Con el ascenso de Donald Trump al poder de los Estados Unidos en enero de este año, el mundo entra a una era de gran volatilidad, sus decisiones alteran la paz mundial, incrementan la carrera armamentística y la guerra nuclear, la inestabilidad económica, quebrantan el diálogo para resolver los diferendos y promueven la xenofobia, un […]
Con el ascenso de Donald Trump al poder de los Estados Unidos en enero de este año, el mundo entra a una era de gran volatilidad, sus decisiones alteran la paz mundial, incrementan la carrera armamentística y la guerra nuclear, la inestabilidad económica, quebrantan el diálogo para resolver los diferendos y promueven la xenofobia, un año que recuerda a los mejores de la Guerra Fría.
La idea proteccionista de Trump, muy similar a la de 1929, le impulsa a la creencia de que los Estados Unidos ha cedido mucho terreno en todos los ámbitos de la geopolítica, e inicia la revisión, en algunos casos el retiro, de tratados que causan distensión al belicismo, a la paz y bienestar mundial.
La paz mundial
«Si Estados Unidos entra a una guerra lo hará para ganar», dijo Trump, pero no tiene una guerra. Pese a ello, sin pedir permiso al Congreso de su país, ni al Consejo de Seguridad de la ONU, bombardea Shayrat, Siria, con una vieja mentira ya practicada por Bush jr. en Irak: la existencia y uso de armas químicas.
La intervención decisiva de Rusia en la agresión occidental contra Siria, con apoyo a grupos opositores al gobierno, y la del terrorista Estado Islámico, hace que los Estados Unidos retrocedan en su intervención, dirija su apoyo a Irak en que los resultados aún están por verse.
Declarado amigo de Israel, vuelca sus dardos de guerra contra Irán, principal enemigo de ambos. Anuncia el retiro o revisión del Acuerdo Nuclear con Irán, firmado por siete potencias, avalado y supervisado por la ONU.
No solo recibe el rechazo de las siete potencias y todo el mundo, sino que amenaza de Irán de desarrollar su programa armamentístico nuclear, si se retira del pacto. La decisión del retiro queda en manos del Congreso estadounidense.
Asimismo, las fuerzas armadas de Irán y estadounidenses han tenido algunos roces bélicos en el territorio marítimo iraní del Golfo Pérsico.
La corona de oro en la desestabilización del Medio Oriente, la coloca el 6 de diciembre pasado, firma la proclamación de Jerusalén como capital de Israel, provocando la ira tanto de palestinos cuya capital es Jerusalén como del mundo árabe y los musulmanes de todo el mundo.
En el otro extremo del planeta, las acciones de Trump estimulan la carrera armamentista nuclear de Corea del Norte, cuyo dirigente Kim Jong-un no ve otra forma de protegerse de la amenaza de los Estados Unidos que ensayando bombas nucleares y una de hidrógeno, y lanzando proyectiles que pueden alcanzar la costa oeste de los Estados Unidos.
Los aliados de los Estados Unidos, Corea del Sur y Japón, responden con ejercicios militares conjuntos, refuerzo de armas, mientras Trump y Jong-un inician un feroz enfrentamiento verbal.
Otros roces bélicos los tuvo con China, que construye bases militares en islas artificiales fabricadas en territorios en disputa.
En Europa del Este, Trump reaviva la amenaza de guerra contra Rusia al apoyar con armas y pertrechos militares a Polonia y Ucrania, también realizan ejercicios militares cerca de la frontera con Rusia.
Rusia, cuya demostración bélica fue determinante para ganarle la guerra al terrorismo y opositores, además de incrementar su negocio de armas, ahora se muestra más poderosa que los Estados Unidos.
Ensayando armas de alta precisión, desde simples bazucas hasta sofisticados aviones y barcos de guerra, Rusia demostró que avanzó mucho más que los Estados Unidos en la carrera armamentística, y que se convierte en un disuasor poderoso a las intenciones bélicas de Trump.
Los tambores de la guerra Trump también sonaron en Latinoamérica en el 2017. Anuncia que no descarta llevar la guerra a Venezuela si es necesario, lo que anima a reacciones en su contra en todo el continente, en especial de los aliados a Venezuela, incluso de los que no respaldan al presidente Nicolás Maduro, como Chile.
Rompiendo tratados
La primera víctima del proteccionismo comercial de Trump es el retiro definitivo del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, un acuerdo de libre comercio con doce países que con la acción de los Estados Unidos es dinamitado desde adentro haciendo imposible su entrada en vigencia.
Luego victimiza a México, donde tienen sus principales fábricas la industria automovilística de Estados Unidos.
Tampoco le pasa desapercibido el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México, del que asegura tiene desventaja su país. En estos momentos se renegocia dicho Tratado entre amenazas de retiro del presidente Trump.
Trump dio un duro golpe a la causa del medioambiente al retirarse del Acuerdo de París, que es un acuerdo dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto invernadero.
Los Estados Unidos quedan solo ya que el acuerdo fue ratificado por el resto del mundo.
Asimismo, vuelven las sanciones contra Cuba, que ya llevaba un proceso acelerado de acercamiento con los Estados Unidos.
Trump refuerza el bloqueo a Cuba, emite nuevas restricciones para el comercio con la isla, persisten las limitaciones al turismo, insiste en la repatriación de «criminales» cubanos, en referencia a los pilotos que derribaron un avión de la derechista «Hermanos al Rescate».
De hecho se congelan los avances logrados con el presidente Obama, que también afectan a empresarios estadounidenses, mientras Trump trae de nuevo el discurso contra Cuba de la Guerra Fría, haciendo caso omiso de los llamados de Cuba al diálogo para arreglar diferendos.
Otro tratado que Trump se pasa por alto es el referido a los refugiados. El 4 de diciembre, Trump se anotó una victoria considerada ataque racista contra el mundo musulmán: la Corte Suprema de los Estados Unidos autoriza la entrada en vigor del decreto migratorio de Trump que impide la entrada a ciudadanos de seis países, la mayoría musulmanes.
Otro severo impacto en Latinoamérica es el fin del programa que permitía a niños y jóvenes que huyeron de la violencia en sus países refugiarse en los Estados Unidos.
Asimismo, Trump puso fin al programa DACA, por medio del cual casi 800 mil jóvenes, conocido como «dreamers», eran protegidos para evitar su deportación. Muchos de ellos estudiantes, trabajadores, con familia, ya asimilados por el modo de vida estadunidense.
Los defensores de los derechos civiles afirman que detrás de la anulación de estos programas está la xenofobia de la derecha radical que cobró fuerza al ascender Trump a la presidencia.
No solo se trata de leyes. Trump planea la construcción de un muro fronterizo para evitar la entrada de indocumentados a su país desde México.
El regreso a la Guerra Fría
«Nos guste o no, estamos comprometidos en una nueva era de rivalidad. Aceptamos que hay vigorosas competencias militares, económicas y políticas en juego alrededor de todo el mundo. Enfrentamos regímenes paria que amenazan a Estados Unidos y a sus aliados», dijo Trump en un discurso para presentar su primera Estrategia de Seguridad Nacional (NSS, por sus siglas en inglés).
Los cuatro grandes ejes de la NSS son:
-La protección del país, sus habitantes y fronteras;
-La promoción de la prosperidad estadounidense;
-La preservación de la paz gracias a la fortaleza;
-El impulso a la influencia estadounidense en el mundo.
Estos pilares estarían, según Trump, guiados por un regreso al «realismo de principios».
La nueva política no señala el cambio climático entre las amenazas a la seguridad del país, cómo sí había hecho el expresidente Barack Obama en 2015.
Bajo esta estrategia, sus enemigos principales son Rusia y China, tanto en la influencia militar como económica. Ambos países «están determinados a hacer sus economías menos libres y menos justas, y a controlar el flujo de información y datos para reprimir sus sociedades y expandir su influencia», dijo Trump.
«Instamos a los Estados Unidos a dejar de distorsionar intencionalmente las intenciones estratégicas de China y a abandonar nociones obsoletas tales como una mentalidad de la Guerra Fría y un juego de suma cero, de otra manera esto perjudicará no sólo a ellos mismos sino también a los demás», señaló la portavoz del ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying.
Moscú ofreció su respuesta poco después. «El carácter imperialista de este documento es obvio, ya que se rehúsa a renunciar a un mundo unipolar, se rehúsa insistentemente«.
El inicio de una era peligrosa
La era Trump, es muy similar al proteccionismo de 1929, fecha en que se dictan medidas similares, y que desembocaron en muchas guerras, y la instalación de regímenes afines a los Estados Unidos.
Sin embargo, la diferencia con esta era es que Trump está chocando con la resistencia de muchos países que no están dispuestos a retroceder ni someterse a los caprichos geopolíticos de Trump.
Los Estados Unidos están cada vez más aislados, su proteccionismo los aíslan del multilateralismo que propones las demás potencias. Sin embargo, aún tiene aliados muy fuertes, países y ciudadanos que alzan la bandera del intervencionismo como propia, tal como sucede en muchos países de Latinoamérica.
Néstor Martínez, Periodista, Escritor
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