Traducido del ruso por Josafat S. Comín
El pasado sábado (12 de mayo), en Armenia se celebraron elecciones al parlamento. Según los resultados provisionales, hechos públicos por el Comité Electoral Central (CEC) de la república, en el parlamento estarán representados cinco partidos políticos: Partido Republicano de Armenia (32,9%), «Armenia Floreciente» (14,7%), «Dashnaktsutiun» (12,75%), «Orinats Yerkir» (6,9%) y «Herencia» (5,82%).
Muchos observadores internacionales ya han valorado las elecciones como honestas, democráticas y justas. Así por ejemplo, el director de la oficina de instituciones democráticas y derechos humanos de la OSCE, el embajador Christian Strohal, declaró que la campaña electoral da fe del enorme paso adelante dado en Armenia en el camino de la democracia. Los observadores de la PACE también felicitaron a Armenia con el progreso logrado en las elecciones. Rushailo, responsable de la misión de observadores de la CEI, mostró igualmente su satisfacción.
Sin embargo la oposición valora de manera completamente distinta la campaña electoral. El opositor «Orinats Yerkir», que ha conseguido no obstante superar la barrera del 5%, declaró que solicitará por vía judicial la anulación de los resultados, por cuanto durante la jornada de votación han tenido lugar «manifestaciones de terrorismo, compra masiva de votos, desaparición de papeletas y falsificación de los resultados en el recuento». El representante de este partido, en señal de protesta no firmó el protocolo del CEC. Tampoco lo hicieron los representantes de los partidos opositores «Unidad Nacional» y «Justicia», que no han conseguido acceder al parlamento.
Los partidos deberán presentar pruebas que demuestren todas esas violaciones. Pero para todo el que haya seguido atentamente la situación en Armenia, está claro que esas acusaciones no son infundadas. Si estableciéramos una analogía con Rusia, la situación preelectoral en Armenia nos hubiera recordado bastante a la que se dio en Daguestán: explosiones y asaltos en las oficinas de distintas fuerzas políticas, asesinatos, atentados y arrestos de candidatos.
Lo específico de la situación radica en que la contienda principal ha tenido lugar entre los dos «partidos del poder»: el Republicano y «Armenia Floreciente». El partido Republicano está encabezado por el antiguo ministro de defensa, y desde abril (tras la repentina muerte del primer ministro), actual jefe de gobierno, Serg Sarkisian. Durante los últimos años, a nivel oficial, se perfila como el más probable sucesor del presidente de Armenia, Robert Kocharian.
Recordemos, que las elecciones presidenciales en Armenia tendrán lugar en febrero del año que viene y Kocharian, que está agotando su segundo mandato, no tiene previsto participar en ellas.
A kocharian y Sarkisian les une un pasado político común. Ambos, antes de convertirse en dirigentes de Armenia, hicieron su carrera política en Nagorno-Karabaj.
Por lo visto, ese pasado político común, en determinadas circunstancias, le podría pasar factura. Por eso, hace cosa de año y medio comenzó a publicitarse activa y exitosamente el partido fundado en 2004 por el oligarca local Galik Tsarukian, «Armenia Floreciente». Al mismo tiempo, era de todos conocidos, que tras esta operación se encontraba el mismo Kocharian, que pretendería de este modo mantener su influencia política tras la finalización de su mandato presidencial, al tiempo que serviría de contrapeso a su sucesor, que no para de ganar fuerza e influencia. Como resultado, los representantes de los dos «partidos del poder» se han enfrentado entre si en la contienda electoral, a vida o muerte. A veces, en el sentido literal de la palabra.
Esa confrontación se habría dado en forma de ajustes entre bandas organizadas (en Armenia aseguran, que estos partidos, especialmente la oligárquica «Armenia Floreciente», están fuertemente ligados al mundo del hampa). De palabra, ambas fuerzas siempre han apostado por la cooperación. Al final, Sarkisian habría ganado a Kocharian. «Armenia Floreciente» ha recibido bastantes votos menos de los esperados, por lo que no habrá paridad de los dos «partidos del poder» en el parlamento.
Hablemos ahora de la oposición real. En Rusia, por lo que sea, se considera que Kocharian y Sarkisian son amigos sinceros de nuestro país, y todos sus adversarios, «naranjas» comprados por Occidente. En realidad, todo es mucho más complejo.
En el anterior ciclo electoral en Armenia, pese a todas las contradicciones internas entre los diferentes partidos políticos de este país, la mayoría de ellos tenía una orientación plenamente prorrusa. Tan pronto como el Moscú oficial y todos los medios de información estatales rusos apoyaron inequívocamente sólo a las fuerzas leales a Kocharian, sin escatimar en descalificaciones y recurriendo a la calumnia contra la oposición, la situación comenzó a variar hacia un escenario poco propicio para Rusia. No es de extrañar, que el mayor porcentaje entre las fuerzas opositoras en las pasadas elecciones lo haya logrado el prooccidental «Orinats Yerkir». Mientras, el prorruso «Partido Popular» de Stepan Demirchian, contrariamente a todos los pronósticos preelectorales, no ha conseguido entrar en el parlamento.
La idea que se tiene de Kocharian y Sarkisian, como políticos inequívocamente prorrusos, no es del todo cierta. No en vano, en la coalición gubernamental participaba el partido más veterano de Armenia «Dashnaktsutiun», que siempre ha defendido una postura bastante intransigente, en lo que respecta a la colaboración entre Rusia y Armenia. Para los «dashnakos», Armenia debe aspirar a toda costa a lograr la independencia, sobre todo económica, de Rusia.
Según los resultados electorales, «Dashnaktsutiun» ha subido en votos, por lo que lo más probable sea que entre a formar parte del gobierno.
Los partidos derrotados como «República», «Nuevos tiempos» e «Impeachment» (que se presentaban como oposición radical), además del Partido Popular y el Social-Demócrata organizaron el domingo pasado un multitudinario mitin, donde expresaron su disconformidad con los resultados de las elecciones. En el mismo, se acordó formar un órgano especial compuesto por los representantes de estos y otros partidos, que se encargaría de comprobar los datos del CEC en cada circunscripción. Los mítines de la oposición continuarán.
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