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Se complicó un partido fácil

Fuentes: IPS

El Tribunal Constitucional de Turquía anuló la designación del presidente, por lo que el parlamento, a cargo de nombrar al jefe de Estado, decidió este miércoles el nuevo cronograma de votación: la nueva primera ronda será este domingo. La segunda votación se celebrará el miércoles siguiente. Luego habrá dos instancias más, el 12 y el […]

El Tribunal Constitucional de Turquía anuló la designación del presidente, por lo que el parlamento, a cargo de nombrar al jefe de Estado, decidió este miércoles el nuevo cronograma de votación: la nueva primera ronda será este domingo.

La segunda votación se celebrará el miércoles siguiente. Luego habrá dos instancias más, el 12 y el 15 de este mes. Pero el primer ministro Recep Tayyip Erdogan propone que se anticipen las elecciones parlamentarias, para que sea el próximo Poder Legislativo el que elija al nuevo presidente.

La designación del jefe de Estado de Turquía, un trámite habitualmente sencillo, se complicó tras la anulación de la votación por el Tribunal Constitucional, por el recurso de apelación presentado por la oposición.

Cuando el viernes se registró en el parlamento la primera ronda de votación como esta previsto en un principio, el único candidato era el canciller Abdullah Gul, un afable político de 57 años y dirigente destacado del gobernante Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP), de raíz islámica.

Si Gul hubiera resultado electo, habría sido el primer político de inspiración islámica con una esposa que viste el tradicional velo en ocupar la presidencia en Turquía, país regido por una Constitución laica.

Pero ante la férrea oposición de los diputados laicos, Gul obtuvo 357 adhesiones, 10 menos que la mayoría de dos tercios requerida.

La principal agrupación opositora, el Partido Popular Republicano (CHP), llevó la cuestión ante el Tribunal Constitucional alegando que Gul no sólo necesitaba 367 votos sino que esa misma cantidad de legisladores debían estar presentes en el momento de la votación.

Pero ese día hubo 358 diputados en el plenario, a pesar de que, para el partido de gobierno, siete legisladores de la oposición que se acercaron a verificar los resultados sin registrar su asistencia debían ser contabilizados.

Todas las miradas se dirigieron entonces al Tribunal Constitucional, que terminó dictaminando el martes la anulación de la primera ronda de votación en el parlamento.

Pero el país se había sacudido antes por un acontecimiento inesperado: el ejército, responsable de cuatro golpes de Estado desde 1950, intervino con un comunicado imprevisto pocas horas después lo sucedido en el cuerpo legislativo.

Las fuerzas armadas, de tradición laica, cuestionaron en ese documento el supuesto alejamiento de los valores seculares y lo que percibe como una tendencia a imponer principios islámicos en la vida pública del país.

Además, se declararon parte interesada en las elecciones, en tanto defensoras de la Constitución laica.

«La interpretación islámica radical, que va contra la República y no tiene ningún objetivo más que socavar las cualidades básicas del Estado, gana terreno», reza el comunicado.

«No hay que olvidar que las fuerzas armadas turcas son parte interesada del debate y son acérrimas defensoras de la laicidad y mostrarán su posición y acciones cuando sea necesario», continúa.

También mencionó la necesidad de mantenerse «leales a los principios de laicidad en esencia y no sólo en palabras».

Gul juró lealtad como ministro a la Constitución laica, pero el diario nacionalista Cumhuriyet viene reseñando declaraciones suyas en las que cuestionó el secularismo como valor.

Los reproches del gobierno no se hicieron esperar.

«Es inconcebible que, en un estado democrático basado sobre el imperio del derecho, el Estado Mayor, sometido a las órdenes del primer ministro, se exprese contra el gobierno», declaró su portavoz Cemil Cicek.

Dado que este país aspira a integrarse como miembro pleno a la Unión Europea (UE), el comisario del bloque para la ampliación, Olli Rehn, señaló que «es importante que el ejército deje al gobierno elegido democráticamente las cuestiones de funcionamiento de la democracia».

«Ésta es una prueba para ver si las fuerzas armadas turcas respetan la laicidad y el acuerdo cívico-militar», advirtió Rehn.

El pronunciamiento castrense no impidió que Gul señalara el domingo en un canal de televisión local que su candidatura permanecía en suspenso.

Varios partidos políticos y más de 500 organizaciones de la sociedad civil reclamaron que la designación del presidente debe ser la prerrogativa del próximo parlamento, cuyo mandato concluye en noviembre.

También señalaron que el jefe de Estado, quien representa al pueblo de la Nación más que a los partidos, debe ser elegido mediante consenso y no por un partido que obtuvo 33 por ciento de los votos.

Pero tras conocer el fallo, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan declaró que este miércoles iban a proponer al parlamento la realización de elecciones generales y llegó a proponer el 24 de junio o el 1 de julio.

El gobernante AKP había hecho caso omiso de las objeciones de la oposición y trató de colocar a su candidato de tradición islámica en la Casa Rosada, sede de la presidencia en Ankara, en virtud de la mayoría que tiene en el parlamento saliente.

Un presidente del AKP aseguraría relaciones de trabajo fluidas entre el partido y una jefatura de Estado de igual signo, en contraste con el actual punto muerto en que se encuentran los vínculos entre el gobierno de orientación islámica y Ahmet Nejdet Sezer, el actual presidente laico.

Sezer bloqueó una veintena de designaciones de altos cargos públicos por entender que el AKP trata de reemplazar a los laicos que hoy los ocupan.

La designación de Gul fue una sorpresa. El canciller es el segundo del partido detrás de Erdogan, un político combativo y popular que abandonó un partido islamista para fundar el AKP y lo llevó a la victoria en su primera contienda electoral en 2003.

Esta vez, el primer ministro desistió de su candidatura tras una manifestación de partidarios de la laicidad en Ankara que reunió a más de 350.000 personas.

También recibió presiones de su propio partido para que se mantuviera como jefe de gobierno y condujera al AKP a las próximas elecciones parlamentarias. El cargo de presidente es más bien ceremonial, sin poder político real.

A esa manifestación le siguió otra el domingo en esta ciudad que congregó a unas cientos de miles de personas, una iniciativa que se consideró una expresión de protesta contra la candidatura de Gul.

Lo que parece irritar a los defensores de la laicidad, tanto a los partidos de la oposición como al ejército, es que Erdogan y Gul están cortados por la misma tijera islámica y se llaman a sí mismos «hermanos».

Ambos son profundamente religiosos, conocidos por sus ideas favorables al papel de la religión en la política y la vida pública.

Las esposas de los dos usan velo, atuendo prohibido en universidades y en el parlamento y hasta ahora nunca utilizado en el palacio presidencial. Si Gul hubiera resultado electo, su esposa habría sido la primera anfitriona turca en recibir a sus invitados con la tradicional prenda musulmana, un hecho inconcebible en este país.

Hayrunisa, esposa de Gul, quien se caso con él aún siendo adolescente, dejó la universidad por negarse a que le tomaran una foto sin velo. Posteriormente demandó al Estado ante la Corte de Justicia Europea por violación a sus derechos.

El proceso quedó sin efecto cuando Gul se convirtió en ministro, pues de haberse mantenido en esa actitud habría demandando al gobierno integrado por su marido.

El partido gobernante subestima los sentimientos laicos existentes en la sociedad, incluido el ejército, según Ilter Turan, vicepresidente de la Asociación Internacional de Politólogos y ex rector de la Universidad Bilgi de esta ciudad.

Las elecciones parlamentarias anticipadas para evitar que el actual cuerpo legislativo elija al presidente es una estrategia válida de salida de la crisis, sostuvo Turan.

Si el ejército hubiera intervenido, una posibilidad considerada remota, habría condenado todo intento de Turquía para integrarse a la UE e implicado que la economía dejara de percibir unos 100.000 millones de dólares por concepto de inversiones, según el diario Zaman.