Aviones de la OTAN lanzaron un ataque el pasado día cuatro en la provincia afgana de Kunduz. Según su versión contra un grupo de talibanes que habían robado dos camiones de gasolina. La OTAN negó que hubiera afganos inocentes muertos. El Ministerio de Defensa alemán también negó inmediatamente que hubiera víctimas civiles. La versión de […]
Aviones de la OTAN lanzaron un ataque el pasado día cuatro en la provincia afgana de Kunduz. Según su versión contra un grupo de talibanes que habían robado dos camiones de gasolina. La OTAN negó que hubiera afganos inocentes muertos. El Ministerio de Defensa alemán también negó inmediatamente que hubiera víctimas civiles.
La versión de los talibanes que hicieron llegar a la cadena británica BBC era diferente. Si bien coincidía en que, tal y como decía la OTAN, habían robado dos camiones cisternas de combustible, según afirmaron los dejaron a disposición de los civiles para que se repartieran la gasolina y entonces vino el ataque y la matanza.
El día 8 se anunciaba al resultado de la investigación de los sucedido. La OTAN y el ministro de Defensa alemán reconocen que sí hubo civiles muertos. Se calcula que entre 90 y 130 personas pudieron perder la vida. Los talibanes han publicaron una lista con 79 nombres de víctimas, entre las cuales hay 27 menores de edad, y han negado que hubiera insurgentes entre los fallecidos. Hasta el president Karzai mostró su indignación en una entrevista para el diario francés Le Figaro: «Qué error de juicio. Más de 90 muertos por un simple camión, que además estaba inmovilizado en el lecho de un río».
Lo irónico es que las autoridades militares alemanas afirmaron que la ofensiva permitió evitar que los talibanes usaran los dos camiones como gigantescas bombas rodantes, como sucedió recientemente en Kandahar, donde un atentado mató a 40 personas. No hizo falta que lo hicieran los talibanes, ya lo consiguió la OTAN y además aumentó la cifras de víctimas.
La conclusión es sencilla. Los que nos dicen que son los buenos mienten y los que se supone malos decían la verdad. Los malos reparten el combustible entre los ciudadanos y los que hemos enviado a protegerles y reconstruir el país les lanzan una bomba cuando recogen el combustible y los matan.