La liberalización del comercio en el sector pesquero mundial tendrá un impacto negativo sobre la seguridad alimentaria en los países en desarrollo. Así lo evidencia un nuevo informe de Greenpeace titulado Trading Away Our Oceans, el cual fue dado a conocer el pasado 20 de enero en el Foro Social Mundial que se está realizando […]
La liberalización del comercio en el sector pesquero mundial tendrá un impacto negativo sobre la seguridad alimentaria en los países en desarrollo. Así lo evidencia un nuevo informe de Greenpeace titulado Trading Away Our Oceans, el cual fue dado a conocer el pasado 20 de enero en el Foro Social Mundial que se está realizando en Nairobi, Kenia.
El documento Trading Away Our Oceans afirma que la liberalización del comercio pesquero causaría el incremento del precio de los pescados en los países en desarrollo puesto que cada vez más recursos se orientarían hacia la pesca para la exportación, lo cual conllevaría una disminución de los suministros para el consumo local.
También aumentaría la tendencia a desviar alimentos de los platos de los pobres hacia los procesos de producción de harinas de pescado para sustentar formas insostenibles de acuicultura de salmones y camarones.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) apunta a reducir, o incluso eliminar, los impuestos sobre el comercio de pescados y productos pesqueros. Según Greenpeace, esto beneficiaría exclusivamente a un pequeño grupo de países desarrollados exportadores de pescado, que ya gestionan industrias pesqueras bien arraigadas.
«En un principio, la política de la OMC tendría como impacto una reducción de los costes, pero sólo en el corto plazo», dijo Daniel Mittler, consultor político de comercio en Greenpeace Internacional, durante el lanzamiento del informe.
La liberalización simplemente aceleraría el agotamiento de las reservas como consecuencia del aumento indiscriminado de la actividad pesquera, especialmente en los países en desarrollo. Según el informe, la progresiva disminución de las reservas pesqueras mundiales conllevaría, en el mediano y largo plazo, una subida de precios.
Además, la liberalización del comercio pesquero amenaza el medio ambiente marino. Los efectos de la sobre explotación pesquera ya están visibles a lo largo de las costas del Kenya, dónde el declive de las reservas de pescado socavan el sustento de las poblaciones costeras, según afirmó Athman Seif, director ejecutivo del Foro Marino de Kenya.
«Los barcos van a pescar cada vez más lejos de la costa, y sin embargo, cada vez vuelven con menos pescado».
El precio del pescado de Malindi, una de las ciudades costeras de Kenya, ha doblado desde 120 shilling (1,50 US dólares) para cada pez hace más o menos 10 meses, hasta 240 shillings (3,00 US dólares) en la actualidad, dijo Athman Seif.
«También la pesca en la franja costera es dañina para el ambiente marino ya que esas costas constituyen un territorio importante para la reproducción de los peces debido a la presencia de arrecifes de coral», añadió.
Los pescadores a menudo no cuentan con el equipo necesario para alejarse más de la costa, así es que la pesca mar a dentro, es decir a una distancia de 10 millas náuticas de la costa, está dominada por barcos extranjeros. Ese pescado se destina normalmente a los mercados de Europa y Japón.
«El pescado que debería alimentar a la gente [en los países en desarrollo], acaba en las cenas de los europeos», dijo Sari Tolvanev, biólogo marino y activista de Greenpeace International.
Según Mittler, los pescadores locales no pueden competir con la pesca con red de arrastre ejercida a gran escala.
Hay por lo menos 600 barcos de pesca extranjeros, con y sin permiso, que pescan simultáneamente a lo largo de las costas de Kenya, según un estudio de 2004/2005 del Departamento de Pesca de Kenya.
Kenya debería tener un sistema de control costero, dijo Seif. «La concesión de licencias [a los barcos extranjeros] no debería tener la prioridad sobre los controles. Deberia haber un equilibrio entre la explotación y la conservación», dijo.
Internacionalmente, las especies marinas que van hacia la extinción a nivel comercial incluyen al común «atún rojo» (sushi), el bacalao y el merlin, según Greenpeace.
Greenpeace hizo un llamado a los gobiernos para que tomen en cuenta la evidencia de su propia información y emprendan un adecuado manejo de los sistemas globales para pesquerías, en vez de impulsar un libre comercio que dejaría los océanos sin peces.
La organización también está llamando la comunidad internacional a adherirse a las herramientas internacionales de conservación como la Ley sobre los Mares de las Naciones Unidas, a promover las capacidades de monitoreo y control de los países en desarrollo, a promover la recuperación de especies marinas a través del establecimiento de reservas marinas para proteger las especies amenazadas y los arrecifes de coral, que son territorios importantes para la reproducción y crianza de los peces.
También es necesario implementar acuerdos pesqueros justos entre los países en desarrollo y los países del norte, dijo Tolvanev.
El lanzamiento del informe de Greenpeace coincidió con el Foro Social Mundial, cuya fecha de comienzo era el 20 de enero, «que constituye una oportunidad para llamar a los líderes de los países desarrollados a que dejen de perseguir el libre comercio a toda costa», dijo Mittler.
Los ministros de comercio también tienen previsto reunirse en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) el 27 de enero para discutir sobre la libralización del comercio mundial.
«El mensaje de Nairobi hacia Davos es tan claro como el cristal. Los planes para la liberación del comercio pesquero deben ser abandonados ante el negativo panorama de los impactos de sobreexplotación pesquera. Si Davos establece las bases para liberar el comercio pesquero, nuestros océanos y la seguridad alimentaria de millones de personas pagarán el precio», dijo Daniel Mittler.