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Palestina, Abjasia y Osetia del Sur

Tres pueblos agredidos en busca de reconocimiento internacional

Fuentes: Comité Independencia y Soberanía Para América Latina (CISPAL)/CEPRID

Palestina, Abjasia y Osetia del Sur son tres naciones diferentes pero con similares historias de sufrimiento, dolor y lágrimas: han sido agredidas por fuerzas extrañas y superiores en tropas y máquinas de guerra y así, contra ellos, se han cometido crímenes de lesa humanidad al practicar genocidios, la crueldad de guerras injustas, la destrucción sistemática, […]

Palestina, Abjasia y Osetia del Sur son tres naciones diferentes pero con similares historias de sufrimiento, dolor y lágrimas: han sido agredidas por fuerzas extrañas y superiores en tropas y máquinas de guerra y así, contra ellos, se han cometido crímenes de lesa humanidad al practicar genocidios, la crueldad de guerras injustas, la destrucción sistemática, incluso con la pretensión de liquidar sus culturas, acabar con sus tradiciones y costumbres, romper sus sueños de libertad y autodeterminación. Son tres pueblos heroicos que, en ocasiones, se han convertidos en exiliados dentro de sus patrias y, sin embargo jamás se sometieron, y nunca se rindieron ante sus agresores. Hoy reclaman de la comunidad internacional el reconocimiento a sus Estados para realizar la vida en repúblicas libres, independientes y soberanas.

Palestina es un pueblo extraordinario. Se ubica en el Medio Oriente Medio, en la costa del Mediterráneo Oriental. Tiene un territorio pequeño con limitados recursos naturales: «una estrecha franja costera fértil, un interior montañoso y desértico, y en el que el agua es un bien muy preciado».

El conflicto palestino se origina a finales del siglo XIX cuando comenzó a desarrollarse el sionismo con el objetivo de crear un Estado judío en Palestina que, por 700 años, había sido ocupada por los árabes que, naturalmente, se opusieron al proyecto judío. «Los dos proyectos nacionales, el árabe palestino y el sionista, chocaron cuando la comunidad judía inmigrada, aunque minoritaria, tomó envergadura y amplió sus propiedades siguiendo planes de control territorial. Su proyecto estatal se hizo claro cuando el yichuv, la comunidad judía en Palestina, fue creando instituciones autónomas a modo de un protoestado judío y desarrollando prácticas excluyentes y discriminatorias respecto a los árabes».

La ONU presionada por los imperios británico y estadounidense y sus aliados europeos de la II Guerra Mundial con excepción de la Unión Soviética, de manera arbitraria y anti histórica, decidió dividir el territorio palestino para crear el Estado de Israel, en mayo de 1948. Inmediatamente, el nuevo estado sionista contó con la ayuda económica y militar de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países de Europa que armaron y entrenaron a las tropas judías.

Al declararse la creación del Estado de Israel, las naciones árabes en apoyo a los palestinos desencadenaron la primera guerra árabe-israelí. El Estado judío armas y tropas norteamericanas e inglesas resistió la intervención árabe y provocó la primera diáspora palestina. Los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza quedarían bajo control de Jordania y Egipto respectivamente; se frustraba la creación de un Estado árabe en Palestina, y la ciudad de Jerusalén quedaba dividida.

El nuevo Estado judío se alineó pronto con las potencias europeas frente al nacionalismo árabe (guerra del canal de Suez en 1956); ganándose su apoyo político y económico. Además a raíz del genocidio nazi, los judíos contaron con la simpatía de muchos Estados parte de la ONU. Los sionistas triunfaron en tanto que los palestinos vieron frustrado su derecho a disponer de un Estado propio. Los judíos para su propia supervivencia como Estado guerrerista tanto para su consolidación como para controlar el agua, «en junio de 1967 ocuparon el Golán sirio, la península del Sinaí egipcio y los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. Con la ocupación de estos últimos, Israel se apoderaba de la totalidad del territorio de la Palestina.

Desde 1967 Cisjordania y la Franja de Gaza han estado bajo ocupación militar israelí. Este régimen ha supuesto el estado de excepción permanente (autoridades y legislación militar), la persecución de los nacionalistas palestinos, la apropiación de sus recursos naturales (tierra y agua), la gradual expropiación de tierras para la instalación de colonos (en 1997 hay más de 150.000 colonos en los territorios ocupados y otros 170.000 en Jerusalén Este) y bases militares, la progresiva judaización de la parte oriental de Jerusalén (donde se pretende que la población árabe deje de ser mayoritaria), y, en fin, la total subordinación de la economía palestina a la israelí».

Desde 1948, los palestinos han mantenido un combate militar desigual con el poderoso Estado sionista apoyado por el imperialismo yanqui. La Organización para la Liberación de Palestina -OLP- y Hamas han luchado por la independencia de Palestina, por la recuperación de la dignidad nacional y por la creación de un Estado palestino libre, soberano e independiente.

El poder militar de Israel y el poder económico de los judíos con enorme influencia en Estados Unidos y buena parte del mundo occidental han sido factores claves para que el sionismo sea un Estado militarmente inigualable en Medio Oriente ya que cuenta, inclusive con armas nucleares proporcionadas por Estados Unidos e Inglaterra. Esta desigualdad militar y económica «ha permitido que Israel ocupase el territorio susceptible de ser la base del Estado palestino y mantuviera bajo control militar a la población árabe autóctona conculcando sus derechos fundamentales. La ocupación de Cisjordania y Gaza le ha valido a Israel la condena de la comunidad internacional, aunque ésta haya sido incapaz de imponer sus resoluciones.

Además la cuestión palestina tiene una dimensión regional. La tensión entre Israel y sus vecinos incrementó los riesgos para la seguridad del área, en forma de militarización, presencia de población palestina refugiada y proliferación de grupos armados.

La resolución de la cuestión palestina es la pieza clave para la pacificación de la región. Por ello el proceso de paz en Oriente Medio puesto en marcha en 1991 ha girado en gran parte en torno a ella».

El sionismo internacional quiere ser el amo de Medio Oriente, por eso es prepotente e intransigente, factores que han convertido en imposible todos los intentos de paz que se lograría con el reconocimiento internacional del Estado Palestino. Ante el poder de Estados Unidos y de su hijastro Israel, todos los intentos para que Palestina sea un Estado libre y soberano han fracasado ya que ni la vía ni la vía diplomática ni lucha armada de la OLP y de Hamas dieron resultados. Es que combatir con piedras y cascotes de edificios destruidos o con cohetes de fabricación casera contra misiles y armas sofisticadas, equipadas con tecnología de punta, siempre será un combate desigual equivalente a la pelea entre un hombre adulto contra un bebé recién nacido.

La lucha del pueblo palestino ha sido heroica y la resistencia permanente. A finales de 1987 los combates fueron reiniciados por los palestinos con un levantamiento popular en Cisjordania y Gaza. «La intifada supuso un vasto movimiento de rechazo a la ocupación y de desobediencia civil que causó una profunda conmoción en Israel, desenmascaró la realidad de la ocupación y desencadenó un vasto apoyo internacional a los palestinos.

Al calor de la revuelta, en junio de 1988, Jordania cortó sus vínculos administrativos con Cisjordania, y en noviembre el Consejo Nacional Palestino (parlamento en el exilio) declaró el Estado de Palestina. La situación se hizo cada vez más insostenible para Israel, que seguía resistiéndose a cambiar de política.

El conflicto israelí-palestino va más allá que la disputa de dos pueblos por un mismo territorio. El pueblo árabe palestino era un movimiento autóctono equiparable a los de los países vecinos, que reivindicaba el derecho a la libre determinación. El judío era un movimiento extraño, europeo y de inspiración colonialista.

Las guerras habidas entre árabes y judíos ahondaron las diferencias y envalentonaron a los judíos apoyados por el colonialismo imperialista internacional. «El conflicto se complicó al implicar tanto a los países árabes vecinos que vieron a Israel como una espina colonialista clavada en el mundo árabe, como a las grandes potencias con intereses en la zona que se alinearon con cada una de las partes. Ante la violencia judía contra los palestinos, la comunidad internacional ha sido incapaz de imponer una negociación o hacer cumplir sus resoluciones, y la duración del conflicto ha ido ahondando los motivos de tensión y dificultando encontrar soluciones satisfactorias para las partes. La entidad estatal judía se ha consolidado y la ocupación ha transformado la fisionomía de Cisjordania y Gaza». Los palestinos han sido víctimas de la prepotencia sionista violadora de todos los derechos humanos.

La violencia sionista ha ocasionado la dispersión de los palestinos. Varios analistas sostienen en que sólo la mitad de ellos permanecen en tierras palestinas y la otra mitad se acoge al status de refugiados.

«La OLP reclama el derecho a la autodeterminación de la población palestina, la creación de un Estado en Cisjordania y Gaza, con capital en Jerusalén Este, y el retorno de los refugiados tal como rezan las resoluciones de NNUU. Sin embargo la OLP dispone de escasos recursos para su acción política; durante mucho tiempo ha dependido de la ayuda de los Estados árabes; y a falta de esta, su último recurso ha sido el levantamiento de la población. Israel es un Estado que concreta un proyecto nacional concebido por el sionismo que en 50 años no ha logrado la reunificación de todos los judíos, pero ese Estado se ha constituido en una realidad política reconocida internacionalmente. «Su interés estratégico es la sobrevivencia como Estado (asegurando a toda costa su seguridad) y el mantenimiento de su carácter judío, tanto en lo nacional como en lo demográfico, comprometiendo para ello incluso el carácter democrático de su sistema político con prácticas discriminatorias y racistas». Más que por razones de justicia, más que por respeto al derecho internacional, más que la necesaria e indispensable defensa de los derechos inalienables del pueblo palestino, el imperio yanqui y sus aliados europeos quieren imponer la paz entre árabes y palestinos por razones estratégicas y por intereses económicos relacionados con el petróleo árabe. El proceso de paz ha sido tortuoso y hasta hoy, no existen razones para creer que la solución al conflicto está cerca de alcanzarse.

En septiembre de 1993 la OLP y el gobierno de Israel firmaron el Acuerdo de Oslo: las dos partes se reconocían mutuamente y suscribían una Declaración de principios para el autogobierno de los palestinos (DOP). En los siguientes meses del Acuerdo se estableció una administración autónoma palestina, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con competencias limitadas y limitada a Gaza y Jericó, se creó una policía palestina, se liberaron a algunos presos palestinos, se autorizó el retorno de algunos dirigentes de la OLP.

Posteriormente los acuerdos fueron irrespetados por los sionistas que promovieron los asentamientos ilegales y alentaron las actividades judías de colonización, de confiscación de tierras y de la judaización de Jerusalén «Ante las protestas palestinas Israel hizo uso de sus instrumentos de coerción: cierres de los territorios, represión, retención de los presos palestinos, etc. En el campo palestino, la oposición al proceso fue liderada por los grupos islamistas, algunos de cuyos grupos recurriría a los atentados indiscriminados contra objetivos israelíes». Sólo habrá paz cuando se de respuesta a la cuestión palestina. Una paz justa sólo es posible abordando las raíces del conflicto, atendiendo a los legítimos derechos de los palestinos. Dada la desigualdad de las partes, la creación de condiciones para una paz duradera ha de traducirse ante todo en un firme apoyo internacional que logre conformar un Estado palestino libre, soberano, independiente. Sólo el apoyo de la comunidad internacional garantizará el respeto a los derechos del pueblo palestino y hacia ese objetivo se encamina el reconocimiento internacional que suma más de cien países miembros de la ONU.

En América Latina son Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Nicaragua, Ecuador, Cuba, Venezuela, Guyana, Costa Rica, Uruguay y Paraguay, los países que han reconocido a Palestina como un Estado independiente, libre y soberano con sus fronteras de 1967.

Los pueblos del mundo desarrollarán su conciencia solidaria para con Palestina porque saben que sólo con el apoyo internacional amplio se alcanzará un a justa en Medio Oriente.

ABJASIA

En forma similar al pueblo palestino, los abjasios han soportado crueldades inhumanas a lo largo de su historia. Han enfrentado amenazas de destrucción y han sido masacrados en actos de verdadero genocidio, han sido humillados y despojados de sus tierras y de su milenaria cultura. Han sido constantes la represión, el genocidio, la destrucción y la muerte por parte de sus vecinos y, en especial, por la política de los dirigentes georgianos del siglo XX y de lo que va del siglo XXI. En un documento del Ministerio de Relaciones Exteriores de Abjasia se lee que «los actos políticos aceptados por Georgia durante el período comunista, tenían el carácter discriminatorio, la reducción artificial de la población de Abjasia, el cambio de la toponimia de Abjasia y de la hidronímica, transformando el sistema estatal abjasio.

«Durante cien años, independientemente de los regímenes políticos, la política de Georgia hacia Abjasia se mantuvo sin cambios. Las acciones de las autoridades georgianas se califican, como genocidio nacional y cultural, porque según el derecho internacional, el genocidio es la destrucción del idioma, la religión, la cultura y el cambio artificial de la situación demográfica. Exactamente a este objetivo fue dirigida la actividad de los gobernantes de Georgia y para esto fueron puestos dirigentes de la nacionalidad georgiana en Abjasia. En junio de 1918 las tropas de la recién proclamada República Democrática de Georgia ocuparon el territorio de Abjasia, y en agosto de 1992 las tropas de la recién admitida República Democrática de Georgia en las Naciones Unidas lanzó una sangrienta guerra en Abjasia», agrega el citado documento.

En agosto de 1993, la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Georgia (UNOMIG) inició actividades para resolver el conflicto latente entre georgianos y abjasios. Aunque la UNOMIG estableció como su objetivo la intermediación para lograr la paz y la seguridad entre los dos países, garantizando el cumplimiento por parte de los dos países que participaban en el conflicto armado, de las obligaciones contraídas, la paz en la región y la resolución de la situación de conflicto que durante los años siguientes no fueron logradas. La situación sigue siendo tensa, la escalada armada acompañada por la guerra de minas por parte de Georgia, los actos del terror, secuestros y asesinatos de civiles y de pacificadores rusos, y la intervención militar en el desfiladero de Kodori. Todas estas acciones son provocadas, alentadas y apoyadas por las autoridades georgianas oficiales, por la élite política gobernante, y por el presidente de Georgia.

Es imposible no decir algo también sobre la aceptación de la República de Georgia en la Organización de las Naciones Unidas. La ONU ignoró las normas del derecho internacional, al aceptar en la comunidad internacional al Estado, cuyos líderes llegaron al poder por medio de una levantamiento armado. Hay que señalar que el reconocimiento de las fronteras de las ex repúblicas de la Unión Soviética, actualmente se lleva a cabo sin tener en cuenta las normas del derecho internacional, de los derechos e intereses de los pueblos que habitan los correspondientes territorios, sin su consentimiento y aun en contra de sus intereses, de manera abusiva. Además, al tiempo de la aceptación de las ex repúblicas de la URSS en la ONU, muchas naciones (incluso los abjasios), que formaban parte de estas repúblicas, hicieron Declaraciones sobre sus soberanías estatales, y según la Ley de la URSS «Sobre los sujetos de la federación» las repúblicas autónomas fueron reconocidas como sujetos de la federación de la URSS, como todas las repúblicas de la unión. Por lo tanto, la aceptación de las ex repúblicas soviéticas en la ONU ocurre no sólo sin tomar en cuenta, sino que también con las evidentes infracciones a la Declaración de independencia nacional-estatal y de las soberanías de muchos pueblos y, en particular el pueblo abjasio, cuyo sistema estatal cuenta con más de mil años.

Después del colapso de la Unión Soviética, por primera vez en muchos años aparece la oportunidad basada en el derecho internacional para aplicar la autodeterminación nacional y estatal de todos los pueblos de la antigua Unión Soviética. Muchos pueblos, habiendo aceptado las Declaraciones y las pertinentes decisiones sobre su soberanía e independencia, escogieron la vía civilizada de un sistema estatal independiente que cumple con las normas del derecho internacional.

Abjasia y su pueblo eligieron para sí esta vía. Sin embargo, Georgia ha demostrado a todo el mundo una vez más sus pretensiones de imperio, la inobservancia a los principios básicos de la Carta de la ONU, y de otros actos internacionales sobre derechos de los pueblos que se reconocen a cada nación, sea ésta grande o pequeña, como el derecho a la autodeterminación, el derecho de establecer su status político y a asegurar libremente su desarrollo económico, social y cultural.

Abjasia tiene bases históricas y jurídicas para tener su independencia, ya que, al salir de la estructura de la Unión Soviética, Georgia, que suprimió unilateralmente todos los tratados jurídicos con Abjasia, firmados durante el período soviético, se separó de hecho de Abjasia. El elemento clave de los argumentos de los derechos de Abjasia para su independencia, no sólo es el derecho universal de las naciones a la autodeterminación, sino también una serie de acontecimientos concomitantes, e importantes documentos y acuerdos inter e intra estatales, que en conjunto forman la base jurídica de la independencia de Abjasia respecto de Georgia.

Durante 17 años Abjasia ha desarrollado independientemente su sistema político democrático, su economía de mercado, su base legislativa, tribunales independientes, sociedad civil y los derechos humanos, de conformidad con las normas internacionales. Hoy Abjasia es un país con indicadores de desarrollo estable.

Abjasia es factor de estabilidad en la región, puente de conexión en el proceso de restablecimiento de comunicaciones en el Cáucaso, capaz de asumir responsabilidades y desempeñar un rol de unidad. El no reconocimiento político de la independencia de Abjasia, obstaculiza la estabilidad y el desarrollo de un clima favorable de cooperación entre los estados de las regiones del Mar Negro y del Cáucaso.

Regresar al pasado seria un retorno a la época del caos y la guerra. La actual Abjasia y Georgia sólo pueden existir como dos estados independientes, de iguales derechos, puesto que nada, excepto, la independencia puede garantizar la preservación del etnos abjasio. La aspiración a la independencia y el deseo constante de vivir y desarrollarse en un país libre no está inspirado por alguien de afuera, sino que, es un deseo justificado y fundamentado por muchos siglos por todo el pueblo de Abjasia. La independencia de Abjasia es un hecho y una realidad en las relaciones contemporáneas del Cáucaso, además, es un elemento importante de estabilidad y un eslabón clave en el desarrollo de la Cooperación Económica del Mar Negro.

Abjasia ha sido y sigue siendo un Estado independiente, que ha tenido y tiene todas las características y atributos necesarios de la soberanía, reconocidos hoy por la comunidad internacional, que exige solamente una cosa: confirmar y legitimar esta soberanía de la misma manera, como lo ha hecho con otros países en situaciones similares».

Respecto de Abjasia, Georgia, la patria del «padrecito» Stalin, se ha comportado como un típico Estado colonialista, tal como Israel con Palestina. Georgia puso en marcha una campaña para el reasentamiento de georgianos en Abjasia y expulsó a sus verdaderos dueños. Todos los documentos se escribían en georgiano a pesar de que más del 65% de la población no lo entendía. «Los abjasios se encontraban en el último nivel, no les respetaban, les perseguían, maltrataban, y despreciaban de todas las formas posibles. A los abjasios se les obligó a cambiar sus apellidos por apellidos georgianos. Las actividades de las autoridades de Georgia pueden ser calificados como un genocidio nacional y cultural, pues conforme al derecho internacional, el genocidio es la destrucción del idioma, la religión, la cultura, el cambio artificial de la situación demográfica».

Hasta el momento de la desintegración de la URSS (el 21 de diciembre 1991), Abjasia seguía siendo sujeto de ella, en esta calidad participaba en las negociaciones, en que se solucionaba la cuestión de la reestructuración de la URSS. El presidente del Consejo Supremo de Abjasia hasta el momento de la desintegración de la URSS era miembro del Consejo de la Federación de la URSS y miembro de la Presidencia del Consejo Supremo de la URSS. Al mismo tiempo Abjasia no participó en las elecciones del Presidente de Georgia ni en el trabajo de sus órganos de poder. Es absolutamente evidente que Abjasia no podía ser sujeto de la URSS y de Georgia independiente al mismo tiempo.

De esto resulta que al momento de la aceptación de Georgia en la ONU, no tenía ninguna relación con Abjasia, y el reconocimiento por la ONU de la integridad territorial de Georgia con las mismas fronteras de la ex Republica Socialista Soviética de Georgia del 21 de diciembre de 1991, no tenía base legal. En la víspera de la aceptación de Georgia en la ONU el Presidente del Consejo Supremo de la República de Abjasia V. Ardzinba, en su carta enviada a nombre del Secretario General de la ONU le informó que entre Abjasia y Georgia no hay relaciones estatales ni jurídicas, y que la aceptación de Georgia en la ONU en las mismas fronteras de la ex Republica Socialista Soviética de Georgia es ilegal», se afirma en el documento arriba indicado.

Es evidente que la humanidad condena todo tipo de injerencia de un Estado dentro de otro Estado y que condena el uso de la fuerza para resolver conflictos. Estos básicos principios fueron recogidos por la Carta de las Naciones Unidas y por esto, la ONU debe condenar las posiciones guerreristas de Georgia en contra de Abjasia que comenzaron con la entrada del ejército georgiano el mismo día cuando el parlamento de la república tenía que discutir el proyecto del acuerdo federal, que se presentó a la parte georgiana. Georgia lanzó sobre Abjasia toda la potencia de su capacidad militar, incluso la aviación de combate y las tropas blindadas. En respuesta a los métodos parlamentarios y civilizados generalmente aceptados para el arreglo de las relaciones, ofrecidos por Abjasia, Georgia utilizó la fuerza bruta. Durante trece meses el pueblo de Abjasia fue sometido a la destrucción, fueron liquidados los monumentos de la cultura del pueblo y fue completamente destruida y saqueada la infraestructura económica de la república. Abjasia fue puesta en condiciones de tener como única posibilidad de auto-preservación la resistencia armada al agresor. El pueblo de Abjasia, que sufrió durante esta guerra que le fue impuesta, innumerables víctimas y destrucciones, sometido a privaciones externas inhumanas, no demuestra ninguna aspiración a la asociación con Georgia.

Después de la guerra, el Parlamento de Abjasia aprobó una nueva Constitución en el año 1994 que proclamó a la República de Abjasia, Estado soberano, democrático, jurídico e históricamente establecido por el derecho del pueblo a la autodeterminación. En relación con la introducción de la nueva Constitución, se llevó a cabo la aprobación definitiva de la soberanía de Abjasia.

La ONU declara que todos los pueblos y los Estados, independientemente de las dimensiones de su territorio, del número de habitantes, del nivel de desarrollo, se encuentran en igual posición. Los Estados miembros de la ONU, gozan de derechos soberanos del mismo nivel que China con su población de mil trescientos millones de habitantes, o gigantes, como los EEUU, India y Rusia, contribuyendo a la causa común.

En mayo de 1998, nuevamente, Georgia intentó una agresión armada contra Abjasia, de hecho comenzaron la guerra. El 25 de mayo de 1998 fue firmado el Protocolo de Gagra «Sobre el cese del fuego, la separación de las formaciones armadas y las garantías para la inadmisibilidad de las acciones de fuerza», el cual más tarde, así como en el Acuerdo de Moscú, fue violado por la parte georgiana.

Abjasia es un Estado, que tiene su propia estructura y forma de gobierno, y el régimen de funcionamiento, que están establecidos constitucionalmente, y no hay ninguna necesidad de demostrar que Abjasia existe como Estado dentro de los límites de sus fronteras protegidas. El territorio de la República de Abjasia está poblado por etnias nativas de Abjasia, la República es internacional, está habitada por más de 60 grupos étnicos. En Abjasia el poder del Estado es legal y legítimo, siendo el representante oficial de toda la población de la república. El poder prevalece sobre las otras instituciones de la sociedad y le corresponde resguardar la soberanía del Estado. Abjasia demoró muchos siglos para lograr la soberanía, y ésta se confirma por numerosos documentos jurídicos. Desde el punto de vista del derecho internacional Abjasia cumple todos los requisitos necesarios para su reconocimiento como Estado, señala el Ministerio de Relaciones Exteriores de Abjasia.

Existe un principio del Derecho Internacional, universalmente reconocido: el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Abjasia por historia y por mandato de la legalidad mundial es un Estado libre y soberano que ha sido reconocido oficialmente por Rusia y Nicaragua. Como una contribución a la paz y estabilidad en el Cáucaso, es indispensable que todos los Estados miembro de la ONU, reconozcan a Abjasia su pleno derecho a ser un Estado independiente, libre y soberano.

OSETIA DEL SUR

Osetia del Sur es parte étnica y cultural de Osetia del Norte, república autónoma e independiente que forma parte de la Federación Rusa. El pueblo de Osetia del Sur ha expresado, inclusive en un referéndum, su decisión de convertirse en un Estado independiente, libre y soberano en sus 4.000 kilómetros cuadrados de territorio que alberga a una población algo superior a 70.000 habitantes. La frontera de esta pequeña república se encuentra a 100 kilómetros al norte de la capital georgiana, Tiblisi.

El pueblo de Osetia del Sur, desde siempre ha luchado por su independencia. El movimiento se acentuó a partir del descalabro de la Unión Soviética. «Por aquél entonces y desde 1922, Osetia era considerada un «oblast» -unidad administrativa con autonomía- dentro del conjunto de repúblicas soviéticas. En septiembre de 1990, Osetia del Sur declaró su autodeterminación, rechazada públicamente por Georgia en diciembre de ese mismo año».

El pequeño territorio de Osetia del Sur ha sido escenario común de guerras desatadas por ambiciones territoriales y de dominación de sus vecinos, en especial, por Georgia que llegó a considerar que era una provincia georgiana, razón por la que desde enero de 1991 hasta junio de 1992 se desató un conflicto armado entre fuerzas separatistas de los osetios contra la Guardia Nacional Georgiana. En este conflicto perdieron la vida unas 3000 personas.

Con el apoyo de Estados Unidos y de Occidente, Georgia obtuvo el visto bueno para alcanzar un alto al fuego el 14 de julio. Desde esa fecha hubo que esperar 3 años antes de la firma de un «memorando de entendimiento» entre el presidente de Georgia, Eduard Shevardnadze y el presidente de Osetia del Sur, Ludwig Chibirov.

Contra el mínimo sentido común, con desprecio a las normas del Derecho Internacional Humanitario y con singular prepotencia respaldada por el imperio estadounidense y sus aliados de la Unión Europea y la OTAN, Georgia impuso duras restricciones para «contener el contrabando de bienes en la región», pretexto con el que violó los derechos humanos fundamentales del pueblo osetio.

El actual presidente de Georgia, Mijail Saakashvili conocido por sus ambiciones políticas y por su entreguismo a Occidente propuso firmar un acuerdo de paz definitivo en el que Osetia del Sur gozaría de «un amplio grado de autonomía» dentro de un estado federal georgiano. Los osetios rechazaron esa propuesta porque para ellos es de vital trascendencia obtener la independencia total que fue formulada por el presidente Eduard Kokoity.

El Derecho Internacional proclama la autodeterminación de los pueblos. Hacia ese objetivo se dirigió un plebiscito realizado en Osetia del Sur el 13 de noviembre de 2006 con un índice de participación del 91 por ciento que terminó por aprobar con el 99% de los votos, la a independencia respecto de Georgia y la unión pronta y efectiva con Osetia del Norte y Rusia.

En Osetia del Sur se conjugan intereses económicos, geopolíticos y estratégicos ambicionados por Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN que aspiran a imponer un cerco económico, político y militar a Rusia. Cabe destacar que la totalidad de la población de Osetia cuenta con pasaporte ruso, y emplea el rublo como moneda de cambio. Por Osetia del Sur atraviesa el enorme gasoducto estatal ruso, Gazprom, que construye nuevos gaseoductos e infraestructuras relacionadas por valor de 640 millones de dólares, y dos tercios del presupuesto anual de Osetia del Sur (unos 30 millones de dólares) proceden directamente de las arcas de Moscú.

En la región se encuentra además una fuerza de paz de 1.500 hombres -repartidos proporcionalmente entre rusos, georgianos y norosetios- para gestionar una tregua. No obstante, como parte de la propaganda de Occidente en Georgia, el gobierno de Mijail Saakashvili, suele acusar a las fuerzas rusas de aliarse con los separatistas, situación que Moscú desmiente categóricamente.

Georgia, con el apoyo militar de Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN atacó a Abjasia y Osetia del Sur el 7 de agosto de 2008, conflicto armado que concluyó el 16 de agosto con una aplastante victoria militar de Rusia, Osetia del Sur y Abjasia. Los analistas militares de este conflicto afirman que Georgia se atrevió a usar a la fuerza armada al considerar que Rusia no reaccionaría ante la política de los hechos consumados. Saakashvili ni siquiera habría pensado que Bush en su agónico mandato no iba a desatar otra guerra más cruenta y mortal que las de Irak y Afganistán. Rusia es una potencia mundial a la que Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN le respetan y le temen.

De esa aventura militar georgiana surgió un acuerdo de paz que, inexorablemente, conducirá a la independencia de Osetia del Sur porque, inclusive, Georgia, perdió el control que mantenía en el valle y paso de Kodori y otras partes de la geografía de Abjasia y Osetia del Sur. Bien vale recordar que tras la agresión militar de Georgia, con pleno respeto a las resoluciones de la ONU y de los principios del Derecho Internacional, Rusia reconoció como Estados libres, soberanos e independientes a Abjasia y Osetia del Sur.

La Guerra de Osetia del Sur de 2008 fue un conflicto armado iniciado por Georgia en contra de Osetia del Sur y Abjasia que reclamaban su independencia. Los combates se iniciaron en Osetia del Sur, con la Batalla de Tsjinval, extendiéndose posteriormente a otras regiones de Georgia y al Mar Negro.

«Los primeros enfrentamientos se produjeron cuando el presidente georgiano acusado de corrupto y pro occidental por su pueblo, Mijaíl Saakashvili ordenó a su ejército recuperar el control del enclave osetio, independiente desde 1992, pero calificado por Georgia como rebelde y perteneciente de iure a su territorio. En función de los acuerdos de paz que pusieron fin a la Guerra Civil Georgiana, estaban presentes en la república separatista fuerzas de paz de Rusia. Estas tropas tomaron las armas de lado osetio al poco de desencadenarse los combates, así como nuevas divisiones del ejército ruso que cruzaron la frontera internacional constituyendo, según Georgia, una declaración de guerra implícita contra su país. En el mismo bando que rusos y surosetios participaron fuerzas de la república separatista de Abjasia, tanto en Osetia del Sur, enviando voluntarios a combatir a los georgianos, como en la propia Abjasia.

Los osetios ocuparon la zona territorial en disputa en el siglo XIII, y es un grupo étnico-cultural, totalmente distinto al georgiano

«Con la revolución rusa, Georgia obtiene su independencia en 1918, causando una rebelión de los osetios, que es reprimida sangrientamente por Tiflis, acusando a los sudosetios como prorrusos y probolcheviques. Los sudosetios afirmaron que sufrieron 5000 bajas entre sus compatriotas. Con la entrada del 11º Ejército Rojo, los osetios se incorporaron a la Rusia soviética, siendo reconocida la autonomía sudosetia. La solución soviética aplicada en caso de nacionalismos étnicos fue incorporar nacionalidades enfrentadas en un mismo territorio, estableciéndose la República Socialista Federativa Transcaucásica incluyendo a Georgia, Armenia y Azerbaiyán en 1922, países que en los últimos cuatro años habían tenido enfrentamientos armados entre sí (Guerra Georgiano-Armenia y Guerra Armenio-Azerí). En 1924 hubo disturbios por la política hegemónica georgiana. En 1936 de disuelve la República Transcaucásica, y Georgia se incorpora a la URSS. Osetia del Sur, Abjasia y Ayaria adquieren un estatus especial con el que se reconoce la autonomía de estas regiones dentro de la Unión Soviética.

Georgia tuvo líderes proocidente que aprovecharon el fin de la Unión Soviética para organizar rebeliones y enfrentamientos con abjasios y osetios. Con la desintegración de la URSS revivió el nacionalismo georgiano con Zviad Gamsajurdia y consiguió su independencia de Moscú en abril de 1991 y elegido presidente Gamsajurdia en mayo, mientras que los sudosetios intentaban su independencia de Tiflis, proclamando en septiembre de 1990 la autodeterminación, rechazada por Georgia.

Una rebelión popular derrocó al presidente Gamsajurdia y en octubre de 1992 fue elegido presidente Shevarnadze, teniendo que enfrentar la convulsión interna que se denominó como Guerra Civil Georgiana. El 19 de noviembre de 1992 Osetia del Sur votó en favor de su incorporación a Rusia, por lo que penetraron tropas georgianas en Abjasia».

¿Por qué Rusia es parte del conflicto? Su rol es fundamental en la región porque tiene una en misión pacificadora, después de los anteriores conflictos. Por otra parte, los habitantes de Osetia del Sur, en su mayoría, tienen nacionalidad rusa, uno de los poderosos motivos que le confieren a Rusia, la obligación moral de intervenir en defensa de sus ciudadanos y lógicamente para ejercer la protección de la población civil, constantemente amenazada por Georgia y sus exacerbados nacionalismos.

En el enfrentamiento armado de 2008, las fuerzas militares de pacificación rusa fueron atacadas por las fuerzas militares georgianas desplegadas en la capital, lo que, sin duda, legitimaba una intervención en su defensa.

Los analistas del conflicto sostenían que las autoridades georgianas aprovecharon la inauguración de los juegos regionales olímpicos para deshacer el statu quo con un rápido golpe de mano tomando la capital osetia. Con el despliegue de fuerzas, los georgianos han violado la legalidad internacional, ya que se comprometieron a no utilizar la fuerza para solucionar el conflicto en el acuerdo de paz suscrito en el 2006.

Cabe añadir que las tropas rusas estaban legalmente en Osetia del Sur como fuerza destinada a garantizar la paz en la zona. Además, los osetios nada tienen que los unan a Georgia, sino a Osetia del Norte, actualmente parte de la Federación Rusa. Históricamente, los osetios se sienten incorporados a la fuerza a Georgia, debido a un decreto de Lenin de 1922 dentro de la constitución de la «Nueva Rusia Soviética».

En el análisis del conflicto siempre habrá de referirse a que los sudosetios, han solicitado repetidamente la independencia del territorio, incluida la realización de un referéndum en el 2006, porque consideran que si es un país libre, soberano e independiente, se evitaría futuros derramamientos de sangre o el cometimiento de un cuarto genocidio por parte de las fuerzas represivas de Georgia. Dentro de la comunidad internacional, y más particularmente en la OTAN, el impacto de la «ofensiva rusa sobre territorio georgiano» en el 2008, conmocionó el proceso de la cooperación y negociación, según sostuvo Secretario General de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer.

Es conocida la política de Estados Unidos, de sus aliados de la Unión Europea y de sus instrumento de guerra, la OTAN, de ansiar intervenir en los problemas internos de los países con el pretexto de defender los derechos humanos, la democracia y las libertades, cuando en el fondo de los problemas internacionales en los que interviene el imperio yanqui y sus testaferros, sólo hay intereses económicos y, en este caso, el interés de la explotación de los hidrocarburos que garantizaría Georgia. Estados Unidos y Europa, luchaban para garantizar la circulación por territorio georgiano del gas y petróleo del Mar Caspio convencidos de «la diversificación del aprovisionamiento para el consumo europeo» para no depender únicamente de Rusia.

Ese es el verdadero interés imperial y el de sus aliados, sin que les importe o preocupe el derecho internacional, la ONU y menos la independencia y soberanía de Osetia del Sur y su reunificación con Osetia del Norte a las que tienen derecho los osetios.

Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1115