La cordillera del Himalaya asiste estos días a un verdadero tsunami político en Nepal. La celebración de las elecciones en ese país supone la materialización del primer paso dentro de un complejo proceso que puede acabar con la presencia de las fuerzas maoístas del PCN (M) como el partido político más votado y con importantes […]
La cordillera del Himalaya asiste estos días a un verdadero tsunami político en Nepal. La celebración de las elecciones en ese país supone la materialización del primer paso dentro de un complejo proceso que puede acabar con la presencia de las fuerzas maoístas del PCN (M) como el partido político más votado y con importantes oportunidades para liderar el proceso que se avecina.
Casi nadie apostaba por estos resultados tan favorables para el movimiento maoísta, y eso era algo relativamente lógico si se hacía caso a los análisis de observadores extranjeros, pero también ha mostrado el gran vacío que existe entre las élites de la capital y de la mayoría de medios de comunicación locales y la población nepalí.
Nepal ha sido hasta hace poco una sociedad regida por la monarquía con el apoyo del poderoso ejército local. Además en el pasado el sistema ha contado con la colaboración de los principales partidos políticos, como el partido del Congreso Nepalí (NC) o el Partido Comunista de Nepal (Unión Marxista-Leninista) (UML). Sin embargo, desde que en 1996 el PCN (M) pusiera en marcha la llamada ?guerra popular?, los acontecimientos se han sucedido en el país asiático, y la combinación de diversas situaciones como la propia rebelión armada, el cambio generacional, los nuevos movimientos de izquierda, una mayor conciencia étnica y sobre todo las aspiraciones de cambio y transformación, han supuesto una nueva fotografía de Nepal.
Nadie puede poner en duda que el principal protagonista es el propio PCN(M). Cuando en 1996 el movimiento maoísta inició la guerra contra el estado nepalí, muy pocos podían esperar esta transformación tan rápida y profunda. Tras diez años de guerra, los maoístas lograron aunar sus fuerzas junto con las de los principales partidos políticos para acabar con el régimen autocrático del monarca nepalí, a través de los que se conoció como ?Movimiento del Pueblo?, y ahora dos años después, ha logrado vencer en las elecciones.
Es curioso ver cómo los propios analistas reconocen sus errores, y sobre todo todas las excusas que han ido generando para ocultar el avance y programa del PCN(M). Primero decían que los maoístas no dialogarían, y esto sí lo hicieron. Luego afirmaban que nunca participarían en un proceso electoral, y acaban de hacerlo. Entonces, eso mismo analistas apuntaron que no obtendrían el apoyo popular, y vaya si lo han logrado. En poco más de una década el PCN(M) ha mantenido una larga guerra, ha iniciado diálogos y un proceso de paz, ha participado en las elecciones, y ahora lidera los resultados de las mismas.
Una de las claves del triunfo maoísta es que son percibidos como los agentes del cambio, lo que unido ha su excelente maquinaria y cuadros, y su capacidad para incorporar en torno a sus listas a miembros de las comunidades más desfavorecidas, como los Dalits, los grupos étnicos o las mujeres, le han permitido poner en marcha esa red social tejida durante estos años. Además, en todo este tiempo, el movimiento maoísta ha logrado mantener todo un estado paralelo que ha funcionado.
Cuando el PCN(M) inició la insurrección armada se presentó como ?la voz de los explotados?, y éstos no tardaron en apoyar al movimiento. El final del feudalismo y del régimen monárquico que lo sustentaba era uno de los mayores deseos populares. Como dice un analista nepalí, ?los maoístas han luchado en la guerra, han proporcionado cambios, han traído la esperanza a los explotados, han dado un sueño a los desposeídos y nuevas visiones a los jóvenes?. Su proyecto desde el principio apostaba por acabar con la explotación de castas, etnias o de género, es decir con la que sufrían la mayor parte de la población nepalí.
A principios de este año, el PCN(M) celebró una reunión de su Comité Central, de donde salió un documento de seis puntos que puede ser clave para entender el desarrollo posterior de los acontecimientos. Entre otras cosas, se destaca que ?el espíritu del documento muestra que no puede lograrse un poder político revolucionario sin acabar con el viejo estado, y no habrá una transformación revolucionaria de la sociedad con cambios cosméticos del viejo sistema?.
Más adelante, apuntaba que ?la estrategia del partido es lograr una Nueva Revolución Democrática contra el feudalismo y el imperialismo, y la táctica es unir a las fuerzas democráticas, nacionalistas, patriotas y de izquierdas en un movimiento revolucionario y aislar y destruir a los mayores enemigos del pueblo?.
En el otro lado de la balanza encontramos a los grandes derrotados de este proceso. Por un lado, la monarquía nepalí va a quedar muy pronto relegada a los libros de historia. Como señala un dirigente maoísta, ?la monarquía ha terminado. No debe haber ninguna duda sobre ello. Ahora sólo queda la cuestión formal de cómo sellar definitivamente ese final?.
Los otros derrotados son los partidos políticos más importantes hasta ahora. El NC ya ha mostrado claramente sus viejas y arcaicas estructuras y el UML todavía parece asistir a un estado de shock ante la derrota y el futuro que se les presenta, ya que este partido que hasta ahora ostentaba la bandera de la izquierda política, deberá elegir entre colaborar con el PCN(M) o unirse a las fuerzas conservadoras contra el mismo, lo que daría a los maoístas todo el espacio progresista del país. Además esas formaciones tienen que superar la etiqueta de fuerzas del status quo y de la corrupción que la mayoría de la población les ha colocado.
Todavía es pronto para anticipar el rumbo de los acontecimientos, pero de momento algunos obstáculos y riesgos ya han asomado en ese complejo escenario. Las voces de algunos mandos del ejército contra la integración de las fuerzas maoístas en el nuevo proyecto del ejército muestran por dónde van a ir los obstáculos de los defensores del status quo. Tampoco cabría descartar algún movimiento golpista del monarca o de alguno de sus escasos apoyos. Las rivalidades políticas que aflorarán entre los partidos del status quo también puede condicionar el normal desarrollo del programa maoísta. Y dentro de la política local todavía queda por resolver las demandas de algunos movimientos de carácter étnico, como el que se presenta en la región Terai, que ha mantenido importantes enfrentamientos con el gobierno central. En esa zona los resultados del PCN(M) han sido muy buenos, pero la victoria ha sido de las fuerzas locales, agrupadas en una coalición de partidos.
El último obstáculo puede provenir de algunos actores extranjeros. India, acostumbrada a maniobrar, con el apoyo de fuerzas locales, a su antojo ve con temor que el ejemplo maoísta se extienda a su estado, donde la guerrilla maoísta tiene cada vez una mayor presencia. También habrá que seguir las reacciones de Washington, que todavía mantiene al PCN(M) en su famosa lista de ?organizaciones terroristas?, e incluso los movimientos de Beijing, otro actor muy interesado en el devenir de los acontecimientos en la región.
Los cambios en Nepal tendrán influencia en el propio país, en el mapa político del sur de Asia y en el conjunto de la geopolítica de la región. El PCN(M) presenta este mandato popular para asentar el proceso de paz, construir una república democrática y un desarrollo económico más justo. Este tercer aspecto será clave, ya que el turismo y el dinero enviado por los trabajadores nepalís en el extranjero han sido hasta ahora las mayores fuentes económicas de un país donde la agricultura representa el sector más importante. Por eso, es necesario acabar con el sistema de explotación feudal y elaborar un profundo cambio en la agricultura, lo que unido al desarrollo de un apequeña industria orientada al servicio de las necesidades reales del pueblo nepalí pueden suponer los primeros pilares de esa nueva sociedad.
Aún es pronto para anticipar todo ello, pero de momento lo que nadie puede poner en cuestión es la legitimidad que han adquirido los maoístas tras estas elecciones y una avalancha transformadora está descendiendo desde las cimas más altas del mundo.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)