Pedagogía del Oprimido, Paulo Freire. Madrid: Siglo XXI de España editores S.A., 17ª edición, diciembre de 2003, 243 páginas, ISBN: 84-323-0184-1.
Como el mismo Paulo Freire afirma en su obra, mencionando al Che Guevara: «toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria». Este, bajo mi punto de vista, es el principal logro del libro Pedagogía del Oprimido, pues contiene elementos que bien pueden ayudar a desarrollar procesos educativos y pedagógicos más exitosos. De esta forma, los logros potencialmente alcanzables pueden ser tomados no sólo como un avance en la consecución del respeto por los Derechos Humanos, sino como elementos que refuercen las relaciones humanas y el desarrollo personal de los individuos.
A pesar de ser un libro cuya primera edición fue realizada en 1970, la visión pedagógica de Freire ha llegado hasta nuestros días con posteriores ediciones, lo cual denota que su contenido no se ha quedado obsoleto, por el momento. Incluso, creo que la visión revolucionaria de Freire podría ayudar a la consecución (aunque para 2015 parece ya imposible) de varios de los Objetivos del Milenio (ODM)1. Sin embargo, tampoco debemos caer en la ilusión de un éxito seguro ya que, como señala el propio Freire, las prácticas pedagógicas propuestas no han sido ampliamente ejecutadas en ningún lado, por lo que no existe una referencia que aporte datos de su eficiencia.
Aún así, personalmente, confío en las ideas aportadas, por el teórico brasileño, al campo de la educación y la pedagogía a través de este libro. Su trabajo lo continúan desarrollando y enriqueciendo desde Instituciones como el Istituto Paulo Freire2 y múltiples fundaciones que han tomado su nombre en lugares como Colombia o Ecuador3.
Pedagogía del Oprimido es un libro dividido en cuatro capítulos. El primero de ellos presenta la situación dicotómica actual que presenta el mundo, en cuyas sociedades – a lo largo y ancho del Planeta – podemos encontrar opresores y oprimidos. Esta es una de las contradicciones que encuentra Freire en la sociedad, la cual impide en gran medida el desarrollo humano, ya que una gran mayoría (oprimidos) vive reprimida según los preceptos de una minoría (opresores) que ostenta el poder. Al hacer evidente esta situación, Freire muestra su compromiso con el desarrollo y cumplimiento de los Derechos Humanos desde el primer artículo4.
De este modo, el teórico brasileño introduce la situación problemática ante la que se debe responder. En esta dicotomía entre opresores y oprimidos, Freire señala que los que sufren la opresión deben actuar como sus propios liberadores, por ser ellos los que conocen realmente qué supone estar oprimido. Este asunto tiene lógica, ya que aquellos actores que se sitúan en una posición de poder, favorable, lo último que desean es perder su posición dominante para que otros les ganen terreno. Un ejemplo ilustrativo sobre este asunto, lo podemos ver la evolución histórica de países como Chile, Argentina (Latinoamérica), El Congo, Egipto, Libia (África), Irak, Pakistán, Indonesia (Asia). Muchos de ellos estaban mejor hace cincuenta años que ahora, debido a privatizaciones masivas de sectores productivos estatales, imposición de medidas neoliberales, etc. Al fin y al cabo, estas políticas forman parte de las medidas llevadas a cabo por el sector de los opresores5.
Sin embargo, estoy de acuerdo con el autor en que esa liberación, si bien debe partir de los oprimidos hacia una consecución de la liberación en comunión de todos los hombres, no debería realizarse de forma que los oprimidos se convirtiesen en los nuevos opresores, ya que estarían sustituyendo a estos últimos en su lugar y la cadena de errores se repetiría. Además, las limitaciones que esta situación supone para el desarrollo de los Derechos Humanos se repetirían. Tal y como he señalado unas líneas más arriba, la liberación de los hombres propuesta por Freire está basada en la fraternidad – recogida en la Declaración Universal de Derechos Humanos -, por lo que opresores y oprimidos deben colaborar en la búsqueda de una sociedad más justa y honesta para todos, haciendo ver a ambos (aunque, sobre todo, a los opresores) que deben pensarse a sí mismos no sólo como seres individuales, sino también como fragmento de un colectivo plural y diverso del cual forman parte.
En el segundo capítulo del libro, el autor se centra en el sistema educativo que predomina en el mundo, poniendo el acento en que las relaciones existentes entre educadores y educandos son de naturaleza: «fundamentalmente, narrativa, discursiva y disertadora». Asimismo, presenta una educación basada en el modelo bancario, donde los educadores actúan como altavoces discursivos de un contenido que los educandos tienen que almacenar en su memoria. Bajo mi punto de vista, la visión de Freire (1970) sigue vigente actualmente, facilitada por la concepción academicista de un profesor que lo sabe todo y unos alumnos que toman esos conocimientos y los ‘vomitan’ durante una prueba escrita que, en la mayoría de los casos, sólo demuestra cuál es la capacidad de los ‘depósitos’ de memoria en la que el individuo acumula esos conocimientos. Del mismo modo, la propia formalización de los procesos pedagógicos6 denota este aspecto. Si no, preguntémonos por qué las aulas están dispuestas de tal manera que los educando no pueden verse entre sí, porque miran todos al profesor; o por qué, en la mayor parte de casos, existe una programación fija que parece inamovible (sobre todo en los niveles de educación básica).
Estos procesos no tienen sentido en un sistema como el propuesto por Freire, donde la dicotomía entre educadores y educandos7 se supera, para llegar a ser ambos educadores y educandos. Ante esta propuesta se puede atacar al autor con el argumento de que los niños, por ejemplo, no están en la misma posición que el maestro (evidentemente) para que este tipo de sistema se pueda llevar a cabo. Sin embargo, pienso que la cuestión no está en el hecho de poseer las mismas condiciones porque, si no, no avanzaríamos, sino en el enriquecimiento mutuo. Esta premisa, que creo aplicable también a la educación infantil, parte de una educación sobre la experiencia vivida8 y tenemos constancia de que, en colegios muy específicos (a menudo con problemas de inserción social o de otro tipo), se están implementando modelos alternativos (no exactamente como el que propone Freire porque muchos de los elementos formales se mantienen) que tratan de responder a una situación educativa difícil9.
Por lo tanto, la ‘educación bancaria10‘ sólo interesa a los opresores, que ven en el pensamiento auténtico un peligro real para sus intereses. En contraposición a este sistema de educación, Freire propone la ‘educación problematizadora’, a través de la cual los individuos, en comunión, acceden a un proceso que implica la reflexión permanente en busca de la verdad. Este aspecto tiene sentido, ya que los oprimidos no deben ocupar el puesto de los opresores (convirtiéndose en eso contra lo que luchan), porque como señala el autor: «La búsqueda del ser más a través del individualismo conduce al egoísta a tener más, una forma de ser menos». Esta propuesta educativa se caracteriza por11:
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El desarrollo humano en comunión, mediatizado por la sociedad y el mundo en el que vive.
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La exposición dialogada de los contenidos, de lo cual deriva el enfrentamiento conjunto al acto de conocer por parte de educadores y educandos.
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La ruptura de la dicotomía diferenciadora entre educando y educadores, pues todos toman ambos roles.
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La utilización del diálogo a través de la palabra, quedando la reflexión y la acción como elementos relacionales entre sí a pesar de no aparecer unidos.
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El fomento, por parte del educador, de la creatividad y la conciencia crítica en el educando, lo que Freire denomina como ‘Síntesis cultural’.
De este modo, pienso que Freire avanza con buen paso hacia la conclusión efectiva del articulado de la Declaración Universal de Derechos Humanos, como por ejemplo los artículos 18, 19, 29 y, sobre todo, 26 y 27 (referentes a la educación y a la participación de los individuos en la vida cultural y social12.
En el tercer capítulo, Freire reflexiona sobre la dialógica entre los seres humanos y cómo esta sirve a su liberación, prestando especial importancia a la relación entre el desarrollo del hombre y el amor:
«No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. […] Cada vez nos convencemos más de la necesidad de que los verdaderos revolucionarios reconozcan en la revolución un acto de amor, en tanto es un acto creador y humanizador. Para nosotros, la revolución que no se hace sin una teoría de la revolución y por lo tanto sin conciencia, no tiene en ésta algo irreconciliable con el amor. Por el contrario, la revolución que es hecha por los hombres es hecha en nombre de su humanización»13.
La concepción de Freire ha sido tachada de demagógica por algunas personas, considerando que introduce las alusiones al amor con una clara tendencia a la atracción de la población cristiana. Mi pregunta es: ¿es que acaso la población cristiana, como oprimida, no tiene derecho también a la liberación?14«. Trata de llegar al mayor número de personas posible.
Al fin y al cabo, por mucho que las instituciones vaticanistas pretendan hacernos creer lo contrario (esto es una percepción propia), la Biblia caracteriza a Jesús, en algunos pasajes, de una forma mucho más cercana a la que propone la Teoría de la liberación, que de lo que propone Roma. No obstante, la concepción propuesta por Freire sobre el amor es, bajo mi punto de vista, una cualidad de naturaleza humana y no únicamente religiosa, por lo que las críticas en este punto no me parecen oportunas15.
Por otro lado, una vez más, Freire habla en este capítulo de la necesidad de participar y obtener información de la realidad vivida por los propios pueblos, para ser analizada posteriormente no sólo por especialistas, sino con el propio pueblo como parte de esa ‘educación problematizadora’. Una educación en la que el propio pueblo problematiza la realidad que él mismo vive y de la cual participa.
El último capítulo de Pedagogía del Oprimido recoge un resumen de lo expuesto, de manera teórica, en los tres capítulos anteriores. Asimismo, Freire reflexiona acerca de que su proyecto no debe quedarse simplemente en el papel, sino que debe implementarse para probar si funciona o no. A pesar de que el libro está fundamentado en experiencias reales del propio Freire, él mismo dice que resultan insuficientes, siendo necesario la realización de más pruebas.
Aún así, creo que este ensayo de Freire articula de manera magnífica una teoría pedagógica plausible y que, a priori, puede dar buenos resultados. A parte de las lagunas, como bien señala el autor al final en un gesto de humildad, que el libro pueda tener, el mayor error que veo en el libro es su excesiva retórica academicista. Es un libro arduo de leer e incluso, a veces, bastante pesado. Los conceptos y propuestas de Freire me parecen excepcionales, pero creo que deberían comunicarse de una forma más amena y factible para el público porque me parece algo complicado. Podría utilizar términos no tan técnicos, aunque entiendo que sean precisos en una obra teórica, y más accesibles para su comprensión. Apunto este asunto por una cuestión muy simple, ya que el hecho de proponer un modelo en del que todo el mundo debe participar debe ser accesible a todo el mundo, lo cual requiere de formas de expresión asequibles y entendibles por todos. Si no se produce este cambio, creo que la contradicción que se producirá será enorme, ya que sólo los individuos con un nivel cultural determinado podrán llegar a comprender estos modelos. Por lo tanto, la dicotomía diferencial entre grupos de opresores y oprimidos seguirá existiendo16. En lo concerniente a las lagunas de contenido, que ya he comentado, yo no soy pedagogo y dejaré ese tema para los especialistas en el tema.
En conclusión, una obra de lo más recomendable y de imprescindible lectura para todo aquél que quiera involucrarse en el mundo de la educación y de la pedagogía. Freire17 propone en este libro, Pedagogía del Oprimido, sin duda algo diferente, una educación ‘por y con el pueblo’, lejos de la concepción clásica: ‘para el pueblo’.
Urko Del Campo Arnaudas. 4º Periodismo, Universidad San Jorge.
Notas:
1 Portal de la labor del sistema de Naciones Unidas sobre los objetivos del desarrollo del Milenio, disponible en: http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/, consultado el 02/03/2011.
2 Web del Instituto Paulo Freire, Brasil, disponible en: http://www.paulofreire.org/, consultado el 02/03/2011.
3 Web de la Fundación Paulo Freire en Ecuador, disponible en: http://fpaulofreire.com/, consultado el 02/03/2011; Web de la Fundación Paulo Freire en Colombia, disponible en: http://fundacionpaulofreire.org/, consultado el 02/03/2011.
4 Declaración Universal de los Derechos Humanos, Art. 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. La negrita es mía.
5 A este respecto ver Klein, Naomi, La Doctrina Shock: el auge del capitalismo del desastre, Paidos Iberica, Barcelona, 2007, documental (basado en el libro) disponible en: http://vimeo.com/18758226, consultado el 02/03/2011; Friedman, Milton, Capitalismo y libertad, Ediciones Rialp, 1966; Friedman, Milton y Friedman, Rose, Libertad de elegir: hacia un nuevo liberalismo económico, Grijalbo, 1992.
6 Hablo aquí en función de mi experiencia en las tres etapas educativas: colegio, instituto y universidad. Del mismo modo, debo ser justo y quiero dejar claro que, si bien expongo de manera genérica mis percepciones, he de decir que también se han dado excepciones, las cuales agradezco enormemente.
7 Existe una relación muy clara con la dicotomía entre opresores y oprimidos, por lo que invito al lector a reflexionar sobre ello.
8 De hecho, ya lo vemos en el aprendizaje a través de juegos, intereses propios de los niños, experiencias. Por ejemplo, creo que se puede aprender mucho con la pregunta, que puede parecer simple, «¿qué tal el verano?»; con todo el contenido que ésta puede generar.
9 Ver película La Clase, reseña de la Web Filmaffinity, disponible en: http://www.filmaffinity.com/es/film107060.html, consultado el 02/03/2011. Lo que deja claro esta película es que, si bien la adopción de políticas al respecto, ayuda, también depende mucho de la responsabilidad adquirida por todas las personas que participan de ese proceso educativo.
10 Ver los diez puntos en Freire, Paulo, Pedagogía del oprimido, Madrid, Siglo XXI de España Editores S.A., 2003, p. 78.
11 Ver resumen en Monografías.com, «La pedagogía del oprimido de Paulo Freire» (Yerko Reyes), disponible en: http://www.monografias.com/trabajos6/peop/peop.shtml, consultado el 02/03/2011.
12 Web de Naciones Unidas, «Declaración Universal de los Derechos Humanos», disponible en http://www.un.org/es/documents/udhr/, consultado el 02/03/2011.
13 Freire, Paulo, Op. Cit. pp. 103 – 106.
14 La historia revolucionaria latinoamericana está llena de miembros del clero que llegaron a proponer una nueva concepción de la religión a través de la llamada Teoría de la liberación, de corte marxista.
15 Ver reseña sobre Pedagogía del Oprimido (no aparece el nombre del autor), disponible en: http://es.scribd.com/doc/27995061/LA-PEDAGOGIA-DEL-OPRIMIDO, consultado el 02/03/2011.
16 Sea en estos o en otros términos: por ejemplo: los que pueden acceder a la comprensión y los que no. La dicotomía sigue existiendo y, con ella, la desigualdad.
17 Su filosofía educativa queda recogida la 20 máximas de Paulo Freire, en Wikipedia, disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Paulo_Freire, consultado el 02/03/2011.
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