Distender la crisis en la península coreana parece una tarea titánica, por no hablar de convencer a Pyongyang de abandonar su arsenal nuclear como alguna vez prometió, con todas las partes presionando. De hecho, las últimas medidas de los principales actores, Corea del Sur y del Norte y Estados Unidos, motivaron el martes 2 nuevos […]
Distender la crisis en la península coreana parece una tarea titánica, por no hablar de convencer a Pyongyang de abandonar su arsenal nuclear como alguna vez prometió, con todas las partes presionando.
De hecho, las últimas medidas de los principales actores, Corea del Sur y del Norte y Estados Unidos, motivaron el martes 2 nuevos llamados a la calma del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon.
«La crisis llegó muy lejos», alertó Ban, quien fuera canciller de Corea del Sur. «La situación debe comenzar a calmarse, no hay necesidad de que Corea del Norte tome un rumbo de colisión con la comunidad internacional. Las amenazas nucleares no son un juego», remarcó.
La reacción de Ban obedeció a las últimas amenazas de Pyongyang y, en especial, al anuncio del martes de que reactivaría el complejo nuclear de Yongbyon, que, según la inteligencia estadounidense, había extraído suficiente plutonio para producir hasta ocho bombas atómicas. Se cree que por lo menos dos de estas fueron probadas en ensayos bajo tierra en 2006 y 2009.
El complejo incluye una sofisticada planta de enriquecimiento de uranio que podría ofrecer una segunda fuente de combustible para la fabricación de bombas. El mismo fue parcialmente desmantelado hace siete años en un acuerdo de desnuclearización a cambio de asistencia, auspiciado por las demoradas conversaciones de las Seis Partes (Corea del Norte y del Sur, China, Estados Unidos, Japón y Rusia).
«Los trabajos se pondrán en marcha sin demora», anunció un comunicado divulgado por la Agencia Central de Noticias Coreana, que también subrayó que el complejo se emplearía para la generación eléctrica y para «reforzar la fuerza armada nuclear, tanto en calidad como en cantidad, hasta que el mundo se desnuclearice».
Por su parte, Estados Unidos envió un destructor de misiles guiados para unirse al buque USS John McCain, cuyos sistemas están diseñados para interceptar misiles balísticos poco después de su lanzamiento, despachado a el lunes 1 a la región.
El despliegue coincide con las maniobras anuales conjuntas de Estados Unidos y Corea del Sur, que incluyeron vuelos de bombarderos B-52 y simulacros de bombardeos con dos B-2 cerca de la frontera norcoreana.
Los ejercicios militares, conocidos como Foal Eagle, parecen haber avivado la escalada de tensión de los últimos días, la que ya estaba casi al máximo luego de que el Consejo de Seguridad de la ONU dispusiera nuevas sanciones económicas y diplomáticas contra Pyongyang en marzo.
El Consejo de Seguridad, en el que está China -aliado más cercano de Corea del Norte y su principal proveedor de combustible y asistencia alimentaria-, resolvió por unanimidad imponer sanciones contra ese país tras los ensayos nucleares bajo tierra del 12 de febrero, los terceros desde 2006.
Desde la aprobación de las sanciones, que coincidió con el comienzo de los ejercicios militares, el régimen, encabezado por Kim Jong-un, de 29 años y nieto del fundador de Corea del Norte, sostiene que Washington y Seúl estaban planeando un ataque nuclear contra su territorio.
Desde entonces lanzó, entre otras medidas, sus propias maniobras militares, renunció al armisticio de 1953 que puso fin a la guerra de Corea, cortó las «líneas directas» con Seúl, amenazó con un «ataque nuclear preventivo» contra el vecino país y contra Estados Unidos y sus bases en el océano Pacífico, y anunció que había entrado en «estado de guerra».
El gobierno estadounidense de Barack Obama subrayó que no ha visto preparativos específicos de Corea del Norte para cumplir con sus amenazas, pero el temor de que las hostilidades degeneren por accidente, pues ambos países están en alerta máxima y tienen las líneas directas desconectadas, aumenta sin cesar.
«La preocupación es que un proyectil aislado de cualquiera de las partes ponga en marcha una cadena de acontecimientos con resultado trágico», indicó Alan Romberg, experto en Asia que trabajó en el Departamento de Estado (cancillería) y que actualmente dirige programas sobre Asia Pacífico en el Centro Stimson.
«No es una marcha a la guerra intencional, pero por accidente podría llevarnos a una situación muy peligrosa», añadió.
El anuncio hecho por Pyongyang el martes no necesariamente es una mala noticia, dijo Romberg a IPS. Pero parece dejar claro que pretende ser reconocido como estado nuclear y no considerará el desarme hasta que lo hagan las otras potencias nucleares.
En especial, el experto se refirió a la nueva ley adoptada el lunes por la Asamblea Popular Suprema (parlamento) sobre la «consolidación de la posición de los estados nucleares para autodefensa», que sienta las bases de un marco legal para la estrategia nuclear del país.
Entre otros artículos, la ley declara que el principal objetivo de las armas nucleares de Corea del Norte es para disuadir y que podrán utilizarse solo para «repeler una invasión o un ataque de un país nuclear hostil y lanzar contraataques». También prevé la cooperación con los esfuerzos para el desarme y la no proliferación.
«Hacen dos cosas al mismo tiempo, dar pasos para mostrar que insisten en su programa nuclear, pero también que lo hacen de forma disciplinada y legal», indicó Romberg.
«No hay indicios de renuncia al programa nuclear, pero quizá cierta retirada de la retórica que tiene a todo el mundo nervioso», opinó.
Los últimos acontecimientos plantean problemas difíciles para el gobierno de Obama, que reiteró su disposición al diálogo con Pyongyang sobre varios asuntos, incluidas las negociaciones sobre un acuerdo de paz permanente, pero solo si Corea del Norte se compromete a la desnuclearización, observó Romberg.
Cada vez más analistas ajenos a Washington le urgen a reconsiderar su negativa a convencer a Pyongyang y alertan que de no hacerlo corre el riesgo de meter una cuña entre Estados Unidos y Corea del Sur, cuya presidenta Park Geun-hye no condicionó las conversaciones Norte-Sur al compromiso de desnuclearización.
En una sonada columna publicada por The Washington Post, Mike Chinoy, de la Universidad del Sur de California, urge a Obama a despachar un funcionario de alto nivel para reunirse con Kim y «explorar las posibilidades de revertir la última espiral descendiente».
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=102616
El blog de Jim Lobe sobre política exterior de Estados Unidos se puede leer aquí http://www.lobelog.com