Después de pasar más de 15 años en la Cachemira administrada por Pakistán, Rafiq Mir (*) está dispuesto ahora a regresar a la zona controlada por India. Cuando en 1993 cruzó la «línea de control», la frontera de facto que divide a Cachemira en una parte pakistaní y otra india, Mir pensó que su vida […]
Después de pasar más de 15 años en la Cachemira administrada por Pakistán, Rafiq Mir (*) está dispuesto ahora a regresar a la zona controlada por India.
Cuando en 1993 cruzó la «línea de control», la frontera de facto que divide a Cachemira en una parte pakistaní y otra india, Mir pensó que su vida cambiaría para mejor.
Mir se unió a una rebelión armada para «liberar» a la disputada provincia de todo control indio. Con ese fin, se trasladó a la zona administrada por Pakistán para recibir entrenamiento.
Pese a los esfuerzos de India para impedirlo, grandes números de jóvenes cachemiros logran filtrarse al otro lado de la provincia para recibir entrenamiento y armas. Muchos han muerto a manos de las tropas indias cuando intentaban cruzar la línea de control.
Basándose en la división del subcontinente en 1947 según líneas religiosas (luego de la independencia de Gran Bretaña), Pakistán arguye que toda Cachemira es de mayoría musulmana y por tanto le pertenece. Por su parte, Nueva Delhi argumenta que el entonces gobernador cachemiro, Maharaja Hari Singh, cedió el control a India.
Cachemira desde entonces ha sido motivo de enfrentamientos entre India y Pakistán. Los dos vecinos de Asia meridional, ambos con poderío nuclear, libraron tres guerras por el pleno control de ese territorio.
El levantamiento insurgente propakistaní en la Cachemira india, que ya lleva dos décadas y al que Mir se unió en 1993, cedió en intensidad en los últimos años.
La mayoría de los combatientes que quedaron varados en el lado pakistaní ahora quieren regresar a su hogar. En 2010, el gobierno en la Cachemira india anunció una política de rehabilitación para ellos.
El ministro jefe del estado indio de Jammu y Cachemira, Omar Abdullah, informó que su administración había recibido 1.034 solicitudes de excombatientes que se encuentran del lado pakistaní y quieren beneficiarse de la política de rehabilitación.
Habría más de 3.000 excombatientes del lado pakistaní.
Más de 100 de ellos han regresado a sus hogares en la parte india desde comienzos de este año, y unos 500 en los últimos cinco años. Luego del anuncio de la política de rehabilitación, más muestran interés en volver a su tierra natal, pero tienen temor.
«El gobierno afirma que sus agencias de seguridad no nos acosarán, pero todavía no estoy seguro», dijo Mir a IPS desde el lado pakistaní en una conversación por Skype.
«Las agencias de seguridad pueden hacer cualquier cosa», afirmó. «Yo tengo muchas ganas de volver. Vivir aquí es demasiado difícil. Las cosas cuestan mucho. Si el gobierno nos da apoyo y protección, sería muy bueno comenzar una nueva vida».
Mir se casó con una mujer pakistaní, con quien tuvo dos niños.
Mientras, Shabir Ahmad, quien había viajado a Pakistán para entrenarse con armas en 1991 y ahora está en la parte india, dijo IPS: «Estoy preocupado. Mi mujer pakistaní puede ser enviada de regreso en cualquier momento».
Contó que acababa de aprender el oficio de sastre cuando muchos jóvenes como él decidieron unirse a la rebelión contra el control indio.
«Cuando vi a muchos jóvenes yendo a Pakistán para recibir entrenamiento, me sedujo también a mí, y me fui», contó a IPS. «El viaje fue duro. Tuvimos que caminar por un terreno accidentado para pasar al otro lado de la línea de control».
En una ocasión, su grupo fue rodeado por tropas indias, pero pudieron avanzar. «Cuando llegué a Pakistán, tenía los pies congelados y decidí no regresar, sino quedarme allí y comenzar trabajos de sastre. Y cuando me di cuenta, estaba ganando buen dinero para mantener a una familia. Me casé con una joven pakistaní, Rashida», relató.
Ahora en el lado indio, la pareja tiene dos hijos, y todos parecen bastante felices.
Ahmad teme que su esposa sea deportada, y ella también está preocupada. «Mi esposo puede ser acosado en cualquier momento por las agencias de seguridad, pues no confían en nosotros», dijo Rashida a IPS.
Los excombatientes que regresaron con sus familias dijeron que el viaje había sido difícil. Señalaron que las agencias de seguridad pakistaníes no les permiten atravesar fácilmente los puestos de control, mientras que las autoridades indias les someten a un exhaustivo interrogatorio.
Más de 90 por ciento de las familias llegaron a través de Nepal. «Pero es muy caro y ajetreado», dijo Ahmad, quien para regresar posiblemente gastó el equivalente a unos 4.100 dólares. Tuvo que pagarle a un agente para que le preparara los documentos para él y su familia.
Pero no se arrepiente. «Tuve que convencerme de estos gastos porque quería desesperadamente volver a casa», dijo.
Nota:
(*) Su nombre ha sido cambiado por su seguridad.