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Irán

Tras las legislativas, la batalla por la futura presidencia

Fuentes: Mediapart

Según los primeros resultados disponibles, el campo del imán Ali Jamenei ha salido sale ampliamente vencedor de las elecciones legislativas iraníes. Lo único que estaba en juego en estas elecciones, la primera cita popular nacional desde las elecciones presidenciales de 2009, era saber quien saldría vencedor, si Jamenei o el presidente Mahmud Ahmadineyad. El anterior […]

Según los primeros resultados disponibles, el campo del imán Ali Jamenei ha salido sale ampliamente vencedor de las elecciones legislativas iraníes. Lo único que estaba en juego en estas elecciones, la primera cita popular nacional desde las elecciones presidenciales de 2009, era saber quien saldría vencedor, si Jamenei o el presidente Mahmud Ahmadineyad. El anterior escrutinio, en 2009, había sido seguido por «el movimiento verde», un levantamiento popular masivo contra lo que se consideró una confiscación de la voluntad del pueblo y un fraude electoral que llevó a la renovación del mandato del presidente Ahmadineyad. Este levantamiento fue duramente reprimido. Asesinatos, arrestos, torturas, amenazas, arrestos domiciliarios, cierre de foros sociales y de ciertos órganos de prensa, se recurrió a todo, incluyendo la acusación a quienes apoyaban la revuelta de pertenecer al campo de la discordia a la «fitna» (un término que tiene una significación religiosa que remite al blasfemo) y de apoyar al enemigo extranjero.

El régimen, en particular el guía de la república (Jamenei), que apoyó la represión, ha intentado demostrar su popularidad y su legitimidad a través de estas elecciones legislativas de 2012, esperando registrar la más alta tasa de participación para enviar dos mensajes. El primero destinado al interior, para movilizar la base social del campo conservador (tras los llamamientos al boicot de los reformadores), y el segundo para el exterior, a fin de probar la cohesión del régimen y la lealtad popular a la República Islámica. El guía de la revolución pretendía igualmente, a través de estas elecciones, reducir o debilitar el campo del presidente iraní Ahmadineyad, su antiguo protegido y actual rival en el poder ejecutivo.

Con la oposición reformista fuera de juego, la competencia electoral estaba limitada a cuatro grandes listas (de una decena) y centenares de «independientes».

Los resultados ya anunciados de 224 escaños del Majlis (Parlamento) – el resto, hasta 290, resultarán de la segunda vuelta – muestran que los «principistas» (fieles a Jamenei) han ganado más de la mitad, los fieles a Ahmadineyad no han obtenido más que una cuarentena, mientras que los demás escaños han sido atribuidos a candidatos de otras listas y a independientes (incluyendo diez y nueve reformadores que no han respetado el boicot y que han movilizado a sus fieles).

Ali Larijani (presidente del Majlis saliente) y opositor a Ahmadineyad ha ganado su reelección en Qom, feudo de los ulemas chiítas de Irán, y al menos 100 elegidos harán su entrada por primera vez en el Majlis. Señalemos sin embargo que los candidatos más opuestos a Ahmadineyad han sufrido una gran derrota. Estos resultados muestran que Jamenei ha asestado un golpe político al presidente, aunque sin llegar a aniquilarle. Los candidatos elegidos fuera de las listas jugarán un papel importante en la determinación de la correlación de fuerzas «final». La sesión parlamentaria del viernes 9 de marzo está dedicada a pedir cuentas sobre la situación económica al presidente.

La tasa de participación ha sido objeto de numerosas polémicas. Las páginas de la oposición reformista han confirmado que la tasa no había superado el 30% y el 20% en ciertas circunscripciones y regiones (particularmente las de las grandes minorías étnicas), mientras que el Ministerio del Interior iraní afirma que la tasa ha superado el 64%.

Un error cometido en directo en la televisión iraní el domingo 4 de marzo por el director de la comisión gubernamental de las elecciones, Mortazavi, que estimó la tasa de participación en el 34,4% antes de excusarse y rectificar dando el «64,4%», ha sido considerada como un lapsus revelador

Aunque sea difícil confirmar las cifras, está claro que cada campo (participación o boicot) desea atribuirse una victoria, y por consiguiente una legitimidad popular.

 La ruptura consumada entre la oposición y el poder

Otro hecho importante a mencionar: la participación sorpresa del antiguo presidente Jatamí en las elecciones (cuando había apoyado el llamamiento al boicot) y la aparición en su pueblo natal el viernes para votar ha sido objeto de numerosos comentarios. Algunos opositores le acusan incluso de traición. Ningún comunicado de su entorno ha explicado aún las razones de su acto. Esta implicación podría ser fruto de un acuerdo concluido con Jamenei. Algunos han evocado la liberación de opositores políticos.

La participación de Jatamí no debe ocultar, sin embargo, la ruptura consumada entre la oposición y el poder en Irán. Desde la experiencia del presidente Jatamí, que había logrado dos mandatos entre 1997 y 2005, y que había intentado reformas políticas que se enfrentaron a la resistencia de los conservadores en el seno de las instituciones del estado, la tensión entre «reformadores» y «conservadores» no ha dejado de incrementarse. El aborto de toda apertura con la llegada del presidente Ahmadineyad (2005) y las medidas tomadas para borrar las huellas del paso de Jatamí han profundizado la diferenciación.

Con las elecciones presidenciales de 2009 y la victoria de Ahmadineyad para un segundo mandato con el trasfondo de acusaciones de fraude, y con el lanzamiento de la «revolución verde» o del «movimiento verde», emergieron dos símbolos de los reformadores: Mir Hossein Mussavi, el candidato considerado ganador y desposeído de su victoria, y Mehdi Karrubi, otro candidato y religioso moderado.

También apareció otro bloque en el centro, menos homogéneo, proclamando su simpatía con los reformadores sin llegar a participar con ellos en la confrontación con los conservadores, y sobre todo sin apuntar directamente (y públicamente) contra el guía en sus críticas. Este bloque tenía por principal figura un antiguo presidente de la república, y actual presidente del «Consejo del discernimiento del estado»: Hachimi Rafsandjani. Un hombre que goza de numerosas relaciones y redes de influencia en el seno de las instituciones políticas, religiosas y económicas, en particular en ciertos medios del Bazar, la clase comerciante de Irán y una de las fuerzas sociales y políticas más importantes.

El ex-presidente Jatamí prefirió retirarse, aunque estaba más próximo a los reformadores, y no ha estado en primera fila. Su hermano Reza Jatamí, opositor que había dirigido incluso movimientos de protesta anteriores a la revolución verde, ha permanecido muy activo.

El hecho de que el guía (y su hijo Mojtaba que juega un papel importante en nombre de su padre) hubiera tenido una posición clara en defensa de Ahmadineyad y los resultados proclamados de 209, animó al Ministerio del Interior iraní y a las fuerzas del Basij a reprimir violentamente las manifestaciones, a detener a miles de militantes del movimiento verde, y a proceder a arrestos domiciliarios. Sindicatos estudiantiles y organizaciones de juventud fueron disueltas, los miembros del clero que apoyaron al movimiento fueron marginados, mientras que Mussavi y Karubi fueron puestos en residencia vigilada en lugares desconocidos hasta hoy.

El movimiento verde quedó por tanto considerablemente debilitado y temporalmente barrido de la calle. La censura y las restricciones sobre los medios y la prensa, el control por la «Asamblea de Expertos» sobre las candidaturas, han influido sobre la preparación de las elecciones legislativas de 2012. Los reformistas decidieron boicotearlas debido a los obstáculos puestos a su participación, pero también para mostrar la debilidad de la legitimidad popular del régimen.

En este contexto, la batalla ha quedado confinada en el interior de las filas del campo conservador que, después de la experiencia del 2009, ha visto como aparecían divisiones entre varias tendencias, en particular entre dos que se han enfrentado claramente a partir de finales de 2010.

Esta división entre los fieles al guía Jamenei y los que apoyan al presidente Ahmadineyad está ligada a tres razones principales.

La primera tiene que ver con cuestiones de orden religioso. El guía de la República (Jamenei) y su presidente (Ahmadineyad) proclaman ambos estar en relación directa con el Imán Mahdi. El Mahdi es el doceavo imán para los chiítas doudecimanos. Habría desaparecido en el curso del siglo IX. Los chiítas creen en su vuelta (precediendo a Jesús) antes del fin de los tiempos, para traer justicia al mundo después que éste ha sido ganado por la opresión. Jamenei, en tanto que guía supremo, es el jefe religioso y político de los chiítas, en ausencia del imán Mahdi: es el Na´éb al Imán, vice-Imán. Le representa ante sus discípulos y es el responsable de los asuntos chiítas hasta su vuelta. Algunos de los allegados de Jamenei pretenden incluso que ha estado en comunicación con él en numerosas ocasiones.

Al mismo tiempo, Esfandiar Rahim Mashaei, un allegado al presidente Ahmadineyad, y Ahmadineyad en persona, ha afirmado también que el presidente había comunicado con el Mahdi. El entorno de Ahmadineyad ha dicho que éste representaba uno de los signos de la reaparición del Imán y que sus acciones acelerarían su vuelta. Lo que ha provocado la cólera de Jamenei y de sus consejeros acusando a Ahmadineyad de traición y de usurpación del papel de guía.

La segunda razón está ligada al deterioro de la situación económica de Irán asociada al embargo, pero también a la ampliación de los círculos de corrupción en el poder. El círculo cercano a Jamenei ha hecho recaer la responsabilidad de estas plagas en el presidente Ahmadineyad, debido a su mala gestión de los temas económicos y administrativos. Durante los dos últimos años se ha hecho dimitir de sus funciones a allegados del presidente y se los ha reemplazado por otros cercanos al guía Jamenei.

La tercera razón es el conflicto sobre la sucesión y la próxima etapa. Ahmadineyad está a punto de terminar su segundo mandato (en un año). No tendrá ya derecho a presentarse y desearía apoyar la candidatura de uno de sus aliados. Jamenei quiere tener un parlamento y unas instituciones que le sean leales para asegurarse un presidente cercano a él y a su hijo (que podría ser su sucesor).

Irán parece pues abordar una fase de tensiones internas y de fisuras en el seno del establishment, con tentativas de Jamenei de controlar la situación y situar los centros de poder bajo el control de su círculo más allegado. Esto reduciría considerablemente los apoyos del régimen. Llevaría a la oposición reformista a una mayor radicalización en sus posiciones, y abriría también la puerta a arreglos de cuentas entre Ahmadineyad y sus adversarios, con el riesgo de hacer del último año del mandato presidencial un año de crisis políticas recurrentes.

Todo esto sucede cuando las presiones económicas y diplomáticas están en constante aumento sobre el régimen, con un hundimiento económico que se acelera. Coincide también con los desafíos a los que está confrontado en la región de Medio Oriente, de Irak a Siria, con Washington intentando frenar (al menos temporalmente) una acción militar unilateral israelí contra las instalaciones nucleares iraníes. La reunión de Obama y de Netanyahu, el lunes 5 de marzo por la noche, estuvo consagrada en gran parte a este asunto.

5/03/2012

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=4961