Un aviso clasificado de la ONU en alguna publicación podría rezar así: «Se busca exjefe de Estado o de gobierno para lucrativas misiones en África, América Latina y Asia, con atractivos viáticos, viajes en primera clase, hoteles cinco estrellas e inmunidad diplomática asegurada». Claramente, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) se está convirtiendo en […]
Un aviso clasificado de la ONU en alguna publicación podría rezar así: «Se busca exjefe de Estado o de gobierno para lucrativas misiones en África, América Latina y Asia, con atractivos viáticos, viajes en primera clase, hoteles cinco estrellas e inmunidad diplomática asegurada».
Claramente, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) se está convirtiendo en una segunda oportunidad laboral para exlíderes mundiales desempleados.
Como parte de esta tendencia, el secretario general del foro mundial, Ban Ki-moon, quien ocupa el cargo desde enero de 2007, designó a varios ex primeros ministros y expresidentes como jefes de agencias o enviados especiales.
La última en ingresar a este grupo de elite fue Mary Robinson, expresidenta de Irlanda (1990-1997), designada el 18 de este mes como representante especial del secretario general a la región de los Grandes Lagos de África.
Robinson ya se había desempeñado como alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos entre 1997 y 2002, por designación de Kofi Annan (1997-2006), el antecesor de Ban.
Otros de los últimos líderes captados por la ONU son Romano Prodi, exprimer ministro de Italia (1996-1998 y 2006-2008), nombrado como enviado especial para el Sahel, y José Ramos-Horta, expresidente de Timor Oriental (2007-2012) y ahora jefe de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz en Guinea-Bissau.
El expresidente portugués Jorge Sampaio (1996-2006) dejó el mes pasado el cargo de alto representante de la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas, que ocupaba desde abril de 2007.
La expresidenta chilena Michelle Bachelet (2006-2010) dejó el día 16 el puesto de directora ejecutiva de ONU Mujeres, que ella inauguró en julio de 2010.
Bachelet argumentó «razones personales» para su renuncia, pero en los pasillos de la ONU y en su país se descuenta que decidió regresar a su país para postularse nuevamente a la Presidencia de Chile, en las elecciones de noviembre próximo.
Helen Clark, primera ministra de Nueva Zelanda entre 1999 y 2008, fue la primera mujer en ser nombrada directora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en abril de 2009. También preside el Grupo de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Aunque su administración de cuatro años terminará en abril, hay fuertes indicios de que el secretario general la reelegirá en el puesto.
Los nombramientos de Ban para los cargos de dirección en agencias como el PNUD, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef) deben ser confirmados por la Asamblea General, el máximo organismo político del foro mundial, con 193 miembros.
Hasta ahora, ningún nombramiento ha sido rechazado.
Otra designación pendiente es la del nuevo secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), cargo que quedará vacante este año.
En una recepción diplomática este mes, un alto funcionario de la ONU reveló una iniciativa para designar al expresidente francés Nicolas Sarkozy (2007-2012) como enviado especial a algún lugar crítico de África.
Pero el actual gobierno de Francia, que no considera a Sarkozy un político con las credenciales necesarias para ese puesto, habría rechazado la propuesta.
Como consecuencia, ese plan nunca escaló a la oficina de Ban.
Cuando el secretario general conformó un panel de alto nivel de 27 miembros para asesorarlo sobre el nuevo marco de metas que regirá a partir de 2015, cuando venzan los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, eligió a tres actuales jefes de gobierno para copresidirla.
Ellos fueron el primer ministro británico, David Cameron, y los presidentes Bambang Yudhoyono, de Indonesia, y Ellen Johnson Sirleaf, de Liberia.
Chakravarthy Raghavan, veterano periodista que cubrió el foro mundial en Nueva York entre 1962 y 1971 y expresidente de la Asociación de Corresponsales de las Naciones Unidas, dijo a IPS: «No puedo recordar (otra ocasión en) que altas personalidades, jefes de gobierno o de Estado, hayan sido designadas como enviadas especiales o en altos puestos de la ONU».
«Creo que solo fue (el secretario general) Boutros Boutros-Ghali (1992-1996) quien intentó igualar su cargo con el de un jefe de Estado, y visitó solo aquellos países que aceptaron reconocerle ese estatus», explicó Raghavan, quien actualmente cubre asuntos de la ONU en Ginebra.
«Boutros designó a varios enviados especiales, como hizo Kofi, pero eran principalmente exembajadores ante la ONU», indicó.
Consultado sobre si los nuevos altos funcionarios de la ONU están capacitados para esos cargos solamente por el hecho de haber sido jefes de gobierno, James A. Paul, asesor principal del Global Policy Forum, grupo independiente que supervisa el trabajo del foro mundial, dijo a IPS: «Francamente, depende de quiénes son y qué tipo de trabajo podemos esperar de ellos».
«Para mí, el problema no es ese, sino más bien la disminución general de la eficacia de la ONU en este periodo, el abismalmente bajo nivel de liderazgo ofrecido por el actual secretario general y la determinación de las grandes potencias a defender un orden mundial a todas luces injusto e inestable bajo cualquier circunstancia», añadió Paul.