Bolivia y Ecuador, dos países andinos con una gran presencia de pueblos indígenas. Estos días, dos representantes de esas comunidades visitan Euskal Herria para ofrecer una visión distinta a la que se ofrece en los medios de comunicación occidentales sobre ellos y sus países. Aún humean los rescoldos del enfrentamiento entre el mandatario venezolano, Hugo […]
Bolivia y Ecuador, dos países andinos con una gran presencia de pueblos indígenas. Estos días, dos representantes de esas comunidades visitan Euskal Herria para ofrecer una visión distinta a la que se ofrece en los medios de comunicación occidentales sobre ellos y sus países.
Aún humean los rescoldos del enfrentamiento entre el mandatario venezolano, Hugo Chávez, y el monarca español en la pasada cumbre iberoamericana, con el telón de fondo de la opresión que los pueblos indígenas han soportado desde que Cristóbal Colón anclara en aquellas prósperas tierras. Seguramente, la versión mayoritaria en los medios de comunicación españoles ha sido bien distinta de la otra «ley de la memoria histórica» que cada vez reclaman con voz más alta desde la otra orilla del Atlántico.
«Hemos tenido quinientos años de opresión. En todo ese tiempo hemos fortalecido las economías europea y estadounidense. Hoy, nos siguen diciendo que exportando gas seremos un país moderno, pero es mentira. Ahora, necesitaremos muchos años, muchos, para revertir todo el desmantelamiento de nuestro país durante cinco siglos», reivindicaba ayer Cristina Rojas Caritas, indígena, primero, y parlamentaria, después, por el partido que lidera el presidente boliviano Evo Morales, el MAS.
Las imágenes que nos llegan desde Bolivia en los últimos tiempos no van más allá de enfrentamientos callejeros o del propio mandatario jugando al fútbol. Las esperanzadoras reformas de Morales tardan en llegar. «Más de doscientas leyes duermen en el Senado, porque allí los neoliberales siguen teniendo mayoría y no dejan aprobar leyes que benefician a todos», aclaró Rojas. «Además, los medios de comunicación allí siguen estando en manos de la oposición. Por eso les pedimos a ustedes que informen sobre las cosas que queremos hacer en Bolivia», emplazó.
«No somos indios ni salvajes»
Ella forma parte de la comitiva invitada, entre otras asociaciones estatales, por la ONG vasca Mugarik Gabe, para presentar ante distintos actores sociales y políticos la otra visión, la suya, de los pueblos indígenas. Ayer, Cristina Rojas Caritas y Jhonny Dahua Cisneros, representante de la comunidad quechua de Sarakayu (Ecuador), fueron recibidos por la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento de Gasteiz. Pero antes, hablaron para los periodistas sobre el tratamiento que, precisamente, los medios de comunidad ofrecen sobre los pueblos indígenas.
«No somos indios. Ésos serán los de la India», ironizó Dahua, para aclarar un error habitual de la perspectiva occidental. Hoy, el mercado audiovisual mundial lo controlan EEUU (40%), Europa (30%) y Japón, Canadá y Australia (10%, respectivamente). ¿Dónde queda entonces la diversidad cultural del planeta? «Hay que tener presente que los pueblos indígenas no consideran que deban autodefinirse, como no lo hacen ni los blancos, ni los negros. Pero desde la perspectiva occidental siempre tratamos de definir lo que son los indígenas», puntualizó uno de los portavoces de Mugarik Gabe. «Y tampoco somos salvajes», añadió Jhonny Dahua.
Este indígena también ofreció su visión sobre la situación que atraviesa su comunidad, pero también los pueblos indígenas que suman los 2,5 millones de personas en Ecuador. Las esperanzas puestas en el nuevo presidente Rafael Correa y sus promesas de que respetará los recursos naturales y a los indígenas, choca con el debilitamiento que la propia unión indígena atraviesa en estos mo- mentos. «Hoy no tenemos fuerza en la Asamblea Constituyente y esto sucede en otros países latinoamericanos. ¿De qué han servido tantos años de lucha? ¿Dónde quedan los principios de nuestros abuelos?», se lamentó, dejando evidenciar la desunión que las grandes multinacionales y sus dineros han cavado entre la tradicional connivencia entre estos pueblos.
«No os preocupéis, de los malos me ocupo yo», reza un cómic de un John Wayne cualquiera mientras sopla el humo que sale de su revólver, en el calendario de Mugarik Gabe para el próximo año. Indígenas como Cristina y Jhonny tratan estos días de que el rótulo de The End lo escriban esta vez los «malos».