La hepatitis C, un virus que portan unas 900 000 personas en España, representa la principal causa de cirrosis y cáncer de hígado y es responsable de la mitad de los 1 000 trasplantes hepáticos que realiza el sistema sanitario español al año. Una familia de nuevos fármacos está promocionándose como la panacea pese a […]
La hepatitis C, un virus que portan unas 900 000 personas en España, representa la principal causa de cirrosis y cáncer de hígado y es responsable de la mitad de los 1 000 trasplantes hepáticos que realiza el sistema sanitario español al año. Una familia de nuevos fármacos está promocionándose como la panacea pese a sus lagunas y además tienen un precio imposible. Mientras, la vida de miles de personas corre riesgo por ello.
El tratamiento de la Hepatitis C con sofosbuvir, marca Sovaldi, fabricado por el laboratorio Gilead, es el primero que llega a Europa y cuesta casi 60 000 euros. Médicos y pacientes denuncian que ni siquiera los casos más graves están recibiéndolo. En Estados Unidos al sofosbuvir de Gilead se le conoce como «el fármaco de los 1 000 dólares«.
Es lo que cuesta la pastilla diaria que se toma durante al menos tres meses. Medios como Forbes han criticado su coste «abusivo» y el hecho de que Gilead (que no inventó el fármaco, sino que compró el laboratorio que lo creó), cobre en Egipto 900 dólares por un tratamiento que en Estados Unidos cuesta 84 000.
Este es un ejemplo de lo que ocurre cuando la salud de las personas se incorpora al mercado.
También es un nuevo toque de atención a las administraciones púbicas, es necesaria más investigación y desarrollo público de fármacos que sean esenciales para la población.
Sovaldi de todos modos no es la panacea, ha de administrarse junto a otros medicamentos como interferón y ribavirina, que son los que se usan ahora y conllevan importantes reacciones adversas, como indica la ficha técnica del producto. Si se producen daños por los otros medicamentos también hay que suspender el tratamiento con Sovaldi (una vez comprado).
Sovaldi, pese a su precio, es un fármaco en observación por las autoridades sanitarias porque se ha aprobado de manera rápida, dada su urgencia y porque faltan por completar algunos ensayos clínicos. En ciertos genotipos del virus de la Hepatitis C los resultados de los estudios hechos por el laboratorio son «muy limitados», según la Agencia Europea del Medicamento observa en el apartado Advertencias y precauciones especiales de empleo de su ficha.
En cuanto a su seguridad, no se ha demostrado que sea más seguro que interferón y ribavirina, que como he citado tienen fuertes efectos secundarios y han de administrarse conjuntamente.
Para conocer su eficacia, durante los ensayos clínicos la respuesta virológica sostenida (RVS) era el criterio principal de valoración para determinar la tasa de curación del virus de la Hepatitis C. Según los resultados presentados por el fabricante, en los que se basan las autoridades sanitarias para recomendar la aprobación del medicamento (o no), los porcentajes de RVS son por lo general (salvo alguna excepción) buenos o muy buenos.
En rigor he de apuntar que desconozco si esa es la manera óptima de comprobar si el fármaco elimina el virus (supongo que sí).
En el primer enlace de este post ofrezco un reportaje laudatorio del fármaco ofrecido por El País. En el puede leerse:
«Los nuevos fármacos son la gran esperanza para personas que no respondieron a los tratamientos anteriores. No solo son abrumadoramente efectivos; además apenas tienen efectos secundarios».
Creo que hay que ser más prudentes pues a tenor de lo que cuenta la ficha técnica del producto, que es el «manual de instrucciones oficial» del mismo, NO se justificarían ni tan laudatorias palabras (se llega a afirmar que el fármaco «cura») ni por supuesto su precio:
-Su eficacia parece notable pero se ha de administrar con los medicamentos que ya se usan para combatir la Hepatitis C durante los últimos lustros.
-Su seguridad no es mejor que los anteriores y por el uso en conjunto las reacciones adversas son las mismas (comentar que aún no ha habido tiempo de comprobar si Sovaldi ofrece nuevos daños).
El uso del fármaco por tanto se justificaría sólo en los casos más graves, extremos. No hagamos un análisis simplista pues el colectivo de enfermos de Hepatitis C tiene un historial de daños enorme. Recordad el caso de la querella interpuesta por los padres de dos hermanos hemofílicos fallecidos por la contaminación de su sangre con el virus de la Hepatitis C.
En la década de los años ochenta y hasta mediados de los noventa, al menos 1 600 personas murieron al ser infectadas por el virus de la hepatitis C tras utilizar hemoderivados fabricados con plasma sanguíneo contaminado. En este caso las autoridades sanitarias ocultaron el asunto.
Recordad también el gran negocio de la no pandemia de gripe A.
Roche adquirió la patente de su fármaco antiviral Tamiflu a la empresa Gilead cuyo famoso accionista era Donald Rumfseld, ministro de Defensa estadounidense que, como el gobierno de EE.UU., no dudó en utilizar el marketing del miedo para vender este producto.
Los responsables de la sanidad española eligieron adquirir este medicamento en vez de uno mucho más barato y eficaz, la amantadina, lo que sin duda supuso un gran negocio para la firma.
Luego se ha comprobado que el fármaco de Gilead ha resultado ineficaz y peligroso: La mayor estafa sanitaria de la historia.
Medicaid y el precio de la vida
Según The Washington Post, el medicamento de Gilead Sciences, aprobado por los reguladores nacionales en diciembre, fue aceptado rápidamente por los médicos en base a su régimen de una sola píldora diaria y a su mayor efectividad, con la cura de entre 80 % y 90 % de pacientes.
Gilead, con sede en Foster City, California, fijó el precio del medicamento en 84 mil dólares para un tratamiento de doce semanas. Algunos pacientes podrían necesitar una segunda tanda, lo que elevaría el costo a 168 mil dólares. Y esos costos se añaden a la serie tradicional de medicaciones, incluso el fármaco inyectable interferón-alfa.
Esto ha originado un gran problema para el Estado, sólo en Oregon se necesitarían 360 millones de dólares para proveer a sus beneficiarios de Medicaid con el medicamento llamado Sovaldi, sólo un poco menos que los 377 millones de dólares que lo que gastó en todos los medicamentos recetados para loscerca de 600 000 miembros del programa en 2013.
Frente a esos altos costos, Oregon y otros estados están tratando de limitar quién tiene acceso a dicho tratamiento en un momento en que esta enfermedad afecta a más de 3 millones de estadounidenses.
Asimismo, la Fundación AIDS Healthcare instó a los proveedores del seguro Medicaid a negarse a cubrir el costo del fármaco hasta que Gilead accediera a bajar el precio. El grupo, que suministra pruebas de VIH y servicios de prevención, sostiene que el precio de Sovaldi «aumentará innecesariamente los costos de la salud».
La fundación «cree que el precio que cobra Gilead por Sovaldi no se justifica ni remotamente», según dijo, y observó que Sovaldi cuesta 1 100 % más que el medicamento más caro del mismo laboratorio para el VIH, Stribild, a un costo de 80 dólares por píldora.
La llegada de Sovaldi coincide con la agresiva expansión de Medicaid y la cobertura privada bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible, cuyo propósito era extender la atención médica a decenas de millones de estadounidenses que antes no podían permitírselo.
Sin embargo, Sovaldi ha provocado temores entre las aseguradoras y los funcionarios del Estado ya que podría explotar sus presupuestos. Esto ha provocado un debate urgente y altamente sensibles en las oficinas de Medicaid en todo el país que ha puesto a temblar el programa de salud para los más desfavorecidos.