Es indudable que las crisis económicas no vienen solas, implican la yuxtaposición de múltiples crisis: entre ellas, la cultural y la de identidad expresan de modo condensado el estremecimiento de la sociedad toda, desde los cimientos mismos de su constitución. Coincido con D’elía cuando dice: «El menemismo no solo fue el advenimiento de un modelo […]
Es indudable que las crisis económicas no vienen solas, implican la yuxtaposición de múltiples crisis: entre ellas, la cultural y la de identidad expresan de modo condensado el estremecimiento de la sociedad toda, desde los cimientos mismos de su constitución.
Coincido con D’elía cuando dice: «El menemismo no solo fue el advenimiento de un modelo político-económico, sino también cultural; fíjate, que la música bailantera, la bailanta, se instaló en Argentina en esa época; ahora entra en crisis porque se le metió el conflicto social. Cuando todas las clases sociales están en crisis los únicos que dicen: acá estamos -los villeros somos esto y esto-, son los sectores más empobrecidos. Y el conflicto se expresa en la cumbia villera o la cumbia piquetera. Es un fenómeno nuevo en nuestro país. En la cumbia villera se expresa con un fenomenal odio hacia las fuerzas de seguridad, desde una postura media irracional, una reivindicación de la no-ley. ‘Nosotros expresamos lo que pasa en la villa, no tenemos nada que ver; la realidad de esta’, te dicen, por eso genera debate…
«Después está la cumbia piquetera en la que se expresan las reivindicaciones de nuestra lucha, con una meridiana coherencia. Yo creo que toda la cumbia piquetera es de una clara coherencia ideológica. La diferencia entre las dos es de contenido: una reivindica las luchas y la otra grafica lo que sucede en la clase social, lo que sucede en la villa, con el afane, con la represión…» (2).
Conversando al respecto con Eduardo Balán (3), éste aportó nuevas aristas a lo expresado por D’elía: «En los piquetes, dijo, yo escucho que a la gente le gusta la música popular, la de los barrios urbanos: cuartetos, cumbia, música tropical; y después hay un segmento para algunas cosas medias de experimentación, como puede ser la música de Santa Revuelta, lo que hacemos nosotros… También está el folclore, un tipo de folclore contestatario que tiene mucho peso en los cortes de rutas. Esos serían los géneros: La cuestión del folclore, la chacarera en el boliche, en las bailantas, la cumbia en general y la cumbia villera en particular.» Todas tienen un hilo conductor y en cierta medida articulador: son formas de discurso que tienen un componente de resistencia a la cultura plástica y hueca de la globalización.
Dentro de eso, «…la cumbia villera gusta mucho, más de lo que uno quisiera por las letras.
Es un fenómeno que tiene la misma célula de nacimiento de los piquetes, es de la misma época.» Los cortes de rutas constituyen -a mi entender- un acto de gran trascendencia político-social porque mediante ellos, los piqueteros, -que no se resignan a morir cruzados de brazos-, ponen sobre el tapete -las rutas- una realidad de exclusión de millones de seres humanos, que se quiere ignorar por parte del poder apelando a la manipulación de la opinión publica y la conciencia social a través de los medios de comunicación masiva, mayoritariamente bajo el control de empresas transnacionales. En igual sentido, las letras de la cumbia villera constituyen también un destape de la parte «sucia» de la sociedad que la propia «Sociedad» pretende ocultar. Quizá eso explique también el porqué de su amplia aceptación en los sectores populares y en un respetable porcentaje entre los sectores medios. «Es un blanqueo público de la fragmentación social que existe, y un planteo público que tiene un ritmo pegajoso.» «¿Clases de estéticas o Estética de clases?: Basta con leer los diarios. O mirar la Capital Federal o el gran Buenos Aires: las villas se infiltran en todos los sectores, acota Miguel Ángel Serdiuk.
«Como si estuviéramos descubriendo una Argentina-otra, una cultura que se revela y para la cual no fuimos preparados los que nos sumergimos en los derroteros trazados para los de mi generación, plenos de escuela primaria, secundaria, universidad, ciencia, música, pintura, museos, historia, filosofía…
«¿Expresión o represión? En la cumbia villera se rompen los moldes represivos de la cultura «oficial». La represión que está en la cultura. Y aparece lo que no debía aparecer, lo que desde la superficie ni siquiera sabíamos que existía. Y si lo sabíamos no lo decíamos, no así todo de golpe y con total desparpajo, irrumpiendo en los medios masivos de comunicación, en las bailantas y en lugares de bailar de clases sociales superiores. Algo así como bailar en el cementerio, o más bien en la quema, en el basural, o una mezcla de todo eso. Cuando la escuché me hizo acordar a La Recoleta, un lugar particular de Buenos Aires, mezcla de sofisticada noche porteña separado solo por un muro del cementerio donde moran los próceres de la patria, casi encima de templos religiosos representativos de la más rancia tradición religiosa represiva asociada a los más caros valores de la clase dominante.
Extrañas síntesis. En el caso de las cumbias: bailar en la miseria, divertirse con lo que nos duele y destruye. Creo que la cumbia villera tiene reservado un lugar privilegiado en la historia argentina: nos metemos por ahí y desde ahí podemos contar todo lo que nos pasó en los últimos cincuenta años.» Estoy de acuerdo.
Notas
(1) Título de uno de los epígrafes del Capítulo III, del libro de Isabel Rauber dedicado al estudio del movimiento piquetero en La Matanza, cuyo título es ARGENTINA PIQUETERA. En preparación. Versión exclusiva para Primera Edición.
(2) D’elía, Luis, Presidente de la Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), integrante de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Entrevista realizada por mí.
(2) Director de El Culebrón Timbal, colectivo cultural que expresa la realidad social y de lucha del conurbano bonaerense en historietas, teatro y música. Entrevista realizada por mí.