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¿En qué redes quedó enganchado el batiscafo ruso?

Tres días atrapados en la ciénaga

Fuentes: Sovietskaya Rossia

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S.Comín

El 7 de agosto anunciaron por fin que habían sido rescatados. Todo el país respiró aliviado, cuando los siete hombres que habían permanecido tres días atrapados en el fondo, en el batiscafo averiado, pudieron ser liberados y subir a la superficie.

Está todavía demasiado fresca en la memoria la tragedia del «Kursk». Justamente el día 12 de agosto se cumplirán 5 años, cuando en el mar de Barents, en aquel sarcófago submarino, esperaban ser salvados los miembros supervivientes de la tripulación. Esperaron en vano. Entonces pudimos comprobar la incapacidad de nuestra flota ante tragedias de este tipo. A todos nos embargó una sensación de profunda humillación, al comprobar que nuestro país, no solo es incapaz de rescatar a los vivos, sino que tampoco podía llevar a tierra a los muertos para darles sepultura. Para llegar al armazón del submarino hundido se necesitaba la ayuda de especialistas extranjeros, posiblemente incluyendo a aquellos países, que de una forma u otra eran responsables del hundimiento de nuestro submarino. En Occidente ya hablan abiertamente de que nuestro «Kursk» fue hundido por torpedos americanos.

En aquellos días nuestros almirantes y gobernantes, no escatimaron en promesas y muestras de aflicción y luto. Prometieron aprender de los errores, y que esta tragedia serviría de lección, y no repararían en gastos con tal de surtir de los medios de salvamento necesarios a nuestra armada.

Han pasado 5 años, y en el océano Pacífico, a una profundidad de 190 metros, liberan a nuestro batiscafo militar, atrapado entre redes y sirgas, unos especialistas ingleses.

¿De qué modo aprendió las lecciones del «Kursk» el gobierno ruso, unas lecciones, que dicho sea, fueron pagadas con el más alto de los precios: la vida de 119 marinos?

Para responder a esta cuestión hay que recordar la cronología de los recientes y trágicos sucesos, junto a las costas de Kamchatka.

Según las informaciones oficiales, el batiscafo AS-28 del tipo «Priz» realizaba una inmersión de prácticas, cuando a una profundidad de 190 metros, quedó atrapado entre restos de redes de pescadores y los cables de una antena marina de profundidad de un complejo hidroacústico. Los siete tripulantes que se encontraban a bordo se vieron en una trampa. El plazo de vida que les quedase dependía principalmente de dos factores: las reservas de oxígeno, y el frío helador de la profundidad. Los cálculos más optimistas hablaban de 2 ó 3 días.

Parecía que todo se volvía a repetir, y que el país debía presenciar de nuevo la agonía de los tripulantes de un submarino. Porque al igual que hace 5 años, nuestros medios de salvamento, se vieron incapaces de liberar al batiscafo.

Daba la sensación de que nuestros dirigentes no esperaban nada distinto. Desde el principio de la operación de rescate, se pidió ayuda a los EE.UU, Inglaterra y Japón.

El submarino no tripulado inglés «Skorpion», pudo cortar las redes y los cables, y el batiscafo liberado pudo salir a la superficie. No nos queda otra que alegrarnos. Esa parece la reacción de nuestros mandatarios, que ya se apresuran a calificar lo sucedido como:» una operación de rescate internacional brillantemente ejecutada». Mientras los medios rusos prooccidentales, como la NTV, se deshacen en elogios, haciendo especial hincapié, en el adjetivo «internacional». De este modo, de forma solapada, nos inculcan la idea de que: la flota rusa no está capacitada por si sola para navegar, si en nuestras propias costas se pierde entre tres cables, de los que no puede desprenderse sin ayuda externa.

Veamos ahora la opinión de los especialistas.

Capitán de navío en la reserva, antiguo comandante de submarino atómico, presidente del Club de tripulantes de submarinos de S. Petersburgo, I.KUDRIN:

«La televisión nos muestra, como el ministro de defensa S.Ivanov informa al presidente sobre los resultados de la operación de rescate. Pero pocos parecen haber prestado atención a la finalización de la conversación: el presidente ordenó efectuar una investigación exhaustiva de todo lo sucedido.

Se supone que el servicio de salvamento de nuestra flota, tiene encomendada la labor de realizar tareas de salvamento similares, sin recurrir a la ayuda externa. Creo que no hace falta que les recuerde, que en situación de guerra, nuestros enemigos no nos van a ayudar.

A los profesionales nos parece evidente que en este caso nuestro servicio de salvamento no ha estado a la altura. En operaciones como esta de inmersión a gran profundidad, deben estar próximos los buques de mantenimiento, es condición indispensable.

Por ejemplo cuando estaba al cargo de un submarino nuclear, y me hacía a la mar, disponía de documentos, donde estaba claramente indicado, quién me tiene que rescatar en caso de avería y donde se encuentran esos buques de rescate. Si por ejemplo, cumplíamos una misión en el Atlántico, el equipo de rescate se situaba en Cuba. Lo mismo ocurre con el batiscafo. Debía de disponer de un buque de salvamento. Aunque no se hubiese topado con esa red, podría haber tenido igualmente un mal funcionamiento y, haberse ido al fondo sin la capacidad de emerger por sus propios medios. Los buques de salvamento, que debemos suponer, se encontraban cerca en ese momento, no cumplieron su misión.

Ciertamente, la conclusión de la operación de rescate nos deja sentimientos ambiguos: una vez más a la alegría por la salvación de nuestros compañeros, hay que sumar una sensación amarga y de perplejidad.

Primero nos informaron que la inmersión era de prácticas. Luego resulta, que abordo aparte de la tripulación, se encuentran oficiales veteranos y el ayudante del ingeniero jefe del Centro de desarrollo de submarinos «Lazurit». El lugar elegido para la «maniobra de prácticas»también resulta extraño.

Capitán de navío en la reserva, antiguo comandante de submarino atómico, A.LESKOV:

«Si realmente la salida del batiscafo era de entrenamiento, lo primero que se me ocurre preguntarme, es que sentido tiene «entrenarse»en una zona donde se encuentra emplazada una antena submarina de una estación hidroacústica. La ubicación de esas antenas está detallada en nuestros mapas. Habría que exigir responsabilidades a los mandos por semejante chapucería. Pero fíjense, que en lugar de rayos y truenos, solo se oyen las fanfarrias y los almirantes ya han empezado a hacerse los agujeros en sus uniformes donde irán las nuevas medallas.

Solo queda suponer, como ya han empezado a hacer los especialistas, que el batiscafo en la bahía «Biriozovaya» cumplía una misión que nada tenía de prácticas, sino que tenía como objetivo precisamente el campo de antenas de la estación acústica, que cumple misiones de inteligencia y seguimiento de los submarinos extranjeros.

Y es en esa situación, que nuestra nave militar es rescatada de las redes por esos mismos marinos de flotas extranjeras, a los que esta desafortunada antena tiene la misión de vigilar. Una ignominia vergonzosa.

¿Y a quién hay que darle las gracias? ¿Dónde están los que prometieron, después de lo del Kursk, dotar al país de un servicio de rescate propio?

En la flota soviética se perfeccionaban constantemente los servicios de rescate, se creaban nuevos medios de salvamento.

En la flota del Pacífico, había potentes remolcadores oceánicos de salvamento. ¿Dónde están ahora? Fueron vendidos a Grecia.

Se construyeron 2 submarinos especiales de rescate del tipo «Linok», que tenían como misión la evacuación de la tripulación de submarinos averiados. Cada una de estas naves submarinas, contaba con cuatro batiscafos, del modelo AS-28 (justamente como el que se ha enredado en las redes) y un equipo de buzos con el equipamiento necesario para trabajar a grandes profundidades. En opinión de los especialistas, liberar un batiscafo de los restos de redes de pesca y de unos cables, es una tarea nada excepcional, son situaciones que se reproducen habitualmente en los cursos de instrucción. Teníamos un submarino especializado en la flota del Atlántico norte y otra en el Pacífico.

¿Dónde están ahora esas naves? Ya no están en nuestra flota. ¿Y dónde se han metido? ¿se han vendido a precio de saldo a algún país? ¿se han llevado a desguace? Son preguntas a las que nuestros dirigentes tampoco responden.

Deberemos buscar la respuesta en otro sitio, preguntando a los que han estado allí abajo, y a los que han participado en labores de salvamento.

A petición de nuestro periódico, comenta la situación creada en torno a los servicios de rescate, el capitán de navío en la reserva, antiguo responsable del servicio de salvamento y reparaciones de la flota del Báltico, L. MELODINSKY.

— Leonid Ivanovich, parece que los nuestros intentaron rescatar el batiscafo con ayuda de remolcadores, ¿podían esos intentos tener éxito?

— Cuando el comandante de la flota del Pacífico habló que «se había sujetado el objetivo con sirgas», lo primero que pensé fue: discúlpeme, pero ¿quién les ha sujetado, si no han bajado buzos?

Es comprensible que nuestros buques intentaran dragar el objetivo. Pero el sistema de dragado, no podía de todas formas asegurar que el batiscafo averiado pudiese subir a la superficie. De que vale enganchar el batiscafo y arrastrarlo por el fondo unos metros. ¿Y luego qué? Está claro que era trabajo para un equipo de buzos. En su momento se crearon en nuestra flota grupos de salvamento formados por buzos entrenados para trabajar a gran profundidad. Su entrenamiento permitía que mantuviesen la capacidad fisiológica para bajar con regularidad, a grandes profundidades. El sistema de entrenamiento incluía una inmersión mensual a 120 y 160 metros. Tras la avería en el submarino «S-80» se dio la orden, de que pudiesen bajar a 180 metros. Si una persona está fisiológicamente preparada para bajar a 180 metros, puede bajar hasta los 200.

Por desgracia en los años 90, con la excusa del recorte de gastos, fue liquidado el sistema de preparación de buzos de gran profundidad. Decidieron ahorrarse el sueldo mísero que cobraban por cada inmersión. Ahora ese ahorro, deberemos compensarlo, posiblemente con el coste de vidas humanas.

— ¿Significa esto que en nuestros grupos de rescate, ya no queda gente capaz de bajar a esas profundidades?

— En Rusia continúa habiendo buzos capaces de trabajar a 200 metros. Por la información de que dispongo, al menos nos queda un grupo especializado. Si creemos las informaciones oficiales, la equipación necesaria para que pudieran trabajar, parece que también la han comprado. El comandante de la armada declaró, que se han comprado inclusive trajes normobarimétricos (escafandras rígidas para trabajos a gran profundidad).

El problema no es ese. El buzo de gran profundidad, no es un submarinista que se tira al agua desde la cubierta del barco. Para inmersiones prolongadas y trabajos a 200 metros de profundidad, se necesita un sistema de inmersión, que funcione según el principio de «permanencia prolongada bajo presión». En Occidente lo denominan «método de inmersiones saturadas».

De un sistema como ese disponíamos en el buque de salvamento «Alaguez», que trabajaba en la bahía Biriozovaya. Yo mismo estaba al mando cuando recibimos la equipación de los buzos. En que estado se encuentra ahora esa equipación, es algo sobre lo que solo podemos hacer conjeturas. Está claro que si se suspende la preparación de los buzos, su equipamiento queda en desuso. Sin entrenamiento, el equipo se oxida, y con el tiempo resulta que no hay gente capacitada para saber como manejar el material.

A esto habría que sumar otros indicios, que nos permitirían sacar conclusiones poco reconfortantes. Por ejemplo cuando el comandante de la flota dijo que el batiscafo averiado, había que subirlo de los 200 metros hasta los 60, para que pudiesen trabajar los buzos. ¿Qué significa esto? hasta los 60 metros el buzo puede seguir respirando aire normal. Significa que el equipo que lleva el buque de rescate, no dispone de la equipación necesaria para suministrar la mezcla de oxigeno y helio para la inmersión a gran profundidad.

Hasta no hace mucho nos las ingeniábamos, para usar con ese fin buques especialmente equipados del Ministerio de la industria del gas. Cuando el accidente del «Kursk» nos dijeron que no podíamos recurrir al buque del «Mingazprom», estaba arrendado a una compañía extranjera con la que tenía contrato.

— Las redes las cortó el sumergible británico «Skorpion». ¿Acaso no hay en nuestra flota nada similar?

— Había, puede que menos sofisticados, pero también nos permitían efectuar determinados trabajos en nuestros submarinos. Por ejemplo, con la operación de rescate del submarino «429» utilizamos un aparato, que permitía transmitir la imagen del submarino, y disponía de brazos articulados, que nos permitían abrir y cerrar determinados compartimentos, del submarino varado en el fondo.

Disponíamos de una cámara de trabajo «RK-680», en la que más de una vez bajé a 120 m. Con su ayuda, en el Mar del Norte rescatamos una lancha torpedera hundida a 120 metros. También contaba con brazos teledirigidos. Nos sumergimos, vimos lo que pasaba y con la ayuda de esos mismos brazos corregimos la sujeción de las sirgas para subir la lancha.

Me imagino que su siguiente pregunta será ¿y dónde está todo eso ahora? Difícilmente puedo responder estando en la reserva. Habría que preguntárselo a los que tiene ahora la responsabilidad por los destinos de nuestra flota.

Para finalizar, volvemos a dar la palabra al ex-comandante de submarinos nucleares, A.LESKOV, quién tuvo que vivir una de las más terribles averías en el submarino K-3.

–¿Por qué se dan tantas desgracias con nuestros buques de guerra?

Capitán de navío, A. LESKOV: «No hace mucho unos cuantos veteranos de la flota de submarinos, visitamos la que era nuestra base en Lits, sede de la flota del Norte. Lo que allí vimos, nos dejó aterrorizados. La base estaba convertida en un pequeño centro comercial, y junto al muelle, donde en nuestra época podía haber hasta 40 submarinos atómicos, vimos un triste submarino fondeado.

Hoy día, han acabado con la flota atómica rusa. Por eso cuando en Piter (nombre coloquial de S.Petersburgo. N de la T) se hace a la mar con enorme pompa, el submarino con el rimbombante nombre de «Sankt-Peterburg», el estruendo de las tracas de honor, me suena a campanas de difunto por el potencial balístico nuclear de nuestro país. Esta nave con motor diesel, por su cometido táctico y técnico, representa no un paso atrás, sino un salto al pasado de nuestra flota.

Todo lo dicho tiene relación directa con lo sucedido con nuestro batiscafo en Kamchatka.

La sensación general que produce todo lo acontecido, no es otra que un sentimiento de profunda humillación nacional.

«El presidente está preocupado, El jefe del Estado Mayor de la flota da entrevistas a la prensa, el comandante de la flota dirige la operación, el Ministro de Defensa coordina el trabajo», y los que desenredan a nuestro batiscafo de las redes y los cables, son unos ingleses, que seguramente no pasan del rango de sargento. Nuestra flota parece que de ser una unidad de combate ha pasado a ser una unidad de desfiles. En número de almirantes por cada buque en servicio, ganamos sin duda a cualquier potencia marítima mundial. Pero incluso en los desfiles, nuestros barcos se pueden ir a pique. Este año en el desfile dedicado al día de la armada, casi hundimos el buque «Indómito». Habían organizado un espectáculo y una de las cargas de fogueo explotó junto a la borda, las juntas cedieron y la parada naval pasó a ser una operación de rescate más.

Mientras nuestros barcos se hunden sin separarse del muelle, nuestros servicios de salvamento los hemos alquilado a Hollywood. ¿Dónde están nuestros famosos batiscafos para inmersión a gran profundidad del tipo «Mir»? Se han arrendado a las productoras cinematográficas y trabajan en un nuevo serial sobre el «Titanic»: Todos esos «Mir» están equipados no solo para trabajos de observación, sino que pueden trabajar bajo el agua con sus brazos articulados. Disponen a su vez de una cámara teledirigida de gran independencia, que ha sido la utilizada para realizar las filmaciones dentro del Titanic.

Mientras mantengan esa política, en la que nuestra técnica militar de inmersión a gran profundidad trabaje para Hollywood, para el rescate de nuestras naves seguiremos teniendo que recurrir al Pentágono.