Tras el fin de la terrible pandemia del Covid-19 que azota hoy a la humanidad, un mundo mejor, el que defendió y con el que soñó siempre el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, tendrá que ser posible.
Las miles de muertes dejadas por el nuevo coronavirus, la profunda crisis económica internacional que ya es un hecho concreto, y lo poco o nada que hace el neoliberalismo salvaje por los pueblos, harán reflexionar incluso a muchos que defendían el capitalismo, y no podían imaginarse los horrores de una guerra, sí, a la cual nos enfrentamos en la actualidad.
El verdadero rostro del neoliberalismo, alentado por Washington, se ha visto en estas semanas y meses evidenciado ensu egoísmo desmedido y su total incapacidad de brindar uno de los derechos humanos fundamentales, el derecho a la salud, y de hecho a la vida.
¿Podrán hablar en lo adelante los regímenes de derecha y las potencias capitalistas, lideradas por EEUU, de derechos humanos, si sus sistemas de salud han colapsado por haberlos privatizados, y ni siquiera cuentan con reservas para enfrentar situaciones complejas como la del Covid-19?
Y qué diremos del imperio de Washington y de su emperador de turno, el más bochornoso y demente de la historia, que amenaza con ataques, bloquea y sanciona, en medio de una pandemia, y lo hace contra naciones solidarias como Rusia, China, Irán, Cuba, Venezuela y Nicaragua, entre otras.
Ni siquiera al inquilino de la Casa Blanca le preocupan sus conciudadanos, y les dice que deben trabajar y llenar las iglesias, cuando la epidemia del coronavirus ya tiene contagiado a miles de personas en EEUU.
Pero más aún, la administración de Donald Trump ha enviado cartas y mensajes reiterados desde sus embajadas a diferentes países de varios continentes para que no reciban a los solidarios médicos de Cuba, y al mismo tiempo dejen abiertas sus fronteras al igual que los aeropuertos, y así continúe el comercio, y claro los contagios.
Por supuesto que ningún caso le han hecho a un tarado mandatario, de quien se puede hasta creer que pretende exterminar a poblaciones enteras con el Covid-19, un virus que media humanidad sospecha fue salido de laboratorios, a pesar de algún estudio no bien fundamentado que lo niega.
La verdad se sabrá más pronto que tarde, y tendrán que pagar aquellos que a costa de la explotación de sus pueblos, las guerras de rapiña y el robo de los recursos naturales de numerosas naciones se han llenado los bolsillos de dinero, mientras millones de seres humanos mueren de enfermedades curables, de sed, de hambre y de las bombas lanzadas por agresores como EEUU.
El coronavirus es hoy una inmensa desgracia, pero también es ya una advertencia a los más poderosos, que al final son quienes más tienen para perder en la vida, parafraseando a Fidel Castro.
Para las nuevas generaciones es igualmente una alerta y un llamado urgente a transformar las sociedades, hacerlas más justas, equitativas, y solidarias con todos, independientemente de razas y religiones.
Fidel lo reiteró muchas veces que un mundo mejor es posible, e irremediablemente tendrá que ser posible, porque de lo contrario desaparecerá definitivamente la especie humana, y nuestro contaminado planeta tierra.