sólo incentivos políticos y económicos y agregó que el terreno está ahora preparado para la cooperación de Irán con Europa para solucionar crisis regionales como Iraq y Afganistán así como para combatir el terrorismo.» Las hirvientes tensiones entre los dos bloques occidentales son obvias.
La UE había esperado cínicamente que podría ejercer fuerza «diplomática» para asegurar un acceso privilegiado a los recursos y al mercado de Irán (y así a una posición en Medio Oriente), una apuesta que perdió – ya que es incapaz desde el punto de vista militar (e Irán lo sabe) para imponer el acuerdo a Irán o para proteger a semejante Estado vasallo. Durante las negociaciones, sin embargo, la UE declaró claramente que no podía realizar el acuerdo sin la participación de USA, lo que desvela su diplomacia necesaria hacia USA y la real debilidad militar de Europa. A fin de cuentas, Europa podría haber sido presionada por USA para dejar de lado cualquier garantía real, tal como acusa ahora Irán, y / o podría haber decidido que no estaba a la altura de los posibles resultados de la situación si USA no echa marcha atrás. Hay que considerar las implicaciones reales de la proposición europea: la alineación de instalaciones a lo largo de las fronteras iraquí y afgana, por una Europa aliada con uno de los miembros del «eje del mal» sería considerada como equivalente a una provocación.
Los intereses divergentes entre USA y la UE se desprenden del hecho de que evidentemente USA no apoyó la apertura europea ni creyó en su posible éxito, no importa lo que haya dicho en público. USA había revelado la participación británica en el programa de armas nucleares de Israel, tal vez para debilitar la confianza iraní en el proceso europeo; y había revelado, sólo días antes de la oferta europea del 5 de agosto, que en realidad Irán está a 10 años de tener la bomba, una revelación que serviría en ese momento para eliminar la urgencia del proyecto europeo.
El verdadero problema con la agresión «occidental» contra Irán no es, como todos sabemos, la bomba nuclear; ni la bolsa de petróleo en euros, ni el «apartheid nuclear» (el control del ciclo de combustible [pacífico] por un puñado de naciones desarrolladas), aunque todos estos elementos son factores en una situación compleja. El verdadero problema es más bien la hegemonía usamericana, y el inseguro futuro del globo en un contexto de imperialismos en competencia después de la desaparición del consenso de la guerra fría y de que el imperio usamericano muestra más claramente sus grietas. El momento actual está marcado por más inseguridad e incertidumbre internacionales que las que hemos visto durante muchas generaciones. Igual que en la guerra contra Iraq, el principal interés de USA en la «posesión» de Irán no es simplemente poseerlo, sino impedir que sus rivales lo hagan. Un signo de la fragilidad de USA es que la oportunidad escogida para esta agresión no es la propia, sino la de su rival. Si Europa no hubiera impulsado el tema de Irán, USA seguramente no estaría haciendo los ruidos bélicos que escuchamos actualmente en vista de sus problemas en Iraq, y esto podría explicar su falta de estrategia, que se hace más y más evidente.
Pero a los países «occidentales» les es tan difícil dar marcha atrás, como desestabilizar aún más la región. Los numerosos retrasos en el Consejo de Seguridad, junto con el reciente «ultimátum» inepto, sirven para mostrar que la situación «diplomática» es un lío. Por lo menos parece que Europa desea una salida honorable, ya que ahora repite (después de haber amenazado el verano pasado con el Consejo de Seguridad, etc.) que desea seguir negociando diplomáticamente como antes: según Le Monde del 11 de marzo, diplomáticos europeos impulsan ahora, de modo algo ridículo, un proceso «gradual y reversible». Según AFP, del 17 de marzo, el ministro de exteriores ruso, Sergei Lavrov, declaró respondiendo a la pregunta de si el Consejo de Seguridad debería lograr unanimidad sobre el tema: «Todo depende de las propuestas específicas que sean discutidas en el Consejo de Seguridad, y en vista de la falta de estrategia, en realidad no sé que clase de propuestas podrán ser.» Ahora bien, después de su fracaso diplomático, la UE se oculta silenciosamente detrás del matón, aunque no desea un resultado violento. Sin embargo, las grietas son aparentes. Después de la muestra de «unidad» del 30 de marzo, de la que Condoleeza Rice estuvo tan orgullosa, el Ministro de Exteriores alemán Gernot Erler declaró en la radio alemana: «Todo el mundo puede ver ahora quién es el constructivo y quién no lo es» (queriendo decir quién está a favor de la diplomacia y quién amenaza con ataques.) También dijo que la opción de levantar las actuales sanciones, que calificó de «una oferta muy atractiva,» sigue sobre la mesa. Es decir, que Alemania no sólo no quiere sanciones sino que quiere que se levanten las existentes en una oferta que se parecería a la proposición de los E3 del verano pasado. Las sanciones exigidas por USA, apoyadas de manera débil por lo menos en público por Gran Bretaña y Francia, vetadas por Rusia y China, junto con la idea alemana de que incluso las existentes deberían ser levantadas (estratégicamente); dentro del Consejo de Seguridad debiera existir un impasse total.
Irán lo sabe. En su calidad de país de Medio Oriente con políticas exterior e interior relativamente independientes, por lo tanto, situado naturalmente en la línea de fuego de Occidente, Irán parece saber que su mejor esperanza de éxito es aprovechar la actual situación (ya que nadie está en mejor posición para ver las contradicciones bajo este multilateralismo superficial) y continuar con su línea agresivamente independiente. Pronto tendrá un dividendo por haber navegado la crisis hasta ahora sin perder su autonomía: una posibilidad de enfrentar a su enemigo directamente por el problema de Iraq. En esa reunión podría extraer las promesas de «seguridad» de USA que necesita, a cambio de promesas de no interferir en Iraq. Podría suceder que el que se imponga sea Irán.
Es decir, es USA el que tiene que decidir si le interesa comenzar a lanzar bombas sin una esperanza realista de asegurarse del control del país, especialmente si esta agresión como la de Iraq, no es «legalizada» por la ONU. Un parlamentario ruso declaró recientemente que ataques de USA contra Irán «acelerarían el colapso de USA,» que no puede sustentar su deuda (Gazeta, 31 de marzo). La estrategia de USA es volátil e irracional – y el interés de USA es que sea así. USA actúa obviamente desde una posición debilitada, empantanado en dos guerras, y dependiente del petróleo del mundo y del financiamiento externo de la deuda. Su respuesta ante su debilidad, como la de todo matón, es volverse más agresivo – aunque sea verbalmente. El «consenso» de la superpotencia al llevar a Irán ante el Consejo de Seguridad podría ser un compromiso internacional que tiene tanto que ver con que se logre que USA actúe según las reglas internacionales como con Irán. Pero la agresividad verbal, aunque sea efectiva hasta cierto punto, tiene sus límites. USA está dispuesto a llegar a extremos irracionales para mantener su tambaleante control sobre la hegemonía. Un ataque aéreo («no-autorizado») contra Irán podría servir sus intenciones de dificultar las cosas para sus rivales, Europa y China. Ya que su única fuerza, sin par, es militar y no económica o diplomática, actúa como un bombero pirómano, que provoca incendios para crear una razón para su presencia y para impedir la de otros. Mientras más inestable es Medio Oriente, más difícil les es a Europa y a China mantener su posición. Como imperio desesperado y trastabillante, pero aún de lejos el más fuerte, puede mantener su poder relativo lanzando simplemente bloques de ruta ardientes en el camino de sus rivales.
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Michele Brand es periodista e investigadora independiente basada en París. Para contactos: [email protected].