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A pesar de su fracaso electoral Rigoberta Menchú afirma:

«Vamos a abrir una brecha para la participación en el poder»

Fuentes: Ojarasca

La voz de esta mujer quiché expresa seguridad y fortaleza cuando comenta: «Queremos venir de la resistencia al poder. Vamos a abrir una brecha para empezar a ocupar la silla que nos toca en la toma de decisiones en el poder del Estado». La primera frase se impulsó en marzo pasado, en la III Cumbre […]

La voz de esta mujer quiché expresa seguridad y fortaleza cuando comenta: «Queremos venir de la resistencia al poder. Vamos a abrir una brecha para empezar a ocupar la silla que nos toca en la toma de decisiones en el poder del Estado». La primera frase se impulsó en marzo pasado, en la III Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, y también fue la consigna de la delegación boliviana, que se proclamó como decisiva. Es el eje principal de la lucha de Rigoberta Menchú Tum.

En los comicios del 9 de septiembre en Guatemala, por primera vez en la historia una mujer indígena fue postulada para la presidencia. La también Premio Nobel de la Paz de 1992, conversa con Ojarasca las dificultades de la campaña, el tema indígena, el proyecto de su partido Encuentro por Guatemala (EG) y los derechos humanos. La primera vuelta de las elecciones arrojó resultados previsibles. A pesar de la violencia política, los comicios para elegir presidente, vicepresidente, 158 diputados y 332 gobiernos municipales, se desarrollaron sin incidentes mayores. Los candidatos Álvaro Colom, del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y el ex general Otto Pérez Molina del Partido Patriota (PP), el primero socialdemócrata y el segundo de derecha, se enfrentarán nuevamente el próximo 4 de noviembre, al no haber alcanzado el 50 por ciento de la votación. Por su parte, el EG de Menchú obtuvo el sexto lugar.

A pesar de los resultados, Menchú, originaria de San Miguel Uspatan, en El Quiché, comenta: «Ya abrimos un proceso histórico, estamos satisfechos de tener un buen número de alcaldías; vamos a tener diputados».

–¿Por qué la vía institucional?

–Nosotros somos el movimiento político Winaq y tomamos la decisión de participar como colectivo. Hay un gran número de compañeros del área académica. Pero también hay una parte que es la base social, que proviene de las organizaciones sociales, y es una honor que hayamos podido aliarnos con la CONIC (Coordinadora Nacional Indígena y Campesina). Se dio la oportunidad de una participación, hicimos un intento de aliarnos con fuerzas de la izquierda, tales como Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca y Alianza Nueva Misión, y fue muy difícil, por lo tanto optamos por el EG que es un partido nuevo.

En un país de 13 millones de habitantes, donde el 60 por ciento lo constituyen 22 pueblos indígenas, la postulación de Menchú la hizo el EG, fundado por la activista de derechos humanos Nineth Montenegro y cuyo aspirante a la vicepresidencia fue el empresario Fernando Montenegro.

–¿Cuáles han sido las dificultades en la campaña?

–El EG no tenía recursos, por lo que optamos que el movimiento Winaq y los recursos personales garantizarían la campaña. Fue una lucha desigual, las campañas negras fueron enormes, todo mundo nos echó tierra, desde los partidos como la UNE, el Patriota, hasta algunos compañeros de la izquierda, porque no fuimos por ahí. Eso nos ha dado una gran fuerza ética, no hay padrinos, yo sí les puedo jurar, por la memoria de mis muertos, que aquí sacamos esta campaña con el cuchuj, un concepto maya muy antiguo de que si tú defiendes, te reflejas en un proyecto, lo acoges como tu proyecto y tú le das lo mejor que tienes. Y ésta es una visión de colectividad que sacamos adelante, nosotros no pagamos ningún campo.

–¿Hay alianzas con otros movimientos sociales indígenas? Una nota de Prensa Libre (30 de agosto) reporta que la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOC), expresó su molestia porque usted no asistió a una reunión programada.
–Creo que tuvo presencia de urg y de Álvaro Colom y es lo que empañó el ambiente. Si los hermanos se sienten bien con cualquiera de los partidos, nosotros no queremos reproducir ese sectarismo que ha puesto en duda los liderazgos en América Latina, donde dicen «si no están conmigo son de derecha». Hemos roto esas cosas, los respetamos siempre y cuando que no nos hagan campaña negra.

–¿Qué referente tiene la lucha en Bolivia?

–Nos sentimos orgullosos de la lucha de nuestros hermanos del continente. Sabemos que también es una nueva oportunidad y nos identificamos con ellos, sabiendo que tenemos aquí una propia responsabilidad, un propio proceso, que es dinámico y pragmático.

–En el proceso previo a la toma del poder. ¿Rigoberta estaría dispuesta como lo hizo Evo a movilizar a sus bases?

–Aquí no creo que la gente le dé más importancia a una movilización a la capital, por supuesto que me gustaría tener todos los grandes dirigentes, pero lo más grande para nuestra gente son sus propias comunidades, también es el gobierno central que tiene que movilizarse allá con ellos.

La guerra civil en Guatemala (1960-1996) dejó más de 200 mil muertos y desaparecidos, cerca de millón y medio de desplazados. Apenas hace 10 años finalizaron el conflicto armado y la dictadura militar. Las secuelas de violencia por la disputa del poder en este país continúan derramando sangre: el 5 de septiembre fueron asesinados Wenceslao Ayapán y Esmeralda Uyún, del partido de Menchú, mientras que el hijo del activista de la izquierdista ANN, Morris de León, fue ultimado. Hubo 46 muertos en total durante la campaña. En 2006 murieron 581 mujeres.

El 31 de agosto Amnistía Internacional emitió una carta abierta a los candidatos donde expresa que el país vive sumido en la impunidad y en la permanente violación a los derechos humanos, por lo que es fundamental desclasificar documentos militares. A la pregunta de si ella y su partido tienen intención de realizar esa labor, Menchú responde:

–No, nosotros estamos totalmente involucrados en la participación ciudadana. Cerramos la campaña con un número importante de municipios, departamentos.

La plataforma del EG, aparte de propuestas sociales, no parece constituir una alternativa de política económica. La candidata se autodenominó, de «centro izquierda».

–¿Qué es lo que le propone al pueblo de Guatemala y a sus indígenas después de estas elecciones?

–Que se descentralicen los fondos públicos. Ya basta del monopolio de los hermanos ladinos. Proponemos un gobierno de equidad étnica y de género, una economía social que beneficie las cooperativas, las empresas campesinas y a las medianas y pequeñas. Queremos estabilidad económica pero que genere riqueza que se reparta. Vamos a trabajar por la reforma e incrementar el presupuesto en educación. Estamos creando una estrategia nacional de salud, que incluye las comadronas y el sistema de medicina tradicional. Trabajo digno. Vamos a reforzar los mecanismos de vivienda digna y turismo comunitario. Abrir capacitación técnica a los trabajadores del campo, y por último la seguridad y fortalecer el sistema de justicia; eso implica una depuración de la policía. Que no se confunda con militarización, como otros plantean, que es una barbaridad.

Las campañas han terminado y el eg logró conservar su registro con lo que podrá intervenir en el Congreso y obtener recursos públicos. A la pregunta final sobre qué sigue, Rigoberta agrega con tono alegre: «Compartiremos el triunfo con el EG. Haremos una agenda unitaria para el periodo legislativo».