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Quince años de estudiante, madre y trabajadora de Foxconn

Fuentes: Lausan

Este año 2020 marca el décimo aniversario de los suicidios en Foxconn. Los 18 suicidios sucesivos de jóvenes trabajadoras y trabajadores y la revelación de las condiciones imperantes en las fábricas de Foxconn en 2010 desataron una tormenta mediática de debates públicos.

Sin embargo, Foxconn, Apple, el presidente multimillonario Terry Guo y consumidores como nosotros hemos dejado caer en mayor o menor grado aquellas muertes en la nebulosa del olvido. La explotación del personal de Foxconn sigue alterando profundamente el curso de sus vidas.

Las y los migrantes rurales que fueron a trabajar a alguna fábrica y que forman parte de la generación del milenio ya han dejado de ser una nueva generación, si es que lo fueron alguna vez. Tras abandonar la casa familiar siendo adolescentes para ganarse la vida como podían, en su mayoría son ahora de mediana edad y están atrapadas entre la obligación de cuidar a sus progenitores y a sus descendientes. No solo han visto cómo su juventud y su vigor han quedado mermados por una vida de trabajo manual, sino que esta nueva edad no se muestra paciente con ellas: se enfrentan a una presión creciente para sacrificarse en el altar de un futuro que no les pertenece.

Zhi Ying –no es su nombre real–, de 34 años, comenzó su vida laboral en diciembre de 2005, cuando la enviaron de su escuela de formación profesional a una fábrica de Foxconn. En la época, Foxconn era un destino que gozaba de popularidad entre la gente trabajadora. Si bien era conocida a diestro y siniestro, tras una serie de suicidios de miembros de su personal entre 2009 y 2010, por su carácter extremadamente explotador, su dirección intransigente y su régimen interno militarizado, mucha gente la prefería a las fábricas más pequeñas, que pagaban salarios más bajos, cuando los pagaban. Esta ventaja competitiva –ser la empresa explotadora menos brutal del lugar– permitía a Foxconn mantener el control sobre su personal.

“El fin de año era cuando tenías que estar muy al tanto”, explica Zhi. “Si no prestabas atención o tu rendimiento menguaba, por Año Nuevo te ponían de patitas a la calle. Allí lo llaman optimizar el flujo productivo. Todos los años afectaba al 5 % de la plantilla.”

“Durante un par de años aquello fue realmente siniestro”, declara. “Estás todo el rato pensando en que te van a despedir. En aquel entonces tenías que gastar un buen pastón tan solo para franquear la puerta de esas fábricas. Yo lo conseguí por mi escuela y tuve que gastar un par de cientos de yuanes para ello. Y luego está el transporte, los gastos, ¿entiendes? En algunos casos, la comisión para que te contraten en la fábrica no sube tanto, pero he oído de casos en que hubo que pagar más de mil yuanes para entrar. (El salario mínimo de una persona que trabaja en la cadena de montaje era en aquel entonces de 690 yuanes al mes.) No era fácil entrar en Foxconn en aquellos días. Solo querían gente de menos de 24 años de edad, si eras un poquito mayor, te rechazaban.”

Zhi Ying entró en Foxconn junto con otras 19 compañeras y compañeros de clase. Todavía les quedaban seis meses para graduarse oficialmente, pero la escuela estaba ansiosa de enviarles fuera y cobrar sus honorarios de mediación tanto de la fábrica como de su alumnado. La administración del centro no se responsabilizaba de la educación del alumnado: al fin y al cabo, este estaba abocado a carreras profesionales que no tenían absolutamente nada que ver con lo que habían estado estudiando. A su vez, Foxconn también empleaba a menudo a personal estudiante, gente que no solo era lista, sino también obediente, fácil de manejar y barata. Difícil imaginar algún sujeto mejor para ser explotado.

Nunca había pasado por algo así”: primera incursión en Foxconn

“Cuando comencé en Foxconn, estuve llorando durante días”, dice Zhi. “En casa nunca había pasado por algo así.” Primero le asignaron un puesto en la cadena de montaje. Cada turno era de 12 horas, de 8 de la mañana a 8 de la tarde. Aparte de las pausas de media hora para comer al mediodía y por la tarde, tenía que permanecer de pie todo el rato. “Cuando entré no tenía ni idea; solo tenía zapatos de tacón, que me había llevado de casa. Después de un día de pie, mis pies se resentían, puedes imaginarte. Al salir de la fábrica todavía tenía media hora de camino a casa, así que me quité los zapatos y fui caminando descalza. Un par de días después tuve por fin un poco de tiempo libre y fui a comprarme unas zapatillas deportivas. Esos días estuve de pie durante doce horas, más o menos, y una y otra vez se me iba la cabeza por el sueño. No podía remediarlo, así que me pinchaba la mano para mantenerme despierta.”

“El cambio de la escuela a la fábrica me llegó muy rápido. Eres como un robot: en el mismo sitio un día después de otro, repitiendo el mismo movimiento miles de veces. Aparte de comer e ir al baño, todo el tiempo estás contemplando esos productos. Además, la dirección era muy estricta”, explica Zhi. “Ni siquiera podías dejarte crecer las uñas. Aunque solo sobresalieran un poquito, te llamaban la atención. Fuera alguien del control de calidad, un inspector de planta o el gestor de la cadena, todos y su tío te llamarían la atención. La cafetería era una batalla campal en aquellos días. Solo tenías 30 minutos. Había montones de gente, muchos se colaban. A veces, alguien perdía la calma y si tenías una pelea, no te daba tiempo para comer.”

Aunque Zhi Ying solo trabajó en la cadena de montaje durante unos pocos meses, su memoria de la experiencia sigue muy fresca, 15 años después. El trabajo repetitivo, sometido a fuertes presiones, y el temor a unos directivos vigilantes e intransigentes le causaron una impresión indeleble. “Decididamente no quería eso. Preferiría ganar menos dinero y trabajar duramente en otro lugar que volver a esa fábrica.”

Justo cuando la rápida expansión de Foxconn y el trabajo extremadamente repetitivo y agobiante de la cadena de montaje habían alcanzado fuertes incrementos de la facturación en 2005 y 2006, Zhi Ying, quien entonces tenía 19 años, empezó a progresar. Gracias a su energía y eficiencia, rápidamente fue ascendida a responsable técnica. En este puesto cobró más independencia al no tener que estar de pie durante horas trabajando como una robot, sino que ahora podía ir de un lado para otro mientras inspeccionaba las cadenas de producción. Pero también tuvo que asumir nuevas responsabilidades.

Tenías que terminar todo tu trabajo del día. Tenías que cuidar tu aspecto, y por supuesto cumplir a rajatabla las normas de seguridad e higiene. No debía haber ningún problema de calidad del producto: si un cliente se quejaba de algún producto defectuoso, se haría constar por escrito y quedaría registrado. También tenías que llevarte bien con el personal. Cuando alguien no cumple las órdenes de forma sistemática y causa problemas, este es el mayor reto.

Como empresa importante del sector de fabricación, Foxconn se dedicaba a extraer márgenes de beneficio cada vez mayores de sus trabajadoras y trabajadores. Además de introducir turnos adicionales y reducir la duración de las pausas para comer e ir al baño, sus ingenieros industriales punteros definieron cada movimiento de un trabajador para alcanzar el máximo grado de eficiencia. La empresa redujo además los costes de personal mediante complejos sistemas salariales y de promoción.

Antes tenías que pasar una prueba para que te aumentaran el salario. No tenía que ver con tus méritos. El primer año que trabajé de responsable técnica me dijeron que no podía hacer la prueba porque no llevaba en el puesto un año entero. El segundo año no superé la prueba. El tercer año te garantizan que la superas, así que inmediatamente recibí 500 yuanes de prima de gestión y mi salario base aumentó unos pocos cientos de yuanes.

En suma, durante los dos años en que Zhi Ying trabajó de responsable técnica y asumió todas las responsabilidades del cargo, no percibió el salario que le correspondía. Estas trabajadoras están sometidas a crecientes presiones para que se sacrifiquen en el altar de un futuro que no les pertenece.

Recuerdo el periodo en que arreciaron los suicidios: yo acababa de asumir el cargo de capataz. Me trasladaron a otro edificio para elaborar el plan de creación de una nueva línea de montaje junto con otro capataz del mismo turno. Justo antes de que yo entrara en la habitación, un hombre acababa de quitarse la vida; el otro capataz lo vio con sus propios ojos y se quedó helado.

Cinco años en la empresa y recién ascendida a capataz, Zhi Ying trató de comprender a compañeras que, a diferencia de ella, eran incapaces de soportar el trabajo repetitivo. “Si eres capaz de hacer el trabajo, hazlo. Si no te sientes capaz, siempre puedes irte. ¿Por qué ibas a matarte?”, dice. “Tampoco lo entendía entonces.” En realidad, hubo muchas trabajadoras que no se sintieron capaces y se fueron: de los 19 compañeros y compañeras de clase que entraron junto con Zhi Ying, tan solo dos seguían al cabo de un año. Sin embargo, para muchas la renuncia no era realmente una vía de salida. Entre las poquísimas ofertas de empleo, Foxconn se consideraba una opción relativamente buena.

En cuanto al personal de primera línea, que podía ser castigado en cualquier momento por la menor infracción, continuamente destrozaban su llamada dignidad. Sus cuerpos, todos sus movimientos, eran objeto de vigilancia y escrutinio por parte de la gente del control de calidad, de los inspectores de planta, de los responsables técnicos y de los capataces. Moldeaban a estas personas para convertirlas en componentes que encajaran óptimamente en los ritmos de la producción mecanizada. Como engranajes de una máquina, sus emociones, sus experiencias, el dolor y el entumecimiento del cuerpo, todo esto quedaba invisible.

La maternidad en la fábrica: las líneas de montaje no tienen en cuenta si una está embarazada. La primera hija de Zhi Ying nació en 2014. Poco después de volver de la baja de maternidad se quedó nuevamente embarazada de su segundo hijo. Los cuerpos embarazados no están hechos para la cadena de producción. “Cuando di a luz a Miao Miao, yo todavía estaba supervisando la cadena de montaje, pero no podía manejarla cuando volvía a estar embarazada”, explica Zhi. “El departamento de producción no es muy flexible. Cuando estás allí supervisando el trabajo, hace ruido, hay polvo. Tienes que supervisar a la gente. Si algo se tuerce, tienes que intervenir. Tu deber es mantener la capacidad de producción asegurando al mismo tiempo la seguridad de todas las personas. Todos los días has de estar presente continuamente, yendo de aquí para allá. Pero cuando estás embarazada, las cosas se complican. No está bien visto que una y otra vez pidas permiso para ir al tocólogo.”

La cadena de producción no se detiene por el mero hecho de que una trabajadora se quede embarazada, y tampoco se suspenderá temporalmente la actividad cuando una trabajadora tiene que cuidar a su hijo enfermo. Es muy normal que las trabajadoras de primera línea se vayan después de parir. “Quien no haya tenido hijos no lo puede entender”, dice Zhi. “Piensan que no haces más que ocupar el puesto de otra persona. En la cadena de producción, casi nadie se lleva a su hijo o hija al trabajo, por lo que he visto. Solo suelen hacerlo las oficinistas, o alguna que otra capataz.”

Para ahorrar a los niños el destino de los progenitores de los trabajadores migrantes que se quedaron atrás porque no podían cuidarlos y trabajar al mismo tiempo, Zhi Ying solicitó el traslado a una oficina como gestora de producción. Gran parte del trabajo administrativo en Foxconn se lleva a cabo en el Departamento Periférico, término que alude a las escasas posibilidades de ascenso y a la reglamentación de las horas extraordinarias en esas funciones, así como a los salarios más bajos. Teniendo en cuenta todo esto, Zhi dice que pensó que su nuevo jefe era “un tipo bondadoso”.

“A veces tenía que pedirle un tiempo libre y él se limitaba a decir: ‘Adelante.’ Alguna vez le solicité que me dejara salir unas horas y me dio permiso sin tener que rellenar ningún papel.” Aunque este régimen de trabajo relativamente independiente le permitía cuidar de su familia, el coste fue la falta de oportunidades para ascender en el lugar de trabajo. “Le dije a mi marido: si no fuera por los niños, yo ocuparía ahora ese cargo. Te quedas estancada en el lugar en que estás porque todo es tan anodino que no hay crecimiento profesional, no hay desarrollo.”

Zhi Ying ya lleva desempeñando este trabajo prosaico durante cinco años. Sus dos hijos están a punto de entrar en la escuela primaria. Dado que no tienen plaza en una escuela pública, Zhi Ying se gasta ahora gran parte de su salario mensual de 6.000 yuanes en matrículas y gastos corrientes. Durante los últimos cinco años ha estado buscando una estrategia de salida, hasta el punto de que ahora espera que Foxconn la despida. De este modo, podría utilizar el dinero de la indemnización para irse con su familia a su ciudad de origen y abrir un pequeño negocio.

También probó suerte vendiendo toda clase de cosas a través de las redes sociales, desde medicina tradicional china hasta pañales de un solo uso, en varias plataformas de compraventa de WeChat. Consciente del engaño que se esconde tras anuncios exagerados como “Gana millones cada año enviando a tu lista de amigos”, Zhi Ying no ha invertido mucho dinero en estas aplicaciones, solo tiempo. Sin embargo, estas empresas virtuales dudosas siguen siendo una de las mejores opciones en su sueño de una vida mejor.

En el pasado decenio, Foxconn ha ascendido del puesto 112 de la lista Fortune 500 al puesto 23 actual. No obstante, su última generación de trabajadores gana poco más que el salario mínimo oficial más bajo, teniendo que trabajar horas extras para poder sobrevivir en la ciudad. Dice Foxconn que según su cultura empresarial, “sacas lo que pones”. Sin embargo, cientos de miles de trabajadoras como Zhi Ying, quien ha intentado diligente y conscientemente subsistir durante un decenio, no pueden dedicar tiempo a sus hijos e hijas. Lo que se pone en la empresa es el trabajo de estas personas, su juventud, sus oportunidades de estar con la familia y sus esperanzas de futuro. En comparación con lo que ganan los Terry Guo de todo el mundo, estos trabajadores no sacan nada.

(Artículo publicado en Lausan, 16-11-2020: https://lausan.hk/2020/15-years-student-mother-foxconn-worker/)

Viento Sur, 17-11-2020 https://vientosur.info/ Traducción de Viento Sur