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Tokyo 2020 y nuestra salud

Fuentes: Rebelión

Quizás la esencia histórica de los Juegos Olímpicos radica en demostrar la asombrosa capacidad física del cuerpo humano. Si bien son eventos protagonizados por atletas, resulta interesante pensar que cualquier persona en el mundo tiene el potencial de realizar las mismas hazañas olímpicas y paraolímpicas, por el simple hecho de ser humanos.

Nuestros cuerpos tienen la capacidad de realizar saltos de casi nueve metros de longitud, como bien lo hiciera tan sólo con sus piernas, el atleta Mike Powell en 1991, con un récord de 8.95 metros. Los increíbles saltos artísticos de la gimnasta de Ohio, Simone Biles, son tan veloces que apenas son perceptibles al ojo humano y tan altos que parecen abrazar la célebre frase “sólo el cielo es mi límite” de la rusa Yelena Isinbáyeva, quien ha volado más de cinco metros de altura en el salto de garrocha.

Sin embargo, este maravilloso potencial del cuerpo humano se encuentra seriamente subdesarrollado en la mayoría de las personas que observamos pasivamente las Olimpiadas desde una pantalla. El régimen de vida actual, basado en la explotación a costa de la salud y el bienestar de las mayorías, ha llevado a las personas del mundo a un estado severo de enfermedad.

Tan sólo la actividad del trabajo, que debiera ser la principal actividad humana para generar bienestar común, es en cambio en la sociedad capitalista, una de las principales fuentes de enfermedad y muerte. Según datos de la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT), los trabajadores que enferman al año por causa laboral en todo el mundo asciende a ¡160 millones, con una tasa de mortalidad de 2.78 millones! Las personas pasamos una cantidad extenuante de horas al día paradas o sentadas en la monotonía del trabajo, muchas veces expuestas a contaminantes, mientras nuestros cuerpos y nuestros órganos se atrofian hasta la enfermedad y la muerte. Rompemos récords olímpicos de horas de trabajo sin descansar, ejercitarnos y alimentarnos de forma adecuada.

Nadie escapa a este régimen de vida destructivo. En las Olimpiadas de Tokyo 2020, pospuestas por un problema de salud mundial, hemos visto desfilar a deportistas desconcentrados, enfermos y agotados. Y quizás, como lo demostró Simone Biles, los más fuertes han sido quienes como ella, han dicho la verdad al reconocerse vulnerables e inestables en una sociedad enferma.

Tokyo 2020 también ha demostrado que la salud humana no se puede concebir sin un medio ambiente sano. En medio de las olas de calor que han recorrido todo el planeta como una consecuencia más del desastre ecológico capitalista, la arquera rusa Svetlana Gamboeva se desvaneció bajo las altas temperaturas en las primeras rondas clasificatorias de Tokyo. Mientras que el tenista serbio Novak Djokovic ha tenido que solicitar el cambio de horario de los torneos, tras declarar que han sido las condiciones climáticas más duras que jamás haya experimentado. Las canchas de voleibol de playa han tenido que ser rociadas constantemente con agua debido al extremo calor y los corredores del triatlón masculino se han desplomado al finalizar la carrera, razón por la cual el maratón fue cambiado de sede a la ciudad de Sapporo. Tokyo 2020 figura ya como uno de los Juegos más calurosos de la historia olímpica .

Más que un espectáculo, los Juegos Olímpicos son una ventana al mundo actual y una oportunidad para reflexionar sobre nuestra salud en una sociedad donde predomina el interés de ganancia de unos cuantos a costa de la vida de toda la humanidad y del planeta entero. Hoy más que nunca, el deporte y la actividad física recreativa deben considerarse un factor fundamental de salud, no menos importante que las políticas inmediatistas para tratar de controlar una pandemia que en el fondo, es el resultado de muchos años de desgaste físico y emocional de la humanidad para sostener un régimen de vida que sólo beneficia al 1% de la población en el mundo. Necesitamos tiempo libre para ejercitarnos, necesitamos un medio ambiente sano, necesitamos los recursos y los medios para poder demostrarnos como humanidad, de cuan bello, hermoso y fuerte puede ser el cuerpo humano en libertad.

Iván Martínez Ojeda. Casa de Estudios y Prácticas Sociológicas.