U Win Tin es uno de los dirigentes más destacados de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi. A lo largo de sus ochenta y un años de vida ha sido un testigo privilegiado de la historia de Birmania, primero como periodista y después como político. Miembro fundador […]
U Win Tin es uno de los dirigentes más destacados de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi. A lo largo de sus ochenta y un años de vida ha sido un testigo privilegiado de la historia de Birmania, primero como periodista y después como político. Miembro fundador de la LND, ha pagado su compromiso con la lucha por la democracia con casi veinte años de cárcel, durante los cuales sufrió torturas y su salud se vio gravemente mermada. Sin embargo, la cárcel no logró doblegarle y, como él mismo nos cuenta, lo primero que hizo cuando fue puesto en libertad en septiembre de 2008, a los setenta y nueve años de edad, fue conceder entrevistas para denunciar las violaciones de los derechos humanos en las prisiones birmanas y la opresión que sufre su país.
A mediados del pasado mes de diciembre, un mes después de la liberación de Aung San Suu Kyi, tuvimos la oportunidad de hablar en la sede de la Liga Nacional para la Democracia en Rangún con este hombre afable y sereno acerca de su biografía política, la compleja situación política del país asiático y el futuro de la lucha por la democracia y la libertad en un momento histórico de enorme incertidumbre tanto para su partido como para Birmania en general. Ofrecemos a continuación la primera parte de esa conversación.
En primer lugar me gustaría pedirle que se presentara a nuestros lectores y nos hablara de su formación, su vida política, etc.
Comencé a ejercer el periodismo desde que era muy joven. Trabajaba para numerosos periódicos y revistas y, entre 1954 y 1957, viví en Holanda, donde tuve la oportunidad de estudiar y aprender el oficio. Cuando regresé a Birmania trabajé para una asociación de periodistas y ocupé el puesto de secretario general del sindicato de periodistas hasta el golpe de Estado del general Ne Win en 1962. También impartía clases de periodismo, por lo que hice muchos amigos y formé a muchos reporteros. Ahora tengo 81 años y quedan pocos de mis antiguos compañeros de oficio. La mayoría de periodistas en activo son más jóvenes que yo, pero muchos de ellos fueron mis alumnos.
A los sesenta años era un periodista reputado. Escribí algunos libros y traduje otros al birmano y viajé a numerosos países. En 1988 se produjo una revuelta popular contra el régimen y se creó un sindicato de periodistas, en el que ocupé el cargo de secretario general. Todos los periódicos pertenecían al Estado y la mayoría de los periodistas trabajaban para el régimen. En agosto de aquel año Daw Aung San Suu Kyi regresó a Birmania y comenzamos a trabajar con ella. Era bastante popular, gracias a su padre, y se reunió con muchos activistas. Mucha gente quería que Daw Aung San Suu Kyi se dedicase a la política. Entonces no había partidos políticos porque, de hecho, durante un cuarto de siglo no había existido ninguna vida política. Muchos activistas de diversas profesiones (periodistas, abogados, médicos, etcétera) que nos oponíamos al Gobierno decidimos fundar nuevos sindicatos. Bastantes de nosotros nos reunimos en torno a Daw Aung San Suu Kyi y pasé a formar parte de su círculo íntimo.
¿Por qué decidió unirse a Aung San Suu Kyi y su movimiento?
El punto de inflexión del movimiento se produjo el 26 de agosto de 1988, cuando Aung San Suu Kyi dio un discurso en la Pagoda de Shwedagon, en Rangún, al que acudió gente de toda la ciudad. Se calcula que fueron a escucharla unas quinientas mil personas. Era muy popular y aquel discurso enardeció a la población y supuso el despertar político de mucha gente. Entonces fundó un partido con dos antiguos generales del Ejército, U Tin Oo y U Aung Gyi, la Liga Nacional para la Democracia. Yo formé parte del partido desde el principio. Ella era la secretaria general y yo el secretario del Comité Central. Comenzó a viajar por todo el país para ver al pueblo y se reunió con mucha gente de diferentes nacionalidades. Su popularidad creció enormemente gracias a su inteligencia, su coraje y el nombre de su familia. Además, posee perspicacia política y es muy elocuente, su birmano es muy bueno. Al principio albergábamos algunos recelos, ya que había dejado el país cuando era muy joven y estudió en Inglaterra, y pensábamos que no sería demasiado buena pronunciando discursos. Pero habla un excelente birmano y tiene una gran capacidad para comunicarse con el pueblo.
Fundamos nuestro partido el 27 de septiembre de 1988 y lo registramos oficialmente el 30 de septiembre. Comenzamos a trabajar inmediatamente en nuestra línea política. A mediados de 1989, Aung San Suu Kyi se había hecho muy popular, la LND se había convertido en un partido muy grande e influyente y contábamos con el apoyo del pueblo, pero entonces el Gobierno encarceló a muchos de nosotros. Yo estuve en la cárcel casi veinte años y a ella la encerraron durante seis o siete años. Luego la volvieron a poner a libertad y después la volvieron a encerrar… y así hasta ahora. Desde 1989 hasta 2008, la mayoría de los dirigentes del partido hemos estado en la cárcel una gran parte del tiempo y algunos, como yo, todo el tiempo. El 23 de septiembre de 2008 me pusieron en libertad tras casi veinte años en prisión. Volví a unirme al partido y me pidieron que formara parte del Comité Central.
¿De qué le acusaron a usted exactamente?
La verdad es que no tenían ninguna acusación real contra mí. Se limitaron a decir que yo había «organizado la desobediencia civil», como Mahatma Ghandi en India. Lo único que hicimos fue proclamar que no podíamos aceptar el régimen, ni sus órdenes, leyes y regulaciones. Eso era todo. No hubo ninguna acusación formal propiamente dicha, se limitaron a encerrarnos en la cárcel. Así es como funcionan las cosas en este país. Por ejemplo, cuando pusieron en libertad a Aung San Suu Kyi, pronunció algunos discursos que enardecieron a la gente e hicieron que tomara conciencia política, por lo que volvieron a encerrarla de nuevo.
El Gobierno ha ejercido una presión enorme contra nosotros, como cuando, por ejemplo, en 2003, Aung San Suu Kyi y U Tin Oo estuvieron a punto de ser asesinados en Depaiyin. Tras aquella matanza [en la que murieron decenas de partidarios de Aung San Suu Kyi] la pusieron bajo arresto domiciliario, quitaron de en medio a todos los dirigentes del partido y cerraron esta y otras sedes, por lo que no disponíamos de ningún lugar para reunirnos. Sin embargo, todavía teníamos determinación política, por lo que pudimos sobrevivir y mantenernos a flote: los miembros del partido se reunían en cafeterías, en monasterios y a veces en sus propias casas.
¿Cuáles son las demandas de su partido en este momento?
En abril de 2009 convocamos a los dirigentes de todo el país y redactamos la «Declaración de Shwegondaing» [pdf], que recibe su nombre de la calle en la que se encuentra la sede de la LND en Rangún. En ella exigimos cinco cosas: que el Gobierno reconozca nuestra victoria en las elecciones de 1990, mantener un diálogo político con la Junta para iniciar un proceso de reconciliación nacional, una revisión completa de la Constitución de 2008, la liberación de todos los presos políticos, que actualmente son más de dos mil, y la convocatoria de unas elecciones libres y justas con supervisión internacional.
En 2009 el Gobierno anunció que iba a convocar elecciones en 2010. El 8 de marzo hizo públicas las leyes electorales, en las que hay aspectos totalmente inaceptables. Según una de ellas, para registrar un partido hay que hacer una declaración de lealtad a la Constitución de 2008. Otra es la expulsión inmediata de las filas del partido de todos los presos políticos, lo que significaba que teníamos que expulsar a Daw Aung San Suu Kyi, U Tin Oo y a otros muchos dirigentes, algo que no podíamos hacer. Además declaró nulas las elecciones de 1990 y rechazaba sus resultados. En aquella ocasión recibimos un mandato del pueblo, por una aplastante mayoría de votos, para formar un Gobierno y un Parlamento, pero el Gobierno dijo que primero había que redactar una constitución. En 1993 nos unimos a la Convención Nacional que se creó para redactarla, pero al final la abandonamos porque en realidad no había ningún debate ni colaboración entre los partidos políticos; ellos hacían todas las propuestas y nosotros sólo podíamos aceptarlas. Así que a finales de 1995, cuando liberaron a Daw Aung San Suu Kyi, todos los miembros de nuestro partido abandonaron la Convención Nacional.
Las elecciones que se han celebrado recientemente no podían solucionar los problemas y la crisis política de Birmania, porque no fueron libres ni justas, ya que las leyes electorales no lo eran. Además, son un paso para que entre en vigor la Constitución de 2008, ya que se formará un Parlamento y éste ratificará la carta magna. Por estas razones nos negamos a registrarnos como partido político el 29 de marzo.
No sabemos que nos deparará el futuro, porque todo depende de la Junta militar. Estamos tratando de evitar un enfrentamiento, no estamos pidiendo a la gente que derribe al Gobierno. Lo que le estamos diciendo es que deseamos mantener un diálogo político que tenga como objetivo la reconciliación nacional. Eso es todo. Llevamos haciendo esa propuesta desde octubre de 1988, un mes después de nuestra fundación y hasta el momento no hemos recibido ninguna respuesta.
¿Por qué cree que el Gobierno no responde a sus ofertas? ¿Cree que se siente lo bastante fuerte como para no necesitar dialogar?
La verdad es que no lo es. Ni siquiera la Junta puede mantener una postura inflexible durante demasiado tiempo, por eso ha tenido que introducir algunos cambios, ha creado un Parlamento, ha convocado elecciones, etc. Creemos que algún día tendrán que hablar con nosotros y entonces tendrá que haber un toma y daca. No vamos a contemporizar con ellos, pero queremos negociar y estamos dispuestos a hacer concesiones. Esa es la única manera de solucionar los problemas de este país. La población está sufriendo económicamente, físicamente, mentalmente. Las condiciones de vida son muy malas y la situación es insostenible a largo plazo.
Entonces, ¿cuál es la situación legal de la LND en este momento?
Ahora mismo no tenemos ningún estatus legal. Pero hemos declarado públicamente que somos un partido legal, en contra de lo que dice el Gobierno, porque nos registramos el 30 de septiembre de 1988. Sostenemos que aquella inscripción sigue siendo válida, por lo que no estamos dispuestos a reinscribirnos con las nuevas condiciones que impone ahora el Gobierno. La fecha límite para registrar legalmente el partido era el 7 de mayo de 2010. Tras ese día, el Gobierno dijo que se había disuelto el partido, por lo que se supone que somos un partido ilegal. Pero nosotros no lo creemos así y seguimos funcionando: tenemos unas trescientas oficinas en diferentes municipios de todo el país, disponemos de esta sede, contamos con Daw Aung San Suu Kyi, etc.
Birmania tiene algo más de cincuenta millones de habitantes ¿Cuántos miembros calcula usted que tiene la LND?
No lo sabemos con seguridad, no podemos conocer la cifra exacta. En 1988 y 1989 el partido tenía unos dos millones de miembros, pero ahora quizá seamos unas doscientas mil personas. No lo sabemos realmente ya que, por razones de seguridad, no podemos disponer de los nombres y datos de todos ellos. Pero tenemos sedes en todo el país y seguimos siendo el partido político más popular e influyente de Birmania. Por supuesto, en cada municipio conocemos a algunas personas que pertenecen al partido y participan en nuestras actividades, pero no sabemos a ciencia cierta cuántas personas militan.
Pese a haber sido declarado ilegal por el Gobierno, el partido continúa funcionando hasta cierto punto: esta sede está abierta, ustedes pronuncian discursos, hablan con la prensa, etc. ¿Por qué cree usted que el Gobierno les permite seguir adelante con sus actividades?
El Gobierno ha dicho que podemos convertirnos en una ONG o algo parecido y ha dado mucha publicidad a algunos miembros del partido que han declarado que deberíamos abandonar la política y dedicarnos exclusivamente a realizar obras sociales. Pero no podemos hacer eso: esto es un partido político, y además es el más popular del país, ya que ganamos las últimas elecciones libres con una victoria rotunda. Teníamos que elegir entre guardar silencio y esperar a ver qué hacía el Gobierno o mostrar que somos un partido político y actuar como tal. Finalmente hemos decidido continuar actuando como un partido político. Por supuesto que nos preocupa el bienestar del pueblo y organizamos actividades sociales, como labores de ayuda durante el ciclón Nargis o repartos de agua durante las sequías veraniegas, pero no estamos dispuestos a renunciar a nuestra identidad política, lo cual no deja de ser peligroso, ya que el Gobierno puede cerrar estas sedes y encarcelarnos a todos cuando quiera.
De momento no sabemos si el Gobierno nos deja tranquilos gracias al apoyo internacional que recibimos o están esperando el momento oportuno para arremeter contra nosotros. Quizá están esperando a que se haya formado el Parlamento y se haya instaurado el nuevo Gobierno para adoptar algún tipo de medida. No lo sabemos realmente, estamos esperando a ver qué ocurre. En cualquier caso, cuando Aung San Suu Kyi fue puesta en libertad quedó claro que cuenta con el apoyo de la mayor parte del país y de la comunidad internacional. Ahora es más popular que hace siete u ocho años. Está prohibido que se congreguen más de cinco personas en la calle, ya que se considera una protesta. Pero cuando Aung San Suu Kyi fue liberada el 13 de noviembre, se reunieron frente a su casa unas cien mil personas. Al día siguiente otras tantas vinieron a la sede de la LND. Eso muestra que su popularidad está creciendo y la gente la apoya, probablemente porque están hartos del régimen actual.
Aung San Suu Kyi dijo recientemente que si la gente quería ver cambios en este país, tendría que trabajar para el cambio. ¿Qué cree que puede hacer la gente corriente de Birmania por la democracia en este país?
Ella le ha dicho a la gente: «Vosotros tenéis la fuerza, no dependáis sólo de la LND, de mí o del Gobierno. Debéis saber que vosotros tenéis la fuerza y podéis usarla política o económicamente». Cuando la gente corriente se dé cuenta de ello y aúne sus fuerzas, podrá exigir lo que quiera y conseguirá muchas cosas. Por otro lado, debe dejar de tener miedo, de ahí el título del libro de Aung San Suu Kyi: Freedom from Fear. Si la gente acopia el coraje suficiente y tiene ideas valientes, comenzará a luchar. Ya lo vimos en 1988, entonces el Gobierno socialista lo controlaba todo, no había partidos políticos ni periódicos, nada, y pensamos que la gente no se alzaría, que estaba dormida, pero se rebeló y hubo un gran movimiento. El gobierno reprimió brutalmente a la población y mató a muchas personas, pero la gente salió de sus casas a protestar en todo el país, en cada distrito, en cada pueblo. El 10 de agosto de aquel año, el Gobierno comenzó a disparar a los manifestantes, pero estos fueron valientes y continuaron saliendo a las calles, hasta que el 24 de agosto el Gobierno retiró a todas las tropas y asumió el poder otro presidente, que no duró más que diez días. El pueblo fue capaz de influir en el curso de los acontecimientos. Lo que creemos es que la gente está esperando y nosotros debemos darle ideas y animarla. Quizá algún día pase a la acción como hizo la generación anterior en 1988.