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Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?

¡Uníos en contra del imperialismo!

Fuentes: Counterpunch

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos


En muchas entrevistas, cartas personales y discusiones cara a cara se me siguen haciendo preguntas muy similares: «¿Qué se puede hacer todavía, ahora que es obvio que Occidente está dispuesto y deseando destruir todo aquello que se interponga en su camino para dominar totalmente el planeta?».

Algunos afirman que nada. Hay muchas personas completamente desanimadas y asustadas que ya se han rendido completamente y han llegado a la conclusión de que el Imperio es demasiado poderoso y está demasiado resuelto, por lo que no se le puede detener.

Otras personas rezan. Y también hay algunas otras que tienen plena confianza en aquellas pocas personas valientes que «continúan luchando».

Lo que el Imperio quiere es que sientas desesperanza, miedo y derrotismo.

¡No lo sientas! La derrota únicamente se codifica intencionadamente en la propaganda que se está difundiendo en Occidente. En realidad, nada está perdido.

En realidad, al trabajar por todas partes del mundo soy cada vez más optimista. Los pueblos de Oriente Próximo, África y de muchas partes de Asia están despertando. ¡Los pueblos de América Latina despertaron hace mucho y están alertas, vigilantes!

Este es en realidad un momento verdaderamente impactante en la historia de la humanidad. Pero no nada es gratis. Para salvar el mundo tenemos que seguir permanecer firmes en contra del neocolonialismo y de toda la demente propaganda que se difunde constantemente por Occidente. Tendremos que ser resueltos y estar firmes. Si lo somos, no será el final, sino el principio.

Por supuesto, si nos limitamos a lloriquear, todo se irá al cuerno y a quienes dominan el mundo les vendrá de maravilla.

***

Creo, y lo he dicho y escrito muchas veces, que en este momento no hay absolutamente razón alguna para el nihilismo.

Aquellos tiempos oscuros, hace unas dos décadas, de descorazonamiento y pesimismo, han terminado. La era de monstruos como Reagan y Thatcher, las décadas posteriores a ellos, los años de Bush, los años de Yeltsin, los años anteriores a Chávez y Morales, han terminado todos.

En muchas partes del planeta hay una nueva realidad que es bastante hermosa.

Por supuesto, la mayor parte del mundo es extremadamente feo, sufre y está gobernado por matones despiadados, hipócritas e incluso asesinos en serie. Por supuesto, Occidente no se ha reformado ni ha abandonado nunca su ambición de dominar el planeta. Por supuesto, hay millones de personas inocentes que siguen muriendo y el planeta está siendo saqueado por una banda de tarados degenerados que profesan una nueva religión llamada «fundamentalismo del mercado»…. como ya se ha escrito sobre ello.

Por supuesto, la propaganda y las campañas de lavado de cerebro procedentes de Norteamérica y de Europa son cada vez más peligrosas. Por supuesto, no es el «final de la historia» sino el «final de la democracia» como siempre la hemos entendido…

La democracia ha sido completamente secuestrada, pervertida y humillada por las más cínicas manipulaciones de Washington, Londres y París. No tienen nada que ver con el «gobierno del pueblo» ni con meter un pedazo de papel en una caja de cartón para legitimizar un totalmente ilegítimo régimen «multipartidista» (¿verdaderamente multipartidista?) .

Y, por supuesto, si no hay una firme resistencia o defensa de los valores básicos en los que se basa la humanidad, pronto no habrá nada más que la esclavitud total y el fundamentalismo del mercado; en pocas palabras, una sociedad mucho más atroz de lo que pudieron prever alguna vez Orwell o Huxley.

***

¡Las buenas noticias son que hay resistencia!

Y hay personas que se mantienen firmes y luchando por la supervivencia de la humanidad.

Pero igual de importante, e incluso más, es el hecho de que ahora también hay varios países totalmente decididos a no a permitir que este nuevo sistema neonazi europeo y estadounidense ahogue al mundo

Estos países no son «perfectos», como no lo es nada en este mundo. Pero históricamente son pacíficos, aunque la incesante campaña de desinformación de los medios de comunicación de masas mundiales los haya difamado. Y a todos ellos, sin excepción, les interesa más el bienestar de la humanidad que los conceptos religiosos vinculados a la doctrinas de negocios o la dominación del mundo.

Todos estos países tienen historias y sistemas económicos y políticos diferentes, pero todos ellos están fundamentalmente en contra del neocolonialismo y del imperialismo occidentales. No hay ni que decir que todos ellos sufrieron extraordinariamente en el pasado, por lo que saben contra qué están luchando.

Me refiero a Cuba y Venezuela, Bolivia y Ecuador, Uruguay, China, Rusia, Eritrea, Vietnam, Zimbabwe, Irán y a otras muchas naciones de este maravilloso y variado planeta.

Cada uno de ellos fue atacado en el pasado por Europa o Estados Unidos, o por ambos.

China, una de las naciones más grandes y más antiguas de la tierra, fue engañada, ocupada y dividida, saqueada… Bárbaras hordas francesas saquearon sus tesoros culturales mientras que los británicos colonizaron sus ciudades y zonas enteras.

Simbólicamente, los invasores incluso saquearon los tesoros culturales chinos. Como se afirma en The Telegraph, «hay 1.5 millones de artefactos chinos […] en museos y colecciones de toda Europa y Estados Unidos, incluidos el British Museum y el Museo Victoria & Albert de Londres».

Occidente se ha estado entrometiendo en los asuntos internos de China, financiando, adiestrando e incluso armando a su «oposición». Los propagandistas de Londres y Washington han secuestrado tanto el relato sobre el Tibet como su enfoque en gran parte internacionalista respecto a África (he entrevistado a cientos de africanos en unos veinte países y la mayoría de ellos estaban horrorizados por el relato occidental en contra de China). Muchas veces se ha suscitado el antagonismo contra China y se le ha provocado, y una y otra vez se ha azuzado artificialmente a sus vecinos en su contra.

Las escandalosas provocaciones militares de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur contra China y Corea del Norte ponen continuamente al mundo al borde de una tercera guerra mundial, como me han señalado al mayoría de los principales académicos especialistas en la zona, incluidos muchos occidentales. Europa o Estados Unidos nunca tolerarían siquiera un uno por ciento de aquello a lo que están sometiendo a China, Rusia y otros países con una regularidad mortífera.

¿Hay alguna razón lógica e histórica por la que deberían temer a China, Corea del Norte o Vietnam? ¡Por supuesto que no! Excepto que se está bombardeando al mundo constantemente con una demagogia «religiosa» e imposible de demostrar que describe a China (¡no a Occidente!) como el verdadero agresor.

La violencia histórica y actual contra Rusia es aún más extrema. En la historia reciente Occidente atacó abiertamente a Rusia en muchas ocasiones. Por mencionar solo algunas de las más mortíferas: la Primera Guerra Mundial, y varias incursiones contra el joven Estado soviético por parte de Francia, Chequia y otros. Según la reseña sobre Rusia de la BBC: «En el norte de Rusia las tropas francesas y estadounidenses tomaron Murmansk y Archangel hasta 1919, mientras que en el este de Rusa ocuparon Vladivostok.»

La Segunda Guerra Mundial costó la vida a veinte millones de ciudadanos soviéticos, que acabaron derrotando al nazismo y salvaron a otros cientos de millones de personas de todo el mundo de ser aniquiladas definitivamente.

Aunque la Unión Soviética apoyó la mayoría de las luchas de liberación contra el colonialismo occidental nunca atacó directamente a Europa occidental ni a Estados Unidos.

La Unión Soviética fue arrastrada finalmente al conflicto afgano en 1979 y quedó financiera y mentalmente exhausta, lo que concordaba exactamente con el plan creado por Zbigniew Brzesinski. Como me dijo hace poco en la ciudad de Kharkov el analista político ucraniano Alexandr Oleinik:

«La esencia de lo que está ocurriendo ahora se basa en la doctrina de Estados Unidos que tiene un objetivo fundamental: borrar del globo primero a la Unión Soviética y después a Rusia, independientemente de que sea socialista o capitalista […] Como es bien sabido ya en 1980 Zbigniew Brzezinski había definido estos objetivos en su informe al departamento de Estado estadounidense titulado Game Plan: A Geostrategic Framework for the Conduct of the U.S.-Soviet Contest

¡Pero la propaganda occidental define constantemente como agresor a Rusia, no a Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia! No se ofrecen hechos, excepto los muchos pseudoactos acerca de la hambruna en Ucrania que este autor pretende revisar en sus obras anteriores junto con otros «pilares fundamentales de la propaganda occidental anticomunista» (la hambruna china y el baño de sangre camboyano, ambos provocados por el imperialismo, el estadounidense y el japonés), pero me referiré a estos tópicos un poco más adelante este año.

¿Todas estas mentiras y manipulaciones podrían estar creadas precisamente porque Rusia siempre ha luchado contra el imperialismo occidental?

Y, ¿qué pasa con el mundo? Pregunten simplemente a personas de Oriente Próximo, América Latina y África: muchas consideran que Rusia y China son dos gigantes, dos héroes y no «agresores»‘.

Irán. ¿Hay otro país (quizá excepto Cuba y Rusia) que haya sufrido más terrorismo procedente de Occidente que esta vieja potencia cultural?

¡Se ha atacado a Irán sin descanso! El primer ministro elegido democráticamente Mohammad Mosaddegh, un auténtico patriota que introdujo grandes cambios sociales en su país, fue derrotando por un golpe orquestado por la CIA y el MI6 en 1953. Occidente ni siquiera lo ha negado. The New York Times informaba en 2000 («The C.I.A. In Iran») sobre ello y calificaba la operación de «éxito» al tiempo que lamentaba los «contratiempos»: «La historia secreta de la CIA de su operación encubierta para derrocar al gobierno iraní en 1953 ofrece una mirada interna sobre cómo la agencia tuvo éxito a pesar de una serie de contratiempos que desviaron sus planes originales».

Occidente mimó y apoyó entonces a su brutal implante, el Shah: sus cámaras de tortura, violaciones, asesinatos y desapariciones políticos. Y armó y preparó a Iraq, gobernado por su estrecho aliado (Saddam Hussein), el cual invadió Irán en 1987 y provocó una guerra atroz que costó entre 500.000 y 1.5 millones de vidas humanas human (los historiadores siguen sin ponerse de acuerdo sobre la cifra exacta).

Irán, naturalmente, nunca ha atacado a Europa o a Estados Unidos, pero se nos dice que temamos su «potencial capacidad nuclear». Por supuesto, hizo algo mucho más «terrible» a ojos de Occidente: bajo Mosaddegh osó nacionalizar sus reservas de petróleo. Millones de personas tenían que morir por ello.

No sé los demás, pero cuando miro la historia de nuestro planeta, me sentiría más tranquilo si Irán tuviera armas nucleares que estando seguro de que Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos, algunos de los países más agresivos del mundo, en realidad las tienen.

¡Y Cuba! ¡Complots para asesinar a su presidente, un atentado contra una línea aérea de pasajeros, atentados contra restaurantes y hoteles, una invasión directa, un embargo demencial e incluso intentos de provocar sequía y enfermedades a sus cosechas, por no hablar de la financiación directa de los «disidentes»! Occidente, dirigido fundamentalmente por Estados Unidos, hizo todo esto a Cuba. Y se hizo en la más absoluta impunidad.

Todo porque Cuba ha estado luchando durante décadas contra el imperialismo y el colonialismo en África, porque ayudó a liberar Namibia y Angola, y trató de ayudar a liberar Congo; porque envía sus médicos a las partes más pobres del mundo, porque se ha convertido en un símbolo de la resistencia frente al fascismo occidental…

¿Todos nosotros tenemos miedo de Cuba? ¡Que levante la mano quien lo tenga! Lo digo en serio.

Podría seguir y seguir, sobre Venezuela y Bolivia, sobre Chile, incluso Brasil. Pero esta vez solo quiero enviar un mensaje relativamente corto: por una sola vez, unos pocos minutos, «censuremos» a nuestras mentes toda la propaganda procedente de Occidente. Y basándonos en la historia y el sentido común, permitámonos hacernos una pregunta muy lógica: «¿No sería mejor dar una oportunidad a aquellos países que ahora se alzan contra el Imperio?»

Dejamos que Europa, Estados Unidos y sus fundamentalistas religiosos del mercado dirijan el mundo, desde hace muchos siglos, y cientos de millones de personas desaparecen. Echemos simplemente una mirada al mapa del mundo, a cuál era su aspecto a principios del siglo XX. ¿Lo captamos? Todo estaba colonizado por Europa, todo estaba dividido, destrozado y esclavizado.

Intentemos otra cosa. Unámonos y luchemos contra el nazismo y el imperialismo. ¡Intentémoslo al menos!

***

Despacio pero seguro los países no occidentales están uniendo sus manos: Rusia y América Latina, China y América Latina (sí, fue China quien sacó a Cuba de apuros y la salvó cuando el traidor alcohólico de Yeltsin estaba ocupado destruyendo su país y el mundo al tiempo que recibía órdenes directas de Occidente). Rusia y China se están acercando, aunque Rusia declaró que apoyaría y defendería Irán si fuera necesario. A pesar de sus diferencias sociales y culturales, Venezuela e Irán, están todo lo cerca que pueden estar, lo mismo que países como Brasil y China.

El mundo está cambiando.

Han surgido medios de comunicación nuevos y poderosos que protegen al mundo del sesgado adoctrinamiento occidental y ofrecen unas alternativas formidables: «TeleSur» en Venezuela (¡para la que trabajamos sin descanso y con orgullo!), Press TV. RT! e incluso CCTV de China, aunque todavía tiene que vencer su «timidez».

Decenas de millones de personas hambrientas de información honesta y de posturas antimperialistas leen, ven y confían en estos nuevos y potentes medios de comunicación. Todos estos medios se alzan firmes junto con aquellas publicaciones occidentales de la oposición, sobre todo en Norteamérica, muy poco en Europa, como Counterpunch, Global Research y Znet.

***

Es indudable que la desobediencia pública y «Occupy Wall Street» no van a salvar al mundo.

Países enteros, grandes y fuertes, tendrán que implicarse.

No debe haber apaciguamiento. Si el Imperio se atreve a colocar sus destructores y bases militares cerca de Rusia, China, Irán o Venezuela, estos países deben hacer lo mismo. Y lo hacen y lo harán.

Occidente actúa cada vez más como una entidad nazi y ¡uno no hace «protestas pacíficas» frente al Reichstag, cuando las llamas consumen el mundo, cuando se está asesinando a millones de personas!

Estas protestas solo se tolerarán mientras no sean eficaces, pero en cuando se vuelvan peligrosas para el Imperio, serán aplastadas, como lo fueron anteriormente.

También creo que la oposición interna en Europa y Estados Unidos debe dejar de ser tan quisquillosa al pedir pureza y perfección a estos países que luchan contra sus dirigentes nazis, el sistema y el Imperio. No es el momento de ser maniático.

Las fuerzas de resistencia son diferentes, no son siempre ideales y del gusto de todos, pero ya están salvando millones de vidas humanas.

Detengamos primeros las agresiones, el imperialismo y el neocolonialismo occidentales, y solo entonces solucionemos nuestras diferencias y decidamos la forma ideológica para que avancen las fuerzas progresistas de este planeta.

Hasta entonces, ¡a las barricadas, a los acorazados y a las emisoras de televisión y revistas!

Por supuesto que ganaremos pero, como dicen en América Latina, ¡se necesitarán pelotas y ovarios!

Andre Vltchek es novelista, cineasta y periodista de investigación. Ha cubierto guerras y conflictos en docenas de países. Su discusión con Noam Chomsky On Western Terrorism está en imprenta. Su libro sobre el imperialismo occidental en el Sur del Pacífico se titula Oceania y está a la venta en http://www.amazon.com/Oceania-André-Vltchek/dp/1409298035. Su provocativo libro sobre la Indonesia post Suharto y su modelo fundamentalista de mercado se titula Indonesia: The Archipelago of Fear, http://www.plutobooks.com/display.asp?K=9780745331997. Recientemente produjo y dirigió el documental de 160 minutos Rwandan Gambit sobre el régimen pro occidental de Paul Kagame y su saqueo de la República Democrática del Congo, y One Flew Over Dadaab sobre el mayor campo de refugiados del mundo. Tras vivir muchos años en América Latina y Oceanía actualmente reside en el este de Asia y África. Se puede contactar con él en su página web o en Twitter.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2014/04/25/unite-against-imperialism/