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Breves comentarios sobre los denominados conflictos armados internacionalizados

Fuentes: CEPRID

La piratería en las costas somalíes, la violencia armada en el este de la República Democrática del Congo y la explosiva situación en Darfur, y su nocivo impacto en los países vecinos ocupan importantes titulares. Pero, esos medios se limitan a describir el fenómeno sin desentrañar sus verdaderas causas. Uno de los términos más engañosos […]

La piratería en las costas somalíes, la violencia armada en el este de la República Democrática del Congo y la explosiva situación en Darfur, y su nocivo impacto en los países vecinos ocupan importantes titulares. Pero, esos medios se limitan a describir el fenómeno sin desentrañar sus verdaderas causas.

Uno de los términos más engañosos usados por los medios y por cierta literatura académica, es el de conflicto armado. Incluso se usa de manera indistinta en sustitución del de guerra. Sin embargo, para los conflictos en África subsahariana los medios han acuñado calificativos como conflicto étnico, guerra civil, etc. Pero, para las acciones en otros teatros de operaciones militares, como Afganistán e Iraq, donde existe una presencia directa de Estados Unidos sí se emplea el término de guerra.

¿Dónde radica la diferencia? Más que en aspectos de tipo técnico-militar o jurídico, esas diferencias al analizar fenómenos con esencias similares, descansan en presupuestos ideológicos que tratan de justificar la presencia imperial de Estados Unidos en Afganistán e Iraq. Con ello esos medios legitiman las acciones desencadenadas como consecuencia del agresivo discurso pronunciado por el entonces presidente George W. Bush en la Academia Militar de West Point el 20 de septiembre del 2001 y que fue posteriormente refrendado en la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos de 2002, donde claramente se declaraba que ese país había iniciado una guerra. Se soslaya que más allá de la lucha contra el terrorismo, lo que esconden las agresiones estadounidenses es el interés hegemónico por el control de los recursos naturales en una amplia zona que incluye el total del continente africano y parte de Asia. A eso habría que sumar su favorable ubicación geográfica, y cómo el logro de esos objetivos imperiales de control permitirá a Estados Unidos adquirir ventajas sobre sus principales aliados, y también sobre aquellos países que la agenda imperial ha definido como competidores.

Aunque definir las causas que originaron las agresiones a Afganistán e Iraq, no es nuestro objetivo en este trabajo sino definir algunas regularidades en el comportamiento de las guerras que hoy están afectando a la región de África subsahariana. Pero, debemos destacar que el interés económico, que en última instancia condujo a las Fuerzas Armadas estadounidenses a invadir aquellos países, también constituye la base de los conflictos que desde décadas desangran a Somalia, Sudán y la República Democrática del Congo.

Consideramos que el término de guerra civil, con el que se ha acuñado por los medios a las acciones armadas que se desarrollan en esos tres países africanos, debe ser revisado porque en los tres casos existe una importante presencia de actores internacionales, tanto como instigadores de las acciones armadas, como en participantes directos y/o encubiertos, e incluso tienen proyectadas agendas para intentar soluciones a las guerras que conllevarían en cada uno de esos países a un nuevo reparto de aquellas zonas donde se ha probado la existencia de importantes recursos naturales.

La presencia de actores internacionales, el flujo de desplazados y refugiados como consecuencia de las acciones armadas, así como los problemas de los países receptores de las masas de personas obligadas a abandonar su país de origen, o que se ven obligados a reasentarse en áreas más seguras de su país, ha conducido a que expertos en Derecho Internacional Humanitario hayan redefinido el concepto de guerra civil. En su lugar, muchos trabajos elaborados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, cuando analizan conflictos como los que afectan actualmente a los países africanos mencionados antes, se usa el término de conflicto armado internacionalizado.

En esa línea de análisis se ubica el artículo «Hacia una definición única de conflicto armado en el derecho internacional humanitario: Una crítica de los conflictos armados internacionalizados», elaborado por James G. Stewart, diplomado en Derecho Internacional Humanitario (CICR), así como abogado y procurador del Tribunal Supremo de Nueva Zelandia.(1) Debe destacarse que si bien ese autor hace referencia a la guerra en la República Democrática del Congo, y la define como un conflicto armado internacionalizado, en su abordaje de las manifestaciones de ese tipo de conflicto, los mayores ejemplos que señala, se corresponden con la ex Yugoslavia.

Esta línea de análisis de ver los denominados conflictos armados internacionalizados en su multimensionalidad, también podemos encontrarla en académicos cubanos dedicados al estudio de la región de África subsahariana. La mayoría de ellos radican en el Centro de Estudios de África y Medio Oriente. Como resultado de los trabajos publicados tanto en la Revista África y Medio Oriente (RAMO) como en el boletín digital CEAMOnitor, esa institución cubana ha elaborado el concepto de conflicto armado interconectado para poder comprender la complejidad de las guerras que afectan a la región.

El concepto parte de un abordaje holístico de las causas de de las guerras y reconoce que si bien las injerencia de actores externos pueden ser analizadas como catalizadores de conflictos internos, para que estos se desencadenen necesitan la existencia de un conjunto de condiciones objetivas que abarcan la desigual distribución del poder político, los intereses económicos asociados a los Estados de la post-independencia y la existencia de una desigual apropiación de los recursos naturales. Por ello, los investigadores del CEAMO en sus valoraciones conceptuales rehúyen los calificativos de guerra del coltán en el caso de la República Democrática del Congo, o de guerra de los diamantes como era calificada la finalizada guerra en Sierra Leona. No obstante, reconocen que el control de los recursos como uno de los factores que han estimulado la presencia desestabilizadora de los actores externos.

En la actualidad, y en correspondencia con la interconexión internacional de actores presentes en los conflictos de Somalia, República Democrática del Congo y Sudán, también estamos en presencia de una interconexión de agendas internacionales para solucionarlos. Sin embargo, las mismas no atacan la esencia del problema, sino solo sus manifestaciones externas, por ello únicamente se propugna: la pacificación, el desarme de los beligerantes y la posterior incorporación a la vida política. Pero las causas reales de esas guerras, que descansan en el subdesarrollo en que viven las grandes mayorías no tienen solución en esas complicadas agendas post-conflicto, las cuales en cada uno de los casos implican una abrumadora presencia de tropas internacionales, las que en lugar de construir en aquellos escenarios bélicos se convierten en un nuevo factor desestabilizador.

La verdadera solución de los actuales conflictos tendría que tener como eje conductor a una estrategia encaminada a poner fin a las desigualdades y también a la adopción de un orden internacional donde predomine la cooperación para el desarrollo, en lugar de las guerras de conquista y la militarización.

Referencias:

(1) Stuart, James G.: «Hacia una definición única de conflicto armado en el derecho internacional humanitario: Una crítica de los conflictos armados internacionalizados», Revista Internacional de la Cruz Roja, 30-06-03.

Julio C. Sánchez es investigador del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba).

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